lunes, 6 de julio de 2009

EL ACUERDO - CAPITULO 43

CAPITULO 43


María estaba en un estado de total incredulidad . Todo era demasiado monstruoso! No podía ser! Pero aunque su mente quisiese negar hechos que agredían su naturaleza, ella sabía que eran verdaderos. La carta que sujetaba ahora en sus manos llevaba la firma de Margaret Westmont y estaba dirigida a "mi querido Andrew". Año, 1766.
La sujetó con manos temblorosas y volvió a leer esa caligrafía vigorosa:
"Mi querido Andrew
Te escribo para informarte de que mi hermano decidió permanecer por algún tiempo más en su propiedad, en Surrey. Fue un puro golpe de suerte, que me permitirá mantener el secreto sobre mi embarazo hasta el final . Encubrir ciertas cosas es el precio que tenemos que pagar por nuestro amor, mi adorado. Lamento que la criatura de Jane haya nacido muerta. Comparto, naturalmente, tu dolor. Pero no quiero que sufras más de lo necesario, ya que ese hecho podrá revertirse a nuestro favor.
Entré en trabajo de parto y , dentro de pocas horas, estaré dando a luz una criatura que será criada como tu legítimo hijo! Si , porque no tendremos problemas en colocarlo en la cuna vacía de tu esposa y convencerla de que la criatura es de ella".
En ese punto María había interrumpido para proseguir más adelante:
"Anímate, mi amor! Tengo noticias maravillosas! Entre las siete y las ocho horas de ayer, di a luz dos niños bellos y saludables! Son mellizos, un niño, y al que le dí el nombre de David, como acordamos. Y la otra, se llama d Caroline, según tu deseo.
Estoy muy orgullosa, ellos son el fruto de nuestro amor, pero todas las precauciones son pocas. La partera que trajimos de Glasgow será llevada de vuelta a su casa así como la criada que contraté de la aldea para cuidarme. Nadie puede descubrir lo que hicimos...”
María puso sobre la mesa la hoja amarillenta y se puso a reflexionar. David... Caroline... había sido después que ella se había casado con Edward! Por medio de una trama diabólicamente urdida, Margaret y su amante, lord Andrew Hastings, habían reemplazado la bebé muerta de lady Jane por sus hijos ilegítimos.
La pobre mujer traicionada no se había dado cuenta de nada porque había sido mantenida bajo la influencia de poderosos sedantes. En la carta, Margaret exhortaba a que Andrew no se olvidase de administrar "la infusión de hierbas" a su esposa. Ambos creían que la infeliz estaría suficientemente dopada como para no notar el acto cruel que habían cometido. Pero, en algún momento de su vida, ella había recobrado la lucidez y había descubierto la infamia. Prueba de eso eran esas cartas!
Colocó esa carta de lado y se puso a leer la carta siguiente...

