domingo, 5 de julio de 2009

EL ACUERDO - VERONICA SATTLER - CAPITULO 41

CAPITULO 41


Los canteros del grande jardín oval desbordaban de rosas. Ravensford Hall estaba absolutamente colorido.
Allí, las horas transcurrían en una inmensa quietud. Las tardes de música y de representaciones teatrales de los niños, de vez en cuando, solamente acentuaban esa paz deliciosa, en medio de la cual era fácil creer que un sueño puede convertirse realidad .
Ashleigh dedicaba sus días completamente a su hija. Las noches, estaban reservadas para Brett. El duque pasaba a mayor parte de su tiempo afuera, administrando sus propiedades, lo que los había llevado a establecer una rutina: una vez terminado la cena, se retiraban a sus aposentos y se consagraban exclusivamente uno al otro hasta la hora del desayuno del día siguiente.

Cierta mañana, a principios de junio, el encanto y la tranquilidad de ese primero período fueron interrumpidos. Y lo que provocó ese cambio fue algo inesperado y terrible.
Ashleigh acababa de desayunar cuando su marido emergió del cuarto de vestir con una sonrisa en los labios.
- Querida, después de amamantar a Marileigh, ponte el traje de montar, si?
Ella se dio vuelta sorprendida.
- Vamos a dar un paseo a caballo?
- No te gustaría?
- Lo preguntas en serio ? Claro que si!
- Entonces encuéntrate conmigo en el patio dentro de una hora. Haremos una cabalgata por los campos, seguida por un picnic.

- Estás hablando en serio, Brett?
El se rió y le abrió los brazos.
- Claro que si!
- Apenas lo puedo creer! - dijo ella, dejándose abrazar.
- Vamos a tener algunas horas sólo para nosotros ?
El la levantó y rodó con ella en sus brazos.
- Todo el día , si quieres.
- Me va a encantar!
El la puso nuevamente en el piso y la miró con claro placer. Ashleigh estaba tan linda en su seductor camisón de seda.
- Si no vistes pronto con algo más decente, adiós, picnic. Vamos a pasar todo el día en esta cama.
Ashleigh no dudaba de eso. Desprendiéndose de los brazos de su marido y corrió a cambiarse.
Una hora después , un muchacho trajo a Raven y a Irish Night al patio. Montaron y, en pocos minutos, dejaron Ravensford Hall atrás .
Los bellos campos estaban envueltos en un aura dorada. Hacía calor, pero había una leve brisa que traía consigo el olor de los bosques. Cabalgaron algunos kilómetros sin hablar, el silencio solamente interrumpido por el ruido ahogado de los cascos contra el suelo duro.
Ashleigh iba un poco mas adelante, pero, en cierto momento, Brett aumentó el trote de su caballo y se colocó al lado de ella.
- El viejo Henry me aseguró que Irish Night ya es capaz de saltar obstáculos. Completaron su entrenamiento mientras estábamos afuera.
El sonrió y agregó :
- Y sabes qué más tuvo la osadía de decirme?
- Qué?
- Dijo que sabía que era solamente una cuestión de tiempo para que "Su Gracia, la duquesa, volviese a la casa"!
Ashleigh se rió, mientras acariciaba los flancos suaves del animal.
- No tenía idea que Henry fuese tan romántico.
Brett se rió también . Le agradaba saber que sus criados la querían .
Repentinamente, se acordó de la noche de un año atrás, cuando había llegado a un acuerdo con Madame sobre una pequeña muchacha desamparada, quien más tarde se había convertido en la duquesa. La mujer que cabalgaba a su lado había probado ser más que un buen acuerdo. Ella era una verdadera dama, que inspiraba amor y respeto no sólo entre los criados sino también entre las personas más selectivas de su círculo social. Prueba de eso era que hasta lady Margaret estaba comenzando a frecuentar el Hall. El increíble hecho había tenido inicio una cierta tarde, cuando ella, sorprendiendo a todos, había invitado a Ashleigh a tomar el té. Entonces le había regalado linda taza de plata con el nombre de Marileigh grabado en oro, afirmando que el nacimiento de una Westmont merecía establecer relaciones de amistad entre los miembros de la familia.

