miércoles, 15 de septiembre de 2010

LA NOVICIA REBELDE - CAPITULO 22 - DEBORAH JONES

CAPITULO 22




— Es la única cosa que permanece inmutable para mí — Claire dijo mientras, en compañía de la esposa del prisionero, avanzaba por las mazmorras de Montsegur.
— Qué? — la campesina preguntó. En verdad , no había oído lo que la escriba había dicho y no le interesaba. Un milagro había sucedido: estaba camino de liberar a su marido y eso era todo lo que importaba. Claire le había explicado que afuera de las muros un caballo , cargado de provisiones, los aguardaba. En las alforjas , un mapa que los conduciría por las montañas hasta Andalucia. — Rápido . Por favor, actuemos rápidamente .
Pero Claire no necesitaba que la incitasen a actuar. Algo allí no parecía encajar. Dónde estaban los guardias? Dónde estaban las personas encargadas de vigilar al prisionero? Cuestiones sobre las cuales se ocuparía en el futuro, cuando tuviese tiempo de sobra para intentar encontrar respuestas. No le faltarían años de soledad para analizar todo lo que quisiese, después de haber completado su misión, después de haber enfrentado a Aimery con el relato de lo que había hecho . Después de haber liberado William Belibaste.
Costó que la llave herrumbrada girase en la cerradura. Interminables segundos de temor hasta que la pesada puerta fue abierta.
Después de unos segundos para que los ojos se adaptasen a la penumbra, Claire examinó la celda. No era tan malo cuanto había imaginado . Sobre el piso cubierto de paja, una silla cerca de la ventana pequeña y un catre.
— La escriba vino a liberarte — la esposa del reo estaba diciendo, aferrándose a su marido con la ansiedad de los desesperados.
Por primera vez, Claire se vio frente a frente con el objetivo de su misión.
se trataba de un hombre de estatura mediana, de cabellos canosos y apariencia frágil. No había nada especial en él, nada que lo destacase como un Perfecto.
A pesar de lo inusitado de la situación, con la llegada repentina de las dos mujeres, Belibaste no se mostró asombrado ante semejante buena suerte. Simplemente hizo una sola pregunta a la escriba.
— Ya sabes sobre el padre Pedro?
— Si . Y vos?
— Yo lo supe casi desde el principio, antes de venir acá. Sabía que él había traicionado a los otros. Y sabía que me traicionaría.
— Pero aún así viniste a Languedoc.
— Yo tenía mi misión, como vos tienes la tuya. Y nosotros, cada uno de nosotros, tiene que esforzarse para llevar a cabos su propia misión hasta el final . No tienes ningún interés en el tesoro?
— No.
— Fue lo que pensé. — Belibaste sonrió cansadamente . — Perfecto , porque no existe ese tesoro.
— William, vamos a partir ya ! — la esposa lo presionó impacientemente.
Sin alterarse, el Perfecto continuó dirigiéndose a Claire.
— La existencia del tesoro es solamente un mito. Los cátaros inventaron esa leyenda, y Jacques de Molay inventó la de los templarios. Pero no hay un gota de verdad en esas historias. Pedro de Boloña trazó planes, traicionó y asesinó por nada.
— El dice que actuó así por un ideal. El ideal de conservar el Templo y la Orden vivos, después que los templarios desapareciesen.
— No existe nada — repitió Belibaste, en un murmullo.
— Nada!
— William, por favor!
Esta vez el último Perfecto atendió a los pedidos de su esposa y , tomándola por la mano, fue rumbo al pasillo . Notando que Claire continuaba parada en medio de la celda, preguntó:
— No vienes con nosotros?
— No. Todavía tengo algo que hacer.
— Contarle la verdad al conde de Segni?
Si .

Casado y con una larga vida de indiscreciones detrás de si, William Belibaste le había parecido , al principio, un extraño candidato a Perfecto. Sin embargo , notando la bondad en sus ojos oscuros, no tuvo dudas de que él desempeñaba el papel de sacerdote de los cátaros con empeño y dignidad.