Brett sofocó una exclamación de desagrado ante la imagen de la figura inconsciente de lord Hastings, desparramado sobre el sofá de la biblioteca. En el piso , al lado de él, una botella vacía de coñac explicaba la razón de su estado de estupor.
- Parece que, después de todo , tu padre no va a precisar de mí. Seguramente estará inconsciente por el resto del día.
Un espasmo de cólera alteró el bonito rostro de Elizabeth.
- Los hombres de mi familia son todos débiles! Mi abuelo... y ahora mi padre! La tía Meg siempre dice que si no fuese por las mujeres...
Ella se interrumpió , consciente de que había hablado demasiado.
- Me parece que oí el ruido de un carruaje. Creo que los invitados están llegando.
- Ve a recibirlos, Elizabeth. Yo cuidaré de tu padre.
Brett lanzó una última mirada de repulsión al dueño de la casa y se volvió hacia la puerta , ansioso por verse libre de todo aquello.
- Voy a pedirle a los criados que lleven a su Señoría a sus aposentos y después descenderé hasta el lago para esperar Ashleigh y a tu madrina.
- Oh, no! No puedes! - exclamó Elizabeth, agarrándolo por el brazo. Después , dándose cuenta de su error , procuró enmendarse: - Quiero que te quedes a mi lado. Necesito apoyo moral.
Brett estudió atentamente su rostro. Elizabeth Hastings era una mujer habituada al roce social. Una simple reunión en el campo no explicaría su nerviosismo ni la alarma que detectaba en su voz.
- Mi madre debe estar llegando. Ella estará feliz de ofrecerte todo el apoyo que necesitas - dijo para ponerla a prueba.
Elizabeth vio la sospecha ensombrecer los ojos de Brett y luchó contra el pánico que amenazaba con dominarla. Lo siguió por el corredor, casi corriendo para acompañarle los pasos, intentando justificarse:
- Mi única preocupación es que Ashleigh llegue demasiado pronto, antes que terminemos con los preparativos. No... es mejor ... que se quede a los cuidados de mi madrina...
Brett le lanzó una mirada rápida y entonces se detuvo . "A los cuidados de mi madrina..." por qué esas palabras, aparentemente inocentes, le provocaban un escalofrío? Mientras se volvía para mirarla, nuevas sospechas surgieron . Qué estarían tramando esas dos? Someter a su esposa a la prueba de una farsa diabólica?
- Elizabeth - Brett dijo tensamente , en un tono que no admitía réplicas. - Vamos hasta la sala. Vos y yo tenemos mucho de que hablar.

Al terminar de leer la carta, María secó una lágrima. Allí estaba la respuesta a la pregunta que hacia tanto tiempo la perseguía. Por qué había sido tan ciega al punto de no comprender todo inmediatamente?
Volvió a buscar el tramo que le causaba tanto sufrimiento:
"Confieso, mi amor, que llego a aplaudirme por la buena idea de emplear una caligrafía diferente en nuestras cartas secretas. Como son anónimas, no corro el riesgo de que alguien me las atribuya, en caso que sean interceptadas. Insisto en que vos hagas lo mismo, cuando me escribas. Es imperativo que mantengamos nuestro amor en secreto!”
La caligrafía de esa carta anónima era idéntica a esa de las notas faldas que injustamente la habían implicado en un caso de adulterio, diecisiete años antes! Había sido Margaret Westmont quien había urdido su desgracia y su exilio!
Desgraciadamente, eso no era todo. Había más, mucho más! Esa carta y las posteriores eran, evidentemente, una respuesta al pedido de su amante arrepentido , para que ella dejase de lado la idea de "colocar a alguien de mi propia familia en el trono ducal."

"No concuerdo", insistía Margaret. "El ducado tiene que pertenecer al primogénito, sea él hombre o mujer. y yo pretendo hacer justicia en mi nombre y en el de mi género , instalando mis herederos en el ducado!"
Una sonrisa amargo afloró en los labios de María. Margaret había tenido mucho cuidado en esconder su identidad, disimulando su letra. Sin embargo, cualquier persona medianamente perspicaz se daba cuenta que sólo ella podía haber escrito cosas tan terribles!
Pero la amargura dio lugar al horror cuando comenzó a leer las líneas de la última carta de Margaret. Lord Andrew estaba agonizando. Desde su lecho de muerte, él había hecho un último pedido a su apasionada amante, implorándole que no llevase adelante sus planes. Y ella le había respondido:
"Rechazo tu acusación de que Dios nos castigó por lo que vos consideras como un fracaso en nuestra misión, sacarle la vida a Edward, Caroline y del pequeño Linley. Yo también lloro por ellos, pero no puedo olvidar el futuro. O entonces la muerte de ellos habrá sido en vano!
No pienso entregar el ducado a D. él es demasiado débil . pero tu hija, nuestra joven E., parece prometer mucho . Pretendo colocar mis esperanzas en ella, haciendo con que se case con el 'actual heredero'. Por lo tanto, mi querido, controla tu consciencia : B. vivirá porque tendrá que reunir su linaje con el nuestro. El peligro recaerá únicamente sobre aquellos que impidan esa unión ..."
Durante un instante, el corazón de María dejó de latir. El D. De la carta era, sin duda, David. E., Elizabeth, y B., Brett, para quien estaba destinado el carruaje que había matado incidentalmente a la hija y al nieto de Margaret. Ella había intentado matar Brett cuando él todavía era una criatura inocente.
- Oh, miserable mujer!
Mientras el sonido de su voz hacía eco por el hall desierto, procuró reflexionar. Las palabras "aquellos que impidan esa unión " la dejaron helada. Ashleigh! Ella era la única que se interponía entre Brett y Elizabeth. Y en ese exacto momento estaba en compañía de...
"Oh, mi Dios! Tengo que llegar al lago antes que sea demasiado tarde!", María rezó con desesperación.


