domingo, 19 de septiembre de 2010

CUESTE LO QUE CUESTE - CAPITULO 5 - DONNA MACQUIGG

CAPITULO 5




A la mañana siguiente, Elise se desperezó lánguidamente antes de abrir los ojos al nuevo día. El cuarto estaba caliente , no frió como eran los cuartos del castillo normalmente a esa hora de la mañana. Miró la chimenea y vio los restos incandescentes de lo que aparentemente había sido una gran pila de leña . Observando las llamas trepidantes, recuerdos vividos de la noche pasada en los brazos de William le causaron una oleada de calor intenso.
Elise pasó la mano sobre la almohada desocupada de su marido y constató que todavía estaba tibia, una señal de que se había ido hacia poco tiempo. Demasiado somnolienta como para importarle qué estaba haciendo William , ella rodó de bruces y se acurrucó debajo de la colcha. Pasados algunos minutos, la puerta fue abierta. Pero ella sólo abrió los ojos después que sintió o colchón moviéndose.
— Buen día, muchacha. — Era William.
Elise murmuró algo y giró la cara hacia el otro lado, aparentemente la actitud no lo ofendió, pues él comenzó a masajearle la espalda desnuda con sus inmensas manos callosas.
— Qué pusiste en mi vino el primero día? — él preguntó.
— Qué? — Elise preguntó con cautela, avergonzada porque su mente estaba tan distante que ni siquiera había escuchado la pregunta de su marido.
— El vino. El veneno que no diste a mí y a mis hombres. Qué era eso?
Elise levantó la cabeza, y después de sacar los brazos de debajo de la almohada, se apoyó sobre los codos.
— Era una mezcla de hierbas malas.
— Tienes más? — él preguntó, sin perder el ritmo del masaje.
— Si . Tengo bastante. — De repente se dio cuenta de que había dicho las palabras con acento escocés . Miró por encima del hombro a su marido, quien tenía en los labios una sonrisa irresistible. — Viste lo que acabo de hacer por tu culpa? Tu acento es irresistible, me lo contagiaste .
— Y yo , muchacha? Me hallas irresistible,también?
Elise lo encaró. El la estaba provocando, y ella lo sabía . Pero era necesario tener mucha cautela, pues estaba lidiando con un hombre. Un salvaje escocés. Por eso no sabía si debería o no revelarle cuanto le gustaban sus caricias y la manera en que la llamaba muchacha.
— No usaría la palabra irresistible para describirte . Tal vez persistente sea mejor.— La risa de William trajo otra bella sonrisa a los labios de Elise.
— Dónde estábamos antes que desviases el tema ?
— Yo no lo desvié . Fueron tus manos que me distrajeron . La expresión de asombro en la cara de William ayudó a aliviar la tensión de Elise.
— Creo que me preguntaste sobre la mezcla de hierbas.
— Exacto. La mezcla siempre es fatal? Estrechando los ojos, Elise sonrió displicentemente .
— No siempre, depende de la dosis .
— Muy bien . Usaremos eso contra Baynard.
Elise abrió enormemente los ojos y se dio vuelta para mirarlo de frente. Un error que sólo comprendió cuando era demasiado tarde . William la besó, Sin importarle cuando ella no respondió a ese beso .
— Qué dijiste ? — ella interpeló , subiendo las mantas para cubrir su desnudez.
— Te dije que vamos usar tu poción contra Baynard. No para matar, sólo lo suficiente como para hacer rendir a los soldados como vos hiciste con nosotros.
La cabeza de Elise parecía girar. Entre besos y caricias, la noche anterior, William había planeado cuidadosamente la batalla. Le explicó que no quería ser el responsable de la viudez de la esposa de Baynard, un hombre que ya no estaba en el apogeo de la juventud . Como agua desbordando de un balde, las preocupaciones de Elise acerca de su hogar lentamente fueron dejadas de lado, cuando una vez más él se inclinó para besarla.
Pero ella no lograba concentrarse completamente , a pesar que su cuerpo daba señales de lo contrario. Después de todo , D´Auvergne estaba en juego.