— Cometiste un acto de traición al liberarme y nadie , ni siquiera el conde de Segni, ni el obispo-inquisidor, tendrá derecho a absolverte . Vos tomarás mi lugar en la hoguera. Está consciente de eso?
Claire sonrió , tristemente.
— No tengo ningún deseo de morir, pero debo contarles la verdad. Les debo por lo menos eso.
— William! Vamos!
— No voy a unirme a tu locura. Estoy harto de la prisión, de los interrogatorios, de ver mi vida pendiendo por un hilo. Estás actuando estúpidamente al permanecer aquí. Pero...
Desesperada, su esposa lo sujetó por la muñeca y lo obligó a moverse. El último sonido que Claire oyó de Belibaste fue el de sus pies descalzos deslizándose por el corredor, rumbo a la libertad.
De ese hombre, nunca más tendría noticias.
Pero no tardó en tener noticias de Aimery, tal como lo había imaginado . En media hora lo escuchó aproximarse , los pasos firmes y decididos rompiendo el silencio sepulcral de la mazmorra.
Muy serenamente , abrió la puerta de la celda para recibirlo. Sorprendida, se encontró con dos siervos, que portaban antorchas. No se había dado cuenta que la noche había caído. Había esperado sola en medio de la oscuridad, intentando acallar la voz interior que la urgía a ofrecer explicaciones, a poner en palabras las razones que la habían llevado a actuar como había actuado. El hereje William Belibaste había sido liberado. Y quien lo había liberado se había quedado .
Eso era todo que la escucharían decir.
Aunque no quisiese, se obligó a mirar a Aimery. En los ojos azules, notó un brillo de esperanza, como si él, de alguna manera, aguardase una explicación, un justificativo sobre por qué ella los había traicionado, por qué lo había usado para esa traición .
Desafortunadamente sólo podía ofrecerle la verdad. Una verdad desprovista de esperanza.
Con la entrada del obispo Fournier en la celda, los dos siervos, con una seña del conde, colocaron las antorchas en los soportes sujetos a la pared y se retiraron, sin una sola mirada a Claire. De hecho, daban la impresión de no ver
— Sabemos todo lo que pasó — la informó Jacques Fournier, cuando los tres se quedaron a solas. — Recibimos una carta de tu confesor.
— El era Pedro de Boloña — Claire habló, esforzándose por encarar al obispo.
— Lo sabemos ahora, a pesar de que es demasiado tarde .
— El está aprisionado en un cubículo en el convento.
— Ya no . — Aimery se manifestó por primera vez. — Parece que William Belibaste no fue el único en escaparse hoy.
— Te gustaría sentarte , Claire? — Fournier preguntó.
— No, gracias.
— Pero yo si . — el obispo se acomodó en el pequeño banco. — Estoy viejo y cansado. Los días en París fueron difíciles y el viaje , peor. Descanso siempre que puedo.
El conde de Segni aguardó que el sacerdote se instalase antes de tomar la palabra.
— Salimos inmediatamente a procurar a Pedro de Boloña Cuando recibimos su mensaje, antes incluso de lanzar la alarma sobre Belibaste. Pero, al llegar al convento, él ya se había escapado, aunque la puerta del cubículo, continuase trancada. Debía existir un pasaje secreto . El monje dejó una carta allí , contando lo que había sucedido. — La voz de Aimery sonaba baja, desprovista de emoción, sus ojos ignorando los de Claire.
— Pedro de Boloña te culpa a vos — dijo Fournier. — El fue suficientemente astuto como para confesarle el asesinato de tu familia y de la madre Helene. Después de todo , habría sido ridículo responsabilizarte de esos dos crímenes. Cuando la abadesa murió, estabas en compañía del lord de Segni y en la ocasión de la muerte de tus padres, eras demasiado pequeña como para cometer ese crimen . Sin embargo , él afirmó que vos sabías de todos sus delitos y , lo más grave, te acusa de haberlos inspirado.
— Porque yo soy la Magdalena.
