sábado, 11 de septiembre de 2010

LA NOVICIA REBELDE - CAPITULO 16 - DEBORAH JOHNS

CAPITULO 16



El sabía que no podía tenerla. Aimery, conde de Segni, no había transitado el duro camino de la pobreza al encumbramiento , siguiendo sendas que llevasen a ningún lugar. Y Claire de Foix lo conduciría a la nada. Lo sabía muy bien . Había elegido para si una vida marcada por el deber y la obligación y ahora disfrutaba de las recompensas obtenidas con orgullosa satisfacción: el liderazgo de Montsegur, su hermana casada con un miembro de una ilustre familia. En Cuanto a él mismo...
Con pasos largas Aimery atravesó uno de los vastos corredores. Emerico ya había conquistado exactamente lo que buscaba para si. Había reconstruido el castillo de Foix, tornándolo todavía más grande y más imponente. Llegaría el momento en que Montsegur superaría a Foix en magnificencia. En verdad , cuando se casase con Isabel de Valois. Si . Cuando, finalmente, se casasen. No tenía idea de por qué, hacia tiempo , postergaba esa unión. La excusa que siempre había puesto , sobre los banqueros de Lombardia y sus demoradas especulaciones, no eran más que eso. Una débil excusa . De hecho, era el único responsable de la demora en desposar a una de las más deseables herederas de la actualidad. Simplemente no lograba entender por qué vacilaba. Si . Isabel no era ninguna santa. Viuda, llevaba una vida sexual activa; historias de sus escapadas nunca fueron secreto. Pero, siempre había ignorado esos rumores. Después de todo , Isabel, rica y aristócrata, podía hacer lo que se le antojase . Los rumores sobre su promiscuidad jamás lo habían incomodado en el pasado . Ese era el privilegio de los nacidos con linaje y ricos. Nada de lo que hiciesen parecía merecer reprobación.
Aimery pensó en su padre. Se acordó de como él había buscado ávidamente el poder y la gloria, las únicas cosas que hacían la vida digna de ser vivida. Nada más le importaba al viejo conde de Segni.
Pero tal vez, otras cosas estuviesen comenzando a tener importancia para su hijo. Tal vez fuese esa a razón por la cual nunca había concretado los planes para desposar a la más rica y más libertina, mujer de Francia.
"Imposible", decidió Aimery, sonriendo ante la idea absurda. No quería una virgen , jamás había querido una. Las mujeres puras significaban un alto precio a pagar. Podía unirse a Isabel, dejarla vivir como quisiese y él también continuar viviendo como se le antojase . Vivirían mayormente separados , encontrándose de vez en cuando . Admiraba el tipo de matrimonio que Minerve tenía con Huguet, o Simon de Montfort con Alice de Monternorency, pero los consideraba sofocantes. Deseaba algo diferente.

