martes, 28 de julio de 2009

EL BARBARO - LOIS GREIMAN - CAPITULO 29

CAPITULO 29


Instantes después Killian soltaba las manos de Fleur para levantarla en sus brazos y, con la sensación de que cargaba un ser divino junto a su pecho, caminó hasta un lecho de musgo sobre la tierra, donde un tenue perfume a cardo acariciaba la noche. Apoyándose en sus rodillas, la recostó allí, no sin cierta reverencia. Fleurette sacudió la cabeza antes de murmurar:
- Perdóname, pero no creo que debo...
Killian volvió a besarla. Y la sintió estremecerse junto a él mientras deslizaba una de sus manos a lo largo de su cuello y por el hombro delicado .
- Killian... - ella murmuró en un murmullo . - Cielos, perdí la cabeza. Discúlpame. No soy una libertina. Juro que no. Yo nunca...
Levantando la túnica , él se la quitó junto con el cinturón . Entonces oyó a Fleurette jadear y, en el instante siguiente, ella tocaba su pecho. Killian jadeó. Una oleada de emociones le provocaba la sensación de tener todo el cuerpo en carne viva.

Fleurette le acarició un pezón, después delineó con la punta del dedo la trayectoria de una cicatriz que le cruzaba el pecho. Pero cuando sintió que la mano de ella recorría la superficie de su abdomen, Killian le agarró los dedos antes que perdiese el control y estallase su pasión. En el momento en que sus miradas finalmente se encontraron en la penumbra que los envolvía, ella susurró :
- Eres muy bonito.
- Muchacha, no me parece que...
- Shhh... - Fleurette enroscó os dedos con los de él. - sé que eres tan temerario como el Celta, pero... No quieres contarme por qué estás tan cauteloso?
- Tengo miedo de que cambies de idea y me dejes aquí solo. - Killian soltó la mano de Fleur para que ella se desvistiese. - ... que me dejes loco de deseo y desesperado por sentirme adentro tuyo.
Los ojos de ella lo eludieron, pera la mano pequeña y delicada fue posarse sobre la erección de Killian.
- Por favor... - él jadeó.
- Qué hay de malo en esto?
- Nada. - él apenas lograba respirar, y mucho más para razonar con claridad. - No hay nada de malo. Es sólo que... hace mucho tiempo que no...
- Yo también.
Ella intentó acariciarlo nuevamente, pero Killian le tomó ambas manos, diciendo:
- No tienes idea de cuanto de tiempo, es mucho ... mucho tiempo... - Y con eso volvió a besarla.
Fleurette gimió con la caricia. Y se puso a susurrar palabras incoherentes mientras él le besaba el mentón , el cuello, la curva del hombro y, abriendo el escote del camisón , y la parte superior de sus pechos. Sus labios volvieron a encontrarse. Killian extendió los brazos para alcanzar el ruedo del camisón , y Fleur lo ayudó a quitarlo.
En segundos , ella estaba desnuda. Killian le acarició los pechos y los pezones erguidos, suspirando de placer al oírla gemir en respuesta a su contacto. Entonces tomó uno de los pezones en su boca para lamerlo con su lengua.
Fleurette arqueó la espalda con un gemido. Incapaz de continuar dominándose, Killian se colocó sobre el cuerpo de ella, sujetando con fuerza las nalgas femeninas. Entonces se hundió dentro de ella con el ansia que la pasión le imponía.
Los dos jadearon al misma tiempo. Pero los recuerdos tan antiguos como dolorosos lo asaltaron como un castigo inexpugnable. Paralizado por esos recuerdos, Killian intentaba librarse de la oscuridad causada por la traición cuando oyó un gemido apremiante escaparse de los labios de Fleurette. Ella le susurró :
- Killian.
Y fue escuchar su nombre en esa boca que tanto amaba que lo trajo de vuelta al presente. Acomodándose dentro del cuerpo que lo recibía con ardor e inconfesable deseo, él empezó a moverse cadenciosamente, entrando y saliendo de su sexo tibio y húmedo .En un movimiento que Killian nunca hubiese esperado , Fleurette enlazó sus piernas por su cadera, y usó todas sus fuerzas para hacerlos girar sobre el lecho de musgo hasta que ella quedó colocada encima de él. Entre sorprendido y enardecido , perdido entre el amor y la pasión, la sujetó por la cintura y se dejó cabalgar por ella .
Fleur le agarró los brazos, y él se aferró a sus muslos. Uno de los pezones de ella se escapaba por entre los cabellos castaños que cubrían sus pechos como una cortina de seda. No, ninguna otra mujer podría ser tan bella, tan graciosa, tan excitante...
Entre gemidos y suspiros, alcanzaron el climax juntos. Instantes después, Fleur se dejaba caer sobre su pecho bañado en sudor. Cerrando as párpados, Killian sintió todos los músculos de su cuerpo latir de saciedad y cansancio. Entonces , mientras acariciaba los cabellos de ella, la sintió resbalarse hasta acostarse a su lado, una de sus piernas enlazada con la suya, uno de los brazos cruzándole el pecho.
Y fue así, a la sombra del Celta Melancólico, que Fleur se adormeció.
Se despertó con un suspiro profundo. Por primera vez en años, ningún pesadilla había acechado su sueño. más que eso: se sentía descansada y con una extraña sensación de contentamiento. Fue entonces que recordó que...
- Mi Dios. - Se sentó abruptamente. - Dios Santo.
Sin embargo , le bastó una rápida mirada a su alrededor para constatar que se hallaba en sus aposentos, en su cama. Con los lazos del camisón atados en su cuello . Como siempre. Como no podía dejar de ser. Había sido sólo un sueño. Pero... no, la realidad no podía ser ignorada. No había como olvidar la pasión desenfrenada, el orgasmo dulce, la piel morena rozando la suya.
Volvió a cerrar los ojos. No solamente había hecho amor con Killian, sino que también había traicionado a su prometido. Había faltado a la promesa de compromiso hecha a Stanford antes incluso de pronunciarla en un altar. Cielos, cómo había podido ... Muerta de vergüenza, Fleur hundió su rostro entre sus manos. No tenía idea de cómo había llegado a su cuarto. Además, se estremecía de sólo pensar que... Killian la habría llevado hasta allí ? Cargadora escaleras arriba? Desnuda? Alguien lo había visto ?
Imaginarse desnuda en los brazos de él le provocó un delicioso estremecimiento, y muy rápidamente, Fleurette saltó de la cama para empezar a caminar inquietamente. Había perdido el juicio. Sólo podía ser eso. Después de todo , estaba comprometida para casarse. Comprometida! Llevando su mano temblorosa a su boca, se quedó mirando el vacío.
No le restaba otra opción, no había nada más que hacer: tenía que ir a hablar con Stanford. Contarle lo que había pasado. Explicarle. Después de todo, no era posible que él se hubiese mantenido casto desde la muerte da esposa. Seguramente Stan iba a entenderla. Probablemente iba a perdonarla. Y si él lo hiciese, entonces quedaría probado que era un hombre generoso y comprensivo, el hombre adecuado para ser su segundo marido.
Si, era eso lo que debía hacer. Lo más rápidamente posible.

