miércoles, 1 de julio de 2009

EL ACUERDO - CAPITULO 35

CAPITULO 35



Al día siguiente del incendio, esforzándose para decir honestamente todo lo que sabía, Patrick declaraba, hablando de la Condesa:
- Ya te conté toda la historia, Brett. O , por lo menos , todo lo que ella me reveló.
Se encontraban en la cabina del Abner Thorton, a bordo del Ashleigh Anne. En el camarote del capitán, un médico de Livorno atendía a los que presentaban problemas debido a la inhalación de humo o quemaduras leves.
Después de la tragedia, ambos, de común acuerdo, habían tomado la precaución de llevar a todos los moradores de la villa a sus barcos, anclados en el puerto. La casa había sufrido muchos daños y estaría inhabitable por algún tiempo.
- En cuanto al resto, tendrás que preguntárselo a la propia María... tu madre - concluyó Patrick.
Esas palabras, terriblemente precisas, se manifestaban en el pecho de Brett en una dolorosa angustia, que lo hizo estallar:
- Durante todos estos años , vos sabías quien era ella, donde se encontraba y nunca me dijiste nada. No fue muy correcto de tu parte, siendo mi amigo!
- No me pongas entre la espada y la pared, hombre! Yo le había dado mi palabra a María de jamás revelar ese hecho a nadie!
No puedes comprender eso ?
- Comprendo que hubo un esfuerzo conjugado de ambos para esconderme una información muy importante. Más que eso: una información vital!
Patrick se inclinó hacia adelante y mantuvo su mirada con firmeza.
- Reflexiona, Brett! Qué podíamos hacer? Forzar los portones de Ravensford Hall? Crees que su abuelo habría recibido con los brazos abiertos a la mujer que él mismo había echado?
Un golpe en la puerta puso fin a la discusión.
- Si? - dijo Patrick.
- El doctor Arrighi quiere verlo, señor - dijo la voz del primer subordinado.
- Hazlo entrar, Thorton.
La puerta se abrió y el joven médico apareció en el umbral .
- Entre, por favor - invitó Patrick, levantándose . - Conoce a su Gracia, el duque de Ravensford?
- Ya tuve ese placer. Buen día, su Gracia.
Brett inclinó levemente la cabeza.
- Buen día. Cómo está ella ?
- Su Señoría está fuera de peligro.
El rostro de Patrick se iluminó .
- Gran noticia! Y los niños?
- Ya me ocupé de ellos. Su estado es satisfactorio.
- Perfecto ! - dijo Brett. - Quiere tener la bondad de venir conmigo a bordo del Ravenscrest? Me gustaría que examinase a mi esposa.
El abrió la puerta da cabina. Antes de salir, se volvió a su amigo.
- Patrick ,me gustaría que te quedases con... María. Mándame a avisar cuando ella esté en condiciones de recibirme.
- Naturalmente, Brett.
En el Ravenscrest, fueron recibidos por Geordie Scott.
- Mi esposa todavía está en el camarote? - le preguntó el duque.
- Si, capitán.
- Y los niños?
El señor Scott esbozó una gran sonrisa.
- En la borda inferior, capitán. Ellos parecen estar bien, tomando en cuenta el susto que se llevaron. El cocinero les está sirviendo el desayuno.
- Muy bien , señor Scott. Parece que ha controlado la situación.
- Perfectamente, su Gracia.
Mientras guiaba al médico hacia su camarote, la mente de Brett giraba como un torbellino. María...su madre ? No parecía posible! No se parecía en nada a la imagen que se había hecho de ella. Pero todavía había lagunas que precisaban ser llenadas, hechos que debían ser puestos en perspectiva! De lo contrario...
Al verse de repente delante de la puerta, volvió a la realidad y se dio vuelta hacia su acompañante.
- Aquí estamos, doctor. Le pido que me dé un minuto para avisarle a mi esposa.
- Por supuesto, su Gracia.
Ashleigh se encontraba de pie, junto a su mesa de trabajo. Cuando lo vio entrar, le lanzó una mirada confundida y le rogó con un lamento:
- Oh, Brett... ayúdame, por el amor de Dios!
El siguió su mirada y vio que ella se hallaba en medio de un charco de agua.
- La bolsa se rompió ! - Brett gritó, corriendo hacia ella y levantándola en sus brazos. Después , en voz más alta gritó : - Doctor, entre rápidamente ! Mi esposa entró en trabajo de parto!

- Por favor! Deja de caminar de un lado al otro! Me estás mareando! - dijo Megan. - No es el primer bebé que viene al mundo!
Brett se volvió hacia ella bruscamente.
- No comprendes nada, no? Ese... ese médico es muy joven!
- Y qué tiene que ver eso ?
- Me Parece inexperto. Pero fue e único que pudimos encontrar en Livorno que supiese hablar en inglés.
- Además , los bebés suelen venir al mundo después de nueve meses de gestación. No después de siete!
Megan sonrió e hizo un gesto con su manos.
- Pues señor duque estás adelante de alguien que vino al mundo a los siete meses!
- Vos?
- Si, yo . Y fue perfecto para mi pobre madre, dos meses menos de sufrimiento. Creo también que será lo mejor para Ashleigh. Ella sufrirá menos así.
El duque se dejó caer pesadamente en una silla, y Megan tuvo pena de él. La desesperación del hombre era lamentable.
- Cálmate. El parto es algo simple. Vengo de una familia numerosa y sé lo que estoy diciendo.
- Y si el médico falla ... - murmuró Brett, levantando su cara perturbada. - Si falla...
En ese momento, hubo un golpe en la puerta. él se dio vuelta , tenso, y ordenó :
- Entre!
La puerta se abrió . María estaba allí, del brazo de Patrick. Estaba calma, encantadora, pero su rostro estaba extremamente pálido.
- Creí que necesitábamos hablar - dijo ella, sin medias palabras, al entrar.
Brett permaneció un momento como petrificado, mirándola. Después asintió con la cabeza.
- Quieran disculparme - dijo Megan con suavidad .
- Voy a cuidar de Ashleigh.
Ella salió, acompañada de Patrick.
- No debías haber dejado el lecho tan pronto, condesa. Cómo te sientes?
María se sentó e hizo un esfuerzo por sonreír.
- Me siento mejor. Además... - ella levantó los ojos hacia él. - nuestra conversación no podía esperar.
- No, no podía. - Brett le sustentó la mirada . - Diría que hubo una demora de muchos años, María.
- María... Supongo que debo contentarme con eso.
Durante un momento, él se sintió tentado de abrir sus sentimientos en una explosión irónica. Pero se limitó a decir:
- Esperabas que te llamase madre, después de una ausencia de veintiséis años?
La Condesa extendió las manos, en un gesto que lo desarmó.
- Nunca, ni un solo día en estos veintiséis años, dejé de pensar en vos!
- Me gustaría creer eso .
- Es la verdad! Oh, Brett... no sabes lo que es verse forzada a...
Ella se detuvo, forzándose a hablar con más calma:
- Yo amaba a tu padre. Vivimos enamorados y nos separamos enamorados... y nunca, después de eso, dejé de amarlo.
Claro que quedé profundamente amargada porque él había creído tan fácilmente todas esas mentiras horrorosas y porque había cedido tan mansamente a las presiones de los que querían verme lejos de
Ravensford Hall... Patrick te contó todo, verdad?
- Me contó, si. Pero no esperarás que crea que te dejaste alejar de mi padre sin tener una mínima reacción ! Vos sos una mujer fuerte!
- Puede ser. Pero Mary Westmont era una joven perpleja, asustada, que se encontró de repente en una posición insostenible, una joven en un país que no era el suyo.
La voz de María se volvió débil :
- Yo estaba sola, sin familia ni amigos, a no ser los Sinclair. Pero qué podían hacer ellos contra el poderoso duque de Ravensford? María de Montefiori es el producto de años de sufrimiento! Sabes que sólo me volví a casar después de la muerte de tu padre?
Ella vio el gesto de sorpresa que Brett no pudo contener e insistió :
- Aunque Edward se hubiese divorciado de mí, yo continué considerándolo mi marido hasta el día de su muerte. Solamente entonces acepté la propuesta de casamiento de Gregorio.
- Yo pensaba ...

- Pensabas que salí de los brazos de un marido rico y me fui directamente a los brazos de otro, igualmente rico? - ella sacudió la cabeza. - Yo ya conocía a Gregorio, pero no acepté el generoso ofrecimiento de sus padres , que querían instalarme en su palacio.
- Qué hiciste entonces? - preguntó Brett, casi con disgusto.
- Mi madre era una famosa cantante lírica. En mi juventud, yo había recibido clases de canto y música. Resolví hacer uso de mis conocimientos. El Padre Umberto me ayudó , y pronto comencé a dar clases.
Brett la miró , atónito.
- Cómo conseguiste sobrevivir? Los profesores de música ganan muy poco en Inglaterra. Aquí en Italia no debe ser diferente.
María volvió a sonreír, y esa vez la sonrisa iluminaba también sus ojos.
- Hubo veces en que casi llegué a pasar hambre. Pero , sinceramente, no fue tan malo . Por primera vez en mi vida, me vi obligada a contar solamente conmigo misma. Aprendí a conocerme mejor y hacer uso de mis fuerzas, usar todos mis recursos , a controlar mis debilidades...
Ella suspiró profundamente.
- Esos siete años.... no fueron completamente satisfactorios, porque había un gran vacío dentro mío. Pero fue mi ilimitada esperanza de que un día volvería a verte lo que me dio fuerzas para continuar viviendo.
María sacó el medallón que traía sujeto en una delicada cadena de oro y lo pasó a las manos de él.
- Aquí está, hijo. Me gustaría que lo guardases como un regalo ... de amor.
Brett miró, fascinado, la pequeña pieza de oro antiguo.
- Entonces, fuiste vos...
- Si, fui yo.
Brett se quedó en silencio , procurando asimilar los hechos. No era fácil. En pocos minutos y con pocas palabras, ella había quebrado todos los preconceptos que él había alimentado durante toda su vida. Y, si quisiese realmente ser honesto consigo mismo, debía admitir que esa destrucción había comenzado mucho antes, en el momento en que había llegado a Livorno y la había conocido.
Esa mujer generosa, fiel, honesta, no podía haber abandonado a su propio hijo!
- Los niños... - comenzó a decir Brett con voz ronca de emoción y entonces se interrumpió , encontrando difícil traducir lo que sentía.
Ella sonrió tristemente.
- Ellos realmente no te reemplazaron. Pero eran criaturas que precisaban mucho amor. Y yo recibí tanto de ellos, felicidad, consuelo...
- Oh, basta! - Brett pidió casi histéricamente. - No hables más!
Un gran dolor lo embargaba . Se había equivocado respecto al juicio que había hecho de esa mujer que era su madre. Y había juzgado mal todas las otras mujeres que habían pasado por su vida. Como había hecho con Ashleigh! Oh, Dios... Ashleigh!
María adivinó su lucha íntima, y su corazón se oprimió . Pero sentía que él necesitaba estar solo para tener tiempo de examinar todas las revelaciones, de asimilar los hechos desconocidos.
Se levantó y estaba por despedirse cuando golpearon la puerta.
- Su Gracia!
Era la voz de Geordie Scott.

- Entre, señor Scott - dijo Brett, preocupado con la urgencia de su voz.
El marinero entró, su rostro acalorado por la excitación.
- Su Gracia, traigo más noticias. Acabamos de recibir un mensaje. Bonaparte escapó de Elba hace dos días y desembarcó en Cannes con mil quinientos hombres!

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