Aimery se detuvo delante de una ventana que se daba al jardín. Sentada sola en un banco de piedra, estaba Claire. Las manos cruzadas en el regazo, una expresión sombría en la cara . Qué sería lo que la perturbaba? Ansiaba saberlo. El día anterior, la joven novicia había escuchado todas esas historias sobre las Cruzadas y se había visto obligada a enfrentar su asombrosa semejanza con Esclarmonde de Foix. Y más cosas estaban por suceder. Pues había planeado ese viaje para esclarecer el misterio que la rodeaba. En verdad , él parecía más interesado en solucionar ese enigma que ella.
Si pudiese quedarse inmóvil, si pudiese meterse dentro de si misma y olvidarse de todo, tal vez lograría encontrar paz. Pero estaba demasiado agitada. Apenas lograba controlarse, su mente era un torbellino. Y, extrañamente, al entrar en ese jardín, se había sentido todavía más inquieta.
De repente, sonidos de pasos a su espalda .
— Pensé que podríamos ir a la aldea —sugirió Aimery.
El podría haber ofrecido muchas excusas. Una visita al mercado local, o a la catedral. Sin embargo prefirió la verdad.
— Lady Joloana me habló sobre una vieja que vive fuera de los limites de la aldea, cerca de un riacho. Me dice que no será difícil localizarla. Según los rumores, la mujer es una hechicera. Por lo tanto , debe ser discreta y entrenada en el arte de guardar secretos.
Secretos? — Claire vaciló sólo unos segundos antes de darle la mano a Aimery y seguirlo. Ella también había sido incansablemente entrenada en el arte de guardar secretos.
— Me habían contado que mis padres fueron muertos por la Inquisición , quemados en la hoguera por sus creencias cátaras. Siempre creí eso. Pero últimamente...
A pesar del silencio del conde de Segni, Claire notó su interés . El siempre la había hecho sentirse segura y amparada. Y ahora, más que nunca, deseaba el consuelo de esos brazos.
Inspirando profundamente , retomó la tarea de poner en palabras lo que la perturbaba.
— Jamás pensé que mi historia pudiese ser diferente. No, no es así. Jamás quise pensar en esa posibilidad. Yo tenía mi vida en el convento. Yo tenía a la madre Helene. Yo tenía...
Claire se calló . Por algún extraño motivo confiaba plenamente en Aimery y sabía que debía contarle a verdad, o por lo menos tanto cuanto pudiese sin arriesgar la seguridad de los otros. No podía contarle sobre el padre Pedro. No todavía. Sin embargo , existían cosas que podría, que necesitaba, hablar sobre si misma.
— Para mí, los cátaros profesaban, esencialmente, las mismas creencias que los cristianos: vivir una vida recta en la Tierra para asegurarse la gloria del Cielo . Y ambos grupos tienen que enfrentar serias tentaciones, que amenazan con dificultar el camino de la salvación. De acuerdo con lo poco que sé, las creencias son similares. En verdad , cuando las Cruzadas contra los cátaros llegaron a su fin , el gran San Domingo transformó los monasterios destinados a las sacerdotisas en conventos para nuevos cristianos. Y el cambio no exigió mucho esfuerzo.
— Pero existen diferencias — insistió Aimery. — Vos sos una mujer instruida. Alguien debe haberse encargado de educarte . Las Cruzadas acabaron hace poco menos de un siglo. Todos todavía recuerdan las diferencias fundamentales, entre los dos credos. Considerando lo que se sabe de tus padres, o por lo menos lo que crees saber, las monjas deberían haberte protegido de ese conocimiento. Aunque vos eras muy chica al perder a tu familia, no más que un bebé. Por lo tanto , existía la posibilidad de que ya hubieses aprendido algo sobre las creencias paganas. Me parece extraño que una mujer inteligente y sabia como la madre Helene no se hubiese esforzado en evitar que posibles resquicios de creencias heréticas permaneciesen en vos.
— Yo no tenía interés en eso — Claire retrucó serenamente. — Y la abadesa alimentaba creencias cátaras.
Si lo que acababa de admitir había sorprendido a Aimery, él nada dejó traslucir.
— Vos nunca cuestionaste lo que había sucedido con tus padres? O por qué había sucedido ? O cuando había sucedido ?
— Era algo que no me importaba.
En ese momento Claire se dio cuenta de que, de hecho, poca importancia le había dado a su pasado. Había estado tan ocupada con sus obligaciones y sus estudios, que nunca se había planteado la pérdida de unos padres que apenas había llegado a conocer. En vez de lamentarse, se había dedicado , con los otros, a elaborar planes para vengarlos. Había aprendido que si pudiese mantener las creencias cátaras vivas en Languedoc, estaría honrando a sus padres.
— Ahora es diferente — ella continuó , mientras caminaban lentamente bajo la sombra de árboles frondosos. — Antes, yo vivía confinada en el convento. jamás puse en duda lo que la madre Helene me enseñaba. Mi vida tenía un objetivo y eso bastaba.
Que la abadesa le había enseñado a nunca cuestionar la doctrina catara era algo Claire no tuvo coraje de decir en voz alta . Sólo recientemente había salido de la capsula en la cual había estado encerrada y comenzaba a ver el mundo con sus propios ojos.
En las inmediaciones de la aldea, el conde tomó o camino que conducía al bosque. El perfume a pinos súbitamente inundó el aire y Claire inspiró profundamente .
— No puedo juzgarte por adoptar las creencias que te han enseñado — Aimery habló pensativamente . — Últimamente, me he preguntado si yo no estoy viviendo la vida de mi padre, en vez de vivir la mía . Será que salí da Italia y vine a Montsegur sólo para cumplir el destino que él eligió para mí ? Es cierto , Montsegur es un bello castillo y es un honor haber sido designado para comandarlo.
Claire lo miró , segura que ambos tenían dudas sobre el papel que les había sido destinados a desempeñar.



