viernes, 17 de septiembre de 2010

CUESTE LO QUE CUESTE - CAPITULO 3 - DONNA MACQUIGG

CAPITULO 3



Impacientemente , Elise caminaba delante de la chimenea de su cuarto. La vela más cercana estaba quemada hasta la mitad, mostrando el paso del tiempo, y causando ese típico calambre en el estomago que solía acometer a las novias antes del casamiento. Se miró en el inmenso espejo oval. Una de las criadas había hecho milagros en los cabellos de Elise, prendiendo con esmero cordones de perlas en medio de las trenzas color trigo, que a su vez fueron sujetadas en un espiral alrededor de las orejas. Debajo de ellas, una tiara dorada con incrustaciones de zafiros y rubíes, y de ella descendía un velo transparente, en tono rosa claro.
Elise acomodó la túnica de terciopelo rojo, feliz porque todavía le servía, después de tres años de olvido en el fondo de un baúl . A continuación , acomodó el cinto de oro y rubíes , una herencia de su madre.
Acomodó las mangas largas del vestido azul oscuro, luego colocó en la vaina sujeta a la cintura, un pequeño puñal, cuyo cabo tenía incrustaciones de piedras preciosas. Después de ponerse un poco de agua de rosas detrás de las orejas, enderezó los hombros, como era debido a una mujer de su posición, y bajó la escalera con la cabeza erguida.
En la capilla, el sacerdote esperaba tan impacientemente que hasta parecía que estaba a punto de dar la extrema unción a Elise antes de ser ejecutada.
La pequeña capilla estaba abarrotada de guerreros escoceses, usando trajes modestos, pero limpios, todos confeccionados de la misma tela de lana a cuadros : rojo, verde y negro. Todos menos uno . Aquel a quien llamaban Angus, estaba parado en un rincón distante y parecía un toro acorralado. La manera como sus brazos musculosos estaban cruzados sobre el pecho mostraba claramente su descontento.
Elise le hizo una seña al padre, y luego a Robert, quien estaba adelante de los soldados de su hermano. Robert había demostrado ser una persona de conversación fácil, y acabó confesándole a Elise que él y William eran solamente medios hermanos. Y en el poco tiempo en que había conversado con el muchacho todavía en la celda, ella descubrió muchas cosas sobre el marido que había elegido , y había confirmando sus sospechas, el joven le contó que la madre de William era inglesa. Durante la larga y agradable conversación, Elise se había dado cuenta que estaba delante de un joven llenos de sueños, como cuando ella se había casado con Ranulf. Vislumbró en eso la posibilidad de conseguir un aliado que la protegería en caso que los soldados de William resolviesen rebelarse durante la ceremonia de casamiento.
La entrada de William en la capilla la trajo de vuelta al presente. El novio, Elise pensó, y miró al hombre de arriba a abajo , lentamente como si quisiese registrar para siempre esa escena. William había rechazado el traje inglés que Henri había elegido. Como sus hombres, él no
usaba pantalones, vestía solamente el kilt escocés, medias blancas hasta las rodillas y zapatos negros con condones amarrados en torno a los tobillos . El estaba simplemente maravilloso en su elegante estilo highlander.
— Mi querida — Henri susurró al oído de Elise. — Estás segura que no hay otra salida?
La determinada lady sonrió a su viejo amigo, quien representaba para ella más un padre que un criado.
— No, Henri. No hay otra salida.
Ella miró entonces a su futuro marido, deseando inmensamente poder fingir que aquel gigante escocés la amaba — la quería como esposa —, pero , en el fondo, sabía que era una tontería y que eso sólo era un sueño infantil.
— Muy bien, podemos comenzar? — Elise preguntó, respirando profundamente y girando de frente al sacerdote.
— Estás muy linda — William dijo, en voz baja , dejando a la novia boquiabierta,apena creyendo en lo que acababa de oír.
— Gra ... gracias — ella balbuceó. — Vos estás bien.
— Bien ? — William repitió en un susurro áspero. — Solamente bien ? Tuve mucho trabajo para quedar tan bonito. Por lo menos podrías admitir eso.
Elise lo miró indignada. Qué diablos estaba sucediendo? Era impresión su o ese escocés atrevido estaba discutiendo con ella delante del sacerdote y de los cincuenta hombres o más que estaban presentes?
— Ya te hice un elogio. Qué más quieres que te diga? Que sos el hombre más guapo de toda la Tierra?. Bien , no lo sos.
— Podrías haber dicho que estoy muy ... — William hizo una pausa como si estuviese buscando el mejor adjetivo — ...muy guapo.
Elise hizo una mueca y suspiró impacientemente.
— Muy bien. Estás muy guapo. Mucho mejor que la última vez que te vi. Pero no estoy aquí para aumentar tu vanidad.
William sonrió.
— Podemos comenzar ahora, mi lord ? William encogió los hombros.
— Visto que no tengo nada mejor que hacer. — El hizo una pausa. — Tengo solamente una cosa más que decir.
— Y tiene que ser ahora? — Elise gritó.
William le dio una mirada de reojo , y a continuación desvió la mirada hacia su hermano.
— Robert — él dijo , con la cara muy seria. — Qué mierda estás haciendo con esa espada adentro de una iglesia?
Elise notó que el joven se ruborizaba , antes de protestar en un dialecto escocés que ella no logró entender. A continuación , sacó la espada del cinto y la escondió detrás de sus propios pies. El sonido del arma cayendo sobre el mármol pulido resonó agudamente.
William se dio vuelta y frunció el ceño a sus hombres.
— Siento mucha vergüenza de todos ustedes. Este es el día de mi casamiento y no quiero que los presentes estén armados como si estuviesen yendo a la guerra. — Un joven soldado sacó la espada y rápidamente empezó a recoger las otras hasta que estuvo tan sobrecargado con el peso de tanto acero, que apenas podía caminar. El único que se negó a entregar la espada fue Angus. Por un momento, Elise sintió un tono de disputa entre William y el guerrero repulsivo, pero después de lo que pareció una eternidad, Angus sujetó con firmeza el cabo de su espada y dejó la capilla, seguido por Titus.
William se volvió al sacerdote .
— Pode comenzar, padre. — El padre aflojó el cuello, sacó un pañuelo de su bolsillo y secó las gotas de sudor que brotaban en profusión en su frente. Después de tomar un traguito de vino, el pobre hombre dio inicio a la ceremonia, al principio temblorosa mente , pero , después, la voz fue ganando más fuerza y las palabras comenzaron a fluir con naturalidad.
Pero Elise parecía no oír, distraída, pensaba solamente en la noche que a esperaba. Ya no sentía tanto miedo como cuando, con solamente dieciséis años tuvo que acostarse con Ranulf por primera vez, sin tener la menor noción de lo que iba a suceder entre esas cuatro paredes.
De reojo , miró al hombre que estaba arrodillado a su lado, y hasta sintió un cierto alivio al darse cuenta que él escuchaba serenamente las palabras del padre. William era lo opuesto a Ranulf. Mientras Ranulf era veinte años más viejo que ella, William era joven, robusto, y , tenía que admitir, mucho más atractivo.

