lunes, 13 de septiembre de 2010

LA NOVICIA REBELDE - CAPITULO 19 - DEBORAH JONES

CAPITULO 19

Belibaste todavía necesitaba ser salvado. Ya pasaba de la medianoche , la hora habitual en que el grupo de rebeldes se reunía, pero Claire e padre Pedro permanecían solos na pequeña cela.
— Entonces él te besó — dijo el monje mirándola atentamente, sospechando que mucho más, había sucedido en esos últimos días. Sin embargo , como era costumbre, mantuvo esas conclusiones para si. La joven estaba cambiando, y cambiando rápidamente . Sin embargo , existía la posibilidad de que esa transformación resultase útil finalmente.
— Dónde están los otros? — indagó Claire, ignorando el comentario del templario, una señal inequívoca más de cambio. — Me mandaste a avisar que deberíamos planear la fuga de Belibaste, que deberíamos reunirnos aquí.
— Y de hecho estamos todos reunidos aquí — el sacerdote retrucó, aguardando algunos segundos hasta que el significado de sus palabras fuese asimilado. — Nosotros dos somos los que quedaron del grupo . Los otros desertaron, abandonaron nuestros ideales.
— Después de la muerte de la madre Helene?
— En verdad, antes. La captura de William Belibaste y su juicio resultó ser un acontecimiento desalentador para muchos que se decían dispuestos a seguir o líder de nuestra causa hasta el infierno, si fuese necesario . Sin embargo , ahora que la madre Helene está muerta y Belibaste a punto de ser condenado a la hoguera, sólo queda esperar el regreso del obispo Fournier para que la sentencia sea dada, creo que el martirio ya no parece una bendición a los ojos de nuestros antiguos compañeros.
Sentada delante del monje, Claire nuevamente vestía el hábito blanco de novicia. Solamente los cabellos rojizos, sueltos en su espalda , marcaban la diferencia con aquellos primeros días de verano, cuando el juicio había empezado . Pero, las transformaciones ocurridas iban mucho más allá de las alteraciones meramente físicas, como el abandono de la toca . Se trataban de modificaciones profundas y el padre Pedro, el gran templario, lo sabía.
— Pensé que tendría la oportunidad de verte con más frecuencia, desde tu retorno de Foix — él comentó, en un tono deliberadamente neutro.
— El conde de Segni me ha mantenido ocupada. — Claire desvió la mirada , agradecida porque la penumbra ocultaba su rubor, mezcla de culpa e incomodidad . — El conde de Segni me ha mantenido ocupada — ella repitió —, transcribiendo anotaciones sobre las modificaciones que planea hacer en su propriedad. El sabe que yo hablo el dialecto de los aldeanos y me considera útil para hacer que los campesinos comprendan perfectamente las nuevas instrucciones para el cultivo y el uso de las tierras. Eso es todo. Tengo la impresión de que quedaré ocupada con esas cuestiones hasta el regreso del obispo Fournier.
— Las cosas están transcurriendo de la mejor manera posible. — La voz del padre Pedro sonó entre benigna y divertida. — El conde de Segni no hizo ningún comentario sobre el juicio? No dijo nada sobre cuando el obispo-inquisidor volverá a Montsegur?
— El obispo Fournier envió un mensajero desde París asegurando que estará de vuelta en seis días. Lord Segni me contó que el obispo está investigando una posible conexión entre el juicio de William Belibaste y la extinción de los caballeros templarios. Por lo visto, el obispo Fournier está convencido de la existencia de una relación entre esas dos cosas.
"Ella lo estaba estudiando?", el padre se preguntó. "Está esperando una reacción de mi?"
Padre Pedro se obligó a sonreír y a hablar con despreocupación.
— No hay conexión alguna. Lo que le sucedió a mis amados hermanos templarios los destruyó y también a nuestra causa. Yo fui el único que escapó con vida y sin abjurar. Jacques Fournier es un idiota . Está perdiendo tiempo al buscar una relación entre los eventos actuales y lo que pasó tantos años atrás en París. Pero nuestro estimado obispo es un tipo peligroso. Nunca confié en él.
No precisamos confiar para conseguir liberar a Belibaste.
Pedro de Boloña la miró durante algunos segundos antes de indagar:
— Todavía estás interesada en William Belibaste? Todavía me ayudarás a liberarlo?
— Nunca vacilé en mi determinación — Claire replicó firmemente . — Es la única cosa que permanece verdadera para mí.
— Me preguntaba ... — El padre hizo una pausa y luego se encogió de hombros , como si descartase la idea. — La esposa de Belibaste está en Montsegur, aguardando el regreso del obispo. Pero ella ya estuvo con su marido y me habló sobre su estado.