— Baynard tiene un ejército muy grande — ella dijo suavemente. — Vas a precisar cada uno de tus hombres para derrotarlo.
— No puedo llevar a todos mis hombres y dejar D'Auvergne desprotegida. Pero necesitaré de uno de tus criados para poner el veneno en el sistema de distribución de agua de Baynard.
Elise eludió los labios insistentes de su marido, suspiró irritada y lo empujó
— Eso es imposible. Baynard matará al pobre hombre si lo descubre.
— No si cree que ese hombre ha venido a ayudarlo.
— Pero por qué él creería eso? Ranulf y lord Baynard siempre fueron enemigos. — lanzó una mirada descreída a su marido, pero se quedó impresionada con la confianza que vio en sus ojos.
— Porque el hombre llegará con una bandera blanca y le dirá a Baynard que William MacDarrin mató al lord de D'Auvergne. — él tocó la cara de Elise. — Mi reputación quedará intacta y Baynard pensará que está viniendo a rescatar una mujer indefensa. Mi plan nos dará tiempo. Elise se quedó boquiabierta.
— Todo ... todo esto es para salvar tu reputación, no ?
— No solamente eso. Pero no puedes culparme por querer detener los rumores antes que ellos se extiendan .
— Rumores? Yo te capturé y a todo tu ejército.
— Exacto. E hiciste un buen trabajo. — él se levantó y llenó una copa con lo que había quedado del vino de la noche anterior. — Pero qué crees que va a suceder con D'Auvergne después que se enteren que mi grupo de salvajes y yo fuimos engañados por una mujer bonita como vos ? Yo te voy a decir qué sucederá. Seremos motivo de burla de toda a Escocia e Inglaterra. — Tomó un trago y luego sacudió a cabeza. — Mi reputación llevará a mis hombres a la ruina antes que empiece la batalla .
Elise abrió la boca para hablar, pero resolvió que era mejor callarse. A pesar de sentir muchas ganas de negar, todo lo que él estaba diciendo .
— Recuerda una cosa, muchacha. Ninguna palabra de más puede escaparse.
Si, mi lord — ella murmuró, medio apática, y suspiró resignada. Su guerrero escocés era como un perro sujetando un hueso , y no lo largaría mientras no royese hasta la última hilacha de carne. — Pero si alguien ve al hombre antes que el veneno sea puesto en el agua?
— No lo verán . Pero no podremos engañarlos dos veces. Baynard no es idiota . El lamerá sus propias heridas y reunirá los hombres para intentarlo nuevamente. Creo que eso le llevará unos meses, hasta la época de la próxima cosecha. Mientras tanto nosotros tendremos que apresurarnos para la construcción de un empalizada...
— Un qué?
— Una empalizada de madera en torno a la villa para proteger a los moradores y nuestras plantaciones. — él puso la copa sobre la mesa.
Elise lo miró . El hablaba como si el pueblo de D'Auvergne ya fuese su propia gente . Era extraño, pero parecía que estaban casados hacia años y no solamente por un día .
— Es muy importante mantener la batalla fuera de los terrenos del castillo. Y si armamos y entrenamos a todos los siervos, estoy seguro de que van ayudarnos a proteger D'Auvergne.
— Mi pueblo no es guerrero — Elise dijo con autoridad. — No sabrán qué hacer.
— Si, puede entenderlo , pero resolveremos eso también. Vos y los lords ingleses creen que solamente los caballeros pueden luchar. Pero en Escocia las cosas son diferentes. Mujeres y niños luchan al lado de sus maridos y de sus padres. Tu gente no es diferente. Ellos van a querer proteger la comida y sus casas tanto como nosotros. — William cruzó la el cuarto y abrió las puertas. Una brisa suave voló sus cabellos. — Cuántos siervos tienes ?
— No lo sé exactamente .
William estrechó sus ojos azules como el mar.
— Qué quieres decir? Nunca saliste a verlos? Elise no entendió el tono de sorpresa.
— Ranulf nunca permitió que yo me mezclase con la gente común . El solía decir que los siervos son inferiores.
— Y vos concuerdas con eso?
Cómo podría explicar que la mayoría de los siervos la consideraba una bruja y , que por eso, ella temía entrar en contacto con ellos.
