CAPITULO 4
Claire llamó a la policía. Antes que diese sus dados, oyó un fuerte ruido, seguido por una rotura de vidrio y una sirena accionada por el sistema de alarma. El ladrón había escapado por la tienda. La puerta de vidrio, que ella todavía no había acabado de pagar, había quedado nuevamente reducida a añicos!
- Dónde estoy?
La cabeza y el estomago de Cameron daban vueltas como si él hubiese bebido mucho . Debía estar teniendo visiones. Un carruaje, sin caballos, estaba deslizándose por la calle, con luces encendidas en todas partes. Las casas eran parecidas a las de la ciudad Edimburgo, de dos y tres pisos, construidas una al lado de la otra . Pero eso no era Edimburgo. Los carteles y los anuncios en las tiendas estaban escritos en inglés. Aunque dominase ese idioma, la mitad de las palabras de los carteles le era desconocida.
Para completar la perplejidad de Cameron, una fuerte luz brilló súbitamente en el interior de una tienda, casi cegándolo. Por instinto de defensa, él desenvainó la espada.
Nada parecía real, mucho menos familiar. Lo peor era que él no
se acordaba de nada hasta hallarse en los aposentos de Claire MacGregor.
Um hombre estaba aproximándose , pero atravesó la calle antes que Cameron pudiese preguntarle sobre su paradero. Miró a un lado y al otro. donde habría dejado sus botas y su caballo? Un copo de nieve cayó sobre su boca, trayéndole un leve sabor a sal. Como un lobo en caza, él olisqueó el aire y comenzó a caminar en dirección al mar.
Estaba perdido. Necesitaba un refugio seguro para descansar y pensar.
A la derecha había una caverna. Perfecto. Sus pies ya estaban quedándose duros del frío. Allí dentro él podría calentarse. Pero justamente cuando estaba preparándose para entrar, una luz lo ofuscó y un rugido abrió la tierra. Casi inmediatamente un monstruo metálico salió de allí adentro y vino en dirección a Cameron. El bicho era bravo. Tenía un solo ojo hecho de fuego. Su soplido fue tan fuerte que lo lanzó hacia atrás. Si no hubiese caído sobre un montículo de nieve, podría haberse lastimado.
Se levantó , pero su corazón parecía querer salírsele por la boca. Se arrepintió en seguida. El monstruo traía consigo un montón de carruajes sin caballos, que se deslizaban como una inmensa cobra. Cameron no se habría preocupado si el monstruo hubiese continuado su camino. Pero se paró a una pequeña distancia y de sus entrañas salieron figuras humanas y luego otras entraron. Un silbido estridente cortó el aire y las puertas del monstruo se volvieron a cerrar.
Un minuto después, el silencio lo hizo pensar si lo que había sucedido no había sido fruto de su imaginación, o si el monstruo se había tragado realmente todas aquellas personas
Por todos los santos! Dónde estaría Mhairie? Dónde estaba él?
Aturdido, Cameron resolvió continuar caminando en busca de un refugio que no estuviese ocupado. Algunos pasos mas adelante , se lanzó nuevamente hacia atrás al ver otro carruaje surgir. Ese era alto y cuadrada. En vez de estar tirado por caballos, se deslizaba sobre ruedas metálicas. En el lateral estaba escrito The Boston Globe.
El carruaje se detuvo justo en el lugar donde Cameron había estado un minuto antes. Dos sujetos vestido con el mismo traje bajaron y colocaron una pila de algo en el suelo . Cuando se fueron , Cameron fue a investigar.
Papeles! Su problema inmediato estaba resuelto. El se amarró una gruesa capa de diarios alrededor de cada pie y suspiró de alivio ante la sensación de comodidad, aunque le extrañó lo que estaba escrito en el papel : algo sobre enviar una nueva misión a la Luna. En fin, lo importante era que había encontrado una protección para sus pies hasta conseguirse un par de botas. Debía estar poniéndose viejo. Había habido un tiempo en que él caminaba descalzo sobre la nieve durante horas sin sufrir los rigores del clima.
Pero las divagaciones tendrían que quedar para después. Ahora era necesario ocuparse de sus necesidades más básicas: refugio, ropas y comida. No en ese orden obligatoriamente. Cuando se ocupase de su cuerpo, su cabeza volvería a funcionar y él lograría encontrar una explicación lógica a lo que estaba sucediendo.
La cuestión era que sólo había una persona a quien él podría recurrir en esas circunstancias.
Claire MacGregor.
Las pisadas habían desaparecido en la nieve, pero Cameron continuó caminando. No debía haberse apartado mucho del lugar donde Claire vivía.
