CAPITULO 3
Standwell, enclavada en una modesta fortificación sobre el litoral de Devon, era mantenida y habitada por los descendientes del primer conde de Standier hacia cuatrocientos años. Había sido un lugar seguro y confiable hasta que los cañones y armas de largo alcance habían convertido ese tipo de fortaleza en algo obsoleto y , como un viejo soldado cuyas glorias ahora solamente eran recuerdos, finalmente se había rendido con cierta elegancia al paso del tiempo.
Había hendijas en las murallas de piedra y numerosas tejas faltaban en el tejado. La casa estaba llena de puertas que ya no se cerraban y ventanas que no se abrían, escalones que crujían y goteras activas.
Desde la almenas de la torre de la vieja fortaleza, lady Margaret Villiers tenía un panorama no muy diferente de aquel que se veía de siglos antes, y escudriñaba los alrededores.
- Dónde se metió ?
Se rascó el mentón quemado por el sol con la mano entablillada. Usaba ahora la acostumbrada estola de seda azul, que enrollaba alrededor de la cabeza como un turbante. Y una vieja túnica estampada en amarillo y azul . Por encima de la ropa suelta, se había puesto un vestido estampado en rojo y verde. Dos enormes argollas de oro colgaban de sus orejas y un puñado de amuletos de formas extrañas, hechos de huesos, cristales, metales y patas de animales ahora eran visibles en su cuello. Solamente el chal negro permanecía como evidencia exterior del luto por su yerno.
l Si por lo menos pudiese ver como antes... - ella rezongó. El
l enorme perro cubierto de marcas de heridas que la había seguido soltó un bostezo que sonó como una carcajada, y la vieja se enderezó . - Vamos, , vos tampoco sirves para mucho, y no te estás poniendo cada día más joven ! - Dirigió su mirada al lugar donde le faltaba una oreja al animal, y a la gran mancha gris , donde la falta de pelaje le daba al perro un aire de sarnoso . - Si valieses el aire que respiras, estarías buscándola con Gar y Percy, en vez de quedarte sentado ahí sobre tu enorme trasero, sos más feo que un forúnculo.
El perro arrojó su pesada cabeza hacia atrás , como si se sintiese ofendido. Lady Margaret fue hasta el otro puesto de observación. Había una genuina preocupación en su suspiro profundo cuando examinó los campos que bajaban suavemente en dirección a las rocas de la costa.
- Ella estaba tan mal ...
Apretó ños dedos en un amuleto en forma da luna creciente que colgaba de su cuello y corrió hacia las escaleras.
Se movía con notable vigor y agilidad para una mujer de edad incierta pero entrada en años. El perro la siguió . Los pasos de la vieja era rápidos y seguros cuando cruzó la sala redonda en lo alto de la torre y bajó un tramo de escalones de piedra construidos dentro de las gruesas murallas. Pasó por una serie de estrechos arcos y emergió en un corredor que marcaba el limite entre la casa propiamente dicha y la fortaleza circular de piedra que quedaba a su alrededor .
El sonido de voces llegó a sus oídos. Los pasos pesados de Percy Hall, corpulento y macizo, y de Gar Davis, más bajo y más delgado, resonaron en las lajas del hall. Al ver a lady Margaret, se sacaron las boinas de sus cabezas y atropellaron al viejo mayordomo Melwin para presentar su relato.
- Ni un rastro de ella - Percy Hall informó.
- Nada? Ni una señal? - La frente arrugada de lady Margaret se frunció y su boca chupada se convirtió una línea firme.
- La buscamos por todas partes, le preguntamos a todos - Gar agregó. - Volvimos al campo después que enterramos al hidalgo ... - su voz tembló, nerviosamente - ... correctamente .
- Ella debe estar en algún lugar cerca de aquí - Lady Margaret murmuró, apretando el amuleto de la luna con siete estrellas alrededor. - Puedo sentirlo en mis huesos.
Súbitamente , el perro aulló y se lanzó por las escaleras. Corrió por el zaguán y se chocó con las puertas pesadas, entonces se puso a arañarlas con sus patas enormes y ladrando a todo pulmón . Todos sabían lo que vendría a continuación.
El cuadro colgado en el hall de entrada casi se tambaleó , y las lajas del piso vibraron.
- Por Dios ! - lady Margaret gritó, llevando sus manos a sus oídos. - Llévense a ese hijo del demonio afuera!
Percy corrió a obedecer. Cuando la puerta se abrió algunos centímetros, el perro se deslizó por la hendija y salió .
l Perro sarnoso! - lady Margaret protestó. Le hizo una seña a Gar y a Percy para que la siguiesen por una puerta ancha, en arco, sobre el cual siete herraduras estaban colgadas, hasta la decadente sala de visitas. - Revisaron la capilla? - ella se detuvo y dejó caer su cabeza a un
l lado, escuchando.
Los ladridos ensordecedores del perro todavía podían ser oídos a través de las ventanas del frente, pero su entonación había cambiado drásticamente.
Era el tipo de gruñido excitado que indicaba un olor captado o una presa acorralada. Sólo podría significar una cosa.
- Señorita Charity...
Los hombres corrieron hacia la puerta, con lady Margaret detrás. Abrieron apresuradamente las puertas y salieron al patio, recorriendo con los ojos fijos en las inmediaciones y el camino cercano .
En la mitad del camino, Charity estaba de rodillas, agarrada al enorme perro que ladraba. Al verla, corrieron a ayudarla a levantarse. La joven parecía exhausta y respiraba jadeante. Y balbuceaba:
- Mu -muerto... el -el pue-puede... estar... mu-muerto...
