martes, 6 de octubre de 2009

LA HERENCIA - CAPITULO 2 - SANDY BLAIR

CAPITULO 2



-No entiendo nada - Claire respondió aturdida al empleado de la empresa transportadora . - No estoy esperando ninguna encomienda.
Tracy llamó, de repente, desde lo alto de la escalera.
- Claire! Teléfono! Dos hombres quieren hablarte. Uno de ellos dice que es abogado.
Sin saber qué hacer, Claire dio instrucciones para que el entregador la esperase mientras intentaba aclarar la situación.
- Te metiste en algún lío? - Tracy quiso saber, estaba atónita.
- No que me acuerde - Claire respondió al tomar el tubo del teléfono. - Hola ? Habla Claire MacGregor. En qué puedo ayudarlo?

- Mi nombre es Wesley Brindle. Soy socio propietario del estudio legal Brindle, Bailey y Sheltonship y ejecutor del testamento del señor Tavish MacLean. Lamento informarle que él falleció el última lunes.
Claire tuvo que sentarse para no caerse. No podía ser verdad. Ella había acabado de recibir la tarjeta de Tavish y había hablado con él la semana anterior. En la despedida, habían hecho planes para el almuerzo de la víspera de Navidad, como todos los años.
- Señorita MacGregor?
- Si.
- Entiendo que esté conmovida con la noticia, pero era importante para el señor MacLean que la transmisión de sus bienes fuese inmediata. El la nombró su única heredera. Un cheque le será enviado la próxima semana y las otras pertenencias llegarán a través de una empresa transportadora mañana o pasado mañana, a más tardar.
Claire salió del sopor al acordarse del pobre hombre congelándose en la puerta del fondo.
- Podría aguardarme un instante? - Claire tapó el tubo y le hizo una señal para que a amiga bajase y ordenase al empleado de la transportadora descargar .
- Está bien , pero qué está sucediendo? Quién murió?
- Después te cuento - Claire le prometió antes de retomar la conversación con el abogado. - Parece que la transportadora se anticipó, doctor Brindle. La camioneta ya está aquí.
- Los caminos tal vez estén en mejores condiciones de lo esperable. De cualquier modo, a señorita recibirá por correo una copia del testamento junto con el cheque. Le pido que firme el formulario y lo devuelva en el sobre anexo lo más pronto posible. Alguna pregunta?
Centenas.
- Por qué Tavish me nombró su heredera?
- El señor MacLean no tenía familia. Siempre que conversábamos, él hablaba muy bien de usted . Creo que era la persona a quien él más quería.
Una oleada de emoción envolvió a Claire. Ella también quería mucho a Tavish. Parecía estar viéndolo, en ese instante, riéndose de la predicción de una gitana, en una cafetería, les había dicho que él viviría cien años, y que ella tendría muchos hijos. El
primero sería un lindo y robusto niño. Lágrimas deslizaron por su rostro. Tavish se había muerto a los setenta y siete. Y ella ni siquiera tenía novio.
- Bien, creo que no me queda nada más que decir. Alguna otra pregunta?
- Dónde fue sepultado?
- Su cuerpo fue llevado a Appin, en Escocia, para ser sepultado en un panteón de la familia, conforme a los términos de las instrucciones que nos dejó.
Los ojos nublados con lagrimas de Claire se posaron en la miniatura que Tavish había hecho y que ocupaba el estante principal del armario de vidrio donde ella guardaba los objetos más caros de la tienda. Su viejo amigo le había dicho que esa era una réplica del barco que su padre había poseído. Ella lamentaba no haber estado presente en el funeral. Tal vez pudiese enviar flores para adornar su última morada. Tavish adoraba las rosas rojas.
- Señorita MacGregor?
- Disculpe - Claire sollozó.
- La entiendo perfectamente. No vacile en llamarme si tiene alguna duda.
- Gracias.
Por cuanto tiempo permaneció con el tubo descolgado junto al oído, Claire no sabría decirlo . Fue Tracy, nuevamente, gritándole desde el fondo de la tienda, que la trajo de vuelta al presente.
Los dientes de su amiga castañeteaban por el frío. Los hombres de la transportadora, en contrapartida, estaban transpirando. Las cajas eran pesadas. Claire volvió a sollozar al tocarlas. Le causaba tristeza que Tavish le hubiese dejado todas sus cosas a ella, una extraña, por no tener a nadie más en el mundo.
La operación descarga parecía haber terminado con la entrega de una caja baja . El hombre a quien ella se había rehusado a atender en el primero momento pidió que firmase el recibo de conformidad, lo que ella hizo mecánicamente.
- Puedes contarme ahora quién se murió? - Tracy preguntó cuando Claire trancó la puerta.
- Tavish. El lunes. - Claire volvió a llorar. En silencio, por un breve instante, Tracy consoló a Claire con un abrazo.
- No me imaginaba que Tavish significase tanto para vos.
- Lo consideraba como si fuese el abuelo que no tuve. Tal vez él también viese en mí una nieta. Me dejó todo lo que tenía. - Claire señaló las cajas antes de apagar la luz del depósito. - Soy su única heredera. Todavía no puedo creerlo.
- No vas a abrir las cajas? - Tracy indagó sorprendida. - No sientes ni un poco de curiosidad?
- No tengo coraje. Creo que necesito algún tiempo para acostumbrarme a la idea.
- En vez de ir a la cocina, no te parecería cenar en el Union Oyster? Tal vez logres razonar mejor después de comer tu plato predilecto.
Claire rechazó la oferta . No tenía ganas de comer. Por otro lado, además de las preocupaciones, tendría un dolor de cabeza , si no se alimentase.
- No sería genial si encontrases un millón de dólares escondido en el colchón de Tavish?
- Vos y tus fantasías! - Claire exclamó mientras cerraba el apartamento.
Tavish era casi tan pobre como ella. Con la recesión reinante, sería más probable que encontrase un cuerpo en esa última caja que más se parecía a un ataúd !

