jueves, 23 de septiembre de 2010

CUESTE LO QUE CUESTE - CAPITULO 10 - DONN MACQUIGG

CAPITULO 10


El gran salón de D'Auvergne estaba ocupado a su máxima capacidad. Hasta en los rincones había mesas abastecidas de mucho vino y comida abundante. Elise ocupó guisado, pues las escocesas se ocuparon de los panes y las carne asadas.
— Está todo pronto — Henri le dijo orgullosamente a Elise mientras observaba la agitación del salón . — Hacia mucho tiempo que D'Auvergne no veía una fiesta de estas proporciones.
— Si .— ella respondió, consciente de que no tenía el mismo entusiasmo que su amigo.
— Sir William estará muy contento de ver que estás ofreciendo esa bella fiesta de bienvenida. Eso le demostrará que te estás esforzando por ser una buena esposa.
Elise encaró a su amigo.
— Simplemente estoy cumpliendo con mi deber como lady de D'Auvergne. Hice un acuerdo con mi marido de que me comportaría como una buena esposa delante de los demás, y , diga- te diría que he sido demasiado buena, permitiendo que esta gente se mude a mi hogar.
Henri no se dejó abatir.
— Pero D'Auvergne no es el hogar de tu marido, también, mi lady ?
Elise no iba a permitir que su viejo amigo continuase con esa provocación.
— Ya hablamos sobre este asunto. D'Auvergne es mío. La compartiré con William mientras él sea mi marido.
— Compartir? — Henri chasqueó la lengua , y luego sacudió la cabeza . — Te casaste con Sir William. De acuerdo con la ley , él puede requerir los derechos sobre D'Auvergne, solicitar a la Iglesia que anule el contrato de matrimonio y tomar todo lo que le pertenece.
Elise respondió con una mirada fría, pues sabía que todo lo que había escuchado era la más pura verdad. De acuerdo con las leyes inglesas las mujeres no tenían derecho a la herencia.
— Te estoy diciendo esto, mi querida , porque te amo y no deseo que pases el resto de tu vida triste y solitaria. — Henri dio un palmadita en el dorso de la mano de Elise y se retiró.
Elise no se ofendió con la declaración de su amigo. A la distancia observó a Henri unirse a los otros. El orgulloso siervo se curvaba mientras William lo presentaba a varios de sus amigos. Cuando pensó que nadie había dado notado que estaba parada en lo alto de la escalera, William la miró directamente, dejó a la persona con quien estaba conversando y subió los escalones con la mirada fija en su esposa.
— Estás muy linda. — saludó a Elise con un beso en la frente. — Ven, todos están ansiosos por conocer a la lady del castillo.
Elise vaciló , luego enderezó su postura y levantó el mentón . El título que William había usado le había dado fuerzas. Ella era la lady de D'Auvergne y tenía la obligación de recibir a los invitados o sería considerada ruda . Entonces permitió que su marido la condujese.
— Amigos — William gritó orgullosamente . — Me gustaría presentarles a mi esposa, Elise MacDarrin.
Cuando el apellido fue pronunciado, el grupo aplaudió con alegría, deseando una larga vida a la pareja . Hombres y mujeres sonreían a medida que Elise y William iban hacia la cabecera de la mesa. William seguía presentando a su esposa a su gente , mostrando que conocía a cada uno por su nombre. Se detuvo varias veces para que ella pudiese recibir ramilletes de flores silvestres atados con tiras de telas con palabras de salutación bordadas en dialecto escocés. El perfume de las flores se mezclaba con el invitante aroma de la comida. William orgullosamente corrió la silla a su derecha para su esposa.
En seguida, Henri anunció que la cenar estaba por servirse. Se hizo difícil conversar con los ruidos de platos y las varias voces que se mezclaban con risas y carcajadas.
