martes, 21 de julio de 2009

EL BARBARO - LOIS GREIMAN - CAPITULO 20

CAPITULO 20



Después de cruzar el umbral con la arrogancia de una princesa, la baronesa dio un paso a un lado e inspeccionó el aposento. No había mucho que ver. En verdad, él todavía no había tenido a oportunidad de hacer mucho más que limpiar todo por allí. El fuego que había encendido en la chimenea al principio de la tarde todavía ardía, sólo que ahora en llamas diminutas.
En su ansiedad por encontrar algo con que ocupar sus manos, Killian fue a agacharse delante de la chimenea para atizar las brasas con un rama medio quemada. Al verlas reavivadas, las alimentó con algunos ramas secas, sopló las llamas y volvió a nutrirlas, ahora con unos pocos pedazos de leña. El suave crepitar do fuego ya se esparcía por el ambiente cuando él finalmente se enderezó y se dio vuelta hacia la visitante.
La mirada de lady Glendowne fue a parar al techo, lo que lao llevó a preguntarse a dónde ella había estado mirando anteriormente. Por cierto esa encantadora mujer no podría interesarse en alguien como él. Aún así , no tenía como negar las perturbadoras emociones que lo asaltaban con solo verla allí tan cerca... Aborrecido con el hecho de dejarse fascinar por una mujer que seguramente lo despreciaba, no pudo contener el tono medio ríspido con que preguntó :
- No me vas a decir por qué viniste a buscarme?
- No lo sabes?
- Por qué tendría que saberlo?
La baronesa volvió a examinar el ambiente.
- Me han dicho que, tiempos atrás, esta casa era una perfecta residencia temporaria para cazadores - comentó Fleurette.
Al verla aproximarse a la ventana para espiar afuera , él dedujo que, en esa época, probablemente allí habría una piel de algún animal para impedir la entrada del frío. Oh, no. No se usaban más las pieles con ese fin. Los ingleses tenían sus ventanas protegidas por vidrios como esos de las más finas botellas. Y la extrañeza que eso le causaba llegaba a hacerle doler la cabeza .
-Al abuelo de mi marido le gustaba mucho este lugar.
Killian continuó a observarla en silencio.
- Posiblemente vos todavía no lo sabes - por fin Fleur se dio vuelta para encararlo - que estas tierras formaban parte de los muchos lotes de que constituían la propiedad de lord Glendowne.
Escogiendo permanecer callado, él llenó una olla con agua y la colocó sobre el fuego.
- Briarburn era una propiedad rural espléndida. Se extendía desde los límites con la propiedad de lord Gardner hasta mas allá del río Nettle.
Killian levantó los ojos hacia ella.
- El solar donde vivo hoy fue construido con las piedras sacadas de la pedrera que queda cerca de aquí.
La baronesa era una mujer relativamente menuda, él notó, sin embargo daba la impresión de ser alta. Tal vez porque mantenía su columna siempre erecta.
- Esa mansión fue erigida hace más de doscientos años. Aunque hubiese pasado la mayor parte de su vida en Glendowne, Thomas adoraba Briarburn. Y la familia de él también. - Entrelazando los dedos de sus manos protegidas por guantes delante de su falda, Fleurette suspiró. - Seguramente puedes imaginar por qué...
- Vos lo amabas?
Con los labios entreabiertos y los ojos muy grandes en señal de sorpresa, ella demoró algunos instantes en responder:
- él era mi marido, sir Hiltsglen. Además, fue un hombre respetado y...
- No fue eso lo que pregunté. - Caminando hasta la ventana, Killian apoyó el hombro en la pared. La superficie fría lo hizo recordar que el plaid escocés que tenía cruzado en el pecho no era la vestimenta más adecuada para alguien que recibía una dama en su casa, aún así Killian decidió que no iba a exponer su incomodidad . No ante esa mujer. - Qué quiero saber si lo amabas.
Aunque sostuvo por algunos instantes más la mirada aguda que él le dirigía, Fleurette bajó los ojos al piso para afirmar:
- Claro que si.
- Entonces él fue bueno con vos? Cariñoso? - Era impresión suya, o ella había empalidecido? Sería posible que los magníficos ojos verdes diesen muestras de asombro?
- Estás casado, sir Hiltsglen?
Los recuerdos lo tomaron por asalto. Recuerdos de una dama con cabellos dorados y ojos de un azul claro. Pero entonces una puntada dolorosa partió esa imagen en mil pedazos. Apartando los recuerdos, él dijo apenas:
- No.
- No? - Fleurette frunció la frente. - Sólo eso? Sin explicaciones? Sin ningún pesar?
- Si.
Después de dar la impresión de pensar por un momento, la baronesa sonrió.
