lunes, 28 de diciembre de 2009

JETTATTORE - CAPITULO 1 - BETINA KRAHN

CAPITULO 1



Devonshire, Inglaterra 1810

Lluvia. Era la última cosa de que Charity Standing precisaba. Es verdad lo que dicen, ella rumbeó . No importa cuan malas las cosas parezcan ser ...
siempre pueden ponerse peores.
Se secó las lágrimas y pasó la mirada por la pequeña iglesia en busca de consuelo en las grises paredes familiares. Sus antepasados habían ayudado a construir esa sólida capilla, siglos antes. Ahora, las gruesas paredes
de piedra emanaban una húmeda frialdad y los bancos de madera cargaban el desolado pesar de la antigüedad y del desuso. Olvido , Charity se dio cuenta; olían a olvido. El pensamiento le provocó otro par de lágrimas. No había consuelo para ella allí ... tal vez en alguna otra parte.
En el aire húmedo, pesado, un hálito de inquietud dominó a las otras personas de luto sentados en los bancos, en el fondo de la capilla. Una tormenta en un entierro era una mala señal, creían los provincianos del interior.
Intercambiaron miradas de desasosiego y se dieron vuelta para observar a Charity Standing, cubierta con un velo negro, algunos con simpatía, y otros con evidente curiosidad.
Los ritos fúnebres el hidalgo rural Upton Standing habían sido modestos, pero adecuados tanto a su status social como a su carácter. La mayoría de los allí presentes habían sido sus vecinos durante toda la vida. Algunos eran gente de buena familia pero de nivel social inferior, dueños de pequeñas propiedades en el área, otros eran granjeros arrendatarios que vivían en las modestas cabañas que rodeaban las tierras del hidalgo, y otros eran comerciantes de la ciudad vecina con quien él había tenido negocios en viejos tiempos. De manera general, todos habían conocido y respetado al señor Standing. Pero, en verdad, la asistencia al funeral era la oportunidad de ver a la bella hija del hidalgo y a su excéntrica suegra, lady Margaret Villiers. Durante los últimos diez años, el amable hombre se había alejado más y más a su familia de la conveniencia social y eso había despertado especulaciones sobre las razones por las cuales había actuado así .
El sacerdote aclaró su garganta , nervioso, con un ojo en el aguacero que caía afuera , se volvió al púlpito.
- Continuaremos con... una plegaria y reflexión silenciosa .
Una palpable oleada de alivio recorrió el grupo del fondo; el reverendo había salvado a todos de quedar empapados. Pero ese retraso solamente venía a sumarse a la tristeza de Charity, postergando lo inevitable, prolongando su agonía. En breve depositarían a su amado padre bajo el suelo frío de Devonshire y lo sepultarían por toda la eternidad.
Ella sofocó un sollozo en el pañuelo y se volvió hacia el sencillo ataud de madera que contenía los restos mortales de su padre. Una nueva oleada de tristeza resultó en más lágrimas. Cuando logró levantar la cabeza, su mirada recorrió la nave de la capilla, la hilera de bancos del otro lado, y su espíritu se hundió en nueva postración. Allí estaba Sullivan Pinnow, barón de Pinnow, de la vecina ciudad de Mortehoe. Charity podía sentir su mirada contrita, buscándola, como si .... anticipase algo. Si , Charity pensó, afligida ,las cosas siempre podían ser peores.
La lluvia paró y la congregación en la pequeña capilla se levantó nuevamente, con un murmullo de expectativa. El sacerdote le hizo una seña a los cargadores, que se adelantasen . Charity intentó sonreír con valentía y gratitud a ellos dos , Gar Davis y Percy Hall. Los inseparables Gar y Percy eran viejos compañeros de caza de su padre y , a pesar de su modesto nivel de vida, eran considerados queridos amigos de la familia.

El cajón fue cargado por seis portadores, tres de cada lado. El sacerdote fue hacia la hilera de bancos donde se encontraban Charity y su abuela.
- Yo las acompañaré , padre - anunció Sullivan Pinnow, saliendo de la otra hilera.
El sacerdote asintió y se apresuró a ir detrás del féretro, dejando a Charity y a lady Margaret a los cuidados del barón.
Un viento fuerte se había levantado desde la costa de Devonshire, había roto el nudo de tormenta , empujándola lejos. Todo relucía con el brillo de piedras preciosas - zafiros , esmeraldas, amatistas y topacios. La vitalidad del campo, con su coloración vibrante y su estimulante sentido de vida, hacía un contraste asombroso con el lúgubre aire de los ritos fúnebres que tenía lugar en el terreno adyacente a la capilla .
La procesión dejó el valle y serpenteó por los bosques. Su destino era una suave colina cerca de Standwell, la mansión de piedra se anidaba junto a la costa escarpada de Devonshire.
Detrás de Charity Standing, de lady Margaret Villiers y del empertigado barón, los demás guardaban una distancia de varios pasos y murmuraban entre sí , los ojos fijos en la joven Charity y su abuela. Vestidas de luto, ambas se habían abstenido de usar los sombreros apropiados. Charity había elegido una tiara negra de la cual colgaba el velo. Lady Margaret había preferido una sencilla mantilla que le dejaba la cara descubierta.