— La santa de los templarios — el obispo concordó. — De acuerdo con lo que aprendí en París, ese es un título que ha pasado de generación en generación, comenzando con la propia María Magdalena. Segundo la leyenda, ella huyó de Betania con Lázaro y los dos se instalaron en Francia. El mito comenzó ahí.
— El Padre Pedro poco me contó sobre la leyenda de María Magdalena. Nosotros conversábamos sobre los cátaros, sobre reconstruir lo que había sido perdido.
Todavía sin mirar a Claire, Aimery tomó el pergamino de las manos del obispo.
— Estas acusaciones no tendrían ningún peso en un tribunal. Sería solamente la palabra del Pedro de Boloña contra la de ella.
— Pero no estamos hablando de leyendas e mitos. Estamos hablando de herejía. Dime , criatura, eres catara?
— Lo fui en el pasado .
— Planeabas una rebelión?
— Si .
— Liberaste a William Belibaste?
— Si, lo liberé. Tomé la llave y acompañé a la esposa de Belibaste, vine a esta celda. Asumo la total responsabilidad.
— Por qué ? — indagó Aimery, en un tono que casi era de súplica. — Por qué no me contaste nada de esto? Conoces mi posición aquí. Sabes de mis responsabilidades. Por qué ?
— Había prometido que William Belibaste sería liberado. Di mi palabra.
— No es de extrañar que...
El conde se calló , acordándose de la presencia do obispo. Jacques Fournier los envolvió en una larga mirada. Luego , carraspeó.
— Eventualmente tendré que tomar una medida sobre esta cuestión. La doncella de Foix cometió un acto de traición al liberar a un prisionero del rey y del Papa. Pero el hecho que haya sido miembro de un grupo que planeaba una revuelta catara y una ofensa todavía más grave, a pesar de las circunstancias atenuantes. La doncella de Foix tendrá que ser llevada ante el Tribunal del Santo Oficio y ser juzgada. Si es condenada, será sentenciada a muerte.
Claire sintió su corazón dejar de latir. Pero no era una sorpresa. Siempre había sabido que si liberaba a William Belibaste y no intentaba huir, escucharía esas palabras y enfrentaría un futuro tenebroso. Pero había algo mas que necesitaba hacer.
— Puedo hablar con mi lord de Segni? — le preguntó al obispo. — A solas?
Jacques Fournier pareció aliviado al dejar la celda. En segundos, desaparecía en el corredor sombrío. Pero, Cuando la puerta se cerró, Claire no lograba pensar en qué decir, en como explicarse.
Fue Aimery quien rompió el silencio.
— Imagino que has planeado esto desde el comienzo . Vos y tu buen amigo, el templario. — Una pausa antes de continuar, lleno de amargura y desprecio. — Desde el comienzo él te dijo qué hacer y vos le obedeciste , no ?
— Escogí hacerlo. Pero no haría la misma elección ahora. No sabiendo todo lo que sé ahora . Fui educada para creer en lo que el padre Pedro me enseñaba como siendo la verdad y siempre creí que él quería traer de vuelta un tiempo en que se daba valor al honor y a la justicia, un tiempo en que los cátaros eran libres para profesar sus creencias.
"Nunca se me ocurrió que el Pedro de Boloña, y no la Inquisición , había sido el responsable por la muerte de mi familia", Claire tuvo ganas de agregar. Pero no, no importaban las razones por las cuales había actuado. Debía asumir la responsabilidad de sus actos.
— Formé parte del grupo que planeó la fuga de William Belibaste — ella prosiguió , obligándose a hablar con firmeza.
— Supongo que todavía no sabes que fue el Pedro de Boloña quien avisó al obispo sobre el paradero del último Perfecto. Por lo menos es lo que imaginamos. Fournier recibió una carta anónima con un mapa detallado de como llegar al lugar y el nombre de Arnold Sicre como un informante deseoso de prestar servicios a la Corona. Fournier, quien durante años había perseguido a Belibaste en vano, finalmente había encontrado a alguien tan dispuesto como él mismo a mandar al hereje a la hoguera. La información de Aimery no la asombró. Sus padres, la madre Helene y ahora William Belibaste. Las traiciones do templario nunca cesarían?
