lunes, 20 de septiembre de 2010

CUESTE LO QUE CUESTE - CAPITULO 7 - DONNA MACQUIGG

CAPITULO 7




— Qué crees que tu esposa está cocinando para nosotros ? — Robert le preguntó a su hermano. — Estoy muerto de hambre.
— Me estremezco con sólo imaginarlo — William respondió, terminando de prender el kilt y acomodar sus cabellos.
— Si ella no sabe cocinar, entonce por qué la mandaste a preparar la cena ?
— Le ordené eso , porque siendo mi esposa, ella debe demostrar que sabe limpiar y cocinar. Tal vez eso cambie la imagen de Elise a los ojos de los soldados. Hacer que ellos vean que ella es una mujer común y corriente como las esposas que ellos dejaron en casa.
— Qué diferencia puede hacer eso , William? Pensé que sólo nos quedaríamos aquí hasta la construcción de la empalizada y la expulsión definitiva de los enemigos de mi lady.
William no podía darle una respuesta sincera a su hermano. No podría contarle al muchacho que después de pasar una semana al lado de Elise, nunca más podría separarse de ella . En vez de la verdad, respondió con algo cercano.
— Robbie, sos muy joven como para entender, pero un hombre no puedes volver atrás con la palabra empeñada. Yo juré protegerla...
— Pero fuiste forzado ... — Robbie interrumpió a su hermano.
— Tal vez , pero aún así, pretendo cumplir mi juramento. Enviaré un mensaje a nuestras familias para que vengan a ayudarnos con los cultivos y compartiremos los frutos de una rica cosecha.
— Cosecha? Pero hasta entonces incluso podría nevar y quedar varados aquí durante el invierno.
— No tengo otra alternativa, mi hermano. Hice una promesa y ahora tengo que cumplirla.
— Por que arriesgar tanto, William?
— No has visto a los campesinos ? Ellos no sobrevivirán sin nuestra ayuda. Ranulf dejó a esta pobre gente sin comida y sin dignidad. No es una sorpresa que ellos no viniesen a ayudarlo cuando D'Auvergne fue atacado.
— Ellos no son problema nuestro, William. Ya tenemos nuestros propios problemas. — Robert sacudió ka cabeza. — Sé que has pensado en establecerte, pero no aquí ... por el amor de Dios , hombre. Este lugar queda muy cerca de Inglaterra. Nosotros somos de las Highlands. Nuestro hogar queda en Escocia.
William miró a su hermano.
— Si, y le agradezco a Dios por eso, pero si no le enseñamos a este pueblo a defenderse solo, no seremos mejores que Ranulf, no te parece ? — William posó la mano sobre el hombro de su hermano. — Ahora entiendes por qué quiero quedarme un poco más? Aquí hay tierra suficiente para nuestra gente . Tierras fértiles y libres de rocas.
Robert suspiró, y luego asintió.
— Espero que sepas lo que estás haciendo, William — Robbie murmuró, abriendo la puerta.
William entró en el gran salón , dos pasos detrás de su hermano. Los dos hombres quedaron sorprendidos al ver la mesa puesta y esperando. Sobre ellas, grandes ollas de hierro humeando y emitiendo el agradable aroma del guiso. Potes de miel y porciones de manteca estaban esparcidos al lado de cestos de panes calentitos.
— Robbie, ve a llamar a los otros para comer . Robert salió en busca de sus compañeros. Pronto el salón estaba repleto de hombres hambrientos, ocupando los bancos y haciendo comentarios mientras la comida era compartida. Con una mirada en torno a la sala, William notó que Angus y Titus estaban ausentes. Elise, a su vez, ocupó el lugar de siempre. E incluso vestida como una criada, todavía exhibía el orgullo y la dignidad de una verdadera lady.
— Que día, no? — el escocés intentó sacar tema de conversación . Elise solamente guiñó un ojo como si no tuviese entendido, pero
William se dio cuenta , solamente por el brillo de esos ojos verdes, que la llama de la ira había sido encendida en esa mujer. Llenó una copa con amarga cerveza inglesa, dispuesto a olvidar los problemas. Bajo la luz de las antorchas, la larga trenza que pendía sobre la espalda de Elise lo hacía acordar a una cuerda dorada, e William sintió ganas de tocarla, de deslizar los dedos sobre las ondulaciones sedosas y una vez más probar que podía transformar aquella ira en pasión.