- Sir Hiltsglen, ya hace algunos años que estoy viuda. Siete.
Eso él lo sabía. Una información en la cual le había costado creer, pues ella parecía poco más que una adolescente...
- Mi marido fue arrancado de mi lado de una forma muy trágica. El. ..
- Por qué evitas responder a lo que te pregunto?
- Yo no...
- Yo sólo quería saber si él te trataba bien. Si eras feliz de tenerlo como marido.
- Por qué ?
Realmente, por qué ? A Killian le gustaría poder pensar que solamente quería descubrir todo lo que fuese posible, ya que así tal vez descubriese también por qué había sido arrastrado a ese lugar y, a este tiempo, para cumplir su misión.
Sin embargo , sentía que no solamente era eso. Había algo más. Algo más intenso y más profundo. Algo que él no era capaz de admitir... Pero cuando volvió a mirar los ojos de ella, se dio cuenta que tampoco era capaz de negar esa otra sensación. pues la dulzura y la fuerza de esa mujer lo envolvían como cordones de seda.
- Yo ... - Enderezando los hombros , ella intentó explicarse: - Me imagino que, si supiese la verdad, mi mente se calmaría.
-Pero por qué te puede interesar eso?
- Una mujer como vos. .. - No debería. Y aún así le importaba yle interesaba. - Yo quería que oír que fuiste feliz.
El rostro de ella acusó una reacción nueva. Una emoción que se asemejaba al dolor.
- Pero no me parece que lo hayas sido - él se corrigió .
- Pues estás completamente equivocado. - Fleurette hacía fuerza para controlarse y no pensar en las implicaciones de lo que él había dicho. - Estoy muy agradecida por todo lo que tengo.
Killian continuó sondeando la expresión de ella.
- Mis negocios están yendo viento en popa. Mi establo... - Las palabras salían a borbotones. Los ojos verdes volvían a iluminarse, pero aún así era evidente que ella ocultaba algún secreto. Del mismo modo en que se esforzaba por disimular el sufrimiento que antes había aflorado en su rostro. - Bien , vos viste mis caballos.
- Si, son de excelente calidad.
- Si, verdad? - Parecía que ella se calmaba un poco. -Cuando Juliet tenga su primer potrillo.... Y Filie... hasta pensé que tal vez no fuese mala idea cruzarla con su Treun, cuando ella ser más grande.
Extasiado, Killian apenas lograba hablar.
-Por supuesto voy a pagarte por ese servicio - Fleurette se apuró a aclarar. - Se bien que, después de ese incidente en la calle ese día, lo más apropiado sería que Bayberry me lo hubiese vendido a mí.
Al verla sonreír, él se dio cuenta que no quería nada más que besar esos labios que se curvaban en esa sonrisa. Pero no podía. Había cosas que no debía hacer, caso contrario no tendría salvación.
-Compraste tus caballos cuando tu marido todavía estaba vivo?
- Yo ... - El brillo en los ojos verdes se extinguió, - Thomas no se interesaba mucho en los caballos.
-Y cuáles eran los intereses de él?
- Los clubes a los que asistía. - Ella apretó los labios, como si estuviese arrepentida de lo que acababa de decir.
- Clubes?
- No es que me esté me quejando del modo en que él pasaba el tiempo en que estaba fuera de casa. - Para enfatizar la poca importancia que le daba a las ausencias de su finado marido, Fleurette se encogió de hombros. - En el fondo, yo hasta estaba contenta porque... - Y entonces se calló repentinamente.
El silencio se hizo opresivo.
- Lamento mucho que él no haya sido el marido que te hubiese gustado tener.
En un primer momento Fleur, sin palabras, apenas pestañeó. Pero en el instante siguiente, recobrándose , se rió con ganas.
- Estás completamente equivocado.
- No es raro que me equivoque ,sin embargo, en cuanto al tema que estamos tratando, estoy seguro que tengo la razón
- No, no. - De repente ella parecía un tanto frágil. - Estás equivocado.
- Por qué él no te dio un hijo?
Los expresivos ojos verdes se abrieron mas grandes mientras la baronesa tragaba una bocanada de aire como si se hubiese llevado un susto. Aunque no fuese nada adecuado tocar un tema tan delicado como ese, Killian no había logrado reprimir su curiosidad. Después de todo , el hecho que la pareja no hubiese tenido hijos ciertamente no se debía a la falta de interés por parte del marido, puesto que ningún hombre en pleno uso de sus facultades mentales podría evitar desear a una mujer como ella.
- No veo que puedo contestarte - declaró Fleurette con firmeza.
La voz de ella ahora era fría, lo bastante fría como para hacerlo volver a la cuestión que tenía que resolver: el motivo por el cual se hallaba allí, y la misión que debía cumplir. Killian se recordó a sí mismo que las mujeres, por más frágiles que aparentasen ser, eran en verdad, muy peligrosas.