— Puedo verla? Pudiste de arreglar un encuentro entre nosotras dos?
— La esposa de Belibaste es muy tímida — habló el padre Pedro después de un largo silencio. — Prefiere mantener una cierta reserva y evitar apariciones públicas. La pobre mujer está amedrentada. Teme que, eventualmente, acabe siendo acusada de herejía también. Pero si , arreglaré un encuentro. Dentro de uno o dos días como máximo, conseguiré reunirlas. Ahora ve a rezar tus plegarias y a dormir, querida . Debes estar siempre descansada y muy alerta cuando estés con Aimery de Segni para no dejar escapar ninguna información, o detalle relevante. Sólo somos nosotros dos ahora y debemos descubrir todo lo que sea posible para llevar a cabo la fuga de nuestro Perfecto.
Claire asintió y se levantó , lista para partir. Súbitamente , el viejo sacerdote la sujetó por la mano, la expresión de su rostro arrugado revelando urgencia.
Me siento tan feliz de que no me hayas desertado. Estoy tan feliz porque lo menos nosotros dos continuamos decididos a liberar a William Belibaste.

Pero Claire realmente no lo desertaría ? Realmente ella continuaba a su lado?
El Padre Pedro se recostó en el respaldo de la silla dura y cerró los ojos. Solo en la pequeña celda oscura, permitió que todas sus dudas emergiesen .
Era obvio que Claire todavía estaba bastante interesada en promover la fuga de William Belibaste. Sin embargo , ella nada había comentado sobre la revuelta catara que debería ser desencadenada en el proceso de liberación del prisionero. Y habían pasado años soñando y planeando esa rebelión! Para su decepción , la joven novicia parecía considerar como objetivo final la obtención de la libertad de Belibaste, en vez de considerarla como el inicio de la insurrección. De acuerdo con la visión del padre Pedro, cuando Belibaste escapase, la causa catara recuperaría su antigua fuerza en Languedoc. No sólo volverían a forma la secta que los había abandonado recientemente, sino que surgirían nuevos adeptos a una velocidad asombrosa. Pronto, serían millares de seguidores, dispuestos a retomar Montsegur. Estaba tan cerca de realizar su sueño ahora, tan cerca de descubrir la llave al poder! Sólo faltaba enterarse de la información que Fournier con certeza traería de París. La información que le permitiría localizar el tesoro cátaro. Con la posesión de ese tesoro, sería fácil hacer que William Belibaste fuese liberado.
Y si fallaba , William Belibaste estaría condenado a morir...
El Padre Pedro bajó la cabeza pensativamente . Una idea nueva. La muerte de Belibaste. Nunca había explorado esa posibilidad antes, pero, tal vez, la tragedia acabase resultando útil. Desde el principio , había tomado en consideración solamente la liberación del prisionero y la consecuente rebelión de los simpatizantes cátaros . Sin embargo , las circunstancias habían cambiado drásticamente en los últimos días. Primero Helene y ahora, Claire...
El templario suspiró profundamente , abatido por un súbito cansancio. Helene había sido una mujer cooperativa . Pero Claire era diferente. Había nacido predestinada a un futuro grandioso. Su Magdalena secreta, sería, un día, la mas importante de todas las Perfectas. Durante años la había preparado para asumir ese papel clave cuando llegase el momento. La posibilidad de que ella pudiese fácilmente desistir de todo aquello por lo cual él tanto había luchado le hería el alma. Por un instante el padre odió a Aimery de Segni, el usurpador, con un odio ciego, con un odio intenso que ya creía no poseer. Sin embargo , pronto recuperó el control . El odio siempre había sido una emoción estéril e ineficaz.
La venganza, si , producía frutos y exigía frialdad para ser puesta en práctica. Y hacía mucho había aprendido a ser frío . Se ocuparía de Aimery de Segni cuando llegase el momento . Y se ocuparía de Claire también.
Padre Pedro sonrió . Si, ella volvería a ser su Magdalena. Tal vez ya no una catara perfecta, pero la Magdalena original tampoco había sido virgen . No, no era demasiado tarde . Todavía podrían conquistar Montsegur y gobernarlo. Pero, antes que esos tiempos felices llegasen , muchas otras cosas necesitaban ser hechas. Lentamente, el padre se levantó y se dirigió a su celda. Afuera, el gallo cantó, anunciando un nuevo día.


