miércoles, 15 de septiembre de 2010

LA NOVICIA REBELDE - CAPITULO 23 - EPILOGO - DEBORAH JONES

CAPITULO 23 - EPILOGO



Segni, 1333

Yolanda, condesa de Segni, estrechó los ojos al mirar a colina verde . Entonces se dirigió a la mujer que corría en su dirección.
— Ya no puedo ver como antes — ella murmuró para si misma. — pero reconocería Claire a cualquier distancia.
Como en respuesta, la joven se sacó el sombrero y lo agitó en el aire, volviendo a correr con redoblada energía, seguida por un grupo de niños.
Por un instante Yolanda se preguntó si debería compartir la noticia que había recibido . Buenas noticias de hecho. Pero acabó decidiendo en contra. Mejor dejar las cosas sucediesen naturalmente. Un cambio había ocurrido en Claire de Foix. La pobre muchacha, finalmente , había comenzado a sentirse en paz. Ella siempre quería saber novedades sobre Minerve y sus hijos. Sin embargo , desde que había llegado a Segni hacia un año y medio, no había abierto la boca para pronunciar el nombre de Aimery.
Aunque había sido Aimery quien , determinado a protegerla, la había mandado a Segni. En su interior , Claire debía saberlo.
"Es una Suerte que ella haya venido acá", Yolanda pensó, no por primera vez. " Una Suerte para mi".
Mirando el cielo sin nubes, la condesa aspiró el aire perfumado. Si, era un día perfecto para el regreso de su querido hijo.
La carta de Minerve era muy clara.