El corazón de Elise se llenó de esperanza, pero rápidamente ella la espantó. Después de todo había alimentado los mismos sentimientos el día de su primer casamiento, y para qué? Para descubrir en poco tiempo que estaba entregada a una vida sin alegría y sin amor. Cuando Ranulf había traído a Morgana para controlar a la esposa rebelde, Elise solamente fingió obediencia para vivir mejor. Pero ahora Ranulf estaba muerto, así como Morgana.
Sin embargo el miedo todavía la asolaba. Una vez más tendría que fingir ser una mujer dócil y convertirse en la esposa de un guerrero escocés. Si, iba a fingir y estaba dispuesta a vivir así por el resto da vida sólo para no perder D'Auvergne.
Cuando el sacerdote lo solicitó, Elise repitió cada una de las palabras sopladas por el sacerdote, mirando de reojo al escocés entre cada una.
— ...si , acepto — Elise respondió con voz firme.
— Entonces ante los ojos de Dios , vos y William MacDarrin son marido y mujer.
— Pero no pidió las alianzas — William interrumpió a bendición final.
—Alianzas? — Elise y el padre repitieron al mismo tiempo.
— Si . Un pequeña banda circular hecho de oro con piedras preciosas incrustadas — él respondió con sarcasmo y entonces sacó de la pequeña bolsita de cuero, que estaba sujeta al cinto, un anillo de oro con un pequeño zafiro.
Perpleja y sorprendida, Elise solamente miraba calladamente a William tomando su mano y colocando con toda a delicadeza el anillo en el dedo. Era una joya simple , pero que de lejos era mucho más bonita que los anillos más caros regalados por Ranulf.
— Es muy lindo, mi lord — Elise murmuró, mirando a William, y se sorprendió al ver la sonrisa satisfecha que él tenía en los labios.
El padre los bendijo y corrió hacia la sacristía, aliviado porque el casamiento había acabado.
* * *
Los festejos estaban yendo muy bien, con comida y bebida para todos, hasta que a cierta altura, Elise se rió al ver que alguien había vestido la valiosa armadura de Ranulf con un kilt. Con certeza, en ese momento, él debía estar revolcándose en su tumba.