Jacques Fournier permaneció en París durante varios días de agosto. Claire, en su función de escriba, había tenido en sus manos muchos pergaminos sellados, enviados por el obispo. Jamás los había abierto , pasándolos inmediatamente al conde de Segni. No había querido enterarse de su contenido. Sin embargo Aimery compartía las noticias sin vacilar.
El obispo-inquisidor había descubierto una conexión entre el caso de Belibaste y un hombre muy misterioso. Más información sólo personalmente, él había escrito en el última mensaje, expresando su deseo de que la ola de violencia en Montsegur hubiese cesado.
— No tengo de que quejarme sobre la vida en Montsegur — Aimery había dicho , besándola en la base del cuello.
El conde parecía fascinado con ella y Claire se permitió saborear la sensación de se sentir amada y deseada, pues sería por un breve período. Cuando Belibaste fuese liberado, tendría que huir y comenzar una nueva vida en alguna otra aldea muy lejos de Languedoc. No tendría otra opción . Al ayudar al prisionero a escapar, perdería a Aimery para siempre, de eso no tenía duda. Pero William Belibaste debía ser liberado. Esa había sido la única certeza que conservaba de su vida antigua . Secretamente, sin alardes, y sin más muertes, Belibaste sería liberado. Descubriría una forma de conseguirlo. Bastaría con aguardar que la situación propicia para actuar se presentase. La libertad de William Belibaste sería su primera misión como Perfecta. Y también la última.
Después...
Después descubriría qué hacer consigo misma, que rumbo darle a su existencia.
Hasta entonces , amaría a Aimery de cuerpo y alma, apasionadamente. Disfrutaría de la alegría y la seguridad que había encontrado entre sus brazos , viviría sólo para los momentos pasados en ese rincón especial, bajo la copa de los árboles, oyendo el murmullo del lago. No sabía lo que Aimery sentía respecto a ella y no quería saberlo. Una o dos veces, cuando reposaban abrazados, contentos y saciados, él había intentado abordar el tema , había intentado exponer sus sentimientos, hablar de sus planes. Pero siempre lo callaba con un beso. Prefería el silencio.
— Sos la criatura más extraña que jamás haya conocido — él había dicho , mirándola intrigado. — En general, la primer cosa que una mujer desea saber es si es amada, o no.
— Eso no tiene importancia para mí. — Y Claire había sido sincera. — La realidad es como es. Vos sos noble, yo no. Tal hecho no pode ser cambiado.
— Pero podrías dejarme expresar mis sentimientos — el conde había contestado exasperadamente .
Aunque curiosa sobre el motivo de la irritación masculina, Claire no lo había cuestionado .
— Dejemos las cosas como están .
Cómo podría Aimery amarla si no la conocía? Y Claire tenía plena consciencia de la imposibilidad de revelar sus planes. Necesitaba guardarlos sólo para si. Así, en vez de darle la oportunidad de hablar de sus sentimientos, siempre había preferido contenerlo. Toda su vida había actuado de acuerdo con las elecciones hechas por otras personas. Liberar a William Belibaste era una elección suya, su responsabilidad y no la compartiría con nadie . Ni siquiera con el hombre a quien amaba.
Para siempre Claire se acordaría de esos días soleados de agosto, antes del regreso del obispo Fournier. Para siempre quedaría grabado en su memoria el placer de descubrir un universo nuevo, lleno de perfumes, de sensaciones y de emociones intensas. Nunca, hasta entonces , había prestado mucha atención al mundo que la rodeaba. Finalmente , se daba cuenta que este mundo podía ser también un paraíso.
Su relación con Aimery poco a poco se había ido estrechando. Los dos rara vez se separaban. Después del término de los quehaceres diarios, se refugiaban en el bosque. El conde iba a encontrarla llevando un cesto lleno de cosas ricas: panes frescos, frutas, y dulces. Además de una botella de vino, que sumergían en el lago para mantener la temperatura ideal. Después de comer , conversaban un poco y luego hacían el amor.
El cubría cada centímetro de su cuerpo con caricias y besos. Al principio Claire había permanecido pasiva, sin saber muy bien qué debía hacer. Pero Aimery había ido guiándola con su voz y sus manos y Claire pronto había demostrado ser una alumna aplicada. Y poder darle placer la regocijaba.
Por primera vez en su vida se había sentido verdaderamente poderosa. Había descubierto poseer toda esa fuerza que el padre Pedro había dicho era prerrogativa de los Perfectos . Se había convertido en alguien poderoso porque amaba a Aimery de Segni.