— Por qué el padre Pedro haría eso? — Claire preguntó confundida.
— Creo que él quería el tesoro.
— Pero el tesoro es sólo un mito. El propio Belibaste me confesó antes de huir.
El conde de Segni sonrió sin alegría.
— Creo que nosotros dos hemos aprendido cuan fácil es construir un sueño, planear una vida basándose en algo que nunca realmente existió .
— Yo te amo — dijo Claire.
— Qué conveniente. Sólo pronunciaste esas palabras una sola vez antes. Noche tras noche , te acostabas conmigo y jamás, ni una sola vez, preguntaste sobre nuestro futuro juntos. Aun sabiendo que yo debería desposar a Isabel de Valois, vos nunca deseaste quedarte conmigo para siempre, nunca deseaste que pudiésemos tener una vida juntos.
Claire sintió lágrimas llenar sus ojos. Pero no iba a llorar, no cuando todavía había tantas cosas por decir.
— Siempre deseé quedarme con vos. Y me quedé a tu lado, en cuerpo y alma. Pero yo tenía una misión. Pensé que después de cumplirla, podría comenzar una nueva etapa . Pensé que sería libre para escoger mi destino.
— Por qué no me buscaste ? Por qué no confiaste en mí ? Sabías que yo no quería la condena de Belibaste. Sabías que yo habría hecho todo lo posible para ayudar a liberarlo.
— Yo tenía un deber que cumplir .
— Creo que tal vez exista otro motivo para que hayas actuado como actuaste .
— Cuál? — Claire indagó con un hilo de voz, notando la frialdad de los ojos azules. Nada entre los dos jamás volvería a ser como antes. Lo había perdido para siempre.
— Creo que vos y tu buen amigo, Pedro de Boloña, planearon todo desde el principio . Ambos consideraron que sería fácil engañarme , hacerme presa prisionero de un encantamiento. Después de todo , una de las acusaciones contra los caballeros templarios no es el uso de la hechicería? Siendo la Magdalena, con certeza Pedro de Boloña te enseñó algunos trucos, como la utilidad de ciertas hierbas.
— Si, él insistió para que yo usase ciertas hierbas, pero nunca las usé. Hasta me olvidé de que las tenía .
— Si yo creyese que vos me drogaste , sería más fácil para mí eximirme de toda responsabilidad de lo que sucedió entre nosotros. Soy tan culpable como vos. Aún siendo seducido, me entregué de propia voluntad .
— Yo te amo.
— Es Fácil decir esas palabras ahora. — Aimery le dio la espalda . — El hecho es que no puedo dejarte arder en la hoguera. Y serás quemada por lo que hiciste . La fuga de Belibaste antes de ser sentenciado sólo lo confirmará como hereje. Vos al haberlo ayudado te transformaste , en el mejor de los casos, en una traidora. Ambos oímos lo que Jacques Fournier dijo al respecto . Naturalmente, siendo pura, perfecta, no te molestará perecer en el fuego de los herejes.
— No quiero morir.
— Finalmente dices la verdad sobre algo . Creo que...
— Creo que vos deberías darte vuelta y mirarme a los ojos — Claire habló con tal firmeza que ella misma se sorprendió . — Creo que sea lo que sea que tengamos que decirnos debe ser dicho mirándonos a los ojos .
Ya no era una novicia. Ya no era una Perfecta.
Claire permitió que su propia rabia finalmente emergiese y se dirigiese a Aimery de Segni. No sabía lo que había desencadenado ese torrente de emoción, pero lo experimentaba con cierto alivio.
— Fue mi elección salvar a William Belibaste. Un compromiso que me dispuse a asumir porque quise y estoy lista para soportar las consecuencias de mis actos. Para vos es fácil murmurar palabras de amor ahora, mi lord . Pero, vos planeas casarte con otra. Yo no soy mas que una simple campesina, instruida, es verdad ; con hábil dominio del latín, pero no soy el tipo de mujer que vos desearías ver llevando tu ilustre apellido , el ilustre apellido de tu padre.
