jueves, 2 de julio de 2009

EL ACUERDO - CAPITULO 37

CAPITULO 37


Los dos barcos proseguían la misma ruta, atravesando incansablemente las aguas calmas. Se sentían seguros y navegaban bajo bandera del Reino Unido. Y era a Inglaterra que, después de Trafalgar, cuando Nelson había alcanzado una victoria total bajo las flotas reunidas de España y Francia, detentaba ahora la supremacía de los mares.
Ashleigh pasaba los días en cama, recobrándose del desgaste del parto. Brett se turnaba con María para estar en su cabecera. El continuaba durmiendo en la cabina de Geordie Scott, pero comía en compañía de su esposa, que se impacientaba con esa inmovilidad forzada, dedicándole toda su atención y su tiempo libre.
A veces, la distraía leyéndole poemas de Shelley o Byron, guiando su espíritu e interrogándola sobre sus gustos en temas de arte. Otras veces, le hablaba de los principios políticos de Shelley, de las consecuencias de la fuga de Napoleón o del modo en que iba a acomodar a los niños en la casa de King Street.
Ashleigh se extrañaba porque su marido no hacía referencia alguna al pasado, pareciendo aceptar sin restricciones la situación actual. De su parte, ella sentía necesidad de una conversación más íntima, que esclareciese las dudas y aliviase las amarguras. Pero no quería desagradarlo, tocando un tema que él parecía evitar.
Brett jamás se había mostrado tan gentil, jamás se había mostrado tan franco , positivo y alegre. Era como si estuviese mirando el mundo bajo una nueva luz, o viéndolo realmente por primera vez. El nacimiento de su hija había producido ese milagro? O la reconciliación con su madre?
Pero había momentos en que lo sorprendía mirándola con aire pensativo. Sentía entonces que había una preocupación no expresada bajo esa admirable serenidad . Estaría pensando en hacer alguna referencia a sus relaciones anteriores, pero temiendo destruir la paz que habían conquistado? O estaría esperando, tal vez , que ella diese el primer paso?
Esas y otras cuestiones semejantes llenaban su mente en una tarde en que se encontraba sola en el camarote. Súbitamente, un pormenor le vino a la mente. Ella le había dicho, en los jardines de la condesa, que había dejado de ser la persona pasiva que siempre había sido y que había comenzado a tomar un control más activo sobre su propia vida.
"Entonces", ella se preguntó , "qué diablos estoy haciendo aquí? Esperando que mi marido venga a hablar conmigo y que en algún momento toque el tema de nuestra relación? Estoy volviendo a mi antiguo hábito de dejar que las cosas me sucedan?"
Arrojó la manta a un lado y se levantó . Sintió un ligero vértigo. Pero, recurriendo a todas su voluntad , caminó hasta el tocador y comenzó a prepararse con extrema atención. Antes de salir, se miró por última vez al espejo. Satisfecha, dejó el camarote y subió sin hacer ruido a la cubierta.
Brett estaba de espaldas a ella. Admiró sus hombros amplios, destacados por la casaca azul marina, el vigor de sus piernas musculosas, ligeramente separadas para que él mantuviese el equilibrio, y se sintió invadida por una oleada de sensualidad .
Mientras se dirigía al puente, un joven marinero se cruzó en su camino. Luchando contra una intensa timidez, él se sacó el gorro y le sonrió . Ella llevó un dedo a sus labios, indicando que quería sorprender a su marido, y el muchacho asintió lentamente.
Brett notó un movimiento en las sombras y dijo, sin volverse:
- Señor Cárter, pensé haberle dicho que... Ashleigh! Qué estás haciendo aquí?
- Por favor, Brett. No te enojes. Necesitaba respirar un poco de aire puro. Estaba comenzando a sentirme una prisionera.
- Piensa en tu salud, querida.
Ella sonrió .
- Estoy sintiéndome maravillosamente bien. aquí arriba está muy agradable.
Brett no pudo dejar de sonreír. Ella estaba tan linda! El viento agitaba sus cabellos, y el sol poniente parecía envolverla en una aura resplandeciente.
- Está bien. Pero creo que sería una locura abusar. Vas a quedarte aquí solamente algunos minutos. Después te acompañaré de vuelta al camarote.
- Oh, Brett...
- No quiero correr ningún riesgo. - La expresión de él se volvió sombría. - Cuando pienso que casi te perdí ...
Ashleigh posó la mano en el brazo.
- Haré lo que quieras.
El volvió a sonreír.
- Así se dice! Sabes manejar el timón?
- Oh, Brett... puedo?