Por poco Claire no siguió caminando , sin notar la casa de la hechicera. Si Aimery no la hubiese empujado por el brazo, no habría notado la pequeña construcción, rodeada de plantas y flores. Era una casita muy sencilla, pero bonita y bien cuidada, de donde parecía irradiar paz.
Sin embargo Claire sintió una puntada de miedo, como si estuviese presa en una pesadilla.
Una mujer muy vieja salió de detrás de un árbol , con cabellos blancos como la nieve sujetos en una trenza gruesa.
Durante un largo silencio, en el cual se limitó a examinar Claire, la desconocida hizo una seña para que ambos la acompañasen.
Pero antes de entrar en la casa, se dio vuelta hacia la novicia y habló, con una sonrisa radiante:
Sos igualita a tu madre. Te habría reconocido en cualquier lugar.

Aimery jamás conseguiría explicar,exactamente, como todo había sucedido, y cuando. La secuencia de los eventos se le escapaba y no podría afirmar, con absoluta certeza, como las cosas habían escapado a su control y habían ganado vida propia. Sin embargo , sabía cual había sido el hecho determinante.
Había besado a Claire. Y ella había correspondido a ese beso.
Los eventos subsecuentes habían sido consecuencia de ese primero beso.
Por lo menos tenía la consciencia tranquila, porque no había planeado nada de eso . Al salir de la casita de la hechicera, los dos habían entrado en el bosque para escapar al calor abrasivo.
Claire sólo había dicho :
— Si ella quiere, podríamos llevarla con nosotros a Montsegur. La esposa de William Belibaste ya debe haber llegado. Debemos contarle a todos. Todos deben saber la verdad.
Aimery había aceptado . El testimonio de la hechicera sería importante en el juicio de Belibaste.
Aunque la narrativa da hechicera hubiese sido una revelación para Claire, el instinto le decía que no había sido una completa sorpresa. Mientras oían a la vieja contar los acontecimientos sucedidos veinte años atrás, había estado observando a Claire atentamente, notando sus mínimas reacciones. De su parte, jamás había creído en esa historia de muerte en la hoguera. Después de todo , las Cruzadas habían terminado hacia casi cien años! El juicio de Belibaste atraía tanta atención justamente por eso, por ser una aberración, algo fuera de lo común. Jeanne, la hechicera, había terminado su historia diciendo que los padres de Claire estaban enterrados en el pequeño cementerio de la aldea, detrás da iglesia de Santa Ana. Ese era el punto más importante. Herejes muertos en la hoguera jamás podían ser enterrados en suelo consagrado. Sus cenizas eran esparcidas al viento, su espíritu condenado al desasosiego eterno.
Un accidente — había explicado Jeanne, acompañándolos hasta la puerta. — La muerte de sus padres sólo fue eso: un trágico accidente.

— Puedo apoyarme en tu brazo? — Claire preguntó, al entrar al bosque.
Aimery le ofreció el brazo, apegándose a la noción del deber para con su familia y su apellido . Como caballero, debía proteger a la mujer a su lado, no desearla.
— Ellos pensaron que yo también había muerto en el incendio. Hicieron una lápida con mi nombre. Tenía un hermano. No es asombroso?
— Lo recuerdas?
Andre. Tan moreno cuanto ella era rubia. Siempre sonriente. Siempre bromeando.
— Últimamente, si . A pesar de que son recuerdos vagas.
— Te gustaría de ir al cementerio donde tu familia está enterrada?
— Si, por favor.
Siguiendo las instrucciones de la hechicera, Aimery y Claire no tuvieron ninguna dificultad para localizar la iglesia de Santa Ana.
En el pequeño cementerio, los aldeanos eran enterrados. Para los nobles de Foix, se utilizaba el cementerio de la catedral. Varias veces Claire le había dicho a Aimery que era hija de campesinos. Ahora su ascendencia había quedado comprobada.
— No es lo que esperaba — ella dijo . — Las historias que me contaron, falsas de acuerdo con el relato de Jeanne, involucraban a mis padres en una muerte horrible. Los cátaros siempre me fueron descriptos como personas pacíficas. Pero cuando pensaba en mis padres, pensaba en violencia y quería venganza.
"Realmente había querido venganza? O sólo había deseado ver a Belibaste libre?" No podía hablar sobre eso con Aimery. No todavía. No hasta oír las explicaciones del padre Pedro. No hasta que el padre la ayudase a comprender.
"La Inquisición mató a tus padres, pero yo te salvé. Te traje a un lugar seguro y haré de vos nuestra Perfecta y nuestra Magdalena".
Pero ahora sabía que su familia no había ardido en el fuego de los herejes. Estaba allí reunida, bajo cuatro cruces. Por primera vez, desde que había llegado a Foix, Claire se sintió verdaderamente en su casa.

Aquella noche , Claire atravesó los pasillos silenciosos del castillo de Foix ansiosa por la quietud de su cuarto. Un miembro de la guardia de honor la acompañaba, sujetando un antorcha para iluminar el camino. Aimery de Segni había permanecido en el salón después de la cena , para discutir asuntos relacionados a la administración de la fortaleza. Sir Emerico había insistido en destacar un hombre de confianza para llevarla a sus aposentos, en una muestra de respeto. Considerando los problemas recientes en Montsegur, él había preferido no correr riesgos.
"Debo hablar con el padre Pedro", Claire pensaba afligida. " Debo oír lo que él tendrá que decir sobre la historia de la hechicera".
El hecho era que se sentía profundamente perturbada. Cómo explicar la inmensa diferencia entre la versión del viejo sacerdote y la versión que ahora había descubierto ? El templario siempre había afirmado que sus padres habían muerto por sus creencias heréticas. Jamás había hablado de un incendio accidental. El Padre Pedro y la madre Helene... No, la madre Helene, no. Había sido el padre Pedro quien se había encargado de educarla, de instruirla, de alimentar en ella el odio por los francos y por la Inquisición . Había sido él quien había insistido en la rectitud de la causa catara.
Pero el padre Pedro había mentido . Si fuese así, por qué habría mentido?
"El dijo la verdad. El dice la verdad. El dice la verdad ", Claire repetía mentalmente, como una letanía.
Se acordaba de las enseñanzas del Padre. Los francos eran malos. Asesinos y aprovechadores. Eran los culpables de la aniquilación dos cátaros. Ella, Claire, podría vengar los horrores a los cuales os cátaros habían sido sometidos. Y lo más importante, podría acabar con ese sufrimiento para siempre. Debía ayudar a Belibaste. Para eso sólo necesitaba ...
Encontrar el tesoro! Apoderarse de él !
El tesoro...
El padre Pedro siempre había insistido en la inexistencia del tesoro.

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