viernes, 10 de septiembre de 2010

LA NOVICIA REBELDE - CAPITULO 15 - DEBORAH JOHNS

CAPITULO 15



— Toda esa conversación sobre guerra y mutilación — dijo lady Joanna, estremeciéndose. — Deberíamos agradecer al Cielo que tanta tragedia forme parte del pasado. Qué si vamos a ver el tapiz ahora? No tendrás dudas, sir Aimery, sobre a semejanza extraordinaria entre Esclarmonde de Foix y la joven escriba Claire.
La lady los condujo a través de los corredores sinuosos, iluminados por luz de antorchas. Una vez más , Claire se impresionó con la decoración refinada del lugar. Flores frescas y objetos valiosos se sucedían, encantando la vista y el olfato. Sin embargo , a pesar de la belleza que la rodeaba, ,la caminata pareció durar una eternidad. En verdad , no deseaba constatar su posible semejanza con la noble catara, la gran Perfecta. La idea la atemorizaba, aunque no lograse entender por qué . Después de todo , desde siempre le habían enseñado a reverenciar y a respetar a Esclarmonde de Foix, por todo lo que ella había significado para a causa. Por qué tanto temor entonces? Ni siquiera la presencia de Aimery estaba sirviendo para calmarla. Y desde la muerte de la madre Helene, había aprendido a no ver al conde de Segni un protector, como un puerto seguro.
Pero observándolo caminar al lado de Emerico de Foix, lo vio , una vez más , como el enemigo. Una amenaza para ella, para el padre Pedro y los planes que habían trazado. Podía sentir el peligro flotando en el aire, el peligro que, de alguna forma, de él emanaba y que la envolvía como un manto sofocante.
— Aquí estamos — lady Joanna habló, abriendo la puerta de un pequeño cuarto . — De hecho, no sé para que servía este aposento.
"Una capilla", Claire pensó inmediatamente, inundada por una poderosa sensación de paz. Casi podía sentir el aroma de las velas y de las flores que, en un pasado distante, adornaron la pequeña mesa.
— Allí — susurró a lady, señalando a una de las paredes. — El tapiz está allí. — en silencio, los cuatro aproximarse on al lugar indicado. — Esclarmonde de Foix no es igualita a vos?
El cuadro mostraba a una mujer enseñando a una niña. En el regazo de la mujer, un libro grueso. Claire había visto, cierta vez, una pintura similar, enviada por el gran monasterio de Cluny al convento de Santa Magdalena, junto con un rollo de pergaminos. El dibujo mostraba a Santa Ana enseñándole a una Virgen María niña . Sin embargo , había algunas diferencias en las dos escenas retratadas.
— No se parece en nada a mí — exclamó Claire, casi exaltada. — Absolutamente en nada.
Sin embargo los otros notaron la asombrosa semejanza entre la mujer, muerta hace cien años, y la joven Claire. Ambas poseían la misma piel blanca y la frente alta, los mismos ojos verdes y límpidos, los mismos cabellos rojizos ondulados.
Y lo más impresionante, era la expresión del rostro de las dos. La misma serena madurez.
Esclarmonde de Foix estaba sentada junto a una de las ventanas del castillo, el libro en su regazo olvidado. Ella le mostraba a la niña, una versión en miniatura de si misma, algo más allá de las murallas. Sus dedos elegantes ostentaban dos anillos. Uno de diamantes otro con una gigantesca esmeralda. joyas valiosas, aunque sencillas, la última cosa que Claire esperara en una sacerdotisa catara. El Padre Pedro siempre había insistido que los cátaros no querían nada de este mundo, no se apegaban a bienes materiales. Por el contrario, abominaban cualquier tipo de ostentación porque valorizaban sólo lo espiritual. Y había creído en él. En todo lo que el viejo sacerdote le había dicho .
Pero era obvio que aquella bella mujer, vistiendo ropas finas y usando bellas joyas, había sido la verdadera lady de ese magnífico castillo. Claire estaba segura que había sido Esclarmonde de Foix quien se había encargado de la decoración de su propio hogar, escogiendo los ricos objetos de plata y estaño, los tapices valiosas, los cristales, y muebles suntuoso.
Y ella había sido una catara, una Perfecta.
Ignorando la presencia dos otros, Claire dio un paso adelante, la atención fija en el libro que la dama tenía en el regazo. En la tapa color vino, se veía el emblema de los caballeros templarios.
Allí estaba a prueba de la conexión entre los prohibidos caballeros templarios y la causa de los cátaros, representada por Esclarmonde de Foix. Magdalena.
Asustada, Claire sintió su sangre congelarse en sus venas. El peligro parecía acecharla. Siempre había estado tan segura sobre los acontecimientos del pasados. Ahora ya no estaba segura que lo que había aprendido fuese la expresión de la verdad.
— No — ella repitió, decidida, dándole la espalda al retrato. — Lady Esclarmonde no se parece a mí . Absolutamente en nada.
El fuego la rodeaba. Podía sentir el calor agobiante, podía oír el crepitar de las llamas en su ansia de destrucción.
Mamá! Papá!
Cercada por una cortina de fuego, no lograba ver nada alrededor. Pero podía escuchar a sus padres, sentir la presencia de los dos. Sin embargo , era muy pequeña como para hacer algo . Cómo una niña de tres años sería capaz de enfrentar un enemigo tan poderoso?
Las llamas avanzaron en su dirección, consumiendo lo que se ponía en su camino.
Mamá ! Papá!
Apenas un susurro, porque el humo la hacía toser.
Ninguna respuesta.
Ninguna esperanza.
Corre! Huye !
Sería la voz de su madre ? Claire se quedó inmóvil, el corazón a los saltos . No había señal de su madre.
Entonces vio al hombre. No, en verdad no lo vio aproximarse . Sólo fue alzada y cargada lejos de ese infierno.
El desconocido empezó a correr, llevándola al bosque, lejos del fuego. Claire inspiró el aire fresco ávidamente y , al vomitar, el hombre le dio agua fresca para beber.
— Nuestra Esclarmonde — él murmuró. — nuestra Magdalena. Vos olvidarás esa vida y todo lo que ella significaba. Nosotros nos ocuparemos de vos. Helene, yo y los otros. Te educaremos y evitaremos que nada malo te suceda. Nunca, nunca más. Serás feliz. Serás una Perfecta.



La niña Claire se agarró al hombre vestido con un hábito oscuro.
La Claire adulta despertó gritando.

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