- A un caballero dueño de tierras como tu marido seguramente le gustaría tener un heredero.
- Tal vez si - admitió Fleurette. - Pero...
- él te culpaba por no darle hijos?
Después de un instante de vacilación, ella arrojó sus hombros hacia atrás .
- Quiero estas tierras de vuelta, Hiltsglen. Y estoy dispuesta a pagar un buen precio. Créeme, saldrás ganando.
- Dicen que él se ahogó en el río.
- Si. Es verdad.
- él no sabía nadar?
Después de mirar de reojo a la ventana, ella volvió a encararlo.
- De hecho, no estoy muy segura si...
- Ustedes nunca nadaron juntos?
- No.
- Porque él no quería?
- Y por qué él habría de querer?
- Porque si una mujer celestial... - Callándose, Killian cerró los puños. Por Dios, no podía ser más estúpido. - El río no es ni caudaloso ni profundo.
- Era época de lluvias.
- Y aún así vos estabas en un bote junto de él.
- Yo... - ella respiró profundamente . Todavía tenía los ojos atónitos y los dedos entrelazados. - Estás investigando mi vida?
- Dicen que él estaba embriagado.
Aunque una chispa de enojo brillase en sus ojos, ella tenía sus manos un poco temblorosas.
- Qué viniste a hacer aquí, sir Hiltsglen?
- Este en lugar bonito. Y me parece tan bueno como cualquier otro. - Encogiendo los hombros, Killian se apartó de la pared yendo en dirección a ella. Por Dios, no. Ya tenía problemas de sobra en ese momento. - Y vos, por qué continuas en este lugar?
- Esta es mi propiedad. No tengo motivos para irme.
- Con la muerte de tu marido... Pensé que los recuerdos eran demasiado penosos para vos. - él se mantenía atento a las alteraciones en el semblante de Fleurette. - No sería más conveniente buscar un lugar para vivir en Londres? Un lugar donde los recuerdos no te persigan? Un lugar más adecuado para una mujer delicada como vos?
- Una mujer delicada como yo...
Killian se preguntó si no sería más prudente retirar lo que había dicho antes que esa gata le diese otra bofetada. Pero había algo en la expresión de ella que lo dejaba intrigado.
- Por casualidad me consideras incapaz de administrar Briarburn? - ella lo interpeló.
- De ningún modo . - En verdad, era difícil imaginar alguna tarea que la baronesa no fuese capaz de hacer. - Sólo me imaginé que tal vez pudieses estar harta de vivir sola en una propiedad tan grande.
- Casi nunca estoy sola. A no ser que consideres solitaria y desolada a una mujer que no está "convencionalmente casada".
- Ustedes dormían juntos?
- Qué?!!! - El despropósito de la pregunta hizo Fleurette dar un paso atrás .
- Tu marido compartía tu cama, o vos siempre dormiste sola en ese aposento al final del corredor?
Ella humedeció sus labios. Al ver la punta de la lengua rosada moverse con cierta languidez, Killian sintió su miembro cobrar vida. Por todos los demonios!. Había habido un tiempo en que se había considerado un hombre fuerte y decidido, pero ahora... bien, por cierto que algunos siglos de soledad habría minado la determinación de cualquier caballero.
- Dónde elijo dormir no es asunto tuyo .
- Eso quiere decir que compartes tu cama con otros hombres?
- Cómo te atreves a hablarme así ?
- Sólo quería saber. - Por más que pensase que debería callarse y apartarse, Killian se veía prisionero de las emociones que lo asaltaban y que lo llevaban a no sopesar las consecuencias de sus palabras. - Eres fiel a la memoria de tu marido, o ya te acostaste con alguno de esos tontos vanidosos a quien llamas caballeros?
- Me imagino que vos te consideras un modelo de virilidad. - ella se aproximó como para intimidarlo.
Killian continuó donde estaba.
- Imagino que no soy modelo de nada, pero que soy un hombre, de eso no tengo dudas.
- No se mide la verdadera masculinidad por el tamaño de... - Fleurette pasó sus ojos por el pecho de él. - ... de su tórax. O por la... por la...por la fuerza dos brazos.
- No?
- No! Lo que hace a un hombre es su inteligencia. Su educación. Su buen gusto.
- Estás buscando un hombre que tenga un sabor agradable?
-No te hagas el imbécil conmigo. - Fleur lo agarró por el plaid escocés que cruzaba o tórax de él. - Conocí a tipos como vos en el pasado y no estoy - ni mínimamente dispuesta - a lidiar con uno más.
Las puntas de los dedos de la baronesa se clavaban en su pecho.