— El guiso huele muy bien — Robert dijo antes de llenarse la boca. — Vos misma lo hiciste , no , mi lady ?
Elise miró a su marido de reojo y luego volvió su atención a su cuñado.
— Si, y espero que lo disfruten .
William sirvió a su esposa, luego llenó su propio plato. Elise untó manteca sobre una rodaja de pan , pero en vez de sumergir en la salsa del guiso y colocó miel por encima y después lo comió.
— No estás hambriento después de haber cabalgado todo el día , mi lord ? — Elise le ofreció un pequeño pote con pimienta molida.
William lo rechazó. Olió el guiso, luego probó una pequeña porción, y cuando una expresión extraña apareció en su cara el buen humor de Elise desapareció.
— Qué le pusiste a esto, muchacha? — William preguntó, casi en un susurro.
— Cebolla, arvejas, zanahoria... Un poco de pimienta... Sal. — Pero el coraje la abandonó, de repente, y Elise se sintió débil , cuando todo lo que deseaba era parecer fuerte y dueña de si misma .
Le pusiste sal — William colocó el plato de vuelta en la mesa. — He comido muchos guisos en mi vida, la mayoría no tenía ingredientes tan refinados, pero ese no tiene sal. — sacudió la cabeza , decepcionado.
— Elise qué carajo le pusiste a este guiso? — De repente él se levantó, alarmado. — Muchachos paren de comer! Ya!
Arrepentida, Elise intentó evitar la catástrofe y avisar que solamente se trataba de una hierba purgante, y que en una hora o menos, después de una profusa diarrea , el efecto ya habría desaparecido por completo. Pero era demasiado tarde.
— La comida está envenenada. Mierda! Dejen de comer — William dijo .
Los ruidos de platos y copas y el murmullo alegre de las conversaciones cesaron. Robert levantó la cabeza, y después de mirar primero a su hermano y después a su cuñada, escupió todo lo que tenía en la boca, salpicando a sus compañeros y se puso pálido en el mismo instante. Avergonzada, Elise hizo la única cosa que sabía cuando se veía acorralada: enderezó su espalda y levantó la cabeza.
Los hombres escupían desesperados, lanzando al piso los platos con guiso. Pronto las expresiones espantadas se transformaron en expresiones airadas, y cuando comenzaron a avanzar sobre Elise, William bloqueó el camino.
— Nadie la toca ella! — dijo con firmeza. Robert se unió a su hermano, a pesar de que también estaba muy enojado.
Uno de los hombres pateó un banco, gritando: — La puta madre, Angus tenía razón. Esta mujer es una bruja y merece ser quemada! — señaló con un dedo acusador a Elise.
— Lavate la boca antes de hablar! — William dijo en un tono frío y severo . — Vuelve a tu lugar. Todos ustedes. — Una leve contracción muscular pulsaba en la mejilla izquierda de William mientras él enfrentaba a cada uno de los presentes. — Ahora sal de aquí, Ian. — El tipo sujetó con firmeza el cabo de un largo puñal que tenía en el cinto, luego de unos segundos dejó a sala, acompañado por algunos hombres.
Elise sintió sus rodillas temblorosas. Pues si los soldados comenzasen un motín , ella dudaba seriamente que su marido lograría protegerla.
— Coman pan ! — William dijo . — Volveré con algo para que se llenen la barriga. — Miró a su esposa. — Vos, ven conmigo! — le ordenó. Ella se congeló en su asiento. Pero su marido prácticamente la arrastró por el brazo hasta la cocina. Myrtle estaba delante del fogón , revolviendo una olla humeante y al ver a William tuvo un sobresalto, llevando las manos a su corazón.
— Mi esposa puso algo en esa olla? — La mujer negó con la cabeza . — Entonces sírvele eso a mis hombres, y rápido! — La cocinera tomó con dos trapos gruesos las asas de la olla y salió apresuradamente para cumplir la orden del lord . Sólo entonces William soltó el brazo de Elise y pasó una mano por sus propios cabellos, como para contener su nerviosismo.
— Tus hombres estarán bien. Sólo puse un poco de purgante, nada más — ella dijo, esperando que su marido aceptase la explicación. — No tenía intención de herir a nadie . Diarrea esta noche y mañana se habrán olvidado de todo. — Ella se puso pálida cuando el escocés giró de repente, temiendo que su ira salvaje acabase en una paliza. — Si me lo hubieses pedido personalmente en vez de haber mandado a Henri, te habría dicho que no sé cocinar. — Su mirada era desafiante .