— Confieso que nunca pensé mucho al respecto . Pero si le desobedecía a mi marido , sería castigada.
-— Bien... — William dijo después de unos segundos de reflexión . — No se puede esperar que nuestro pueblo vaya a ayudarnos si no nos conocen .
— Creo que no.
— Hoy comenzaremos a hacer eso. Supongo que querrás ponerte algo más cómodo para cabalgar.
* * *
Usando un traje de montar de terciopelo dorado, Elise finalmente bajó la escalera, haciendo una pausa al sentir la visión nublada una vez más . A pesar de la incomodidad , se esforzó por estampar una sonrisa cuando entró en el salón principal. William levantó la vista Cuando oyó los pasos de su esposa aproximándose. El abandonó la conversación con Robert y algunos hombres y fue al encuentro de Elise, ofreciéndole el brazo. El vestía una camisa de muselina blanca con un tartán escocés bajando sobre el hombro. Los lazos de la camisa estaban desatados, dejando a la vista sus músculos pectorales.
— Estás bien, muchacha? — William preguntó. — Estás blanca como un fantasma.
— Si, mi lord . Solamente estoy un poco cansada.
— Perfecto . Porque mandé a preparar dos caballos para dar un paseo por D'Auvergne. Quiero aprovechar el día para conocer a la gente de aquí y descubrir las bellezas de estas vastas tierras.
Después inhalar el aire puro da mañana, haciendo varias respiraciones profundas, Elise ya se sentía mucho mejor. Los primeros rayos de sol habían aparecido en el horizonte para alejar el frío matinal y hacer el paseo todavía más agradable.
— Estuve pensando — William comentó, después que ya estaban cabalgando lado a lado hacia algún tiempo. — Creo que Baynard debe estar reuniendo a sus hombres.
— Tan pronto? No hace ni una semana que Ranulf murió. Lord Baynard ni siquiera debe haberse enterado todavía. — miró a William y frunció o ceño cuando viejas preocupaciones volvieron a perturbarla. Reginald Baynard era el mejor estratega militar de la región, y tenía todo el oro necesario para equipar un ejército.
— Debemos actuar con rapidez. Es mejor que lo tomemos por sorpresa .
Elise sintió un peso en su corazón al reconocer que cuando había forzado a William a firmar el acuerdo nupcial, ella lo había hecho pensando solamente en si misma, Sin embargo ahora ya no estaba tan segura como antes. Ya no sabía si temía perder a William solamente por causa de D'Auvergne, o si temía perderlo porque estaba comenzando a involucrarse con él. Cuando volvió en sí , su marido ya estaba unos pasos más adelante . Asustada por el hecho de verse sola fuera de los muros de D'Auvergne, Elise apresuró el trote de su caballo.
En verdad, no conocía a sus propios siervos y campesinos. No sabía si esa gente sencilla , temerosa de Dios , la llamaría bruja y exigirían que el nuevo lord la quemase en una hoguera. Por una fracción de segundos, pensó en cuan fácil sería para William aceptar los clamores del pueblo y quedarse con todo, inclusive con D'Auvergne, mientras ella estaría en una situación de impotencia , sin poder hacer o decir nada.
Cuando avistaron la primer cabaña, Elise disminuyó el ritmo hasta detenerse totalmente y miró asustada a un grupo que ya había notado la llegada de los señores. A pesar de la cabeza erguida y de la pose aristocrática , William sabía que su esposa tenía miedo , y sintió pena por ella por haberse visto obligada a permanecer confinada en un castillo sin poder disfrutar de las bellezas más allá de los muros de la propiedad.
El se paró al lado de Elise y la miró de soslayo mientras desmontaba, el temor de su esposa era muy evidente .
Elise observaba aprensivamente a los siervos. No sabía qué esperar. Algunos la miraban feo, muy callados, mientras otros,con palos y herramientas de cultivo en sus manos, murmuraban entre si. Estaba tan concentrada en la escena que sólo se dio cuenta que su marido ya había desmontado cuando sintió el contacto suave de su mano. Ella tragó en seco e miró a William.