Durante la cena festiva , Elise comió y oyó a William contando historias del pasado. Robert agregó otras, involucrando a su hermano mayor en una discusión calurosa sobre quien podía lanzar piedras a una distancia mayor. La comida sabrosa y el vino de calidad hicieron que Elise se sintiese como si estuviese de vuelta en Francia, en compañía de familiares y amigos que no veía hacia mucho tiempo.
— Lady MacDarrin — Elise se dirigió a la madre adoptiva de William.
— Molly solamente, querida.
— Está bien, Molly. — Tomó un trago de vino antes de recomenzar. — Podría me contar como era William de niño ?
La expresión de Molly se llenó de ternura. La mujer se inclinó un poco y bajó el volumen de su voz como si fuese a confesar los mas grandes secretos del mundo.
— El pobre William estaba perdido y solo cuando lo encontré . El padre lo había echado de la casa, el malvado sin corazón le dijo al niño que él debía aprender a hacerse hombre. — Molly sacudió a cabeza. — Creo que él ni siquiera conoció a su madre. La primera vez que lo vi, se me partió el corazón. No era mas que un chico, un poco mayor que mi hijo que había muerto hacia dos años. — La pobre mujer se secó las lágrimas que habían aparecido en sus ojos. — Era un día lluvioso , el chico estaba parado bajo el aguacero, temblando de frío. Le pregunté si gustaría entrar a mi casa para protegerse. El pobrecito aceptó, pero a la mañana siguiente insistió en pagar por la estadía, cortando una pila de leña. Loado sea Dios que él se haya quedado, pues sin William, no sé qué habría sido de mí.
— William es un hombre de múltiples talentos — Elise agregó.
— él nunca va a decepcionarla, mi lady , puede creerme.
— Qué están tramando las dos ? — William, quien hasta entonces , todavía discutía con su hermano sobre quien era el mejor lanzador de piedras, se volvió hacia la conversación de las mujeres. — Estaban cuchicheando todo el tiempo como si fuesen viejas amigas.
Molly e Elise intercambiaron miradas de complicidad.
— La dama me concedería el honor de esa danza? — William se levantó y se inclinó con el brazo extendido en un floreo pomposo .
— Qué danza? — Elise preguntó confundida. Como de la nada, la música comenzó a sonar, deshaciendo todas y cualquier esperanzas que ella tenía que rechazar la invitación. Como si fuese un galante caballero, William continuó curvado y miró directamente a sus ojos por un momento antes de sonreír.
Mesas y sillas fueron apartadas y apoyadas contra las paredes, y los hombres y la mujeres hacían espacio para que la pareja abriese el baile con una melodía suave. Pero cuando las gaitas de fuelles y los tambores tocaron sus primeros acordes estridentes, todos se unieron. Elise no tenía la menor idea de como eran los pasos de esa animada danza escocesa. Después de varias tentativas de seguir las instrucciones de su marido, ella finalmente sucumbió y se dejó llevar hasta quedar sin aliento y muy acalorada.
— Necesito parar — ella protestó cuando la música comenzó. — Estoy cansada, William. — Y se sentó en un banco, sonriendo cuando él se paró a su lado. — Por qué no bailas con Molly mientras recupero el aliento. Creo que a ella le va gustar. — Elise sonrió cuando William hizo una reverencia y salió a buscar a su madre, quien aceptó de inmediato la invitación, y los dos empezaron a girar riendo en medio de las otras parejas.
— Mi querida ?
Elise levantó la mirada y se encontró con Henri parado delante suyo. En sus manos traía una copa de sidra para refrescar a su protegida.
— Estás divirtiéndote ? — él preguntó, sentándose al lado de la lady.
— Si . Es muy bueno ver tantas sonrisas. Tanta alegría en D'Auvergne.
— Tantas parejas felices — Henri agregó . — La música de los escoceses es muy alegre. Yo diría hasta que es contagiosa .
— Ellos son famosos por eso. Henri asintió, y Elise continuó .
— Son personas enamoradas de la vida. Parecen querer vivir cada momento hasta el último segundo.