Lo que Wesley Brindle más odiaba en la vida era mentir, aún cuando fuese por omisión. Y acababa de hacer eso con una cliente, aunque ella todavía fuese una cliente potencial. No le había contado que el testamento dejado por Tavish MacLean estipulaba que una suma de diez mil dólares fuese mantenida en una cuenta separada para cubrir cualquier gasto legal que se presentase en el futuro.
Sin pensar que Tavish MacLean pudiese morirse antes de explicar el motivo de su exigencia, Brindle no podía parar de pensar respecto a eso . Qué había llevado al señor MacLean a estipular esa cláusula? Si él no confiaba que Claire MacGregor pudiese recibir el dinero junto con los muebles y las otras cosas, por qué la había nombrado como su única heredera?
Como abogado y hombre de bien, Brindle había tomado la resolución de contratar un detective privado para investigar a la beneficiaria de la herencia . A pesar de tener un padre cumpliendo una pena por robo, algunos amigos extraños y una hipoteca que pagar, Claire MacGregor parecía ser una ciudadana ejemplar.

* * *


A la noche siguiente, vestida con su ropa favorita después de cerrar la tienda, que era una bata vieja e un par de chinelas con cara de ositos, Claire tomó un trago de vino mientras examinaba su legado. Había llegado el momento. Lo había postergado más de lo razonable; su querido amigo se pondría triste si supiese que ella no se había molestado en conocer el regalo que él le había destinado.
Con un martillo con punta, Claire comenzó a arrancar los clavos en la primera caja. Un golpe sordo a su espalda la hizo girar y levantar el martillo como si fuese una arma.
- Calma! Soy yo! - gritó la señora Grouse, la vecina, con los ojos desorbitados de espanto.
Las dos mujeres se llevaron las manos al pecho y respiraron profundamente.
- Mi Dios, señora Grouse! Casi me mató del susto.
- Pensé que la tienda había sido asaltada por esos desgraciados marginales. Por qué estás trabajando hasta tan tarde?
- No estoy trabajando - Claire respondió. - Tavish murió el lunes pasado y me dejó estas cosas.
- él era un caballero. Tan joven todavía. Una pena.
Claire no respondió. El concepto de edad seguramente era relativo. La señora Grouse tenía ochenta y cinco años. Cada vez que necesitaba algo del supermercado o de la farmacia, llamaba a Claire. Las dos se estimaban como madre e hija.
Después de tres horas, Claire resolvió darse un merecido descanso. Estaba exhausta. Se sentó sobre una pila de libros con una copa de vino y miró detenidamente cada cosa que hasta el lunes anterior había pertenecido a Tavish: sacos informales en tela escocesa, zapatos gastados por el uso, pantalones y media docena de sombreros. Después venían los electrodomésticos y la vajilla : aspiradora, máquina de afeitar, tostadora, un reloj de pared, ollas y platos de loza , bandejas, herramientas, y comidas enlatadas. Claire no podría hacer uso de la mayor parte de esas cosa. Pero la colección de miniaturas era un verdadero primor.
Barcos y navíos bellamente montados en delicadas estructuras dentro de botellas . Los muebles eran oscuros y pesados: un ropero , una cama de cabecera alta , una silla de balanceo con la pintura descascarada, la mesa de cocina con las sillas. Solamente faltaba abrir una caja. Claire la había dejado para el final justamente por la mala impresión que le había causado por parecerse a un ataúd.
Con un bostezo de cansancio, Claire se levantó y tocó el retrato de casamiento de Tavish, joven y elegante, vestido de kilt , y Margaret, vestida de novia, con un adorable ramo de flores silvestres.
- Te voy a extrañar.
De rodillas, Claire se obligó a terminar la tarea. Tomó aliento y se preparó para abrir la última caja. Necesitaba pensar en positivo. quizás el destino le estuviese reservando una linda sorpresa? Y si hubiese una pintura inédita de Rembrandt allí adentro? O el vestido de novia victoriano con que Margaret se había casado ?
Retirado el último clavo, Claire cerró los ojos. Su corazón palpitaba cuando levantó la tapa.

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