— Ven, vamos a hacer esto juntos. — Sus ojos se encontraron, pero Elise no tuvo el coraje de inclinarse hacia los brazos de su marido. — Nada malo va a suceder. — El tono cariñoso la hizo darse cuenta que estaba más segura al lado del escocés que si permaneciese sola, allí, parada. Rápidamente aceptó la ayuda para desmontar. En tierra firme, se sintió todavía más amenazada, pero buscó coraje para acompañar a su marido a medida que caminaban en dirección a los colonos.
— Buen día — William los saludó . — Mi nombre es William MacDarrin. Creo que deben sentirse curiosos por conocer al nuevo lord de D'Auvergne. — Algunos asintieron , lo que trajo un cierto alivio a Elise. — Por favor, bajen las armas. Como pueden ver no estoy armado. Estoy aquí para hablar con ustedes.
Elise sintió la boca seca. Cómo planeaba protegerla su marido si no estaba armado? Sintió ganas de tomar el pequeño puñal que solía llevar escondido en el cinto cuando, de repente, un niño apareció por detrás del grupo, cargando un lechón . El chico miró a William con sus ojitos inocentes y sonrió. Para sorpresa de Elise, William tocó la cabeza del chico , y luego se agachó para decirle que él tenía un cerdo muy bonito. Cuando él se levantó y llevó al niño con su madre, una oleada de orgullo invadió a Elise al ver como su marido sabía tratar a la gente sencilla . Oyó con atención, mientras su marido le explicaba a los hombres como todos podrían ayudar a proteger sus casas y toda la villa D'Auvergne. Algunos todavía parecían desconfiados, pero la mayoría ya estaba más relajada y haciendo preguntas.
Después de la larga y esclarecedora conversación quedó claro que los campesinos tendrían mucho que discutir entre si. Una cosa era segura, el hecho que su marido hubiese venido a la villa desarmado no sería el único tema de las conversaciones que ocurrirían esa tarde , pues el hecho que hubiese venido acompañado de su esposa no había pasado desapercibido. Sin embargo , lo que más le importaba a Elise era que todos hubiesen visto que ella era una mujer como las demás, no la bruja que ellos imaginaban.
En el camino de vuelta, William prefirió llevar los caballos por las riendas y caminar. El pastizal verde y extenso estaba salpicado aquí y allá por rebaños de ovejas y bueyes.
— Está tierra es rica — William dijo, al tomar un puñado de tierra y dejarlo que deslizar entre sus dedos. — Qué suelen cultivar?
— No lo sé exactamente , pero creo que es trigo... Un poco de cebada, centeno, avena, y ...
William sonrió y tomó la mano de su esposa . Tomados de la mano , siguieron caminando por los campos camino al río. En un cierto punto, William se paró y miró el castillo D'Auvergne que se erguía majestuoso en lo alto de la colina. Elise siguió la dirección de la mirada. D'Auvergne era realmente majestuoso , ella pensó. El sol de la mañana creaba un reflejo dorado contra sus muros de piedra , muros que advertían a los invasores que era imposible de ser escalados. Las torres altas conferían altivez a la construcción.
— Es una bella imagen — él dijo.
— Si, es magnífico . — Elise soltó la mano y dio un paso adelante, la mirada fija en D'Auvergne. — Algún día, mi hijo gobernará estas tierras de manera justa y honesta. — Sólo entonces se dio cuenta de lo que había dicho, pero ya era demasiado tarde . Con cautela, miró por encima del hombro para verificar si William había sospechado algo.
— Pensé que querías D'Auvergne para vos ?
— Si, fue eso lo que dije , no deseo que D'Auvergne caiga en manos de nuestros enemigos. — Tragó en seco al ver que la expresión de su marido se mantuvo. — Creo que es una cuestión lógica esperar que nuestra unión dé frutos.
— Si, es una cuestión lógica.
— Bien, como te dije : un día nuestro hijo gobernará D'Auvergne. — Elise arrojó los cabellos para detrás de sus hombros.
— Vamos cabalgar, mi lord ?
* * *


Elise aceptó a ayuda de su marido para subir al caballo, y acomodó las riendas mientras él montaba su propio animal.