— Si. Pero a pesar de parecer tan gentiles, no podemos olvidarnos que son guerreros, y por eso pagan al alto precio de... morir muy jóvenes. Mira allá . Ves aquel hombre y su esposa? Ves como se miran ? Se miran como si estuviesen solos en el salón. — Soltó un largo suspiro. — Oh, el amor es tan lindo.
— Henri, no vamos comenzar con eso otra vez. Me imagino a donde esta conversación va a terminar. Por qué insistes en que yo debo proclamar mi amor por William, cuando ya te dije , que sólo tengo lugar en mi corazón para D'Auvergne y mi hijo que va a llegar.
— Realmente pareces muy convencida de que será un varón. Se te pasó por la cabeza la posibilidad que sea una niña?
— Si — Elise confirmó en francés . — Pero si fuese una niña, después que yo muera , D'Auvergne pasará a manos de otra familia. ? Eso es lo que quieres oír de mí ? — Ella tomó otro trago de sidra.
— Puedes tener otros hijos.
— Eso sólo será posible si William no muere joven en un campo de batalla. No fue eso lo que dijiste ? Que los escoceses mueren jóvenes.
— Fue solamente un comentario estúpido. — Henri encogió los hombros. — Todos saben que a los jóvenes les gusta guerrear.
— Mi marido, como todos los hombres, piensa en una batalla como si fuese una travesura de niños .
— El te dijo eso ?
— No exactamente. Pero Robert me contó que William planea protegernos detrás de la empalizada mientras nuestros enemigos arman un asedio a la fortaleza.
— Interesante. — Henri se rascó el mentón . — Tiene sentido. Elise lo miró, asombrada.
— Eso no tiene ningún sentido, Henri. Será la ruina de D'Auvergne. Si los enemigos nos sitian , simplemente se quedarán esperando hasta que la comida se nos acabe y cuando estemos muriendo de hambre ellos destruirán esa estúpida empalizada de William y entrarán sin resistencia alguna.
— Pero Sir William dijo que tendremos una cosecha excelente .
Elise miró de reojo a su amigo y consejero.
— Supongo que si , pero con tantas bocas para alimentar, la comida no va a durar para siempre.
— Mi querida , cuánto tiempo piensas que Baynard o cualquier otro líder militar puede sobrevivir bajo una carpa en un invierno riguroso ? El va a morir congelado mucho antes que nuestras provisiones se terminen.
Ella sacudió la cabeza impacientemente .
— Y si Baynard une sus fuerzas a la de otros lords? Estoy segura que no se rendirán hasta que no acaben con D'Auvergne. La madera arde fácilmente , y la empalizada está hecha de madera.
— Tan poca fe .
— Fe ? Esto no tiene nada que ver con la fe . A nadie le importa D'Auvergne tanto como a mí . Por eso no puedo quedarme de brazos cruzados , viendo el último recuerdo que me quedó de mi madre pasando a manos de Baynard.
— Tienes un plan mejor?
— Si. William tiene que cumplir con los términos de nuestro acuerdo. Guerra es guerra, y debe ser desarrollada lejos de los terrenos de D'Auvergne.
Henri se levantó, y luego la encaró durante algunos segundos tensos.
— Enviar a Sir William a un campo de batalla distante sería lo mismo que enviarlo a la muerte. Sabes que o ejército de Baynard es mucho mas grande . Es eso lo que deseas, mi querida ?
Ofendida con la acusación, Elise bajó la mirada .
— Claro que no.
— Entonces te lo imploro. Reconsidera esto antes de tocar el tema con tu marido.
Ella miró al criado, y cuando notó que William se aproximaba, rápidamente se levantó para acabar con el tema , pero agregando en un susurro.
Henri, no me juzgues mal. No es en mí en quien estoy pensando cuando hablo de la seguridad de D'Auvergne, sino en mi hijo.

No hay comentarios: