miércoles, 15 de julio de 2009

EL BARBARO - LOIS GREIMAN - CAPITULO 12

CAPITULO 12


Al ver al bello caballo de batalla estirar su cuello para adelante y agitarse como si estuviese profundamente irritado, Fleurette se dio cuenta que debía mantener una distancia segura del animal. Y en verdad lo habría hecho, sólo que antes que pudiese apartarse, el caballo le pisoteó el pie.
Asustado con el grito que ella dio , el garañón, muy irritado por no conseguir soltarse, relinchó y volvió a levantarse en sus patas traseras. Una de sus rodillas delanteras fue a alcanzarla a la altura de la cintura, haciéndola perder el equilibrio. Fleurette llegó a curvarse con la intención de contra balancear el impacto recibido, pero acabó cayendo en la calle. En un primer momento, atontada por haberse golpeado la cabeza en el suelo , realmente se quedó inmóvil ; pero a continuación , ya un poco mas recuperada, simplemente se vio paralizada de miedo al ver los gigantescos cascos protegidos por herraduras agitarse encima de su cabeza.
Y entonces , de repente lo inevitable cambió su curso. En un momento estaba caída y condenada al aplastamiento , y en el siguiente, era arrebatada del suelo como una hoja levantada por el viento. Un instante después las patas del garañón golpeaban la calle con un golpe seco, y Fleurette, recorrida por violento escalofrío, tuvo la sensación de despertar de una pesadilla.

- Fleur! Oh, Dios! - con los ojos pasmados y con el rostro pálido, Lucille corrió junto a ella. - Estás bien? Te lastimaste?
- Si. No. - Al sacudir la cabeza en un gesto medio entorpecido, Fleurette se dio cuenta que un punto detrás de sus ojos latía. Así como sus codos, con los cuales había intentado amortiguar el impacto de la caída. - Si, estoy bien. Es que... Oh, todo esto tan vergonzoso! No sé como fui...
- Respira profundamente, querida - Lucille parecía de hecho preocupada. - No te lastimaste ?
Por miedo al dolor, Fleurette evitó volver a menear la cabeza para decir que no. Aunque sintiese los pies firmemente plantados en el suelo , tenía la impresión de que alguien la sujetaba por el brazo, como para evitar que se cayese nuevamente .
- Cómo pude ser tan tonta? No sé qué me pasó , sinceramente. Creo que no atiné a... Oh, la verdad fue que ese garañón me hizo acordar al caballo de batalla de la escultura del Celta Melancólico, y yo... - Levantando la mano, ella hizo un gesto vago en el aire para indicar que no quería o no sabía como proseguir.
- Señor - dijo Lucille, mirando al hombre de espaldas a ella -No sé cómo expresar nuestra gratitud por su acto de valentía.
