lunes, 20 de julio de 2009

EL BARBARO - LOIS GREIMAN - CAPITULO 19

CAPITULO 19


Después de frotar levemente la antigua herida debajo del típico plaid escocés que cruzaba su torso desnudo, Killian colocó piedras en el carro de carga que había llevado toda la mañana. Eso para no mencionar las otras tantas horas que había pasado para equiparlo con arreos para que pudiese ser tirado por un caballo.
Al volver a examinar el tosco producto de su trabajo, él dejó escapar un suspiro de desanimo, entonces , pensativamente, miró hacia el norte. A cerca de doscientos metros, en esa dirección, el río Nettle se deslizaba sin prisa en su lecho fértil. Saludando al sol que comenzaba a ponerse, un pájaro trinó desde lo alto de alguna de los árboles de las cercanías. Calmo y bucólico, ese lugar junto a la pedrera era muy bonito. No sería de extrañar si, allí, un hombre encontrase la paz. Pero... él se merecía tener paz? En un gesto instintivo, volvió sus ojos a Caraid, la espada de sus ancestros que, con su bella empuñadura, se hallaba apoyada en el muro de piedras.
Sin darse cuenta, Killian volvió a suspirar. Sería posible que hubiese llegado a parar a ese lugar para comenzar todo de nuevo?
Después de mirar de reojo a la vieja casa, colocó dos piedras más en el pequeño y rústico carro de transporte tirado por el capado. El alazán ni se movía. Treun, por el contrario, lanzaba su orejas hacia atrás y resoplaba cada vez que el polvillo de las piedras se elevaba en el aire. Censurando a su garañón con una mirada severa, Killian comentó :
-Prefiero que mantengas tus comentarios para vos mismo , muchachito, si no quieres transportar las piedras sobre tu lomo.
Horas atrás los dos se habían metido en un serio debate que había tenido por tema la pertinencia o no de que garbosos caballos de batalla tirasen de carros de carga llenos de piedras de una casa que estaba a punto de derrumbarse. Killian se había quedado con la impresión de que había perdido esa discusión.
Después sacudir la cabeza enfáticamente, el garañón levantó la pata delantera para golpear el tronco al que estaba amarrado.
- Y trata de quedarte quieto donde te puse - Killian prosiguió con sus amonestaciones -, si no quieres pasar el resto de sus días como un animal capado.
Levantando la cabeza en dirección al este, el enorme caballo soltó un relincho casi tan agudo cuanto el sonido de un clarín de guerra.
- Si - rezongó Killian -, para ese lado vive esa muchacha alocada de nombre raro. Muy lejos del alcance de tipos como vos. Y quiero que vayas sabiendo que esa yegua castaña no es menos peligrosa que su ama, quien se cree con derecho a abofetear a cualquiera cuando se siente provocada. La cara todavía me duele de la cachetada que ella me dio.
Treun resopló, en seguida se puso a golpear con el casco el árbol .
- Puedes reírte cuanto quieras. Pero apuesto a que te reíste cuando te atrapé ... en plena acción .. con tu bella yegua.
El caballo continuó golpeando el tronco con la pata, y Killian bufó en señal de irritación. Cuando había descubierto a su garañón y a la yegua de nombre raro en los bosques en las proximidades del establo incendiado, el miembro de Treun ya estaba erguido para entrar en acción.
- Ella es bonita, no te lo discuto , pero sentiste en tu propia carne la fuerza de esos cascos. Crúzate en el camino de ella nuevamente, y la yegua te va a hacer ver las estrellas.
Inquieto e irritado, el garañón se levantó en sus patas traseras.
- Ahora te crees un héroe muy macho , pero trata de no olvidar que, si yo no te hubiese arrastrado de allá, ella continuaría pateándote sin piedad. Además, fue un grande golpe de suerte que ella te haya pateado el anca y en el...
Treun volvió a relinchar, esa vez todavía más fuerte. Sobresaltado, Killian se dio vuelta a tiempo de ver surgir lentamente de los bosques la yegua castaña de la que acababa de hablar. Trayendo en su lomo a lady Glendowne.
Killian sintió que el aire le faltaba como si hubiese sido golpeado por un ariete. La baronesa cabalgaba con la elegancia y la distinción de una reina. Sus cabellos brillaban como oro al sol indolente, y sus ojos, verdes como las colinas de las Highlands , lo examinaban con claro desdén.
Ella hizo que su caballo se detuviese. La yegua bajó la cabeza en dirección a su pecho y revoleó sus ojos hacia Treun.
- Sir Hiltsglen. - La voz de Fleurette Eddings era melodiosa, y sus hombros cubiertos por el traje de terciopelo estaban hacia atrás , como los de un soldado pronto para la batalla.
- Mi lady - él la saludó .
- Me gustaría discutir cierto tema con vos. .. Eso es, si no estás demasiado ocupado discutiendo cuestiones privadas con tu garañón.
Killian se quedó mirando el horizonte por algunos instantes en un intento de no demostrar cuan avergonzado se sentía. La vergüenza que sentía era mucho mayor de lo que la baronesa suponía, puesto que un guerrero no debería dedicarse a hacer un trabajo reservado a los más humildes. Sin embargo , todo había cambiado tan de repente y de un modo tan inesperado que no le quedaba otra opción: era preciso adaptarse a las circunstancias o quedar impotente.
Un poco más conforme , él indagó :
- Sobre qué te gustaría conversar?
Ella permaneció callada, mirándolo con cierta impaciencia. Killian tuvo que esforzarse para mantenerse calmo.