Aunque notase la súbita palidez do conde, aunque lo notase apretar los dientes para contener la furia, ella prosiguió .
— Vos me ofreciste una vida clandestina, una vida de simulaciones, exactamente como la que padre el Pedro planeó para mí hace veinte años. Sólo que, en tu caso , yo estaría sirviéndote a vos y a tus intereses, no a la causa de los cátaros. Estás decidido a casarte con Isabel de Valois, una mujer a quien desprecias. Gobiernas Montsegur, una fortaleza que detestas. Y quién iba a ayudarte a soportar tantas presiones? Quién te apoyaría para que no renunciases a todo? La pequeña doncella de Foix, como a vos te gustaba llamarme . Yo estaría destinada a cumplir ese papel. Vos sos un gran lord , un hombre rico, poderoso y respetado. Y yo debería sentirme agradecida por tener el honor de ser tu amante, de ser la futura madre de sus hijos bastardos. Pues bien, no concuerdo con eso.
Con dos pasos largos, Claire cerró la distancia que los separaba.
No concuerdo con eso de ningún modo — ella repitió enfáticamente . — Porque no veo diferencia entre esa vida y la que padre Pedro me impuso . Yo continuaría siendo un instrumento, continuaría siendo una marioneta en un juego de intereses. Tal vez yo haya elegido la muerte al liberar a William Belibaste. Tal vez, como dijiste , acabaré tomando el lugar de él en la hoguera. Sin embargo , será una elección mía, no tuya, ni de nadie mas . Jamás entregaré mi destino mansamente a las manos de terceros otra vez. Jamás.


Aimery, el conde de Segni, admirado caballero de Francia, no era un hombre acostumbrado a tolerar raptos de rebeldía de sus súbditos, mucho menos de una mujer. Había ido a buscar a Claire ya elaborando un plan para libertara. Después de todo , como el lord del castillo, tenía derecho incuestionable a decidir qué hacer con sus vasallos. Había imaginado que ella quedaría impresionada,y hasta agradecida Entonces, el comportamiento rebelde y desafiante de esa novicia lo irritaba más de lo que había considerado posible.
— Como quieras, mi lady . — él hizo una breve reverencia.
— No me interesaré más por tu bienestar. Volvemos a encontrarnos durante tu juicio.
Evidentemente eso no iba a suceder. La furia de Aimery, que lo había hecho atravesar el gran salón y subir a la torre más alta de Montsegur como un poseído , no era suficiente como para llevarlo a abandonar Claire a su propia suerte.
— Claire, no — él dijo en voz alta, la mirada fija en el horizonte.
Nadie , ni siquiera el obispo-inquisidor, desearía ese destino para la joven escriba. Fournier sabía muy bien que William Belibaste, vivo y libre , sería preferible a un mártir muerto. Había sido Pedro de Boloña quien había querido el sacrificio, había sido Pedro de Boloña quien había orquestado la captura del Perfecto y su eventual juicio. Solamente Pedro de Boloña habría tenido ganar con una insurrección catara. Era mejor que los cátaros volviesen a la clandestinidad, libres para profesar sus viejas creencias sei así lo escogiesen. Era mejor que no hubiese más derramamientos de sangre en Montsegur.
Al actuar como había actuado, Claire había comenzado , sin saberlo , a ayudarlo a curar las viejas heridas.
Mirando las montañas , detrás de las cuales quedaba su querida Italia, Aimery comenzó a esbozar un plan . Un plan que necesitaba perfeccionamiento, de cuidado en sus detalles, pero que ya le proporcionaba un poco de paz.
Todavía había esperanza.
Claire no aceptaría su ayuda y él no iba a ofrecerla. Pero había alguien en quien ella confiaba, alguien que podría, e iba a ayudarla.
Al caminar por los pasillos vacíos del castillo de Montsegur en dirección a los aposentos de su hermana, Aimery sintió su corazón calentarse otra vez. Si, todavía había esperanza.

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