El viento levantaba el velo de Charity y propiciaba una rápida visión de los gloriosos cabellos rubios, que caían en una cascada reluciente por su espalda hasta las caderas. Aquellos tentadores cabellos dorados y las sutiles curvas de sus nalgas picaban la curiosidad y provocaban fantasías nada reverentes en la mente de cada hombre presente.
Un perceptible alivio recorrió la procesión cuando dejó la senda y se aproximó al cementerio. Al llegar al pie de la tumba, un murmullo se elevó entre los cargadores; bajaron rápidamente el cajón de sus hombros y lo colocaron en el suelo , al lado de la excavación. Charity corrió hasta el borde de la sepultura.
El fondo del pozo excavado estaba lleno con por lo menos treinta centímetros de agua acumulada por la tormenta reciente, y Charity se enderezó con un gesto visible de horror. Lady Margaret elevó su mentón y también se aproximó. Y cuando los demás se acercaron , retrocedieron rápidamente . Normalmente, agua en una tumba no sería causa para gran aflicción... pero este hombre había muerto ahogado. Parecía un mal presagio, murmuraron entre sí, que él estuviese destinado a una segunda tumba acuática.
- Vamos a acabar pronto con esto! - exclamó el corpulento Percy Hall, y se arremangó la camisa.
Su tono firme rompió la tensión. Cuanto más pronto fuese hecho mejor. Dos cargadores desenrollaron las cuerdas que traían en sus hombros y las pasaron por debajo del cajón. En seguida lo izaron sobre la tumba , mientras el sacerdote, al pie de la sepultura, leía las plegarias, determinado a mantener la dignidad da ocasión :
- Está escrito que el hombre que ha nacido de mujer...
De repente, se oyó un ruido seco y crepitante, un crujido estridente, y una cuerda se zafó deñ cajón. El ataud se resbaló y cayó, salpicando barro líquido para todos lados. Se alojó en ángulo, de cabeza, en el barro del fondo de la sepultura. Un "oh!" de horror llenó el ambiente .
Los acompañantes del féretro y los aturdidos cargadores retrocedieron un paso, mirando las cuerdas vacías, cubiertas de barro, y el cajón inclinado de cabeza. Pareció por un momento que el hidalgo caballero tendría que entrar a la eternidad patas para arriba!
- Por favor! - El sacerdote levantó sus manos temblorosas pidiendo silencio. - Basta de esta... conmoción tan poco apropiada! Vamos a mantener algo de decoro... un respeto reverente para con el difunto y para con esta ocasión !
Charity sofocó un sollozo. Cómo podía estar sucediendo eso , cómo podían quedarse allí , mirando estúpidamente esa escena horrible?
- Oh, por favor... Por favor, no lo dejen ir así ... las piernas... - Enterró su cara entre sus manos, sollozando .
- Por el amor de Dios ! - gritó el barón. Haciendo un gesto de comando a Gar Davis. - No tiene un mínimo de sentido común ? Enderece eso... rápidamente !
Gar empalideció y tragó en seco. Cada mirada del grupo se posaba
sobre él. Se adelantó hasta el borde de la sepultura inundada, con los ojos muy abiertos de ansiedad. Se arrimó al borde y estiró su bota para darle un empujón al cajón. No lo alcanzó y , por un momento, perdió el equilibrio. Se inclinó hacia adelante , con los brazos extendidos. Sus dedos rozaron el cajón y perdieron el contacto, y él se desequilibró de nuevo. "Ooohs" y "ahhhs" se elevaron en el aire . Pero el hidalgo continuaba patas para arriba , y Gar dejó escapar un suspiro de aflicción , desesperado por librarse de ese encargo.
Una vez más se estiró hacia adelante . Súbitamente , estaba suspendido sobre la abertura de...
- Aaahhh!
Sacudiendo los brazos y agitando las manos, él cayó dentro del pozo con un estridente grito de sorpresa. Hubo un golpe seco y un chapoteo , cuando el cajón se acomodó dentro de la tumba y una fracción de segundo de silencio sepulcral antes que el pandemonio estallase en el lugar.
Con un gesto rápido, el barón abrazó a la angustiada Charity, empujándola con fuerza contra su propio cuerpo delgado, como si quisiera
protegerla de esa imagen. El sacerdote abrió enormemente los ojos, los cargadores y los acompañantes del féretro se encogieron y retrocedieron con exclamaciones de horror. Gar Davis luchaba por subir por los bordes resbaladizos del pozo . Su cara era una máscara mortuoria, blanca como la de un muerto , y sus ojos estaban llenos de terror.
- Por ... fa ... ayúdenme ... - se estiraba para alzarse hasta el borde que estaba más alto que de un pecho - No... no puedo salir!
- Claro que puedes . - Percy Hall retrocedió y empalideció al ver a su amigo implorar por ayuda desde adentro de la tumba.
- Por favor, Perc... - Gar estaba en pánico ahora. - Ayu ... ayúdame! Tienes que ayudarme, Perc...
- Por Dios, hombre - el barón gritó con voz ronca -, dale una mano a ese imbécil !
Percy se adelantó , con cara enojada, cerró sus dedos alrededor de los puños del desgraciado Gar y empujó . Tan pronto los pies de Gar tocaron el borde, el hombre se lanzó a los tropezones fuera de la tumba , agarrándose a Percy. Miró a su alrededor , a vecinos y conocidos, leyendo piedad y miedo en sus caras contritas. Se dio vuelta hacia la tumba .
- Perc... Me caí ahí dentro! Quien se cae en una tumba cavada para otro... será el próximo... Quiere decir que ... ? - Como Percy no respondía , Gar intentó arrancarle una respuesta casi le rasgándole las solapas. - No es así ?
Pero Percy giró el rostro a un lado. Gar gruñó , lo soltó y , en seguida, se dirigió a los demás .
- No es así ? - Tampoco ellos quisieron mirarlo. Desesperado, él
se dio vuelta hacia lady Margaret, cuyo semblante trágico hizo que su pánico se multiplicase.
- Voy a morir... - Se aferró a la chaqueta de su amigo. - Voy a morir, Perc! Me caí allá dentro... y ahora voy a morir también!
- No... - Charity cubrió su rostro con sus manos. Cómo eso podía estar sucediendo... y justo en ese momento? Era demasiado: la tumba inundada, la cuerda resbaladiza, la caída de Gar Davis... Desgracia tras desgracia! Cada mirada del grupo parecía estar sobre ella; sintió las miradas desconfiadas y especulativas. Y el peso opresivo de esos ojos, el pánico en la cara de Gar Davis... Era más de lo que su corazón dolido podía soportar. Gimió, un gemido que venía de la profundidad de su alma angustiada.
- No... noo... noooo!
Se liberó del amparo del asombrado barón y salió corriendo por el campo, lejos de esas miradas, lejos de la sepultura y de la mansión vacía, lejos del mar traicionero y de todas los otros recuerdos de esa terrible pérdida.