Henri había contratado criados extras para ayudar a servir. Cestas con panes calientes y bandejas con cerdo asado, gallina y faisán eran constantemente repuestas Cuando los soldados escoceses devoraban todo. Y ellos comían con tanto vigor, que los pocos hombres de Elise, observaban con disgusto la comida desaparecer antes que ellos tuviesen la oportunidad de servirse. No demoró mucho para que un comentario ácido diese inicio a una altercado, que acabó en una riña.
— No vas a detenerlos? — Elise preguntó a William.
— Sólo están divirtiéndose .
— Divirtiéndose ? Ese hombre, el pelirrojo, acaba de romper una silla en la cabeza de otro. Mira aquellos limpiándose las manos engrasadas en mi tapiz. — Elise se levantó y ordenó con autoridad. — Basta con esto!. — Pero los hombres la ignoraron olímpicamente.
William puso comida en el plato, tomó la mano de su esposa , y la empujó hacia abajo. Cuando ella estuvo debidamente acomodada en el asiento, William asestó un golpe sobre la mesa, consiguiendo, finalmente, a atención de todos.
— Escuchen muchachos — gritó. — Tengo un anuncio que hacer. — Una oleada de murmullos atravesó la multitud. — La mayoría de ustedes tiene mucha suerte de estar vivo después de la batalla sangrienta que enfrentamos y de todo lo demás que pasó.
Todos susurraron en acuerdo. — Ahora escuchen .
— William esperó hasta que todos se sentasen en sus debidos lugares. — Esta es mi casa, ahora. Y ustedes van a respetarla como tal. Estropeen o rompan algo y se los descontaré de sus sueldos. — William posó la mano sobre el hombro de Elise. — Esta es mi esposa. Ustedes la honrarán como a mí. Cualquier cosa que le suceda a ella me alcanzará directamente a mí . Si ella desea algo, si les pide algo, es igual a que estuviesen obedeciendo una orden mía . Entendido ?
Elise parpadeaba, sorprendida. Se dio vuelta y encaró a su nuevo marido como so de repente le hubiesen crecido alas y un halo . Oírlo decirle a los soldados que debían respetarla y honrarla a hizo se sentir protegida, respetada. No estaba acostumbrada a ese tipo de tratamiento. Los maridos usaban as esposas, no las honraban.
— Perfecto — William prosiguió —, pues si entre ustedes todavía hubiese alguien que no concuerde, siéntase libre para partir inmediatamente.
— Y nuestras familias? — preguntó uno de los hombres.
— Mandaremos buscar a sus familiares Cuando tengamos un lugar adecuado para acomodarlos.
— Y en cuanto al rey inglés ? Qué sucederá cuando él se entere que un escocés es el Lord de D'Auvergne?
— D'Auvergne pertenece al lado norte de la muralla Hadrian. Lo que significa que estas tierras pertenecen a los escoceses. Lucharemos como siempre hicimos, con la diferencia de que esa vez estaremos luchando por nuestro nuevo hogar.
— Y si el viejo Edward descubre que estamos aquí? — gritó otro hombre.
— Yo no planeo contárselo , y vos ? Los hombres se rieron groseramente.
Elise miró el salón . Los temidos guerreros, en dos minutos solamente, se habían transformado en hombres con los mismos miedos y anhelos que ella. Ellos temían por sus familias. Familias que soñaban traer a D'Auvergne. Elise observó con admiración a William respondiendo a cada una de las varias preguntas que los hombres hacían.
Qué diferente era a su fallecido marido! Ranulf gobernaba sus hombres sin importarle su seguridad o sus familias. Pero William demostraba interés sincero por cada uno de sus hombres.
— Tenemos mucho trabajo por delante— William continuó . — Pero primero, tenemos un problema más serio entre manos. Baynard ya debe haberse enterado que conquistamos D'Auvergne, y , por eso ya debe estar reuniendo el ejército.
William hizo una pausa cuando los soldados protestaron, probablemente agitados con la perspectiva de una nueva e inminente confrontación . Y cuanto más William hablaba, mayor era la admiración que Elise sentía por él, él había dicho nosotros. Nunca, en toda su vida, ella había oído a Ranulf referirse a él y a sus soldados como un grupo.
— Esto significa que tenemos poco tiempo para prepararnos — dijo Angus.
— Exacto — William concordó. — Pero no quiero luchar contra él aquí. Nada de eso, muchachos. Planeo atacarlo primero.
Nuevamente, una nueva oleada de murmullos entre los hombres, esa vez parecían concordar con lo que había sido dicho. Elise concluyó que ellos ya imaginaban lo que su líder tenía en mente. Con eso la desesperación de Elise de perder su amada D'Auvergne se fue atenuando, dejándola cada vez más segura y confiada de que había tomado la decisión correcta al casarse con el escocés. Tal vez William, el Bárbaro, fuese un guerrero salvaje, pero usaba a cabeza tanto como sus músculos.
Muy bien, muchachos. Los tomaremos de sorpresa y los mandaremos de vuelta a casa, para que se quede al lado de las mujeres y los niños, que es el lugar de donde un hombre anciano como Baynard nunca debería ter salido. — William miró a Elise, apretando su mano mientras la sala irrumpía en carcajadas y aplausos. — Mi esposa y yo tenemos mucho que conversar ahora.

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