- Mi lady. - Stanford entró en su sala de visitas con su acostumbrada elegancia.
- - Querida, yo quería verte. Tanto que me hice una corrida hasta tu oficina, pero no te encontré allá.

- Espero que no estés molesto por eso. - Fleur se sentía pálida y sin fuerzas.
- No digas tonterías. Claro que no. Volví acá y me puse a jugar con mi perro.
En ese mismo instante ella se acordó de las observaciones mordaces de Killian, y un impulso la hizo preguntar :
- Pasas mucho tiempo con tu perro ?
- Ah, muchisimo, lo adoro... - él sacudió la cabeza en un gesto desalentado. - Después tuve que ir a lo del sastre para hacerle una reforma a último saco que me hizo. Una cosa complicadísima queme llevó mucho tiempo.
Maldito escocés. Por poco Fleurette no hizo una mueca.
-Pero no viniste hasta aquí para conversar sobre mi perro o mi guardarropa, por más fascinante que esos temas sean, verdad? - Stanford le dio una media sonrisa para pronto ponerse muy serio. - Algún problema, mi querida?
-No. Yo... no. - Las dudas la azotaban sin piedad, y el sentimiento de culpa era igualmente torturante, aún así Fleur decidió que no volvería atrás. Después de todo , solamente la verdad tal vez pudiese redimirla. - Te molestaría si caminásemos un poco por el jardín?
El barón miró de reojo por la ventana. A pesar de las densas nubes grises que anunciaban lluvia, él aceptó :
-Claro que no, mi amor. Déjame ir a buscar un saco.