- Señorita Charity! - El barón la llamó. - Detente ! A dónde vas?! - Pero ella continuó corriendo , el velo negro flotando al viento, y los largos cabellos rubios agitándose atrás. El salió corriendo tras ella .
Su mirada se fijó en las faldas levantadas y en las piernas bien torneadas. mientras acortaba la distancia entre los dos, uno de sus pies se metió en un agujero lleno de barro y se enterró allí . La mitad inferior de su cuerpo se detuvo de repente, mientras la mitad superior iba hacia adelante . Al intentar equilibrarse, el otro pie se deslizó en el terreno resbaladizo y se torció, el barón se desparramó sobre el suelo barroso.
El dolor subió por su pierna derecha, por la espina dorsal y después estalló en su cerebro como fuegos de artificiales .
- Ay! Oh, mi Dios! - él se encogió, agarrándose la rodilla y el tobillo . En el borde del campo, su presa desaparecía corriendo hacia una colina, sin siquiera notar su accidente y su dolor.
l

Charity apartó las lágrimas que borroneaban su visión . Atrás, dejaba una estela de puros desastres, una secuencia de calamidades que habían arruinado el último y solemne adiós a su padre , convirtiendo el entierro en un espectáculo circense. Adelante la esperaba un futuro nebuloso cuya única certeza parecía ser la penuria. Y dentro de su pecho, un vacío, un árido vacío.
Corrió sin rumbo o dirección, intentando escapar... sin notar la turbulencia que provocaba en las profundas y silenciosas aguas del destino .


No muy lejos de allí, un carruaje volaba por el camino, tirado por dos veloces caballos , con fosas nasales dilatadas, crines alborotadas. A su cargo iba un caballero vestido de gris, de cabellos negros, piel bronceada y un aristocrático mentón cuadrado.