- Y cuál es el tipo de hombre al que te estás refiriendo, muchacha ?
- El tipo de hombre que tiene la necesidad de someter. - Levantando el rostro para mirarlo a los ojos , ella tiró de la tela escocesa. - De imponerse. De sobresalir a cualquier costo. De controlar.
- Por qué? Sos vos quien quiere dominar?
- Tal vez . - Fleurette se obligó a aflojar sus dedos, pero no soltó la tela del plaid. Respirando profundamente , intentó calmarse. - Sería tan malo eso, escocés?
Killian intentaba razonar, pero ella estaba tan cerca... Y era tan linda, tan tentadora...

- La respuesta a tu pregunta probablemente depende de lo que pretendas hacer con el control que tengas en tus manos, muchacha.
Los labios de la baronesa se abrieron. Los ojos verdes volvieron a recorrer su pecho, y los dedos delicados se abrieron para posarse sobre su piel. Bajo la palma de la mano de ella, Killian sentía su piel arder.
- Yo sólo quería... - Fleur interrumpió lo que decía, asombrada de darse cuenta de que sus dedos se resbalaban por el pezón de él.
- Qué querías? - Tratando de ignorar que tenía la respiración contenida en el pecho , Killian buscaba pensar con claridad.
En vez de responder, Fleurette se colocó en puntas de pie. De repente sus labios rozaban los de él, y entonces no hubo más tiempo para cualquier pensamiento coherente. Besándola con avidez, Killian la apretó contra su cuerpo. Ella lanzó un gemido ahogado, sus dedos hundiéndose entre sus cabellos, la otra mano acariciándole el tórax. Killian la abrazó todavía más fuerte, trayéndola junto a sí al dar un paso atrás . Dónde mierda quedaba la cama en esa casucha? Al tocar su cinturón , la mano de la dama rozó levemente la inocultable erección . Maldita cama! Por Dios, no podía hacer amor con ella allí en un piso de tierra ... O no era tan mala idea?

Killian ya se preparaba para recostarla sobre el piso rústico cuando un relincho estridente irrumpió en el casa haciendo que ambos se apartasen. Con los ojos pasmados, los dos se quedaron mirándose mutuamente , en una muda aflicción. Un estruendo hizo eco junto a la ventana del lado de afuera, en seguida la yegua soltó un relincho agudo.
- Filie! - Desprendiéndose de los brazos de él, Fleurette corrió hacia la puerta mientras Killian, medio atontado, hacía fuerza para mantenerse de pie .
Antes que él se recobrase, la baronesa ya estaba afuera . Fue entonces que un relincho viniendo del fondo de la garganta de Treun lo hizo recuperar de una vez la razón.
- No! Manténte lejos de ellos! - gritó Killian al cruzar el umbral de la puerta como un rayo.
Pero le bastó un vistazo a para ver que Fleurette ya se exponía al peligro, colocándose entre los dos animales que se empinaban en sus patas traseras en medio de un acto de copulación . El tronco que hacía de improvisada cancela estaba en el suelo. La cuerda roída colgaba del cuello do garañón. Mostrando los dientes , la yegua revoleaba los ojos.
- Aléjate de ellos! - Killian gritó otra vez.
En ese exacto instante, Treun bajó pesadamente sus patas en el suelo . El cuarto delantero del caballo alcanzó a Fleurette, arrojándola al suelo como una hoja en el viento. La yegua castaña se preparaba para escapar de un posible ataque - sexual - . El garañón partió hacia ella.
- Por Cristo! - él corrió a arrodillarse al lado de Fleurette. - Estás bien ? Te Lastimaste?
Sentándose en el suelo, ella no rechazó el brazo con que Killian la amparaba.
- Yo ... - Fleur se calló cuando sus ojos se encontraron, pero entonces Treun volvió a relinchar desesperado. - Busca un modo de detenerlo, por el amor de Dios!
Pero al levantar las cabezas los dos vieron a la yegua levantar sus patas delanteras y asestarle, con los cascos, un sonoro golpe al costado del cuerpo do garañón. Aún a esa distancia, fue posible oír con claridad el golpe seco de la coz y también el gemido de dolor de Treun.
Soltándose del brazo que Killian había pasado por su cintura, Fleurette se levantó de un salto. Pero Filie ya tenía la cola erguida y marchaba con gran imponencia en dirección a la casa. Por su parte, Treun se contentó con mirar a su dueño con un aire de profundo reproche.
- Yo intenté avisarte, muchacho, pero vos no quisiste escucharme - protestó Killian, viendo de reojo a la baronesa ir al encuentro de su yegua. - Bien, pero hay un punto en el que tienes razón: es extremamente difícil razonar con claridad en medio del fragor de la lujuria.

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