domingo, 26 de julio de 2009

EL BARBARO - CAPITULO 25

CAPITULO 25

Después fruncir la frente por un momento como si pensase, Fleurette hizo que la mano que mantenía junto al rostro de él se deslizase a lo largo del cuello y de allí hacia el tórax ancho. Resistiendo el impulso de cerrar los ojos, Killian tuvo la impresión que la sangre llegaba a chirriar en sus venas.
- Discúlpame - ella murmuró -, pero no creo que tenga como hacerte mal.
El reprimió una carcajada irónica. pues el fuego que ardía en sus entrañas ya era más que doloroso.
- Me cuesta creer que seas tan ingenua.
- Ingenua? - Después de abrir dos botones de su camisa, Fleur resbaló su mano dentro de la camisa. - No, no me considero una persona ingenua.
- Entonces está consciente del poder que tienes... - Killian le sujetó la mano, impidiéndole proseguir con la caricia. - Sabes el poder que tienen tus dedos pequeños y graciosos. - Y entonces le besó a palma da mano.
- No. - ella pestañeó con extrañeza e inocencia. - No sé de que estás hablando.
Aunque no creyese ni la extrañeza ni la inocencia de esa mujer, Killian no resistió la tentación y cedió al deseo de besarle la muñeca mientras decía:
- Creo que estás mintiendo. - A l buscar los ojos de ella y ver que estaban cerrados, le besó el brazo y constató que, como había imaginado, la piel era mucho mas clara y suave , una textura igual a del pétalo de una flor. - Pues ese es un poder que las mujeres usan desde el principio de los tiempos. - Y, volviendo a flaquear, le besó el cuello.
- Qué mujeres? - sin percibirlo, Fleurette echó la cabeza hacia atrás . - Yo no soy así.
- Claro que si. - él se puso a acariciarle el rostro con el dedo pulgar. Era lo mismo que tocar terciopelo. - Vos sos como esas mujeres que ya se aprovechan de un hombre abatido por el deseo para dejarlo todavía más abatido y sin sus fuerzas.
La baronesa lo acariciaba con los ojos. Killian hundió los dedos entre los cabellos sedosos, que se habían soltado mientras Fleur corría y ahora se caían como una cascata color avellana sobre su espalda estrecha.
- Debes estar pensando en alguna otra persona - ella dijo bajito. - No soy el tipo de mujer que se aprovecha de nadie . - Fleurette sacudió la cabeza , y sus cabellos fueron a acariciar el brazo de él.
- Eres como Dalila.
- Dalila? - Fleur volvió a llevar su mano hacia su abdomen cuyos músculos firmes eran como una roca.
- Dalila se aprovechó de Sansón. Cleopatra hizo lo mismo. - Killian cerró los ojos ante la deliciosa sensación de tener el calor de la mano de ella contra su piel. - Lady Inglewaer.
- Quién ?
Maldiciéndose mentalmente , Killian intentó pensar en una buena respuesta. Pero nada se le ocurría. Ella estaba demasiado cerca y era tan dulce, tan suave...

- La dichosa lady de Inglewaer. - Killian se había decidido por la verdad. - Seguramente ya oíste hablar de ella.
- No. Yo ... - Fleurette lo miró azorada. - Ella fue tu amante?
- No! No. "Amante" no es la palabra correcta. Lady Inglewaer es... era... Ella vivió muchos años atrás, en las tierras de Francia. - Al sentirla pasar sus dedos por los músculos tensos de su vientre, Killian deseó que no fuese tan vulnerable. - Y tuve que enfrentar un grande ejército que se había formado contra ella.
- Un ejército - repitió Fleur, levantando el brazo para acariciarle la nuca.
- Exacto. El Lord Sombrío había declarado a lady Inglewaer su enemiga.
- Lord Sombrío ? - preguntó Fleurette, deslizando los dedos a lo largo de la espalda de él.
Después preguntarse cuánto tiempo más soportaría esa placentera tortura, Killian confirmó :
- Si, un soberano que comandaba un audaz batallón de guerreros, al frente del cual marchaba el Celta Melancólico.
- El Celta ... ! - La inesperada novedad la llevó a interrumpir sus caricias para apoyar la mano sobre la cadera de él.
- Aunque era un caballero poderoso, el Celta no tenía alma. O mejor dicho , él vendía su fuerza al precio más elevado sin tomar en cuenta el bien o el mal, y el Lord Sombrío ... - Killian inspiró profundamente. - Ese lord era muy perverso, pero también muy rico.
- Y la dama?
- Ella era una belleza , con sus cabellos dorados como el sol y los ojos de un azul como el del cielo .
- El Celta la conocía?
- La conocía? Probablemente nadie jamás llegó a conocerla de verdad. - él disimuló una sonrisa oscura. - El Celta la había visto algunas veces. Y en esas ocasiones la deseaba cada vez un poco más, pues ella era capaz de enredar a un hombre con sólo mirarlo. La dichosa dama ... - Killian sabía que se refería a lady Inglewaer con cierta reverencia, a pesar de los incontables años de oscuridad, no lograba odiarla. - Bien, ella también poseía su propio ejército.
- Entonces ellos se enfrentaron en un campo de batalla? - presumió Fleurette. - Digo, el Lord Sombrío y la Dama?
- Era lo que debía suceder. Los ejércitos llegaron a estar muy cerca uno del otro. En verdad, tan cerca que se podía sentir el olor del sudor de los hombres de la Dama, se podía ver el temor y la sed de guerra que los acometían. Pero, en el silencio de la noche que precedía a la mañana de la confrontación, la Dama de Inglewaer, por medio de un emisario, mandó a llamar al Celta.
- Y ?
- A no ser por la compañía de su caballo de batalla y de un otro soldado, él se mantenía aislado de los demás , como siempre acostumbraba a hacer. - Todavía arrepentido por su ingenuidad, por su debilidad, Killian sacudió la cabeza en un gesto de desaliento. - Incluso hasta un soldado borracho sabía que no se debía confiar en esa bella mujer, pero el Celta no admitía que le dijesen qué debía hacer y, entonces, dejó el campamento de su Lord y se dirigió a la tienda de ella. Y cuando se encontró con la Dama... sólo el perfume de ella era suficiente para dejar a un hombre atontado. Fue como un sueño.
- Puedo imaginarlo.
Acariciando el rostro de Fleur, él prosiguió :
- Ella era linda como una mañana de verano y dulce como el vino añejado. - A pesar que el recuerdo le dolía hasta el tuétano de los huesos, Killian casi llegó a sonreír. - Y mucho más fuerte de lo que aparentaba ser. Tanto que ella colocó un sgian dubh en el cuello de él.
- Sgian dubh?
- Un puñal negro. Delgado, muy afilado, y letal. Ella se puso a llorar, y con esas lágrimas.... derritió el corazón de él. La Dama no quería guerra, por el contrario, deseaba la paz entre ambos pueblos.
- Entonces ella lo convenció de suspender la batalla? - Fleurette estaba cada ver más interesada en la historia.
- Si. Ella invitó al Celta a unirse a su ejército, alegando que así iban a convencer al Lord Sombrío de poner fin a las agresiones, pues él era más influyente que todos los otros juntos.
Fleurette contuvo la respiración.
- Lady Inglewaer le dijo al Celta que él dejaría de ser odiado y temido para ser amado y reverenciado por la concordia que promovería. Que, sin él, el Lord Sombrío no tendría como insistir con sus campañas sanguinarias y que acabaría dándose cuenta del valor de la paz. Muchas Vidas serían salvadas. Los inútiles derramamientos de sangre cesarían.
- Y él aceptó ?

- No rápidamente, ya que era un hombre un tanto embrutecido por las circunstancias. Embrutecido y obnubilado por el pago. Pero entonces ella lo besó... Y él, en el fondo, era un imbécil. - Killian pasó la mano por su rostro. - Con la primera luz de la mañana, el Celta estaba tan extasiado que aceptó sin pensar la bandera blanca que ella le entregaba. Y mientras el sol seguía su curso por el lado este del cielo, el guerrero condujo su garañón hacia la cumbre de una colina con la intención de agitar la bandera de tregua entre los dos ejércitos y poner un fin a las batallas. Pero él debería haber sabido...
- Qué? Qué debería haber sabido?
- Durante la noche, mientras la Dama gemía entre los brazos del Celta, mientras le hacía promesas de amor, el ejército de ella, a su mando, acorralaba a las tropas ad-versarias. Los batallones del Lord Sombrío se encontraron rodeados, y los hombres de lady Inglewaer los atacaron aún después que el Celta agitó su patética bandera blanca.
- Qué cosa terrible!
- Tal vez hayan sido los gritos de mis compañeros que lo sacaron del transe, pero cuando esos gritos se elevaron en el aire de la mañana era demasiado tarde , pues el lord ya había descubierto la traición, ya se había enterado de que su mejor comandante se había unido a su peor enemigo. En un ataque de cólera, el lord lanzó una terrible maldición. Yo... - Killian se calló al ver a Fleurette desprenderse de sus brazos con un tirón.
Resoplando, Treun sacudió la cabeza.
- Tus compañeros? - ella le preguntó
La realidad lo alcanzó hecho un golpe de espada.
- Los compañeros de él - Killian intentó corregirse. - Del Celta.
- Dijiste "mis". Yo escuché muy bien . Vos dijiste...
- Fleurette...
- No! - ella dio un paso atrás . - Qué estás intentando hacer? Quieres volverme loca? Es eso lo que viniste a hacer aquí? Fue Kendrick quien te mandó ?
- Kendrick! - gruñó Killian. - No es justo que me coloques en el mismo nivel de ese canalla.
- No?
- No.
- No creo. Qué viniste a hacer aquí, escocés?
- Vine porque debía venir.
- Por qué ? Por dinero?
- Hace mucho tiempo que eso dejó importarme.
- Por venganza, entonces ?
Killian llegó a entreabrir los labios para responder, sin embargo las palabras no salieron. Simplemente porque no sabía cuál era a respuesta.
- Que Dios me ayude - murmuró Fleurette, antes de darle la espalda y apartarse con pasos decididos.
Killian la llamó , pero ella ya había tomado las riendas de Treun en la mano y saltado sobre el lomo del garañón.
- Espera!
En un instante el caballo pasaba por al lado él como un rayo. con los puños cerrados y la respiración contenida en el pecho , Killian se quedó parado allí, sin poder decidir qué hacer. Fue entonces que un ruido entre los follajes lo hizo darse vuelta .
El lobo lo observaba. Sus miradas se cruzaron en la oscuridad.
- Vete - le dijo Killian.
El animal llevó el hocico a la tierra y la olisqueó por algunos instantes, antes de salir corriendo entre la vegetación. El guerrero corrió detrás lobo aun sabiendo que la baronesa conocía esos bosques como la palma de su mano y que Treun era veloz como el viento.
Killian no demoró mucho en perder al lobo de vista. Y, un poco más adelante, tropezó con la raíz de un árbol y acabó por caer de rodillas. Insultando , apoyó la mano en el tronco y se levantó. Fue entonces que vio un pedazo de tela sujeto a una rama baja del árbol . La tela blanca era un cuadrado y estaba humedecido por el rocío, en uno de los ángulos, traía bordadas las iniciales TME.

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