“Estamos yendo a Segni. "Todos nosotros ".
Esas dos últimas palabras habían sido muy significativas.
Con certeza los Montfort y sus hijos irían directamente al pequeño castillo cercado por campos fértiles. Pero Aimery no. Lo Conocía bien. Su hijo, al llegar a la propriedad de la familia, buscaría refugio en el lugar que siempre había sido su favorito.
Volviendo a hacerle una seña a Claire, ya a pocos metros de distancia, Yolanda se acordó del pasado con una nitidez impresionante. Como la joven había venido de Languedoc y había amado a Italia desde el primero momento. Aquella tierra rica la había nutrido, confortado, sustentado cuando su marido había caído víctima de su propia desmedida ambición, ambición que había acabado envenenando el corazón de Aimery. Las colinas, antiguas como el tiempo, la habían alentado a conservar la esperanza, incluso cuando todo había parecido perdido. El amor vencería, finalmente.
Yolanda sonrió y abrió los brazos para acoger a una radiante Claire. En el último año y medio, la doncella de Foix se había transformado. La palidez del rostro delicado había dado lugar a un rubor saludable, la expresión distante se había convertido en alegre y vivaz. Los pesadillas que solían hacerla despertar a los gritos en medio de la noche , con miedo a que alguien llamado Pedro, ya no la atormentaban mas . Tampoco la oía mas llamar a sus padres y a la madre Helene mientras dormía.
Abrazándola estrechamente , con sincera afecto maternal, Yolanda no tuvo dudas de que la joven sería la próxima ama del castillo de los Segni. Y nada la hacía más feliz.
— Querida niña, Cuéntame que has estado haciendo.
— Bien, los niños y yo fuimos pasear por el bosque de los olivos. Mario me dijo que algunas árboles son del tiempo de los romanos. Imagínese! Es una tierra tan antigua! Sé que los niños de la aldea siempre están hallando monedas y objetos de la época de los etruscos. Pero una árbol del período de César es simplemente algo mágico!
— Necesito que vayas al río, mi querida — la otra le pidió . — El apio crece sabroso por allí, en las margenes del arroyo, y me gustaría preparar una salada para la cena . Pero ve sola, porque es la hora de la siesta de los niños. Ellos deben descansar para que al final de la tarde vayan a recoger los últimos higos del verano.
Claire se apartó sonriendo. Esa era una de las muchas cualidades que admiraba en Yolanda. A pesar del gran número de siervos en Segni, la vieja dama no le huía al trabajo. Quien quiera que estuviese disponible realizaba la tarea necesaria, inclusive ella misma. Muchas veces, la había visto lado a lado con los campesinos en los viñedos, durante la cosecha de las uvas. O ayudando a cosechar trigo, o a preparar las varias mezclas de hierbas medicinales. Asombrada, la había observado sacar miel de la colmena, sin temer un posible ataque de las abejas. Incentivada por el ejemplo, ella había vencido el miedo y se había aventurado a imitarla.
Pero en poco tiempo , Claire sabía que tendría que partir. Sentía el olor de cambio en el aire. No podía simplemente quedarse allí para siempre, abusando de la hospitalidad de Yolanda. Una de las cosas que había aprendido durante su estadía en Segni, uno de los regalos que había recibido de esa tierra y de esa gente, había sido no temer a los cambios y transformaciones. Ella misma se había transformado también. Por dentro y por fuera.
Estaba feliz. Durante los primeros meses allí, no había reconocido la sensación. Había creído que la serenidad, la paz interior, sólo era resignación después de tantas pérdidas sufridas: la madre Helene, el convento, la lucha por la causa catara y ... el Padre Pedro.
Con derecho, debería odiarlo y de hecho lo había odiado en los primeros meses. Se iba a dormir odiándolo y despertaba odiándolo. Había vivido consumida por ese sentimiento día tras día. Incluso ahora, después de un año y medio, todavía experimentaba una cierta inseguridad cuando se acordaba del templario. Sin embargo , a medida que se sentía emocionalmente más fuerte, ese miedo irracional parecía se disolverse, modificado por el amor que le había dedicado a Segni. Y a Aimery.
Al principio, a pesar de vivir en el hogar del conde, junto a la madre de él, no había sido capaz de pensar en Aimery sin rabia. El último encuentro de los dos, en Montsegur, había sido terrible,marcado por las cosas cruele que se había dicho mutuamente.
Sin duda él estaría casado con Isabel de Valois ahora, y ese casamiento le habría asegurado la posesión definitiva de Montsegur. Aimery debía estar satisfecho por haber realizado todos los sueños de su padre.
Y ella nunca había formado parte de esos sueños.
Entonces, poco a poco , la rabia y el resentimiento fueron desapareciendo dando lugar a la verdad. Aimery jamás le había mentido , jamás le había hecho falsas promesas. Además , cuando intentara hablar del futuro, ella lo había impedido . Y aunque él ya no le perteneciese, debía sentirse agradecida por los recuerdos que guardaría por el resto de su vida.
Al llegar cerca del río, Claire oyó ruidos inesperados. Aproximándose lentamente, casi perdió el aliento. Era Aimery quien nadaba en las aguas límpidas y frescas.
Como él no la había notado , se quedó inmóvil, observándolo.
Muchos meses habían pasado desde que había sentido la emoción de estar entre aquellos brazos fuertes. Dominada por una emoción súbita, Claire cerró los ojos.
