viernes, 16 de octubre de 2009

LA HERENCIA - CAPITULO 16 - SANDY BLAIR

CAPITULO 16


Una camioneta blanca, con el nombre "Victor", estaba estacionada cerca de la tienda. Cameron se sentó al volante y accionó el pedal tres veces conforme a las instrucciones que había oído a su dueño darle a Claire. AL girar la llave, el motor funcionó. Satisfecho, Cameron soltó la palanca de freno, como había visto al conductor del taxi hacer, pero nada sucedió. Tal vez tuviese que pisar el pedal otra vez.
El vehículo fue hacia atrás y Cameron sacó el pie inmediatamente del pedal. El motor se ahogó y quedó quieto. El salió para verificar. Las ruedas traseras se habían subido al cordón de la vereda porque las delanteras estaban torcidas. Era necesario enderezarlas antes de poner el vehículo nuevamente en movimiento.
Satisfecho con su descubrimiento , movió la palanca en posición contraria ,lo que hizo que el auto se moviese hacia adelante, Cameron avanzó hasta la esquina. No era tan difícil como había pensado. Giró el volante y continuó hasta la otra esquina. Pronto estaba de vuelta en el lugar de donde había partido. El reconocería la tienda de Claire en cualquier lugar.
Después de dar tres vueltas a la manzana, Cameron colocó la camioneta en el espacio de donde la había sacado. Necesitó hacer varias maniobras hasta que el vehículo quedase cerca del cordón de la calle. Pero lo logró ! Ahora quedaba buscar un escondrijo.
Cameron se quedó debajo de la escalera de una casa del otro lado de la calle, justo en frente de la tienda. Con cada auto que pasaba, él contenía la respiración. Hasta que uno de ellos disminuyó la velocidad. Alerta, Cameron sacó el cuchillo mas grande del cinto y esperó. Cuando la puerta del conductor se abrió, Cameron corrió y lo arrancó del vehículo , colocándole el cuchillo en su cuello.
- No hice nada!
- Suéltalo ! - gritó su compañero con una botella en la mano .
En pocos instantes, Cameron los desarmó. Al descubrir que la botella contenía tinta, la lanzó contra el auto de ellos.
- Mierda! Mi madre me va a matar!
Cameron quería poder llamar a la policía con modo de castigarlos. Sin esa posibilidad, obligó a los chicos a entregar el dinero que llevaban en los bolsillos y proveerle sus direcciones. Los Amenazó con ir a sus casas y acabar con ellos, si volvían a aparecer por allí.

- Sos magnífico! - La señora Grouse lo esperaba en lo alto de la escalera cuando él volvió. - Vi todo por la ventana.
- Gracias. - Cameron sacudió la cabeza. - Todavía falta mucho para que compense a Claire por todo lo que ella ha hecho por mí. Necesito hablarle al respecto. Puedo entrar un instante?


Claire se desperezó. Se había despertado con el cuerpo excitado y la mente poblada de imágenes de Cameron, completamente desnudo como lo había visto la primera vez, pero con una gran diferencia. Ahora, en vez apenas darle un beso, él había hecho el amor con ella .
Pero el sueño había acabado y el reloj decía que estaba atrasada.
La tienda debería haber sido abierta dos horas antes. Necesitaba apurarse . Faltaban apenas dos semanas para Navidad. O vendía la mercadería ahora o se iría a la quiebra.
En la cocina, Claire encontró el café listo y el periódico abierto . Cameron no respondió a su llamado. Sin tiempo para perder, ni para preocuparse con lo que él podría estar haciendo, Claire comió una tostada, tomó una taza de café y bajó a la tienda. Risas femeninas se oían del otro lado de la puerta. Al abrirla, Claire se detuvo, absolutamente perpleja. Su tienda estaba repleta de clientes. Tracy estaba detrás del mostrador, conversando y sonriendo mientras le daba el vuelto a una cliente. La señora Grouse, con un turbante y chal a rayas, ofrecía un juego de té de porcelana a una joven rubia.
Claire se paró al lado de Tracy.
- Gracias a Dios que llegaste! - su amiga exclamó, un tanto irritada. - Pensé que ibas a dormir todo el día .
- Qué está sucediendo?
- Ve a dar una mirada allá fuera.