Y él también a amaba. Muy en el fondo de su corazón, tenía esa certeza, a pesar de jamás preguntarle sobre sus sentimientos. No se atrevía preguntarle. Aquellos días gloriosos pronto llegarían a su fin y ella quería, necesitaba, de esos momentos de felicidad absoluta. Serían los recuerdos de esos días lo que la sustentarían por el resto de sus años solitarios.
Cierta vez, Aimery había llevado unos manuscritos de la época de las Cruzadas para mostrarle.
— Tengo más guardados en un baúl — el conde había dicho , notando el interés con que ella manipulaba los pergaminos orientales. — Desafortunadamente no poseo ningún conocimiento de árabe y no puedo descifrarlos. En verdad , sólo los traje conmigo de Tierra Santa porque me parecieron maravillosos. Las colores y los dibujos son una belleza.
Aimery no le contó que Isabel, al verlos, los había despreciado. "Habría sido mejor que trajeses perfumes, o joyas", la hereda de los Valois había protestado . "Un verdadero desperdicio ocupar espacio en el equipaje con cosas sin valor".
— Oh, son hermosos! — Claire había exclamado , maravillada. — Me gustaría que mi trabajo tuviese la mitad de esta perfección .
Feliz por haber sido capaz de proporcionarle ese pequeño placer, Aimery había sonreído . Claire nunca imaginaría como él solía planear cada uno de los encuentros, para que fuesen siempre una ocasión única. Tarde de noche , mientras daba vueltas en la cama incapaz de dormir, ansiando tenerla con él , ocupaba su mente planeando pequeños detalles que la agradarían . Un durazno maduro, una flor... Claire se mostraba agradecida por cada gesto simple y le daba valor a todo.
Al descubrir que los manuscritos a fascinaban, los reunió y los llevó a uno de las citas en el bosque.
Sentados bajo la sombra de un árbol centenario, Aimery había hablado sobre Saladin, el líder árabe, y su mayor enemigo, Ricardo Corazón de León . Saladin, el príncipe árabe y Ricardo, el rey inglés , estaban retratados en el pergamino casi como figuras idénticas, ambos vistiendo prendas azules, y sobre sus cabezas el sol y la luna, pintados en oro y plata.
— Los dos realmente eran parecidos — había explicado Aimery a una atenta Claire. — Ambos cultos y educados, hombres que apreciaban la caballerosidad por encima de todo, incluso por encima del arte de la guerra. Me acuerdo haber leído cierta vez, en la biblioteca de una abadía en Jerusalén , que los turcos llamaban a los soldados cristianos guerreros de hierro y los odiaban porque sus armaduras parecían hacerlos invencibles. Pero Saladin no pensaba así. Quería aprender todo lo que pudiese de los extranjeros.
Claire estudió el pergamino, reparando en los dibujos minuciosos que retrataban arqueros y caballeros vistiendo armaduras plateadas.
— Ricardo corazón de León y Saladin eran enemigos, con menos en común que William Belibaste y el obispo Fournier. Sin embargo fueron capaces de respetarse el uno al otro y de construir una especie de amistad — ella dijo, después de algunos minutos de reflexión .
Aimery abrió la boca para argumentar, para explicar rápidamente por qué dos reyes, aunque de religiones diferentes, habían logrado ser amigos, algo que un obispo y un campesino, a pesar de compartir básicamente la misma religión, eran incapaces de conseguirlo. Pero el conde de Segni se dio cuenta que su explicación sería insatisfactoria porque no transmitía verdad. Entonces, se oyó diciendo: — Jacques Fournier es un hombre justo. El siempre ha deseado que la justicia prevalezca. Este juicio puede ser errado, como es errado querer que William Belibaste pase el resto de su vida en prisión. Antes que cualquier cosa, debemos esperar el regreso del obispo Fournier. Escuchar lo que él tiene para decir.


Un mensajero, sucio y exhausto, llegó a Montsegur en medio de la noche , trayendo noticias de Fournier. El obispo debería llegar en dos días y requería, desde ya, una audiencia con el lord de Segni en carácter de urgencia. Aparentemente, Fournier había podido reunir información interesante durante la estadía en París y ansiaba llevarla al conocimiento del lord del castillo.
Pero Aimery no se había sentido mucho entusiasmado con las novedades, en especial con ciertos detalles contenidos en la carta de Fournier. Sólo pensaba en cómo aprovechar su último día libre en compañía de Claire. El resto podría esperar.
En en un mensaje mandado al convento muy temprano , pidió a la doncella de Foix que lo encontrarse en el portón después de las plegarias del mediodía, como era habitual. En ese momento , sus caballeros solían dormir debido a los efectos del vino, consumido durante el almuerzo, y los campesinos hacían la siesta para huir del calor intenso. Los dos, libres de las miradas ajenas, se dirigían al lago, donde disfrutaban de total privacidad.