Douglas Austen, vizconde de Oxley, sacó la mirada del camino para deslizarla sobre un ejemplar arrugado del Times en el asiento de cuero a su lado.
- Casamiento! - rezongó al pensar una vez más en la noticia devastadora. Enlace Sutterfield-Harrowford. La señorita Gloria Sutterfield desposará al vizconde de Harrowford... ese bicho inepto.
- Perfecto! Que esa idiota se case con esa verruga de sapo! Va a tener exactamente lo que se merece... Un impotente en una cama fría y todo una vida por delante para imaginarse como sería acostarse con un hombre de verdad !
No era la pérdida de la señorita Sutterfield en sí , o de su linaje impecable, lo que lo ponía tan airado. No era la primera vez que perdía a manos de otro hombre una joven que había cortejado... ni siquiera la segunda! Mierda! En verdad era la tercera vez ! Era la maldita tercera vez que perdía una mujer a manos de un vago con un título de nobleza "sin mácula alguna ", de una familia "respetable" y con un modo de vida "apropiado", y obviamente no era la primera vez que era públicamente humillado ante la todo poderosa sociedad de Londres.
Podía ver las miradas sarcásticas. La sociedad había dejado muy en claro cual era su opinión sobre él en los últimos seis años; eso no era un secreto para nadie . Sus cabellos eran de un negro inaceptable, a pesar de que eran sedosos y estaban recortados con elegancia, y su piel siempre estaba bronceada por el recalcitrante sol tropical de Barbados, donde había vivido y crecido hasta su juventud . Esos rasgos le daban un aire exótico, pero negaban su sólida ascendencia inglesa, su adecuado linaje y el hecho que que había pasado sus primeros años en Sussex.
Pero el color de Douglas Austen era solamente parte de la razón por la cual la sociedad jamás lo había aceptado . Era demasiado alto , de hombros vulgarmente anchos - el cuerpo de un trabajador común y corriente . Su mirada y su modo de hablar eran muy osados, jugaba , se expresaba , se movía y hasta incluso bailaba con una intensidad exagerada, jamás vista y mecho menos apreciada . En resumen, se parecía a su indecoroso padre y éste a su impresentable abuelo , ninguno de los cuales tampoco habían sido bien vistos por la alta sociedad londinense .
Se acordó del baile de Mountjoy y de Gloria Sutterfield. Había bailado con él y lo había mirado como si Douglas fuese el único hombre sobre la Tierra . Y luego , unas meras dos semanas más tarde, la joven era públicamente declarada como la nueva adquisición de esa ameba de Lattimer. Por qué carajo no lograba tener lo que cada impresentable marica de Londres tenía... Una esposa!
Un pequeño bulto oscuro apareció sobre una colina, lejos y a su derecha, pero Douglas ni siquiera lo notó . La aparición se hizo mas grande y tomó un curso que estaba destinado a interceptarlo. Pronto asumió la forma de una silueta femenina, vestida de negro, con faldas amplias y un velo flotando encima de una masa abundante de largos cabellos rubios soplados por el viento.
Las ruedas del carruaje crujieron y , en una reacción instintiva, Douglas frenó los garañones y luchó para guiarlos en dirección al lado menos pozeado del camino. Entonces , algo surgió de entre los árboles, de frente y a la derecha del carruaje, asustando a los animales.
Douglas tuvo la primera y superficial percepción de que se trataba de un gato - un enorme gato negro. Le llevó otra fracción de segundo para darse cuenta de que era un ser humano.
En un acto reflejo, desvió los garañones.
Algo oscuro se elevó en una ráfaga de viento; como un espectro, fuer derecho sobre las cabezas de los animales, los rozó y se enroscó en sus hocicos mientras ellos pisaban el barro resbaladizo justo en medio del camino. Un tropezón y después otro, y ambos resbalaron en el barro pegajoso, para pronto, en estado de pánico, lanzarse en una carrera desenfrenada , arrastrando el carruaje como si fuese un juéguete.
Sacudido a un lado y a otro, Austen perdió el control de las riendas y se aferró al estribo para no ser arrojado afuera del vehículo . Luego , una de las delgadas y elegantes ruedas se chocó contra una enorme piedra. El aro se partió , y el vehículo anduvo a los tumbos arrastrado detrás de los caballos aterrorizado. En una curva cerrada, Douglas Austen fue lanzado fuera del carruaje .
El carruaje siguió a los tropezones, detrás de los caballos asustados, hasta estamparse contra el tronco de un árbol al borde del camino. Los animales, arrastrando partes de los arreos, dejaron el camino para huir por un campo vecino.
La cabeza de Douglas Austen halló el perverso modo de chocarse con la única piedra en los alrededores , al aterrizar en el suelo ablandado por la lluvia. El yacía boca abajo, inconsciente de la fuerza que acababa de interrumpir su viaje y que había entrado en su vida. La figura de negro de Charity Standing se había cruzado su camino y él había sido arrebatado por una turbulencia jamás vista pero que parecía siempre rondar a esa joven.

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