— Para ser un escocés, montas muy bien — ella dijo algo por decir. Pero William la miró de reojo , desconfiado. — Eras muy chico cuando aprendiste a montar?
El tono de la pregunta lo había incomodado profundamente. Hasta cuando su esposa iba a continuar despreciando a los escoceses?
Elise notó el clima tenso y salió en defensa propia:
— Siento haberte puesto mal, mi lord . No era mi intención. Es que siempre imaginé que la mayoría de los guerreros escoceses se trasladaban a pie .
— Algunos si .
— Y vos ? Siempre cabalgaste ?
— No, muchacha. Antes de matar a mi primer lord inglés yo no tenía caballo. — él soltó una sonrisa presuntuosa . — Fue un poco difícil correr detrás de él ... porque estaba montado, pero yo - siendo un escocés – estaba acostumbrado a correr por las montañas sin perder el aliento , y logré alcanzarlo .
Elise intentó contener una sonrisa, pero cuando miró la cara de su marido y vio un brillo pícaro en esos ojos azules , acabó por no resistirse y lanzó una carcajada.
— Persiguió al lord a pie ?
— Si, pero sólo gané ventaja después que ellos cruzaron el río y el caballo se cansó.
Al imaginar la escena, Elise apenas pudo contenerse de tanto reír.
— Sos muy ingenioso para inventar historias. William se aproximó de su esposa , la agarró y le dio un beso sonoro.
— Quién está mintiendo, muchacha? Yo ? O vos ? — Ellos se observaron por un buen tiempo antes que él la soltase y continuase tirando del caballo , riendo mientras ella caminaba un poco más atrás.
La pregunta había acabado con la diversión de Elise y la había dejado insegura, se preguntaba si su marido sospechaba algo, o si todo lo que había pasado era una simple broma. Lo mejor era no pensar más sobre eso y aprovechar el paseo que ahora se extendía bosque adentro. Y cuanto más se internaban entre la densidad de los árboles menos veían los rayos de sol.
Elise cabalgaba muy cerca de William, sintiendo un cierto incomodidad . Cabalgaron en silencio por casi una hora hasta llegar a una claro. William bajó del caballo y la ayudó a hacer lo mismo, despejando los pensamientos sombríos que a perturbaban con su sonrisa cálida . A continuación la acompañó hasta un inmenso árbol y la ayudó a sentarse sobre un colchón de hojas secas. Para sorpresa de Elise, William continuó sujetando su mano, y sólo cuando una sonrisa provocadora apareció en los labios del escocés fue que ella se sintió compelida a librar su mano. Ruborizada, acomodó el vestido para cubrir los zapatos, cuando su estomago gruñó alto reclamando por las largas horas de ayuno .
— Tienes hambre , muchacha?
Elise sintió su cara todavía más roja .
— Si, mi lord . Pero desafortunadamente no tuve el tino de traer algo para comer . Tal vez sería mejor que volvamos a D´Auvergne.
— No sueles cabalgar con frecuencia, no ? A pesar que el sentido común y el decoro aconsejasen lo contrario, Elise no podía sacar sus ojos de su marido.
— No tenía permiso para hacerlo , mi lord .
— Entiendo — él dijo con una puntada de tristeza en la mirada . — Bien, estamos muy lejos para volver . — Plantó las manos en sus caderas, como si estuviese perdido en sus pensamientos, luego se rascó la nuca , y sacó un cuchillo que estaba escondida bajo el tartán escocés.
— Andas armado todo el tiempo ?
— Claro. Solamente un imbécil saldría a cabalgar sin un arma.
— Pero le dijiste a los siervos...
— Le dije a ellos lo que querían oír, para calmarlos. Nunca te pondría en una situación de riesgo, muchacha. — él guiñó un ojo . — Espera aquí. Vuelvo pronto.
Asustada por verse sola en el bosque, Elise miraba a su alrededor, intentando oír con atención todos los ruidos extraños que flotaban en el aire. Creyó que tal vez fuese mejor levantarse, pues si algún animal feroz resolviese atacarla, por lo menos , tendría una oportunidad de salir corriendo.