Inquieto, el conde aguardó a Claire en el lugar acordado . Viéndola aproximarse , su corazón comenzó a latir más fuerte. Adoraba el modo en que ella caminaba, amaba contemplar sus cabellos rojos brillando bajo el sol. Ella le sonrió tímidamente cuando se pusieron a caminar lado a lado. De repente, y no por primera vez, se le ocurrió cuan diferente la joven escriba era de Isabel, quien sin duda lo habría saludado con algún comentario vulgar sobre los placeres carnales compartidos el día anterior. Hacer el amor con Claire no la privaba de la pureza que la caracterizaba, muy por el contrario.

El obispo Fournier había puesto un comentario inquietante en la carta. Había afirmado que el rey y el Papa estaban decididos a sofocar cualquier tentativa de revuelta en el sur. Ambos se mostraban determinados a no tolerar insurrecciones y sería deber de Aimery asegurar la lealtad de Languedoc a la Corona. Para eso , si deseaba mantener su posesión de Montsegur, debía casarse con Isabel sin demora. Pensar en lo que el destino le reservaba lo hizo fruncir la frente con disgusto.
— Algo está mal ? — preguntó Claire, mientras extendían la manta sobre el suelo.
Aimery sacudió la cabeza . Se sentía culpable por no expresar lo que lo afligía, pero no se trataba de algo que pudiese compartir. Evidentemente, como todo el mundo, Claire sabía sobre su futuro compromiso. Sin embargo no podía hablar sobre el conflicto que había nacido en su alma, revelar el secreto que lo consumía. Ella no iba a comprender. A veces ni él mismo se entendía. Isabel representaba todo aquello que siempre había querido , todo aquello que había buscado en su vida .
Pero amaba Claire.
No se trataba de una sorpresa, ese amor. El sentimiento había ido ganando fuerza día después de día, floreciendo, convirtiéndose en la razón de su existencia.
Acomodándose debajo a copa del árbol, el conde no sacó el puñado de pergaminos de la alforja, como solía hacer. En este último día juntos, sólo quería conversar.
El cielo, muy azul, lo hacía pensar na Italia, y en su hogar. Era extraño que todavía considerase a Italia su hogar, cuando, casándose con Isabel, estaba a punto de fijar residencia en Languedoc para siempre.
Tan inmerso estaba en sus propios pensamientos, que al principio no oyó las palabras de Claire. Ella tuvo que repetirlas.
— Por qué simplemente no lo liberas?
Algunos segundos pasaron antes que Aimery entendiese el significado de la pregunta. Saliendo de su perplejidad inicial, preguntó:
— Te estás refiriendo a William Belibaste? El está sometido a un juicio promovido por la Inquisición . Debe ser juzgado y recibir el veredicto de culpado o inocente. Es una cuestión que está fuera de mi ámbito de incumbencia . No tengo el poder para interferir en este caso.
Pero Claire, lo presionó.
— Aún así, podrías liberarlo, pues tienes ese derecho. Vos, lord Aimery, sos el lord de este lugar, designado para esa posición tanto por el Papa como por el rey de Francia. Ellos escucharían tu opinión sobre este asunto y te concederían el privilegio de Seigneur, el derecho inherente de un lord para tomar decisiones . El obispo Fournier te apoyaría, pues es muy evidente su poco entusiasmo por el juicio de Belibaste. Creo que, de hecho, el obispo está cansado de mandar quemar a campesinos por causa de estas creencias tontas.
— Sabes que no concuerdo con esta caza de brujas. Nunca concordé . El problema es que Belibaste no cree que sus ideas son una tontería. Diariamente le es ofrecida la oportunidad de abjurarlas y , diariamente, él la rechaza. Prefiere mantenerse aferrado a sus convicciones equivocadas. Nadie lo está forzando a nada.
Pero Claire tenía razón en una cosa. Estaba harto de este juicio y el obispo Fournier también. William Belibaste y su esposa aguardando el desenlace en Montsegur no era la ceremonia de bienvenida que había imaginado para si mismo al tomar posesión de esa fortaleza. En verdad se preguntaba si le habría gustado de Montsegur si no hubiese conocido a Claire.
— No puedo ir en contra de los deberes que me fueron designados. No puedo ir en contra del Tribunal del Santo Oficio.
Pero la semilla de la duda había sido plantada en su alma. Al empujar a Claire para junto del pecho y besarla, parte de si cuestionaba toda la situación. Belibaste no podría, y no debería, ser liberado?

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