Temblorosa y sintiéndose una completa idiota, Fleurette bajó la cabeza. Santo Dios, cómo había sido tan estúpida como para aproximarse a un garañón irritado? Pero, oh!, él era simplemente majestoso. Realmente, el caballo parecía mágico, musculoso y altivo como salido de un pasado remoto, las crines negras como brea formando un topete que le caía sobre los ojos que parecían sobrenaturales. Se había sentido atraída contra su voluntad , del misma modo que le había sucedido en París, exactamente como le ocurría todas las noches, cuando retornaba a su casa y tenía que ir al jardín para... Estremeciéndose, Fleur trató de apartar esos pensamientos.
- Debo estar pareciendo una perfecta idiota. Lo siento mucho que haya tenido... - Al darse vuelta para agradecerle al caballero a quien Lucille se había dirigido, ella interrumpió lo que iba diciendo para, enojada, murmurar entre dientes : - Vos!
Frunciendo las cejas, el escocés bajó la cabeza para mirarla a los ojos.
- Esta vez te metiste en problemas solita, verdad, muchacha?
- Qué estás haciendo aquí?
- Por casualidad no te enseñaron que no debes meterte con un animal irritado que no está familiarizado con vos?
- Sos un ... - Fleurette se calló, aturdida con la idea de lo que acababa de ocurrirle: parecía que Hiltsglen, así como el caballo, habían salido de sus sueños más inquietantes para materializarse justo delante de sus ojos. O, más extraño todavía, parecía que nuevamente él había surgido de repente de la nada para socorrerla en un momento de peligro. Por otro lado, si ella se estaba imaginando esas cosas, entonces era señal de que estaba enloqueciendo . Ella nunca había sido una mujer de alimentar fantasías tontas ni jamás se había imaginado a sí misma como la heroína de fábulas fantásticas. Y suponer que tal vez estuviese comenzando a comportarse como una romántica fantasiosa entregada a delirios la enojaba profundamente . - Vos me estás siguiendo?
- siguiéndote! - Hiltsglen le sacudió el brazo como llamándola a la razón. - No soy su paje, niña mimada , aunque realmente parece que estás precisando a alguien para velar por tu bienestar. No se te pasó por la cabeza que ese caballo podría haberte matado?
- Mimada! Sos un . .. Vos. .. Suéltame! - Fleurette tironeó de su brazo que él todavía sujetaba con fuerza.
Ambos entonces se encararon como dos tigres furiosos.
- Dime, muchacha - él gruñó entre dientes -, está queriendo matarte, o simplemente quedar tullida de por vida?
- Escúchame - ella respondía en el mismo tono -, vos no sos la persona más indicada para andar por ahí criticando el comportamiento de las demás personas. Y estoy absolutamente segura que, si dejases de importunarme, todo será mejor . Después de todo , si no fuese...
- Qué pasó ? - quiso saber un señor de edad que había dejado la tienda para ir al encuentro de ellos. El caballero usaba una anticuada peluca blanca que enmarcaba su rostro pálido y tenía las manos un tanto temblorosas. - Mi lady, está bien?
Intentando recomponerse, Fleurette enderezó los hombros. Ya se había dado cuenta de que tenía el vestido rasgado debajo de la axila y todo sucio de tierra a la altura de las rodillas, los zapatos , embarrados y los cabellos completamente desaliñados.

- Estoy perfectamente bien, gracias - afirmó ella, antes de empezar a alisar sus faldas. - Gracias.

- Mi buen Dios! El caballo... - El viejo volvía sus ojos al garañón que volvía a empinarse en sus patas traseras y, dando dos pasos hacia atrás , preguntó : - Ese animal la atacó él. ..
- No hay de que preocuparse - aseguró Fleurette, intentando ignorar que se sentía inmensamente irritada con toda esa situación. - A decir verdad, la culpa fue toda mía.
- No, apuesto a que no fue así. Oh, Señor, mi Betsy me dijo que comprar un caballo como ese era una locura. Escoge un animal robusto y manso para que nuestros nietos monten , ella me dijo, pero yo soy tan terco. Yo debía saber que esto acabaría sucediendo. - El anciano dejó caer sus hombros . - Desde el día que lo compré, ese caballo sólo me ha dado dolores de cabeza. Primero fue la yegua del vecino, ahora esto...
- Ya le dije que no fue nada - Fleur intentó tranquilizarlo.
- No, no. Esto no puede continuar. No puede continuar de ningún modo . - él miró de reojo a la pequeña multitud que se aglomeraba para ver qué había sucedido . - Pero voy a resolver este problema ahora mismo. Ahora mismo. voy a buscar a alguien que lo sacrifique antes que...
- No! - ella exclamó, pero su protesta fue ahogada por la enfática objeción interpuesta por el escocés. después darse vuelta para mirarlo ferozmente , Fleurette volvió a dirigirse al dueño del caballo: - Yo le compro el caballo señor ...
Hiltsglen decía exactamente la misma frase.
Sin la menor disposición a perder el tiempo discutiendo con el gigante a su espalda, ella se aproximó un paso al anciano. Y, reuniendo la poca paciencia que todavía le quedaba, trató de sonreír p mientras decía:
- Mi amable señor, le pido disculpas, pero todavía no tuve la oportunidad de preguntarle su nombre.
- Bayberry - respondió el anciano, mirando de reojo al caballo. - Lord Bayberry de Kent.
Con la intención de captar la atención de él, Fleurette ensanchó la sonrisa.
- Pues entonces , lord Bayberry, desgraciadamente tengo que admitir que yo sola soy la responsable de este desagradable incidente. Creo que fui un tanto atrevida y... bien, en verdad fui yo quien se asustó de su pobre caballo. - Ella ahora se aproximaba al garañón. El caballo, agitando sus larga crines, le mostró los dientes. Santo Dios, que animal estupendo!
El garañón golpeaba sus patas contra el suelo . Sus cascos con herraduras golpeaban los adoquines como los golpes de la maza de un herrero, y con tanta fuerza que sólo faltaba producir chispas.
- Los garañones tienden a ser problemáticos - prosiguió Fleurette -, y seguramente usted no tiene por qué lidiar con los cambios de humor de un animal. Realmente, su esposa tiene razón: un caballo robusto de piernas cortas o un capado se adecuarían mejora sus necesidades. Yo misma poseo varios caballos viejos, para todos los usos, que podría cambiar por el suyo. ..
- Le doy cuatro monedas de oro por él - interrumpió Hiltsglen.
El propietario sacó sus ojos lacrimosos de Fleurette para posarlos en el escocés, interpelándolo:
- Qué dijo?
Fleurette apretó los dientes con rabia.
- Cuatro monedas de oro - repitió Killian.
- Eso es mucho...
- Ochocientas libras - contrapuso Fleur, colocándose delante de Killian como si tuviese alguna oportunidad de evitar que el enorme escocés fuese visto. -Le doy
ochocientas libras por el caballo. Pagadas aquí mismo en efectivo.
- Y yo le estoy ofreciendo oro, puro y sólido , ganado honestamente - ratificó Killian.
Tragando una palabrota , Fleurette volvió nuevamente su atención al anciano aristócrata.
- Por favor, lord Bayberry... quiero que sepa que tengo varias yeguas de excelente procedencia, animales pura sangre con los cuales podría cruzar a su garañón y, así, producir crías del más noble linaje. Ahora, Hiltsglen aquí... escúcheme a mí ... - ella hizo un gesto desdeñoso con la cabeza para señalar a Killian. - él ni siquiera tiene un establo donde albergar al pobre animal. Y seguramente a usted le gustaría ver a su caballo en buenas condiciones de...
- Le ofrezco el doble de lo que usted haya pagado por él y le entregaré el dinero en su residencia mañana a primera hora - dijo Killian.
- Bien, no quiero presionarlo. - acariciando su brazo, Fleurette abrió enormemente sus ojos. Aunque algunas lágrimas le vendrían bien , ese tipo de recurso melodramático llevaba tiempo, y tiempo era lo que no tenía, ya que el escocés parecía dispuesto a retorcerle el cuello en cualquier momento.
De cualquier modo, el viejo noble ya parecía haber hecho su elección. Después tragar en seco un par de veces para buscar las palabras adecuadas, lord Bayberry afirmó en un tono genuinamente consternado:
- Es muy amable de su parte el disculparme por el contratiempo , mi lady. Y, créame , que lamento mucho que pasase por una situación tan peligrosa que...
- Entonces , seguramente, usted no desea que eso se repita - comentó Hiltsglen.
- Cómo? - el caballero lo interpeló.
- No cree que esta pobre muchacha ya se asustó y se lastimó lo suficiente? - indagó el escocés, y Fleurette no necesitó encararlo darse cuenta que él estaba siendo profundamente irónico. - Esto podría repetirse si se ella levase este animal a su propiedad. Y entonces , a quién vamos a responsabilizar en caso de un accidente más grave?

Bayberry parecía no saber cómo responder.
- Usted no tiene que preocuparse por mí - Fleurette iba diciendo casi airadamente, pero en seguida se acordó de que sería mejor sonreír. Una sonrisa amplia y un tono cordial. - Tengo mucha experiencia en el trato con caballos. Tanto que a veces tengo a impresión de que, desde que nací, pasé más tiempo montando un caballo que caminando sobre mis propios pies. Por favor, le pido que no juzgue mi pericia basado solamente en un incidente sin mayores consecuencias. Como ya le expliqué, estaba con la cabeza en las nubes y no me di cuenta que...
- Y ahí que está la raíz del problema. - Pasando por al lado ella, Hiltsglen fue a sujetar el brazo de lord Bayberry. - No es difícil concluir que esta dama debe vivir con la cabeza en las nubes. Quién nos garantiza que, la próxima vez, ella tendrá la suerte de contar con la presencia de alguien para rescatarla tiempo?
- Que un rayo te parta en dos, grandísimo... - Fleur se calló notar que Bayberry, con los ojos entrecerrados, ya debía estar imaginando lo peor.
-No le gustaría tener sus manos manchadas con la sangre de esta bella y gentil dama, verdad? - sugirió Killian, los labios ligeramente curvados en una sonrisa muy tenue.
- Lord Bayberry...
Pero era demasiado tarde . Sacudiendo la cabeza, el viejo noble agitaba las manos delante de su rostro como apartar el problema de sí mientras le decía a Killian:
- Llévese este caballo de aquí, señor! Lléveselo ahora mismo, por favor. Antes que alguien acabe gravemente herido.
El escocés murmuró algo que ella no logró entender, Bayberry susurró un desarticulado pedido de disculpa antes de desaparecer en medio de las personas aglomeradas allí, y entonces el asunto estaba acabado.
Dejando sus brazos colgar a los costados de su cuerpo, Fleurette cerró los puños. Hiltsglen la contemplaba con una sonrisa que ahora era descarada.
- No vas a felicitarme ? - él indagó, sus ojos castaños brillando bajo las cejas espesas. - Por el excelente negocio que acabo de hacer?
- Sabes que pensé en felicitarte ... - dijo Fleur, limpiando el polvo de su falda con la mano - pero creo que preferiría perforarte un ojo con el alfiler de mi sombrero.
El continuó mirándola por algunos instantes, después lanzó una carcajada. Una risa viniendo de lo profundo de su pecho, que más parecía un trueno haciendo eco a lo lejos . Al sentir su corazón apretándose, Fleurette frunció las cejas. Era odio, ciertamente. Sólo podía ser odio lo que estaba sintiendo.
- Bien, hay algo que tengo decir al respecto - él señaló , todavía sonriendo como un imbécil . - Por más que te considere una mujer digna de recibir los homenajes de un rey, no me gustaría tener que enfrentarte en un campo de batalla.
Ella le lanzó una mirada intimidante, la misma que había hecho que el duque de York saliera corriendo.
- Si supiese lo que quieres decir con eso, escocés, tendría como darte una respuesta a la altura.
- El quiere decir que vos serías una adversaria difícil de batir - le explicó Lucille, quien, aproximándose, le extendió la mano a Killian mientras se presentaba : - Lady Anglehill. Pero mis amigos me llaman por Lucille.
Después tomar los dedos de ella entre los suyos, Killian también se presentó antes de curvarse en una reverencia. Y Fleurette no pudo dejar de reparar que los ojos de él continuaban brillando.
- Y esta bella y aguerrida dama aquí. - él indicó a Fleur con un discreto movimiento de cabeza. - También es su amiga?
- La mayor parte del tiempo - respondió Lucille. - Puesto que yo no me atrevo a contrariarla.
- Entiendo. - Killian se quedó pensativo. - Y qué diablos vendría a ser un alfiler de sombrero?
Lucille se quedó mirándolo por un instante, luego sonrió, afirmando:
- Voy a organizar una pequeña reunión en mi propiedad el próximo sábado. Me gustaría mucho de poder contar con su presencia.
-Me temo que no ser el tipo de persona que encaja bien en compañía de aristócratas, mi lady - confesó Killian.
-Si ? - El semblante de Lucille asumía un aire reflexivo. - Y qué tipo de persona vendrías a ser?
La mirada de él se escabulló en dirección a Fleur.
- Probablemente el tipo de persona que deba tener un ojo perforado por el alfiler del sombrero de una dama tan bella como irascible.
- Oh, realmente. - Lucille volvió a sonreírle. - A las siete en mi residencia, está bien? Tomaré las debidas medidas para que nuestra pequeña Fleurette deje sus sombreros y sus respectivos alfileres en su casa.

No hay comentarios: