CAPITULO 36
Brett se dispuso a escribir el diario de abordo. Llegó a escribir algunas líneas . Después , se quedó con la pluma en el aire, sus pensamientos muy lejos de allí.
Horas después de recibir la noticia de la fuga de Napoleón , había convencido Patrick de tomar, como él, rumbo a Inglaterra. Su cuñado se había mostrado reticente al principio. Pero el argumento de que Italia albergaba amigos poderosos del Corso, haciendo peligrosa la permanencia de ellos en Livorno, acabó por convencerlo.
Automáticamente, pensó si no había sido una decisión precipitada, si no había cometido un error, dando órdenes para zarpar. El cielo estaba sin nubes, el mar ,calmo. Pero si el clima cambiase? Cómo enfrentarían las amenazas del mar y del viento, teniendo a bordo una mujer que luchaba para traer una criatura al mundo? Había riesgo de que surgiesen complicaciones. ..
Súbitamente, un grito ahogado llegó a sus oídos. Dejó la pluma sobre la mesa el cerró el diario, dominado por el temor. Por qué el doctor Arrighi no hacía algo para aliviar el sufrimiento de ella?
Había logrado convencerlo de permanecer a bordo con la promesa de una generosa recompensa por sus servicios. Pero, ahora, se daba cuenta que no debía haber confiado tanto en un profesional con tan poca experiencia!
Otro grito lo hizo levantarse de un salto y correr hacia la puerta . Antes que pudiese alcanzarla, Megan irrumpió en la cabina, jadeante.
- Disculpa, Brett. Pero...
Sus palabras precipitadas y nerviosas lo hicieron empalidecer.
- Qué pasa, Megan?
- Tenemos complicaciones.
- Qué tipo de complicaciones ?
La irlandesa retorció sus manos afligida.
- Ella está muy cansada, Brett. No podrá aguantar por mucho tiempo. El médico tal vez tendrá que escoger entre la vida de la madre o del hijo.
- No habrá ninguna elección ! - él se alteró. - Voy a decirle a Arrighi que salve primero en Ashleigh. Otros bebés podrán venir después .
- Espera un instante! El es católico. No estoy segura, pero parece que en casos como ese la Iglesia ordena salvar la vida del hijo.
En ese instante, otro grito cortó el aire. Desesperado, Brett agarró a Megan por el brazo y la arrastró hacia la puerta .
Segundos después , entraban precipitadamente en el camarote, donde Ashleigh gritaba en la cama.
- Fuera! - Brett avanzó hacia el médico, completamente trastornado.
El doctor lo miró , perplejo. No estaba preparado para esa explosión.
- Cómo?!
- Le dije que se fuera! - volvió a decir Brett, interceptando sus pasos para impedirle que se aproximase a la cama.
- Pero, su Gracia...
- Ya me oyó . No quiero que vuelva a poner sus manos en mi esposa!
El doctor Arrighi encogió los hombros en un gesto de resignación, agarró su maleta y caminó hacia la puerta .
Mientras Brett se inclinaba sobre el lecho, su esposa gemía retorciéndose con espasmos.
- Oh, mi Dios...
Cuando el dolor cedió, transformando la agonía en un débil murmullo, ella abrió los ojos.
- Brett... Sos vos?
- Si, amor. Guarda las fuerzas. Megan y yo estamos aquí para ayudarte.
- Oye bien, querida - dijo la irlandesa. - Haz todo lo que le pedimos y no habrá problemas.
- Estoy tan cansada...
Brett le sujetó las manos con fuerza.
- Yo voy a ayudarte, amor. Apóyate en mí y no desistas!
Megan se inclinó todavía más para observar mejor. Pasado un minuto, ella anunció :
- Estoy viendo la cabeza!
Satisfecha, ella se puso a lavar meticulosamente sus manos, diciendo:
- Continua pujando, como te enseñé.
Después de secarlas, volvió a ocupar su puesto al pie de la cama.
- Muy bien , querida! Sólo un poco más... Cuando yo te avise, puja ... Ahora!
Los minutos pasaban, llenos de gritos de la parturienta y de palabras de estímulo de sus asistentes. Finalmente, un último grito agónico fue seguido por la aparición de una pequeña cabeza oscura y húmeda, que se deslizó hacia las manos de Megan. Segundos después , todo estaba acabado.
- Gracias a Dios! - gritó la irlandesa, llena de alegría. - Es una niña! Pequeña, pero saludable. Oigan!
Ashleigh oyó el débil llanto infantil y se puso a reír y a llorar al mismo tiempo. Había dado a luz a una niña!
Brett miraba la criaturita que se agitaba en las manos de Megan, con aire enfurecido.
- Lo lograste, querida!
Ashleigh levantó los ojos hacia él.