- Vamos a galopar hasta la entrada do bosque?
La invitación entusiasmada de Ashleigh lo sacó de sus devaneos.
- Me estás desafiando?
Ella lanzó una mirada a la cesta de picnic que colgaba de la montura de Raven y le guiñó un ojo maliciosamente.
- Raven es un caballo muy vigoroso, pero está llevando mucho peso. Creo que puedo vencerlo, su Gracia!
Brett colocó su caballo al lado de Irish Night.
- Y qué quieres como premio por vencerme?
Una suave sonrisa se formó en su rostro de Ashleigh.
- Me gustaría que aceptases someterte a una experiencia que vengo imaginando hace mucho tiempo.
- Sin saber de que se trata?
- Lo sabrás si yo gano , su Gracia.
- Y si yo gano ?
- En ese caso, acataré tus exigencias.
- Está bien. Vamos?
Largaron al mismo tiempo, lanzando sus caballos a todo galope. La potra era ligera y Ashleigh se sentía cómoda en la montura inglesa. De reojo vio a Raven adelantar el hocico y se inclinó sobre el cuello de Irish Night espoleándola.
- Vamos, muchacha!
Se inclinó todavía más , ofreciendo poca resistencia al viento, y continuó murmurandole palabras de aliento . Era exactamente eso lo que la yegua necesitaba para pasar a Raven. Sólo entonces Ashleigh se atrevió a lanzar una rápida mirada por encima de su hombro. La expresión de Brett era de asombro. Cuando él lanzó el garañón a un galope desenfrenado, se volvió a enderezar . Irish Night pareció entender lo que esperaba de ella y aumentó a velocidad, sus patas apenas tocaban el suelo.
En ese instante, ella tuvo la perturbadora sensación de que la montura se deslizaba peligrosamente del lomo de la yegua. Supo, entonces , que se iba a caer. Creyendo que la caída podía ser fatal, se sujetó desesperadamente al cuello del animal y consiguió afirmarse.
Detrás de ella, Brett gritó algo que ella no pudo entender. Con un esfuerzo sobrehumano, se concentró solamente en mantener el equilibrio y no pensar que el suelo volaba debajo de las patas de Irish Night y que la montura floja se deslizaba peligrosamente de un lado al otro.
En un cierto momento, tuvo la impresión de que el caballo de su marido se colocaba a su lado. Creyó oírlo gritar algunas instrucciones. Pero, antes que pudiese asimilarlas, la montura acabó de desprenderse y cayó al suelo. Sintió el poderoso cuello de Irish Night torcerse a la derecha y la oyó relinchar, mientras cambiaba de dirección, evitando así que la montura se enredase entre sus patas traseras.
Ashleigh gritó, pero no había nada que pudiese hacer. Se sintió suspendida en el aire y no vio nada más que el suelo que se acercaba.
A medida que recobraba la consciencia, se puso a gritar por el pavor que esa oscuridad le inspiraba.
- Ashleigh! Ashleigh!
La voz llegaba hasta ella venida desde una neblina, una voz familiar pero distante. Quiso abrir los ojos, pero las párpados le pesaban demasiado.
- Querida... todo está bien! Estás viva! Viva, entendiste?
La neblina se disipó lentamente, y la voz se volvió más cercana. Abrió los ojos y vio, entonces, inclinado sobre ella, el rostro de Brett. Extendió la mano y Brett la sujetó entre las de él.
- Brett?...
El sonrió aliviado.
- Gracias a Dios que volviste.
- Volví ?
- Estuviste inconsciente durante diez minutos, o más. Cómo te sientes ahora?
Ashleigh intentó esbozar una sonrisa.
- Yo... yo estoy bien. De verdad.
los ojos de ella se llenaron de pesar.
- Te grité , verdad ? Disculpa, querido.
El la envolvió en un demorado abrazo.
- No precisas disculparte, mi amor. Estabas muy asustada, y era natural que gritases.
Ashleigh cerró los ojos y se anidó contra el pecho de Brett, procurando calmarse. Al abrirlos, se sorprendió con la expresión de su marido. Brett estaba serio y muy preocupado.
- Qué pasa , Brett?
El luchó consigo mismo, no sabiendo si debía o no contarle los temores que lo asaltaban. Después de arrancarla de Irish Night y de conseguir interrumpir el galope desenfrenado de los dos animales, la había depositado en el suelo y había ido a examinar la montura. Había descubierto entonces las evidencias que temía: la montura había sido adulterada! Alguien había cortado una correas con un instrumento afilado, no completamente, solamente lo suficiente para aflojarla, de modo que se cortase en el momento crítico: o sea, cuando la potra estuviese en pleno galope!
las sospechas que había alimentado esa noche fatídica, cuando Ashleigh había estado a punto de caerse de la terraza de la villa del lago, se confirmaban ahora. Alguien estaba intentado matar a su
esposa!
Pero, debía decírselo a Ashleigh? Debía prevenirla de que corría peligro, y así alertarla a tener más cuidado? Pero si lo hiciese iba a instigar en su corazón y en su mente un miedo con el cual tendría que convivir hasta que el asesino fuese descubierto!

- Nada, amor - le dijo con la mayor delicadeza.- Solamente estaba pensando en lo que podría haber sucedido si no te hubiese alcanzado a tiempo y...
Ashleigh selló sus labios con los dedos.
- Pero llegaste a tiempo! Y eso es lo que importa.
Brett la apretó contra su pecho, pidiéndole a Dios que siempre pudiese estar cerca, para protegerla, hasta que el asesino fuese atrapado.
- Tienes razón , querida.


Sin revelar la más leve señal del susto que había pasado, ella miró a su alrededor y suspiró encantada. Se sentía envuelta en un círculo mágico. Un grueso tapete de musgo bajo sus pies, y el sol, brillando a través del follaje, revestía de oro las ramas salpicadas de líquenes anaranjados que colgaban hasta el suelo. A poca distancia, Irish Night y Raven pastaban tranquilamente, indiferentes al incidente.
- Qué lugar tan encantador, Brett!
El sonrió al verla más calmada.
- Yo solía venir aquí con frecuencia, cuando era niño.
- Es un lugar muy especial, no? Me siento honrada de que lo estés compartiendo conmigo.
- Oh, no, mi amor! El honor es mío. En cuanto al placer...
Ah! El placer será sólo tuyo!
"Apuesto a que no!", pensó Ashleigh, mientras comenzaba a rendirse a la magia de la sensualidad .

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