Gar se mordió el labio , su mirada se enturbió . Percy desvió la vista . Lady Margaret se santiguó , buscó el amuleto de tres patas de conejo y vociferó:
- No se queden ahí paralizados. Llévenla adentro!
Gar y Percy levantaron y cargaron a Charity por las puertas del frente.
Lady Margaret atravesó el zaguán y subió el tramo de escaleras hacia el corredor superior. Fue hacia el ala este hasta el cuarto de Charity, abrió la puerta con un estruendo e instruyó a los dos hombres a poner a su nieta en la enorme cama de dosel. Pero ni bien Charity tocó las mantas, luchó para sentarse y agarró el brazo de Percy y la mano da abuela con gestos frenéticos.
- No... El puede estar muerto... o no. Por favor, tenemos que ayudarlo ... debo ayudarlo...
- El está muerto, niña. - Lady Margaret tenía una expresión de angustia. - Debes aceptar eso. El está muerto ahora, y en manos de Dios.
- El ... accidente! él se hirió... tal vez esté muerto.
- El está muerto.
- Pero ... yo lo vi!
La vieja se dio vuelta hacia Percy con ojos horrorizados.
- Charity está completamente trastornada por el dolor. Quedense con ella mientras yo preparo una porción doble de mi reconfortante!
Lady Margaret atravesó el cuarto en una carrera, y Gar y Percy se pusieron a acariciar torpemente las manos de Charity , en una tentativa de calmarla de la mejor forma que podían, mientras ella murmuraba cosas sobre accidentes y muertes e imploraba por ayuda.
Los dos sabían del problema de la señorita Charity, de las calamidades y desgracias que ocurrían a su alrededor con enervante regularidad. La conocían desde que era pequeña, y ellos mismos había sido receptores de esa la "suerte" peculiar que acompañaba a la muchacha . La dulce y gentil Charity poseía tanto el semblante como la disposición de un ángel. El resto de sus encantos femeninos era igualmente celestial, y ellos estaban convencidos: los ángeles debían quererla de vuelta! En las mentes de esos hombres simples, ninguna explicación más fantástica podría explicar las cosas extrañas que siempre parecían suceder alrededor de ella .
Minutos después, lady Margaret volvió con una taza de su potente infusión de hierbas secretas. Ellos la ayudaron a sentar a su nieta y a hacerla ingerir la poción y , finalmente, fueron obligados a prometer que irían a buscar pa "él " al camino.
- Por qué, abuela? Por qué cosas tan malas siempre suceden a mi alrededor ? Yo nunca tuve problemas serios . - Charity ya estaba bajo el efecto de la poción. - Intenté ayudar. Siempre intento ayudar. Papá
siempre decía que yo tenía suerte. Pero ... siempre estoy rodeada de problemas. Oh, abuela, creo que lo maté!
- Tonterías ! Vos no mataste nadie! - Lady Margaret lanzó una mirada preocupada a su alrededor y buscó en su bolsillo un puñado de sal para arrojar sobre su hombro.
- El era tan guapo... y ... estaba tan frío. Y muy muerto también. Oh, abuela, por qué tuvo que morir?
- Todos nos tenemos que morir, niña... más tarde o más temprano .
- Por qué las cosas no nos van mejor para los otros? - Ella no parecía haber oído a su abuela. - Traigo tanta mala suerte?
Finalmente sus ojos se cerraron y Lady Margaret suspiró con alivio. Tanta mala suerte? Difícilmente. Se levantó mirando la cara adorable de su nieta y , por milésima vez, sintió una profunda pena.
Durante toda la vida de Charity, habían hecho lo mejor para protegerla de aquello que Upton Standing había llamado - con mucho tacto - "sus problemas". Habían hecho lo humanamente posible para hacer a la casa a prueba de accidentes , se habían aislado de la sociedad y habían explicado los persistentes accidentes como "cosas inevitable" que ni todas las precauciones del mundo consiguen evitar. Pero al observar el sueño inquieto de su nieta, lady Margaret sintió que esa red protectora de aislamiento y precauciones especiales se había roto. Con Upton muerto y nada de dinero en los cofres, y con Charity ahora destinada a llamar la atención a donde quiera que fuese, las circunstancias podrían llegar a un a catástrofe muy rápidamente . Si por lo menos Upton nose hubiese ahogado...
Lady Margaret suspiró, sacó el amuleto de la luna creciente del cuello y lo puso por sobre la cabeza de Charity, acariciando los cabellos de su nieta antes de acomodarse en una silla para vigilarla.
Adorable, de naturaleza compasiva y generosa, su nieta se adecuaba perfectamente a su nombre, Charity* (nota de traducción: Charity significa caridad) Standing era simplemente la joven más deseable de Devonshire, tal vez de todo el sur de Inglaterra. Sin embargo, la suerte le había tendido una trampa a esa gran belleza . Una cadena de calamidades parecía seguirla a donde quiera que fuese, algunas veces causando pequeños accidentes y apuros, y otras generando grandes catástrofes y absolutos desastres. Con los años, los fieles Gar Davis y Percy Hall habían llegado a sus propias deducciones respecto a tales desgracias: con Charity la Tierra se había robado un ángel del Cielo y esa era una ofensa seria e irredimible. Pero la abuela de Charity tenía otra explicación. su nieta era simple e innegablemente lo que la gente llamaba una jettatore.
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