- Viniste aquí con algún propósito, mi lady? O simplemente te perdiste en el camino?
Fleurette tenía un brillo airado en su mirada, y él se sintió complacido de constatarlo, ya que esa era una buena forma de recordar que esa mujer no era un frágil pimpollo. En el fondo, a pesar de su piel suave y del delicioso perfume que la envolvía, ella era tan impetuosa y arisca como el caballo que manejaba con destreza arrogante.
Dándole la espalda en un gesto deliberado, Killian se curvó y tomó otra piedra más de la pila a punto de derrumbarse para arrojarla sin el menor cuidado sobre las que ya se hallaban en el interior del improvisado carro. Y cuando finalmente volvió a mirar a Fleurette, vio que ella había curvado una cautelosa sonrisa en su cara de rasgos perfectos. Su piel, él notó, era clara como los pétalos de una flor , con un suave color rosado en lo alto de sus mejillas. Sus labios parecían suculentos como mangos maduros.
- No tendría más sentido utilizar al garañón para esa tarea? - ella indagó, indicando con la cabeza al capado de ojos cansados y aire apático atado al carro.
- Treun se considera más apropiado para otras misiones. Y es inútil discutir con él.
- Misione tales como... - Enderezando un poco más la espalda , la baronesa aclaró su garganta. - Treun?
- Ese es el nombre de él.
Ella no respondió. En el pasado, Killian no solía molestarse con el silencio, después de todo él no era el tipo de persona que perdiese su tiempo con conversaciones fútiles. Ahora ,sin embargo, el silencio de Fleurette lo ponía nervioso e incómodo .
- "Treun" quiere decir temerario - él explicó. - En galés.
- Oh. bien. .. - La yegua castaña parecía ejecutar los pasos de una extraña danza, aún así la baronesa mantenía su postura rígida y erecta, las manos firmes sobre las riendas. - Temerario es, teniendo en cuenta que no demostró ningún miedo al fuego en mi establo.
Fue el turno de Killian de mantenerse callado.
- Sería una tontería negar cuanto me gustaría tenerlo en el grupo de mis animales - prosiguió Fleur - Pero, después de lo que sucedió, reconozco que estoy más que satisfecha de que él se halle bajo tus cuidados.
Pasmado , Killian no lograba sacar sus ojos de los labios de ella. Cómo sería sentirlos sobre los suyos? Que gusto tendría esa boca carnosa que...
- Sir Hiltsglen?
- Oh, si. - Qué diablos era lo que ella había dicho ? Obligándose a desviar los ojos dos labios de la baronesa, Killian miró a Treun. El caballo pateó el suelo, después relinchó. - El no suele ser tan poco elegante.
- No sueles? - Fleurette tenía la frente fruncida en señal de sorpresa. - Hablas como si fueses su dueño por más de una década.
Carajo . Debía mantener la cabeza fría y controlar sus palabras, pero los labios de ella continuaban moviéndose, atrayendo su atención , haciendo que su cuerpo se tensase. Y ahora a baronesa lo observaba, y él no sabía que...
- Sir Hiltsglen?
Killian volvió a maldecir mentalmente. Que Dios lo ayudase, sería menos arriesgado enfrentar a una tropa de miembros de su clan que pasar diez minutos en la peligrosa compañía de esa mujer.
- Es que Treun... él me hace acordar a un caballo que tuve tiempos atrás.
-Si ? - Fleurette examinó rápidamente al garañón antes de comentar: - Yo nunca había visto caballos como él. En cualquier otro lugar de toda Inglaterra.
Después de mostrar sus enormes dientes, Treun comenzó a mordisquear la cuerda que lo amarraba al tronco del árbol .
- Si, bien. .. - Killian carraspeó . - Se trata de una raza que sólo es criada en las Highlands .
Fleurette volvió a estudiarlo. Y él sintió el impacto de esa mirada. Parecía que la baronesa lo estuviese perforando a la altura del corazón .
- Treun... - ella se calló, y Killian se dio cuenta que frotaba el lugar de la herida que Treun le había causado en lo alto del brazo. - él te mordió?
El más tenue indicio de una sonrisa se iba formando en los labios de pétalos de flores, invitándolo, implorándole una caricia. Killian dio un paso en dirección a ella, pero a continuación se contuvo con gesto de impaciencia.
- Tengo mucho que hacer - Killian anunció, manifestando parte de la irritación que lo dominaba. El esfuerzo de ignorar la excitación sexual lo ponía de mal humor. Y percibirse como el blanco de las bromas y el desdén de una bella dama con perfume a paraíso lo hacía arder y lo llevaba a apretar los dientes de rabia. Cómo era posible que manos tan pequeñas y delicadas como las de ella tuviesen tanta fuerza al abofetear ?
- Me gustaría queme dijese de una vez por todas por qué viniste a buscarme?
- Vine a buscarte porque me gustaría hablar de negocios.
Killian pasó sus manos por sus cabellos en un gesto exasperado. Con mil demonios, entonces ella no sabía que ciertos hombres todavía se comportaban como hombres? Que algunos hombres no podían oírla hablar sin sentir un deseo loco de besarla, de tomarla entre sus brazos y...Hijo de mil demonios , ahí estaba él otra vez, fantaseando como un muchacho adolescente.
- Pues no - Killian dejó escapar entre dientes .
- - Un caballero... O mejor dicho , un caballero bien educado no discute negocios como dos fieras peleándose por una presa.
- Y qué haría ese tipo de caballero, mi lady? - indagó Killian, rehusándose a sentirse diminuido.


