sábado, 25 de julio de 2009

EL BARBARO - CAPITULO 23

CAPITULO 23


Lady Glendowne. Fleurette. Fleur, quien se dirigía apresuradamente hacia puerta de calle de la residencia de Lucille se detuvo en seco . Había notado que la condesa de Colline, de reojo, había observado su discusión con el irritante escocés, pero aún así no tenía ni la mas mínima disposición de explicarle a nadie por qué se retiraba tan apresuradamente. Mucho menos a una mujer que no sabía lo que eran ni problemas ni los sentimientos. Y menos todavía a una mujer cuyo grupo de admiradores incluía a Frederick Deacon.
- A dónde vas tanta apurada? - quiso saber Stanford, corriendo al encuentro de ella. - Rechine ahora me enteré que ya habías llegado.
Por más que Fleur se esforzase en calmar su corazón descompasado y la respiración alterada, la rabia continuaba acumulándose en su pecho .
- Stanford. - ella intentó sonreír, pero acabó dándose vuelta hacia los invitados reunidos en el salón que acababa de abandonar hacia instantes. Tuvo la impresión de oír la carcajada de Lucille, y la verdad era que eso poco le importaba. La condesa se merecía ese plantón. O mejor dicho , se merecía al desaforado e insoportable escocés y a su amigo irlandés. Aunque el tal O'Banyon parecía ser razonablemente bien educado. Por lo menos comparado con ...
- Fleurette?
- Oh, Stanford. - en un gesto lleno de culpa, ella le tocó o brazo protegido por un saco de la más fina gabardina. - Discúlpame. Estoy... Oh, mi mente estaba divagando. Qué fue lo que dijiste?
- Te sientes bien? - Sonriendo, el barón le sujetó ambos brazos. - Me parece que estás muy nerviosa.
Nerviosa? Ella estaba era a punto de estallar . Que un rayo partiese a ese maldito escocés prepotente con su acento insoportable y su cuerpo descomunal. Quién diablos se creía que era para tratarla como a una...
- Fleur?
Cerrando los ojos, ella sacudió la cabeza.
-Necesito volver a Briarburn, Stan. Discúlpame.
- Briarburn? Está bromeando? No hace ni media hora que llegaste. Todavía ni conversaste con Antoinette o...
- Lo sé . Pero es que... - Fleurette se calló al oír la sonora carcajada que venía del salón. Sería él? Era el escocés riéndose ? Estaba riéndose de ella? - Oh, Stanford, Lo siento mucho , per realmente preciso irme. - Soltándose, ella corrió hacia la puerta.

Después un profundo suspiro, Fleurette cerró el libro de contabilidad y se puso de pie . Allá abajo, en la calle , un par de carruajes pasaron rozándose . Un chico con una cesta de mimbre que acababa de vender una naranja a un caminante guardó la moneda en el bolsillo con una sonrisa de pura alegría. En otras palabras: nada había cambiado . todo continuaba como siempre.
Tomando su capa que estaba colgada junto a la puerta, ella dejó la fábrica, saludó a Horace y se acomodó en su carruaje preferido. Sacudiéndose suavemente sobre o asiento revestido de terciopelo, apoyó la cabeza contra el respaldo y se rehusó a pensar en cualquier cosa que no fuese un baño caliente y una comida vigorizante. Con un poco de suerte, en cerca de una hora estaría disfrutando de ambas cosas...
Los escalones que llevaban al segundo piso del solar le parecían absurdamente interminables, aún así Fleur se obligó a vencer el cansancio y llegar a sus aposentos. Después de cerrar la puerta, se dio vuelta hacia la cama... y fue entonces que se quedó sin aire. Pues justo allí, sobre su vieja colcha de la adolescencia, se hallaba una corbata de hombre bordada con las iniciales TME.

- Tessa! Tessa! - ella se puso a gritar llamando a la criada antes de poder pensar en lo que hacía.
En cuestión de instantes, la muchacha estaba a su lado, blanca como cera y un tanto jadeante.
- Qué pasa, mi lady? Qué sucedió?
Temblando de los pies a la cabeza, Fleurette señaló la cama.
- La corbata de Thomas... - intentaba calmarse, pensar con claridad, respirar naturalmente, pero era en vano. - La corbata de él. .. Qué está haciendo aquí?
Tessa volvió sus ojos muy abiertos hacia el lecho.
- No sé... Juro que no sé, mi lady. Hace años que no veo una prenda de lord Glendowne.
- Alguien estuvo aquí? Benson la tomó prestada? Parece que esa corbata fue lavada no hace mucho tiempo. ..
- Mi lady - aún sabiendo que actuaba con cierto atrevimiento, Tessa sujetó la mano de ella -, Es sólo un pedazo de tela para colocarse en el cuello.
- Pero, quién la dejó ahí? - Por más que hiciese fuerza para tranquilizarse, Fleurette sentía el terror invadirla poco a poco.
- No sé. - Aún pálida del susto, la muchacha sacudió la cabeza para resaltar lo que había declarado. - Yo estaba cuidando de su. ..
- Pues entonces ve y trata de descubrir! - Respirando profundamente , Fleur bajó o tono de voz. - Por favor, Tessa, ve abajo y trata de descubrir quien hizo esto.
La criada la miraba como si no supiese que decir. Fleurette se puso a frotar sus manos. Todo estaba bien. Los acontecimientos de los últimos días habían tensado sus nervios, sólo eso.
- Discúlpame, Tessa. Perdóname por mi descontrol. Es que... - su mirada volvió a posarse sobre la cama. Solamente era una corbata. Un pedazo de tela, nada más. - Tuve un día bastante difícil y... bien, podrías averiguar quién fue que colocó la corbata de Thomas encima de mi cama?
- Claro que si, mi lady. Voy a ver si lo descubro. Ahora mismo. - Y con eso a muchacha disparó hacia la puerta.
Fleurette cerró los ojos buscando calmarse, y de repente su cuarto le pareció demasiado caluroso y opresivo. Del otro lado de la ventana , los jardines custodiados por la imponente escultura de Celta se hallaban envueltos por una neblina suave y serena... después un momento de vacilación, ella dejó sus aposentos y bajó las escaleras , rumbo a la puerta del frente.
Con sus manos entre los pliegues de su faldas para hacerlas dejar de temblar, disminuyó el paso mientras seguía por el camino de piedras, ya anticipando el consuelo que encontraría junto a la estatua y sin permitirse pensar que eso era absurdo. No era que precisase estar cerca de él. No era que no fuese capaz de lidiar con ese problema sola... Con solo acercarse a la estatua , ella tuvo la impresión que sus pensamientos se aclaraban.
Un pájaro trinó en la rama más alto de un sauce, y a continuación una pequeña ardilla y su compañera corriendo a buscar refugio entre el follaje de los arbustos. Fleur inspiró profundamente. El aire estaba cargado de fragancias que...


Ella volvió a sentir que todos los músculos de su cuerpo se tensaban: un aroma a tabaco legaba con la brisa que acompañaba la llegada de la noche.
Ajena a la rigidez en sus miembros, Fleurette se dio vuelta espiando las sombras que crecían , ya preparada para encontrarse con Thomas en el banco debajo la estatua de un risueño querubín , ya casi lista para ver los anillos de humo elevándose del cigarro favorito de él.
Entonces súbitamente se dio cuenta que no lograba respirar. Ni pensar con lógica. Porque Thomas estaba muerto. Se había ahogado, no muy lejos de donde ella se encontraba en ese momento. No tan lejos . Mas allá de los bosques, donde el río Nettle hacía una curva antes de tomar rumbo en dirección al sur.
Antes de percatarse de lo que hacía, Fleurette estaba corriendo, dejando atrás el jardín y adentrándose en el bosque. Las ramas de los árboles más bajas le golpeaban el rostro, y ella las apartaba con sus brazos con movimientos casi frenéticos mientras intentaba ignorar que comenzaba a jadear severamente. La oscuridad crecía a su espalda. La neblina ahora se hacía mas densa, aún así Fleur continuó corriendo. Precisaba volver a ver ese lugar. Tenía que recordar el pasado.
Um ruido silbó a su derecha. Fleur dirigió sus ojos hacia allí y no vio nada . Un poco mas adelante, un ruido seco. Ella se sobresaltó, pero solamente algún animalito del bosque en busca de un refugio donde esconderse durante la noche, Cuando finalmente sintió que tenía mucha dificultad para respirar, Fleurette cambió la carrera en que venía por una marcha rápida y llevó su mano a su corazón . Necesitaba calmarse .Todo estaba bien. Estaba comportándose ridículamente. Actuaba como una niña asustada cuando no había nada que temer...
Pero en rincón de su mente , vio la imagen de Thomas. El rostro de su marido. Lo sentía tan cerca. Thomas había muerto ya hacía mucho tiempo, y su cuerpo se hallaba perdido en el fondo del río . Pero aún así Thomas continuaba acechándola , como si la acusase de su muerte.
Una rama crepitó detrás de ella. Fleur miró a su alrededor. La bruma le impedía ver. Agudizando la vista, ella escudriñó la región hasta donde lograba alcanzar a ver, pero no vio nada extraño allí. Nada que pudiese causar miedo, a no ser los troncos retorcidos de algunos árboles centenarios.
Tomando el camino en dirección al oeste, siguió avanzando. Los bosques parecían demasiado silencios en ese momento ... y fue entonces que oyó el eco del trote de los cascos de caballo.
Con la respiración trabada en la garganta, Fleur se dio cuenta que precisaba mirar hacia atrás y no era capaz de hacerlo. Deteniéndose, apenas movió os ojos hacia un costado. Una rama crujió. Se dio vuelta con un movimiento brusco.
Nada. Cerrando los ojos, ella tragó en seco y se dijo a sí misma que todo estaba bien. Que era una tonta por estar tan asustada. Que precisaba ser más valiente y temeraria. Que no podía... A su espalda, alguien le agarró por el brazo. Fleur llegó a gritar, pero en el instante siguiente le cubrieron la boca. Entonces intentó desprenderse. Intentó huir, pero era demasiado tarde .

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