- No estás frustrado? Una niña...
- Oh, querida. Estoy tan orgulloso de vos! Nuestra hija !
Ashleigh sonrió y cerró los ojos.
- Gracias, amor - le murmuró .
Brett miró al frágil bebé acostado al lado de su esposa. Lentamente, casi con reverencia, sus ojos examinaban cada detalle de esas minúsculas facciones : las pestañas oscuras, la nariz perfecta, la boquita rosada, entreabierta...
Después , su mirada fue hacia el rostro pálido de Ashleigh. Ella parecía todavía más bella en su dulce cansancio. Se acordó de otra época, en que la había estudiado mientras ella dormía, y sintió una puntada de vergüenza. Cómo había podido creer que esa niña dulce y gentil podía ser capaz de cosas terribles? Estaba tan ciego...
Veló el sueño de su esposa y su hija por un momento más. Entonces , salió mansamente del camarote y se dirigió por el pasillo, corriendo escalera arribas con vivacidad . El timonel le hizo un gesto de saludo, que retribuyó con una amplia sonrisa, antes de inclinarse sobre la baranda.
Era una bella noche, oscura y sin nubes. En el cielo , brillaban incontables estrellas, que parecían lanzar, con la suavidad de su luz, una promesa de eterna seguridad sobre la Tierra.
Lleno de paz, bajó los ojos y vio a Finn emerger de la oscuridad y apostarse a su lado. Le acarició tiernamente la cabeza y volvió a mirar el cielo . Qué había de diferente allá? Había mirado ese cielo centenas de veces. por qué sólo ahora él le transmitía esa seguridad sin limites.
Conocía la respuesta. Hasta entonces, lo había mirado con el distanciamiento de alguien separado del milagro de la creación. Ahora, formaba parte de ese milagro. Había visto un nuevo ser llegar al mundo y eso tenía algo de divino. De algún modo, le parecía que todo, la vastedad del cielo, el misterio de las estrellas, el nacimiento de una criatura, era el producto de otro milagro, el amor.
Eso había sucedido cuando había dejado de considerar Ashleigh solamente como una mujer atractiva para considerarla una persona valiosa que le había mostrado el significado de la vida.
Ella le había dado un hijo. Le estaba agradecido, pero no solamente por eso. Ella había logrado librarlo de la prisión de recuerdos que lo sofocaban.
Súbitamente, arrojó la cabeza hacia atrás y se puso a reír, una risa profunda y alegre, que hizo eco extrañamente en la borda silenciosa.
- Abuelo ! - gritó, dominado por la deliciosa sensación de libertad.
- Estoy comenzando a vivir.
A la mañana siguiente, el Ashleigh Anne abordó Ravenscrest. Una plancha fue extendida entre las dos embarcaciones, permitiendo que Patrick y María pasasen de una para a la otra embarcación.
- Recibimos las señales - le dijo Patrick a Geordie Scott,
que los aguardaba en el puente. - Qué sucedió ?
- Nada para preocuparse, sir Patrick. Y no puedo adelantarle nada mas. Tengo órdenes de llevarlos al piso inferior. Acompáñenme, por favor.
La sonrisa ancha del primero oficial apartó los últimos recelos e hizo que ellos lo acompañasen sin cuestionar.
- Aquí estamos, señor.
Geordie Scott golpeó la puerta de un camarote.
- Los visitantes han llegado, su Gracia.
La puerta se abrió , y Brett los recibió sonriente.
- Entren, por favor.
Encontraron a Ashleigh sentada en la cama del capitán, su cuerpo delicado apoyado en varias almohadas. Los brillantes cabellos negros estaban sujetos por una conta azul, del mismo color del camisón, y su rostro irradiaba felicidad . Había un bebé en sus brazos.
- Aproxímense - dijo ella con una sonrisa. - quiero que conozcan a alguien muy especial.
María se inclinó sobre la niña y acarició suavemente su carita rosada.
- Mi pequeña princesa...
- Sir Patrick, o mejor dicho , el tío Patrick - dijo Brett. - Quiero que conozcas a Marileigh Megan Westmont, vizcondesa Westmont.
- Marileigh Megan? - preguntó él, todo orgulloso, mientras tocaba los cabellos oscuros de su sobrina.
- Resolvimos darle el nombre de tres mujeres que tendrán mucha importancia en la vida de ella - dijo Ashleigh, levantando a la niña en el aire.
Brett tomó a su hija y se dio vuelta hacia la Condesa.
- Si, tres mujeres muy importantes: la madre, la tía, y la abuela y futura madrina.
Los ojos de él encontraron los de María.
- Me gustaría que tuvieses a tu nieta en los brazos... madre?
Lágrimas de felicidad inundaron los ojos de ella.
- Me gustaría mucho , hijo.
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