Caminó lentamente hasta el lugar donde los caballos estaban amarrados. Con cuidado se aproximó al caballo de batalla de William. No había ninguna espada en la montura, solamente dos alforjas de cuero sobre las ancas del animal. Curiosa, ella abrió una de las alforjas, pero no vio nada además de una cajita de madera y un rollo de cuerda. Dio la vuelta para examinar la otra alforja y al abrirla encontró una hogaza de pan redonda, cuidadosamente envuelto en una tela blanca . Más hambrienta que asustada, cortó un pedazo do pan y se lo metió en la boca. El sabor era muy rico e irresistible, y Elise no lograba parar de comer cuando, de repente, sintió un rama rozando su espalda y se dio vuelta asustada.
Jadeante y con la boca llena, respiró aliviada al ver que era su marido quien traía en una de las manos una liebre muerta.
Pero un detalle muy peculiar llamó su atención: como él había logrado aproximarse sin hacer ningún ruido?
— Por qué me estabas acechando? William levantó una ceja.
— Yo no te estaba acechando, muchacha. Vine caminando como cualquier otra persona haría. Si no hubieses tenido la cabeza enterrada en mi alforja , habrías notado mi presencia.
— Tenía hambre . Vos me dejaste sola. Cómo podía cuando ibas a volver? — Como siempre la mejor defensa para Elise era un ataque. La expresión de William se transformó . Y el brillo de sorpresa que él tenía en sus ojos desapareció completamente . Las cejas estaban arqueadas y él dio un paso adelante, pero Elise retrocedió un paso , por miedo a haber traspasado los limites.
— Tienes razón, muchacha. Fui displicente al dejarte sola
— lo dijo con cariño, mirando directamente a los ojos de su esposa . — Disculpame. No imaginé que podrías sentir miedo.
— Soy yo la que debe pedirte perdón, mi lord . Siendo un hombre de palabra, yo debería haber imaginado que no faltarías a tu promesa de protegerme .
— Entonces cree que sólo volví por el contrato firmado ?
— él preguntó sarcásticamente . — Es así , volví por eso y porque estoy ansioso por acostarme con vos temprano esta noche . — Y se dio vuelta antes que Elise tuviese oportunidad de responder.
Ella no era una idiota, sabía cuando era el momento adecuado para callarse. Cuando había dado solamente unos pasos en dirección al gran árbol para retomar su asiento improvisado vio que su marido sacaba un puñal de la bota. Ella sacudió la cabeza admirada. El hombre tenía más armas escondidas que un hechicero tenía secretos. Mientras tanto, William se ocupaba de preparar la presa cazada, quitando la piel del animal con una destreza impresionante, pero que Elise prefirió no mirar.
Para huir de esa escena terrible, resolvió recoger algunas flores en los alrededores y se distrajo con las bellezas naturales y el canto de los pájaros sin darse cuenta que el tiempo pasaba, hasta sentir un delicioso aroma en el aire y un gruñido de su estomago .
— Va a demorar mucho más para estar lista? — ella indagó al sentarse al lado de su marido, cerca de la hoguera.
— No. Es una liebre pequeña. — William la miró , y ella vislumbró la mirada más linda que había visto en toda su vida. La luz do sol reflejaba un brillo espectacular en los cabellos de él, haciéndolo del color de las alas de un cuervo. Los ojos se encontraron con los suyos de una manera que hizo que su corazón palpitase como el de una doncella enamorada. Cuando William extendió la mano, ella la aceptó, y él la tomó en sus brazos.
En instantes sus labios estaban unidos, y esa vez Elise correspondió, saboreando la boca de su marido, tocando de manera tentadora los labios con la punta de la lengua así como él había hecho con ella, la noche anterior. En un rapto de atrevimiento, Elise se inclinó un poco más, apretando sus pechos contra el tórax musculoso de William. Tuvo entonces la clara impresión de haber oído un gemido suave de él. Y cuando se apartó para verificar el motivo, la pasión que brillaba en la profundidad de los ojos del guapo guerrero respondió la pregunta , así como el olor de carne quemada que se adueñó del aire.
— Nuestra comida se está quemando, muchacha — él dijo, apartándola.

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