Algunos minutos después, se detuvo y miró a su alrededor en busca de señales que pudiese reconocer. Se distrajo con un dragón metálico, negro y blanco, amarrado con sogas. Parecía bravo. Soltaba mucho humo. hasta que se aquietó y el humo se fue disipando. Para alivio de Cameron, la tienda Velvet Pumpkin estaba justo delante suyo . Bastaría con atravesar la calle para llegar a su destino.
Descendió de la calzada y sintió un escalofrío de aprensión. Había sido entrenado para detectar el enemigo con los ojos cerrados. Pero jamás podría imaginar que el peligro vendría del cielo y que su espada no serviría para defenderlo. Un dragón con alas que giraban como un molino a una velocidad inimaginable. Pero tan inesperadamente cuanto había aparecido , él desapareció en el horizonte.
Cameron corrió al otro lado de la calle con la espada en la mano. Estaba viviendo un pesadilla. Nada tenía sentido.
No había golpeador en la puerta. El pensó en golpear para anunciar su presencia, pero tampoco había puerta. Apoyó la mano sobre un pedazo de metal con bolas opacas y las presionó. Un pasaje se abrió instantáneamente. Claire debería ser alertada de la necesidad de instalar una puerta más firme y segura.
El calor del ambiente se filtró en su pele, proporcionándole una sensación de bienestar por primera vez desde que había llegado a ese mundo extraño. El lugar olía a flores. Claire debía ser una mujer rica por la cantidad de muebles, candelabros de techo, vajillas, objetos de vidrio y libros distribuidos por toda superficie plana. Pero a dónde estaría ella?
En la sala de al lado, Cameron encontró con un pino decorado con centenas de bolitas de color. Un insulto venido de algún lugar a su espalda lo hizo sonreír , aliviado. Reconocía esa voz. Era de Claire.
Todavía con la espada alzada ,en caso que tuviese que defenderse de alguien que estuviese con ella, Cameron avanzó por el corredor. Claire estaba sola y de espaldas , intentando levantar algo pesado del piso. Apoyándose en el marco, Cameron tosió .
- Quieres ayuda?
- Oh, no! Vos otra vez? - ella se dio vuelta aturdida.
- No temas, muchacha. Como te dije anteriormente, no te haré daño. Volví con la esperanza de conseguir algo para vestirme y comer. Y también con la esperanza de tomar prestado un caballo que me lleve muy lejos de este infierno.
- Vete o llamaré a la policía!
Cameron aflojó los brazos los costados de su cuerpo en un gesto rendición.
- Creo que estoy teniendo un pesadilla, muchacha. No sé cómo mierda vine a parar a este lugar. Y ni siquiera sé qué lugar es este.
- Estás bajo medicación ? - Claire preguntó, tanteando con sus manos detrás de su espalda en busca de un objeto que pudiese usar como arma.
- Medicación? - él negó con la cabeza exasperado.
- El hecho es que no me acuerdo de nada antes de estar en tus aposentos. Cómo diablos vine a parar aquí está más allá de mi comprensión. El único hecho que recuerdo de mi vida es que estaba preparándome para entrar en una guerra. Debía partir al amanecer.
- Guerra? Oh, lo lamento. - Entonces sos un soldado. Tu confusión mental debe haber sido causado por un trauma.
- En ese caso, debemos descubrir de dónde sos y dónde está asentado tu batallón. Tienes algún documento en tu poder?
- Muchacha, no sé de qué estás hablando.
- No tiene importancia - Claire se apresuró a responder. El hombre obviamente era escocés. Su barco debía estar anclado en el puerto. No sería difícil localizar un barco de guerra británico. -
- Sabes tu nombre?
- Cameron MacLeod, tercer hijo de John MacLeod, lord de Rubha y líder del clan MacLeod.
El color desapareció de la cara de Claire cuando el extraño se identificó. Ese era el nombre grabado en el cabo de la espada. El arma que él había robado y que mantenía en su poder.
- Y el nombre de tu madre?
- Elizabeth MacLeod.
Un alivio . No era ese el nombre de la madre. El debía haber visto, de alguna forma, la inscripción en la espada, y pretendía sacar provecho de eso.
- Ella murió al darme a luz - él continuó como si hubiese leído la mente de Claire. - Fui criado por mi tía, Mhairie Stewart.
Puntos negros comenzaron a bailar delante de los ojos de Claire. ella necesitó agarrar una silla y sentarse para no desmayar.
- Te sientes bien ?
- Si. - Claire respiró profundamente . - Puede decirme qué día es hoy?
- Domingo. Tal vez lunes. No tengo certeza.
- El año?
- El año de nuestro Señor de 1745.
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