— Puedes no saber cocinar, pero sabes muy bien cómo envenenar a mis hombres. — La sangre escocesa hervía en las venas de William.
Elise levantó los hombros, intentando demostrar coraje, pero todo lo que veía era la presencia amenazadora de ese hombre inmenso delante suyo.
— No logro entender por qué mierda hiciste esto, Elise. Creí que estábamos entendiéndonos . Es bueno que sepas que mientras yo sea el lord de esta fortaleza...
Dueña de si y de la situación, Elise lo interrumpió.
— Estás traspasando los limites, mi lord . No te olvides que sos el lord de esta fortaleza porque yo te escogí. No tienes derecho a dispensar a mi criada, ni a enviarme recados con órdenes como si fuese una sierva . Tengo el oro suficiente como para pagarle a los campesinos para que prepararen mi comida así como para que limpien mi casa y laven mis ropas. No me rebajaré a ser la cocinera de un grupo de escoceses rudos e ignorantes.
Pero , lo que ella pensó ser una declaración honesta pareció empeorar todavía más la situación. Un pequeño músculo latía en la mejilla del hombre, y sus ojos estaban nublados como una tormenta. Cuando William apoyó las manos abiertas sobre la mesa, Elise vaciló.
— Elise no tienes derecho a ... — Pero William se contuvo y se dio vuelta de espaldas, maldiciendo entre dientes , dejando a Elise todavía más asustada. Ella lo había avergonzado delante de su ejército. Ahora, con certeza, William sería forzado a castigarla por esa falta de respeto y su imagen quedaría rebajada delante de todos.
— No te olvides que es tu deber protegerme , mi lord — Elise dijo en una tentativa de revertir la situación. Atemorizada, avistó un cuchillo que la cocinera había usado para pelar las verduras y lo tomó , escondiéndolo entre los pliegues de la falda de su túnica.
Después de un largo rato, William se dio vuelta y vio que Elise tenía una mirada desafiante y tenía en la cara la expresión de un animal acorralado.
Sintió pena por su esposa , quería llevarla a la seguridad del cuarto antes que sus hombres resolviesen hacer justicia por mano propia . Allá ella estaría más segura, y ellos podrían resolver todo con más privacidad.
— Ven conmigo, Elise. Vamos a conversar al cuarto. Pero ella negó con la cabeza.
— No, mi lord . Sé que una paliza me espera si subo al cuarto, y me juré que nunca más iba a ser golpeada por un hombre.
William sintió un aprieto en el fondo de su pecho. Entonces el monstruo de Ranulf había sido capaz de golpear a su pobre esposa. Pero él iba a recompensarla por todo ese sufrimiento, y lo primero que haría sería sacarla cuanto antes de allí .
No voy a lastimarte , muchacha. — él la tocó suavemente, pero ella reaccionó como una gata salvaje, arañándolo con el cuchillo.
— Carajo ! — William gritó, su voz más dura de lo que quería. — Dame eso! — La fuerza del reflejo lo hizo sujetarla, y una vez más ella lo atacó con la hoja afilada, causando otro arañazo .
William se tocó el brazo que ya sangraba.
— Elise. Baja ese cuchillo . No voy a herirte — repitió con mucha calma.
— William? — Robert lo llamó desde la entrada de la cocina. — Qué está...
— Vete de aquí! — William ordenó.
— Pero estás sangrando. William se volvió hacia su hermano.
— Fue un accidente, Robbie, ahora sal de aquí. — cuando William se dio vuelta hacia su esposa, vio que los ojos de ella brillaban con lágrimas no derramadas y el mentón temblaba para no llorar.
— Nunca más permitiré que ningún hombre me golpee — Elise murmuró . No lograba sacar los ojos de la herida de su marido. — No quise... no tuve intención de... — La frase fue interrumpida por lágrimas.
— Lo sé, muchacha. Lo sé.
lentamente, Elise fue abriendo la mano, dedo por dedo, hasta dejar caer el cuchillo al piso . Cuando levantó los ojos hacia su marido, vio en ellos una promesa cariñosa, y no puede contener más la avalancha de emociones que dominaba su cuerpo y alma.
William tomó un trapo que estaba sobre la mesa, lo amarró en torno al brazo, y luego se arrodilló delante de su esposa , tocando su mentón con dos dedos.