Cameron estaba vestido con un kilt y los cabellos sueltos. El le daba bienvenida a las mujeres con una reverencia. Una señora de cabellos canosos estaba llegando en ese instante. Cameron la sujetó por el codo y le abrió la puerta.
- No digas una palabra más . Vuelvo en seguida.
La primera cosa que Claire notó al salir a la calle fue el cartel ofreciendo lecturas de la suerte gratuitas por madame Grouse.
- Qué está sucediendo aqui? - Claire apoyó sus manos en la cintura y frunció la cara. Cameron la hizo volver al interior de la tienda.
- Hace mucho frío. No podemos arriesgarnos a una recaída.
- Qué historia es esa de que la señora Grouse ofrecer adivinar la suerte gratis? Ella es tan sensitiva cuanto yo! Y los precios promocionales? Las etiquetas están marcadas los mismos precios que yo puse la semana pasada!
-Estamos en vísperas de Navidad. Esta no es la época de dar regalos ? Tu vecina está donando palabras de optimismo a tus clientes y yo estoy colaborando con sugestiones. Cuando alguien pregunta mi opinión, yo se la doy. Nadie que entró en tu tienda hasta ahora salió sin haber comprado un regalo.
Como Claire continuaba enojada, Cameron la llevó a los fondos para conversar a solas. Pero por más que él intentase convencerla de sus buenas intenciones, ella continuó protestando. sin más demoras, entonces , Cameron la sujetó por la cintura a colocó sobre un mostrador . Y antes que Claire tuviese la posibilidad de hacer cualquier otra cosa, incluso de pensar, él rozó sus labios en los de ella, deslizándose en seguida hasta el mentón y descendiendo por el cuello, donde comenzó a depositar besitos y pequeñas mordidas.
El gemido de placer anunció el momento de la rendición. Cameron sonrió por dentro al sentir las piernas de Claire antes rígidas rodeándole las caderas, ceder a su resistencia. Le encantaba sentir cuando una mujer se entregaba. Ese instante lo hacía acordar al predador dormido dentro de él.
- Claire? Todavía estás enojada conmigo? - Cameron le susurró al oído.
Claire respiró profundamente . Debería avergonzarse. Rendirse por un beso? Sólo porque la había hecho vibrar todas las fibras de su ser? Sin duda.
- No. Ya no estoy enojada con vos.

A dónde Cameron había ido? Era casi medianoche. Claire ya había contado y recontado el dinero de las ventas de ese día, el mejor que su tienda había tenido desde su inauguración. Tres mil y noventa y cinco dólares. Lo suficiente para ella saldar la hipoteca y todavía sobraban algunos dólares. Todo gracias a un irresistible escosés de las Highlands que ella esperaba no haberse metido en ninguna otro problema.
Su corazón casi paró con el sonido del teléfono.
- Cam? Sos vos ?
- No. Es el otro hombre de tu vida.
- Oh. Hola, Victor! Todo bien ? Cómo está California?
- Caliente y muy cara. Y nuestra ciudad ?
- Fría y muy cara. - Estaría mejor si Cameron llegase pronto, y sano y salvo, de preferencia. - Por qué estás llamando tan tarde? Algún problema?
- Acabo de darme cuenta que me falta mi Palm Pilot. Me lo olvidé en la camioneta. Podrías buscarlo por mí? Si alguien me lo roba, estaré perdido.
Cuando colocó el tubo en el teléfono , Claire miró la mesita donde Victor había dejado las llaves. No estaban allí.
- Mierda. Dios mío!
Claire hizo una búsqueda por el apartamento. Las llaves no estaban en ninguna parte . Miró debajo de los almohadones, debajo del sofá. Nada. Tal vez si la Palm no estuviese visible, podría esperar hasta la mañana siguiente para preguntarle a la señora Grouse si las había cambiado de lugar cuando la había ayudado a llevar las copas el día de la fiesta improvisada.

Tres minutos más tarde, Claire estaba al borde de la muerte . Por un estallido general de rabia. Y por un ataque de pánico. Con los hombros curvados contra el viento, las manos metidas en el fondo de los bolsillos, los dientes castañeteando , ella miraba la calle de su casa. Ni llaves, ni camioneta, ni Cam.
- Juro que esta vez voy a matarlo!

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