Al volverlos a abrir , Aimery estaba de pie en medio del río, el agua cubriéndolo hasta la cintura, los ojos verdes mirándola fijamente.
Cómo lo amaba!
— Te amo — él sólo dijo eso .
Cómo podía amarla, cuando se había casado con Isabel de Valois? Le dolía pensar en eso. Le partía el alma saber que Aimery era un hombre casado y , por lo tanto , inaccesible.
Sin una palabra más , el conde de Segni salió del agua, el cuerpo musculoso brillando bajo el sol de verano.
Con la respiración suspendida, Claire lo vio desaparecer detrás de un árbol y volver en unos segundos, apareció completamente vestido
— Acabo de llegar — Aimery explicó. — con Minerve, Huguet y los niños. Mi madre no te avisó que estábamos por llegar?
Claire sacudió la cabeza , sabiendo, instantáneamente, que Yolanda había planeado ese momento. Pero , por qué ? No había razón para que la vieja condesa desease ponerlos frente a frente, pues llevaban vidas muy diferentes ahora. Vidas paralelas, que jamás volverían a cruzarse. El casamiento de Aimery había puesto fin a sus sueños más secretos. Sin embargo , el matrimonio no lo había cambiado . No había señal exterior de que se hubiese transformado en un hombre amargo e infeliz. Por el contrario, su simple presencia continuaba transmitiéndole la misma sensación de paz y seguridad. Si, Isabel de Valois podía tenerlo como marido, pero la rica prima del rey de Francia jamás conocería al Aimery que ella había conocido. Mirándolo, no tuvo más dudas de que el conde de Segni sólo había revelado su alma, y había entregado su corazón, a una mujer: Claire de Foix. Esa certeza le traería satisfacción por el resto de sus días, porque ni siquiera podía fingir que él le pertenecía.
— Mi madre no te contó nada? — el conde repitió, los dos poniéndose a caminar lado a lado en dirección al castillo.
— Tu madre no dijo nada. No mencionó ni a Minerve, ni a los niños, ni ...
— A mí ? — Aimery sonrió por primera vez. — Claro , imagino que no. Mi madre no quería estropear la sorpresa.
Sin una palabra, los dos dieron media vuelta y entraron otra vez en el bosque. Fue Claire quien rompió el silencio.
— Minerve vino con vos?
— Todos estamos aquí.
— Inclusive tu esposa? Inclusive lady Isabel?
En el mismo instante ella se arrepintió de haber pronunciado aquellas palabras en voz alta. Profundamente avergonzada, se armó de coraje y lo miró .
— Yo no tengo esposa.
Atónita, Claire no consiguió emitir un solo sonido , aunque se preguntaba si había entendido bien .
— Lady Isabel decidió cancelar el casamiento — Aimery continuó —, después de oír ciertos argumentos. Ella finalmente comprendió que el rey, su tío, jamás toleraría cualquier tipo de escándalo involucrando personas de la familia por miedo a perder el trono. Lady Isabel acabó dándose cuenta que, para volver a vivir a París, tal como ambicionaba, iba a necesitar del permiso del rey y que ese permiso sólo se le daría si comenzase a adoptar un comportamiento discreto. Para llevar una vida discreta, Isabel tendría que casarse con el hombre a quien realmente deseaba. Y no tardó en convencerse que, con la determinación del rey, no sería difícil obtener la anulación del primero matrimonio de su amante, Eustache d'Alembert.
— Y quién le presentó esos argumentos a lady Isabel? Fue Minerve? Tu hermana jamás aprobó a Isabel de Valois.
— Fui yo quien convenció a lady Isabel de las ventajas de casarse con el hombre adecuado.
— Vos ? — Claire gritó, asombrada. — Pero el matrimonio con Isabel de Valois significaba la realización total de tus sueños. Cómo pudiste renunciar a ella? Cómo?
Aimery sujetó a Claire por los hombros, obligándola a mirarlo.
— Creo que la pregunta correcta sería: cómo podría yo casarme con Isabel después de haberte conocido a vos ? Después de llegar a amarte ?
— Y Montsegur? — Claire insistió con un hilo de voz, temiendo comenzar a creer en lo imposible.
— Se lo dí a Huguet y sus hijos. Ellos son franceses. Montsegur forma parte de su herencia. El antepasado de Huguet, Simon de Montfort, murió intentando tomar Languedoc a la fuerza y perdió tanto la vida como las tierras. Me parece justo que el nieto de Simon de Montfort realice el sueño de su abuelo y que pueda llegar a gobernar en paz.
— Entretanto Montsegur siempre fue la fortaleza que vos ambicionabas poseer. Yo ... todos sabemos cuántos sacrificios has hecho para obtener esa propiedad.
— Si, yo quería Montsegur, pero la "elección " nunca fue mía . Me llevó algún tiempo hasta descubrir cuales eran mis verdaderas elecciones. Vos sos una de ellas . Espero que todavía estés interesada en mí y que puedas amarme , como yo siempre te amé. Te amé desde el primer día, cuando te vi entrar en el salón atendiendo la convocatoria del obispo-inquisidor.
Abrumada por una felicidad sin limites, Claire lo escuchó murmurar las palabras dulces y amorosas antes de pedirla en matrimonio.
Yo te amo — ella dijo en voz baja , lágrimas de alegría corriendo por
las mejillas. — Y deseo ser tu esposa.
Tomados de la mano , los dos salieron del bosque y fueron rumbo al castillo, rumbo al destino que los esperaba.
Al aproximarse a esa construcción imponente, fueron recibidos por las risas de los hijos de Minerve y Huguet. Niños que representaban el futuro de los Montfort.
Ella y Aimery sólo estaban comenzando a escribir su propia historia juntos. Pero de una cosa era segura: esa historia rendiría muchos frutos.




FIN

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