— Elise, nunca permitiría que alguien te tocase o que algo malo te sucediese. Vamos a subir a nuestro cuarto, donde estarás segura.
Más lágrimas habían aparecido en los ojos, pero Elise parpadeó , intentando contenerlas.
— Oh, William, qué hice ?
— No fue nada. Todo estará bien.
No — ella murmuró, cubriéndose la cara con las manos. William se levantó y la tomó en sus brazos.
— Vamos, cuéntame que está sucediendo.
— No ...No puedo — ella susurró , luego apoyó la cabeza en el hombro fuerte de su marido. La mano caliente del escocés acarició su espalda , y poco a poco ella fue se calmando y se dejó llevar a sus aposentos.
Sólo después de conseguir calmar a su esposa y asegurarse de que ella finalmente de había dormido , William bajó para conversar con los soldados. La confusión había estado fermentando hacia días y ya era hora de ponerle un punto final. Su autoridad nunca había sido cuestionada y todos siempre habían confiado en él como un líder que sabía lo que era mejor para su gente . Pero ahora, el propio William estaba confundido y ya no sabía con certeza lo que lo había llevado a casarse con aquella mujer. Era cierto que se había casado con Elise por el bien de sus hombres y familiares, o simplemente para satisfacer la lujuria que había sentido cuando había posado sus ojos por primera vez en la bella dama?
En piso inferior, los soldados estaban reunidos en torno al calor de la chimenea, pero cuando William bajó el último escalón para hablar con ellos, Angus apareció desde las sombras. Estaba rodeado por algunos compañeros.
— Titus — él fue diciendo cada uno de los nombres. — Sean, Ian...
— Debemos arreglar esta situación de una vez por todas, William — Angus lo interpeló.
Ele cerró los ojos momentáneamente, luego encaró con el ceño fruncido al gigante pelirrojo.
— Qué tienen que decir?
— Queremos expulsar a la perra del castillo para que podamos tomar posesión de lo que es nuestro por derecho. — Los seguidores de Angus concordaron a coro. Algunos de los otros que estaban sentados se aproximaron. Cuando Robert apareció, William le hizo una seña . — Quedate fuera de esto, muchacho. — Apartando a su hermano del grupo que sólo crecía alrededor.
Angus escupió a los pies del líder en una señal de desafío.
— Estás sordo, William? Te dije que hay que expulsar a esa pe...
Pero antes que Angus pudiese terminar de decir lo que estaba diciendo, William cerró el puño y acertó de lleno el estomago del sujeto, quien cayó de rodillas tomándose el vientre con las manos . Aquellos que todavía eran leales a William festejaron y retrocedieron para hacer espacio para los combatientes .
— Ataca, Will — alguien instigó.
Angus parecía un oso cercando a su presa. William eludió un golpe, acertando un cruzado a la cara barbada de Angus, quien solamente sacudió la cabeza , aparentemente sintiendo nada.
— Qué es eso? — gritó el gigante pelirrojo, señalando la sangre en el brazo de William. — La perra te lastimó cuando intentaste montarla?
William ignoró la carcajada de provocación cuando Angus avanzó como un toro, derribándolo con su poderosa fuerza. El grupo de Angus gritó alentándolo , pero William rodó , y en seguida ya estaba de pie, acertando una piña de izquierda en Angus.
Para el tamaño que tenía, Angus era ágil, y rápido para recuperar ventaja. El vino con otro golpe, y esa vez acabó acertando en las costillas de William. Girando abrumado, William no tuvo tiempo de eludir los golpes que vinieron a continuación. La fuerza de los golpes lo hizo caer de cara al piso .
Angus aprovechó esa ventaja para recuperar el aliento. Cuando William finalmente se levantó, el grandullón pelirrojo avanzó. Pero esa vez no fue tomado de sorpresa, y logró eludirlo , aunque por unos centímetros . William se aprovechó el momento para acertar una patada justo en el medio de la espalda de su oponente , quien se derrumbó en el piso .
Pero Angus era imbatible y se levantó de inmediato, sacando del cinto una faca de dos filo .
— Esa mujer es una puta que te tiene....
— No — William negó, limpiando la sangre que se escurría de su boca. — Ella es mi esposa y vas a respetarla como tal. Ahora, baja esa faca antes que alguien se lastime . Una sonrisa salvaje apareció en los labios de Angus.