Los jardines florecían con rosas y violetas. Caminaron lado a lado en silencio, por algunos instantes, hasta que Stanford, con las manos cruzadas en la espalda , finalmente tomó la iniciativa de preguntar :
- Viniste a conversar respecto a nuestro compromiso?
- No. O mejor dicho , si. - Fleurette sintió su estomago tensarse . - De cierto modo.
-Si has cambiado de idea, no necesitas preocuparte . Basta con decirlo, Fleur.
- No, no es eso. .. es que... - Deteniéndose, ella se obligó a mirarlo a los ojos. - Eres un hombre muy bueno, Stanford. Es más, me temo que seas demasiado bueno para mí.
- No estoy entendiendo ...
- Yo no te merezco .
- Mi querida - el barón le tomó las manos- todavía no te diste cuenta de la profundidad de los sentimientos que tengo por vos?
- Estoy segura que ...
- No, me parece que no lo estás. Pues nada de lo que vos puedas decirme podría hacerme cambiar de idea respecto a nuestra futura unión.
- Tal vez estés equivocado - ella murmuró después tragar en seco.
- Cuánto tiempo hace que nos conocemos?
- Casi ocho años, supongo. Nos conocimos antes que yo me casase.
- Y aún así crees que no aprendí a reconocer los mas mínimos detalles de tu comportamiento?
- Stanford, yo...
-Estoy consciente de tu falta de consideración para conmigo.
- Qué?
- Como ya te dije, quería verte. - él tenía el semblante austero y los ojos francos. -Entonces fui a Briarburn anoche.
- No...
- Ya era tarde, pero no conseguí resistir la necesidad de estar con vos nuevamente. Pero antes de llegar a tu casa...
Fleurette tuvo que hacer un esfuerzo inmenso para vencer a vergüenza que sentía.
- Stanford, Lo siento mucho . De verdad. Yo no quería...
- Lo sé . Lo sé . - él le tocó su mejilla. - Y es por eso que te perdono . Sé que él no es el tipo de hombre con quien vos elegirías casarte. Por Dios, Fleur, sos una dama de estirpe, y él es.. .. - Callándose, Stanford pasó la mano por los cabellos de ella.
- Estuviste allá y sabes todo... - Fleurette jadeó. - Y aún así me perdonas?
- Cuáles son mis opciones, querida? - Los ojos de él expresaban bondad ; su rostro estaba destituido de emociones. -Te quedarías más contenta si tuviese un ataque de cólera y celos?
- No, claro que no. Pero... - Killian seguramente no se quedaría allí, mirándola y fingiendo que nada malo había acontecido, pero la actitud de Stanford tal vez fuese producto de un amor verdadero, maduro, generoso y conciliador. Pero, a pesar de todas esas virtudes, eso no era lo que ella deseaba para su vida. Acababa de descubrir que lo que verdaderamente quería eran la pasión, los sentimientos desbocados, las emociones a flor de piel. - No te importa que yo ...
- Si me importa? Verte con ese... - él cerró los ojos por una fracción de segundo y, cuando volvió a abrirlos, los tenía humedecidos. - Es justamente porque me importas que tengo que perdonarte. Pues es eso o perderte para siempre.
- Oh, Stanford. - ella le acarició el rostro. - Lo lamento tanto, tanto....
- Entonces dilo... - Pasando la mano por el brazo de Fleurette, el barón terminó por entrelazar sus dedos con los de ella. - Entonces júrame que no volverás a hacerlo.
Fleur intentó complacerlo, intentó jurar fidelidad, intentó prometer una lealtad eterna e incondicional. Pero las imágenes de lo que había pasado la noche anterior volvieron a su mente envueltas en una bruma perfumada: los músculos rígidos debajo sus dedos, la explosión de emociones, la inexplicable sensación de que su lugar era al lado de Killian de Hiltsglen.
- Bésame - ella pidió.
- Cómo?
En vez de responder, Fleurette cerró los ojos. Después de un instante de vacilación, Stanford le dio un beso repleto de ternura y afecto, de promesas de seguridad y bienestar. Ella no logró sentir nada. Y, abriendo los ojos lentamente, murmuró :
- Discúlpame. - Por más que sus pensamientos fuesen un torbellino , de una cosa Fleur tenía certeza absoluta: no tenía derecho a unirse a ese hombre deseando a otro. - No puedo casarme con vos, Stanford. Lo siento mucho .
- Por favor. - él le apretó las manos mientras la miraba con sus ojos límpidos. - No hagas nada de lo que puedas arrepentirte.
- Perdón. - Dándole la espalda , Fleur corrió en dirección al lugar donde había dejado a Filie.

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