- Ven - dijo él, permitiendo que ella pasase adelante.
Mientras colocaba las manos en el timón, Ashleigh sintió los brazos de él rodearla por detrás, el contacto más íntimo que habían tenido desde el nacimiento del bebé.
- Sujeta el timón con firmeza - le murmuró Brett al oído. - con mucha firmeza.
Aquella proximidad lo perturbaba. El perfume a violetas invadía sus fosas nasales. Casi reverentemente, se inclinó para aspirarlo, presionando sus labios contra los cabellos negros.
Su madre le había aconsejado cortejarla y mostrarse gentil. Pero no era tan fácil como imaginaba. Proceder lentamente, ganando tiempo... Cómo podía hacer eso si el menor contacto lo prendía fuego?
Expiró lentamente el aire que había retenido y apartó su cuerpo, pensando en por qué diablos Cárter demoraba tanto para volver.
Ashleigh se dio cuenta que él retrocedía y levantó los ojos. Las primeras estrellas, claras, comenzaban a brillar en el cielo oscuro.
- Brett... No es un milagro?
Sujetando el timón con una de sus manos, él volvió a la realidad.
- Si, amor. Es un milagro.
Ashleigh entreabrió los labios expectante. Quería tanto sentir el contacto de esa boca sensual sobre la suya! Pero se acordó del motivo que la había traído allí y murmuró, sin saber lo que decía:
- Quiero hablar con vos sobre los motivos que me llevaron a abandonarte, Brett.
El le levantó el mentón y sonrió .
- Ya me hablaste de eso, querida.
- Te hablé ?
- En la villa, en Livorno, te acuerdas? Cuando dijiste que lady Margaret...
- Oh, no! Me estoy refiriendo a la mañana siguiente al nuestro casamiento, cuando...
- Cuando Elizabeth fue a verte, y te convenció de que te habías casado con un canalla. Ella debe haber sido muy persuasiva!
Ashleigh se quedó en silencio , y él continuó :
- Y, en un cierto sentido, tenía razón .
- Tenía razón ? - preguntó ella asombrada.
Brett asintió con la cabeza.
- Tengo mi parte de culpa en lo que aconteció. sin justificarla, creo que Elizabeth por lo menos no mintió.
- No? No comprendo...
- Cuando ella te dijo , que yo iba a casarme solamente para asegurarme herederos. Que el placer, iría a buscarlo en los brazos de mis amantes. Y debo confesar que, me hubiese casado con ella, la situación sería exactamente esa.
- Pero... - murmuró ella esperanzada.
- Pero no me casé con Elizabeth. Me casé con vos y, de repente, me encontré al lado de una mujer adorable, sensual. sería un idiota si fuese buscar el placer en otros brazos.
- Está queriendo decir...
- Que vos sos todo lo que un hombre puede desear en todos los sentidos!
El la vio ruborizarse profundamente y bajar la cabeza. Gentilmente, la obligó a enfrentarlo.
- Pero eso no es lo más importante. Admito que tuve amantes en el pasado y nunca le fui fiel a ninguna de ellas.
- Comprendo...
- No, pequeña, no comprendes.
Brett hizo una pausa, en busca de las palabras adecuadas. Finalmente, se decidió por una expresión directa.
- Quiero que sepas que nunca tuve la intención de serte infiel a vos. Pero vos no me crees, cierto?
- Oh, Brett! No sé qué pensar. Esas noches en Londres... después de nuestras discusiones. Puedes jurarme que no hubo otras mujeres, entonces?
El suspiró profundamente.
- No. Vos me dejaste en el exacto momento en que yo comenzaba a pensar...
El viento comenzó a soplar en ráfagas violentas, arrancándole el timón de la mano y haciendo que el barco se desviase bruscamente a estribor. Sujetando a Ashleigh con uno de sus brazos, él agarró el timón con la mano libre, luchando para estabilizar la embarcación.
Una voz subió de la cubierta inferior:
- Estaré ahí en un momento, su Gracia!
Ashleigh miró al joven marinero que llegaba corriendo y le esbozó una sonrisa de simpatía: era el mismo con quien se había cruzado minutos antes.
- Parece que el viento cambió , su Gracia - dijo él. - Es mejor que vaya a avisarle al señor Scott.
- Yo haré eso, señor Cárter - respondió Brett, pasándole el timón. - No parece una cosa seria. Pero, si continua así, corremos el riesgo de hacer una pésima travesía del Canal de la Mancha !
Diciendo eso , Brett se volvió hacia Ashleigh.
- Voy a llevarte abajo, antes que el clima cambie.
- Dijiste el Canal de la Mancha ? - preguntó ella.
El esbozó una gran sonrisa.
- Si, amor. Mañana, a esta hora, estaremos en casa!

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