CAPITULO 22
Marzo de 2008
Delante del apartamento de número 3A, en un corredor bien iluminado, Claire se preparaba para golpear la puerta. Del otro lado de esa puerta, estaba su padre.
Un minuto después, Claire bajó a cabeza y colocó sus manos en sus bolsillos.
- Discúlpame, Cam. Es más fuerte que yo .
Antes que Claire llegase a la escalera, su padre, como si hubiese presentido su presencia, abrió la puerta.
- Claire! Sos vos?
- Si, papá. Soy yo.
Ella tragó en seco. Su padre se había vuelto una sombra de lo que era. Los cabellos rojizos se habían caído y las pocas hebras que el sobraron estaban grises. Antes alto y atlético, ahora estaba, consumido y curvado.
- Estoy asando carne. Entra. Ponte cómoda.
Cómoda? Sólo había una silla en el cuarto que servía de dormitorio y sala . Había un televisor antiguo , blanco y negro, de catorce pulgadas en un pequeño estante de madera. En el piso , al lado de la silla, yacía un ejemplar de David Copperfield. Una gran sorpresa para ella. Antes su padre sólo leía revistas sobre carreras de caballos.
- Cómo has estado? - Claire se forzó a preguntar al ver a su padre aproximarse secándose las manos con un repasador.
- Bien. Estoy trabajando como lavador de platos en un restaurante. Espero conseguir una promoción en breve. Me gustaría ser camarero.
- Precisas dinero? Su padre se ruborizó.
- No, Claire. Gano lo suficiente para pagar el alquiler y la comida. Yo sólo quería verte y decirte que me gustaría poder volver el tiempo atrás para ser un padre mejor para vos y un marido mejor para tu madre. - él suspiró. - Nunca entendí como ella me pudo escoger a mí y no a Delucci. El era italiano como su madre, y bastante guapo. Tu abuelo lo habría recibido con los brazos abiertos. Conmigo tu abuelo antipatizó a primera vista.
- Todavía vive? - Claire preguntó, esperanzada. Nunca había conocido a su familia. Su madre se ponía a llorar siempre que tocaba ese tema.
- Si. El es el dueño de un emporio en Little Italy, el barrio de los italianos en Boston. El lugar se llama Mama's.
- Esta es la última, Maggie. Estoy exhausto.
- Sólo más una. Lo prometo.
Cameron no lograba entender por qué necesitaba casi morirse de frío, usando apenas una sunga negra que las olas del mar intentaban insistentemente en arrancarle de; cuerpo, si el producto que los anunciantes querían vender era un perfume!
El fotógrafo, por detrás de Maggie, hizo una seña positiva con el pulgar. El tampoco aguantaba más.
El sol se ponía. Siguiendo las instrucciones de Maggie, Cameron levantó los brazos y los cruzó sobre la cabeza. Y pensó en Claire y en la última vez en que habían hecho el amor. Apenas podía esperar para su regreso. Había ganado lo suficiente para eso y
mucho más.
Algunos meses después...
Claire atendió al primero timbre aunque todavía fuese de madrugada. Un día de esos, ella esperaba, Cameron se acordaría de la existencia de husos horarios.
- Claire! Sal de esa cama inmediatamente y baja corriendo para abrirme la puerta!
- Tracy? Qué pasa? Sabes qué hora es?
- Suelta el puto teléfono y baja rápidamente ! No lo vas a poder creer!
Finalmente alarmada por el tono de la voz de su amiga, Claire colgó el teléfono y fue a abrir a puerta de la tienda. Sin decir nada, Tracy exhibió un ejemplar de la más reciente edición de la revista Cosmo. Sin decir nada, Claire se puso a hojearla. Hasta que lo vio. En colores, apenas vistiendo una sunga, mirándola como si estuviesen haciendo el amor.
Las piernas de Claire flaquearon. Tracy la hizo sentar en una silla.
- Es Cam!
- Si. Y hay más. - Tracy entregó una muestra del perfume que venía de regalo con esa revista y cuatro revistas mas.
Claire las examinó con el corazón acelerado. En cada foto, Cameron aparecía en una pose diferente.
- él se volvió un modelo famoso.
Pero Cameron jamás le había mencionado ese trabajo . Nunca había dicho ni una sola palabra al respecto.
Decepcionada, Claire devolvió las revistas. Lo había perdido. Eso explicaba el motivo por el cual las llamadas se venían espaciando últimamente.
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