— Ven a sacármela , si puedes . — Apenas había acabado de hablar y ya estaba avanzando sobre su oponente.


William sintió el filo cortando la tela de su camisa, pero no la piel. Estudió a Angus con atención, eludiendo cada nueva estocada, pero los movimientos del otro se fueron haciendo cada vez más lentos e imprecisos a medida que William acertaba más y más golpes. En un último esfuerzo por acertar al líder, el gigante se tambaleaba sin rumbo, yendo a parar al piso de rodillas con gemido .
William tomó el cuchillo y respirando con dificultad, encaró a los otros.
— Alguien más que quiera llamar a mi esposa bruja o puta ? — Los hombres retrocedieron, negando con vehemencia. Titus, quien a pesar de no haber desafiado al líder abiertamente, fue hacia Angus y lo ayudó a levantarse.
— Este es un día muy malo , cuando un escocés se enfrentó a otro escocés para defender a una inglesa — él habló con desprecio.
William lanzó el puñal a los pies de Angus.
— Ustedes ya no son bienvenidos en mi casa. — Y con una mirada fría , observó a los dos soldados saliendo. A continuación , encaró a los que quedaron y dijo: — Alguno de ustedes quiere desafiar mi liderazgo ? — Ante la ausencia respuesta, William ya se iba retirando cuando alguien lo llamó:
— William — Era Robert.
— No estoy para conversar , Robbie. — Sentía terribles dolores y todo lo que quería era un poco de descanso.
— Estás herido y sangrando. Dejame ayudarte a subir a tu cuarto. — él ofreció el hombro amigo a su hermano. Demasiado cansado para preocuparse con lo que otros podían pensar, William aceptó la ayuda.
* * *
Elise pasó a mayor parte del día siguiente retirada en su antiguo cuarto. Había dormido sola. Había habido un tiempo en que se cabria sentido feliz por eso. Pero no ahora. No después de haber dormido protegida en los brazos fuertes de su actual marido. Un viento frío penetraba por las hendijas de la ventana, causando le dolor de cabeza y cansancio. Tantos pensamientos habían venido y vuelto.
— Mi ángel — Henri la llamó desde afuera .
— Entra — Elise respondió, y el criado entró, trayendo comida en una bandeja.
— Creí que podías tener hambre. Ahora más que nunca precisas alimentarte.
— Gracias . — Sólo con mirar a su amigo, Elise ya sabía que él tenía algo más que decir. Le hizo una seña para que se sentase. — Por favor, cuál motivo de esa expresión tan seria?
— Sir William se está preparando para partir mañana. Elise vaciló.
— El te lo contó personalmente?
— Non. Escuché al muchacho, Robert, hablando con unos soldados, esta mañana.
— Entiendo — Elise respondió, esperando que a voz no trasluciese el torbellino de emociones que desbordaban su corazón en ese momento. — Es mejor que luchen lejos de D'Auvergne. — Ella se quedó calada por un momento mientras Henri solamente asentía . — No tengo dudas de que van a vencer a Baynard. William sabe usar la cabeza tanto como la fuerza física.
— Claro ... A menos que no logre evitar lo peor.
Elise miró preocupada a Henri.
— Pare con ese juego de palabras, Henri. Puedo ver preocupación estampada en tu rostro. Vamos di pronto lo que estás pensando.
— Hubo un principio de motín entre los soldados que acabó en una pelea, mi lady . Angus y el otro que se llama Titus se marcharon .
Elise se sintió al mismo tiempo culpable y aliviada. Era por su causa que esos hombres de William habían desertado . Elise bajó la cabeza, escondiendo de su amigo el dolor y la tristeza que a abatían.
— Ese sujeto, Angus se buscó eso, Henri. Confieso que estoy aliviada por saber que partió . — Después de un suspiro profundo y demorado. — Mi marido se encuentra en sus aposentos?
— Si.
— Perfecto . Tenemos mucho que conversar antes que partan.
— Elise — Henri dijo, y ella se detuvo en el mismo instante, consciente de que su amigo sólo la llamaba por su nombre cuando estaba muy nervioso. — Sir William peleó con Angus.
Ella respiró profundamente .
— Que desgracia! Eso sólo sirve para probar que William tomó la decisión correcta al expulsar a ese sujeto. — Ella sacudió la cabeza. — Pero sigo preocupada, espero que eso no contagie a los otros soldados, pues precisaremos a todos los hombres para atacar a Baynard.