- Tal vez ... - después de mirar de reojo a la casa, Fleurette continuó - Tal vez me invitaría a conversar mientras tomamos un té con galletas.
Por poco Killian no lanzó una carcajada. Té! Y con galletas! A pesar de lo absurdo de la sugestión, Killian se curvó en una burla de reverencia y, señalando la casa, comentó con sarcasmo:
- Perdóneme, mi lady, por mi falta de atención . Te gustaría conocer las dependencias de mi majestuosa residencia?
- No. - con mucha calma, ella fingió sacar un grano de polvo de su vestido impecable. - Aún así , te agradezco la invitación.
Tal vez fuese el tono que la baronesa usaba que hacía que su sangre hirviese. Tal vez fuesen sus provocaciones veladas. O tal vez , y mierda nuevamente , solamente fuese ella misma.
- Es extraño... - él se acercó un paso y, en el mismo instante, la yegua retrocedió . - No pensé que vos fueses el tipo de mujer que teme a un hombre rudo como yo.
- Temer? - Fleur tiró las riendas de Filie para hacerla aquietarse. - Muy pocas cosas en esta vida me causan miedo. Y hombres como vos no están entre ellas.
- Entonces , por favor. - Killian le dio una sonrisa de oso irritado, en seguida levantó el brazo para señalar la vivienda muy humilde. El movimiento le provocó un ardor insoportable a lo largo de los bíceps. Maldito caballo... sería justicia hacerlo pasar el resto de sus días como un solitario capado. - No te gustaría entrar para que conversemos en mi humilde hogar?
Fleurette miró la casa calculando que, si fuese reparada, toda la edificación cabría en la suite destinada al Lord de Briarburn.
Entonces sus miradas se cruzaron. La baronesa hizo un gesto medio irritado, pero en el momento siguiente su expresión cambió , y ella volvió a levantar el mentón , anunciando:
- Muy bien , vamos . - Con eso, sacó uno de sus pies del estribo , se equilibró por un instante en el otro pie y saltó al suelo .
Moviendo las ancas, la yegua revoleó los ojos en dirección a Treun. Ahora todavía más inquieto, el garañón parecía listo para derribar el árbol donde estaba atado.
- Dónde puedo dejar mi caballo? - indagó Fleur, quien, después de una rápida mirada a las inmediaciones, se mostró un tanto extrañada. - Oh, veo que no tienes un establo.
A punto de partir sus dientes de tanta tensión, Killian retrucó :
- Trae a tu yegua aquí atrás.
Com eso partió en dirección al costado de la modesta casa y, no sin cierta sorpresa, se dio cuenta que ella lo seguía. A espaldas de ellos, el impertinente relincho de Treun se transformó en un relincho suplicante. Indignado ante tamaña falta de dignidad, por poco Killian no bufó antes de mostrar las ruinas de un establo hecho de piedras.
- Puedes dejarla aquí.
A juzgar por la apariencia, el lugar debía haber sido bastante bueno, pero el paso del tiempo y la falta de cuidados habían dejado sus marcas indelebles. Aún así , él había encontrado un modo de restaurar una pequeña parte de la construcción y también de proveer una cobertura de madera que la protegiese de la lluvia. Desgraciadamente , la puerta se había perdido, y en lugar de ella el tronco de una árbol , sin ramas, servía como cancela.
Después de guiar a Filie adentro del establo derruido, Fleurette le aflojó la cincha, después la dejó en el improvisado establo antes que Killian volviese a colocar el tronco en su lugar. Afuera , ella se dio vuelta para encararlo. Y él, sin tener la menor idea de que hacer, se quedó mirándola en silencio.
- No sería mejor que entremos antes que la lluvia nos moje? - ella sugirió.
Al levantar los ojos hacia el cielo, sólo en ese instante Killian se dio cuenta que había comenzado a lloviznar. Entonces se dio vuelta en dirección a la puerta de los fondos de la casa.

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