— Por lo que pudimos ver Angus no era un hombre de confianza . Tal vez sea mejor que haya partido.
— Crees que se puede confiar en algún escocés, Henri?
— Cuando me contaste sobre tus planes, yo fui el primero a decirte que los escoceses no eran de confianza . Pero ahora, confieso que cambié de opinión respecto a esa gente . Aprendí a respetar y a estimar a Sir William, mi querida .
Elise encaró a su amigo, con frialdad en la mirada .
— Necesito hablar con William.
Diciendo eso , fue al cuarto de su marido y entró sin llamar. Le extrañó encontrarse con las pesadas cortinas de terciopelo cerradas. La chimenea estaba apagada y las penumbras parecían hacer el cuarto todavía más frío. Solamente la luz vacilante de una sola vela guió sus pasos en medio de la oscuridad casi total.

— Qué está haciendo aquí, muchacha? — la voz profunda de su marido hizo eco en las sombras.
— Vine ... a buscar mi cepillo de cabello — Fue la única excusa que encontró, sin coraje para decir que había venido a verlo. ; — Creo que me lo olvidé aquí.
Una serie de escalofríos recorrió todo su cuerpo, al ver la apariencia alicaída de su marido. Parecía estar en muy mal estado . Uno de sus ojos estaba casi cerrado por el hinchazón y la cara estaba llena de hematomas, así como sus manos. Había una herida en el lado izquierdo y un pequeño corte en la ceja derecha . Los cabellos estaban sueltos y desgreñados, pareciendo la melena de un león .
— Mi lord ? — Elise murmuró con cautela. En ausencia de una respuesta, fue hacia la mesa y llenó un cálice con vino. A continuación , se lo extendió a su marido, pero luego se dio cuenta que él ya sujetaba otro cálice. — Tienes hambre ?
— No tengo ganas de comer. — William fue hacia la mesa y se sirvió más vino. — Tengo ganas de beber.
— Henri me contó que peleaste con Angus. Sé que no había otra salida, pero ahora, qué vamos a hacer?
— No tuve alternativa . Tenía que enseñarle una lección o perdería mi autoridad delante del grupo.
— Cuestionó tu autoridad? Te insultó? .
— No fue a mí a quien insultaron, muchacha. Sino a vos. Elise sintió un rubor subiendo por el rostro. Bajó la mirada , conteniendo las lágrimas. Se sentía culpable por todo lo que le había sucedido a su marido. Cabizbaja, se dio vuelta y abrió las puertas . Se sentía sofocada, precisaba aire.
— No me importa si tus hombres tienen o no respeto por mí — Elise retomó la conversación, todavía de espaldas a William. — Así como no espero que te sientas obligado a defender mi honor arriesgándote, mi lord . Necesito de vos y de cada uno de tus hombres para defender D'Auvergne.
— Puedes quedarte tranquila , cumpliré mi parte del acuerdo. Pero quiero algo a cambio .
Elise se dio vuelta , encarándolo.
— Henri tenía razón . No se puede confiar en un escocés salvaje — dijo con firmeza. — He sido muy generosa. No voy a alterar nuestro acuerdo.
— No tiene nada que ver con el acuerdo. Tiene que ver con mis hombres y con el modo en que los trata. Te guste o no, vos sos mi esposa y tienes la obligación de honrarme . En este cuarto, o en cualquier momento en que estemos solos, no me importo que me ataques. Pero allá abajo, en el salón de tu castillo... Cuando mis hombres o cualquiera de tus siervos estén presentes... De este momento en adelante, vas a fingir que todavía sos la esposa de un noble inglés , y te comportarás como tal.
La sensación que Elise tenía era que acababa de recibir una bofetada.
— Cómo te atreves a hablarme en ese tono . Vos sos un salvaje, yo no. No fui yo quien salió de Escocia para atacar una propiedad ajena . Yo no maté a mi mari...
— Si .— William casi gritó, interrumpiéndola. — Yo maté a ese maldito perverso . Por lo que veo en tus ojos, creo que te hice un gran favor.
Esa era la pura verdad. Elise sentía que debería estar de rodillas agradeciéndole al guerrero, en vez de insultarlo. Ella respiró profundamente y tomó la copa de vino que había servido , y tomó un trago para serenarse.
— Tengo un ungüento que ...
Eres muy gentil , mi lady , pero dispenso tus cuidados.

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