Ashleigh se colocó el sombrero de alas anchas y lo ató debajo de su mentón . El sol estaba fuerte, reflejando sobre las aguas tranquilas que el boto atravesaba a un ritmo regular.
Estaban ahora en medio del lago. El muelle de los Hastings, ya visible, estaba desierto. Examinó en toda su extensión la orilla soleada. No había ninguna señal de Brett.
Entonces se volvió hacia lady Margaret, quien había dejado de remar. Los músculos de su rostro estaban contraídos en una expresión perversa. Sintiéndose observada, la mujer sonrió y Ashleigh pensó haberse equivocado en su observación.
- Disculpa, querida, pero mis manos no son las mismas - la oyó decir con un suspiro. - Me están doliendo terriblemente.
- Oh!... Hay algo que pueda hacer?
- Creo que si. Remar no es difícil. Bajo mi orientación , podrás alcanzar sin problemas el muelle de los Hastings.
- Bien... no sé...
- Claro que puedes, querida. Eres mucho más joven y mas fuerte que yo . Además , estás usando guantes.
Ashleigh miró sus delicadas guantes de encaje y dudó de su utilidad . Pero dijo:
- Está bien, lady Margaret. Voy a hacer lo posible.
- Perfecto , niña! Ahora tenemos que cambiar de lugar. Muévete con cuidado...

Brett alcanzó la puerta de entrada de Cloverhill Manor en el preciso instante que el carruaje del conde de Ranleagh paraba en la alameda.
- Christopher! - le gritó a su amigo perplejo. - Tenemos que ir hasta el lago! Rápidamente !
El conde se dio cuenta que algo anormal sucedía y preguntó, alarmado:
- Qué sucedió, hombre?
- Te explicaré todo durante el viaje. Ahora llévame en carruaje hasta el final de la alameda y dobla a la izquierda. A toda velocidad!
Brett se dejó caer en el asiento , delante de Pamela Marlowe, y agregó, jadeando :
- Tengo todas las razones para creer que Ashleigh corre peligro de vida!

Cuando el carruaje tomó la curva final de la alameda, María sujetó el cuello peludo de Finn. Había decidido llevar al perro con ella porque sospechaba que Margaret intentaría hacerle algún mal a Ashleigh cuando el bote estuviese en medio del lago, lejos de ojos escrutadores. En ese caso, sólo Finn podría salvarla!
"Oh, Dios, permite que todavía haya tiempo!"
Mientras cambiaba de lugar con lady Margaret, Ashleigh sintió la pequeña embarcación balancearse. Vaciló un poco sobre sus pies y, temiendo perder el equilibrio, se curvó para afirmarse en los bordes. al hacerlo, notó un movimiento detrás de ella y casi en seguida se vio lanzada al lago.
Al caer en las aguas frías, un grito de triunfo, seguido de una explosión de risa, llegó a sus oídos. Sólo entonces Ashleigh se dio cuenta que había sido deliberadamente empujada por Margaret.
Se sintió hundirse. Pero en una reacción instintiva, en busca de aire, consiguió volver a la superficie y mantenerse a flote.
- Idiota! Piensas que puedes salvarte? - La voz de Margaret se elevó bruscamente, endurecida por el desprecio y la cólera. - Esta vez, voy a acabar con vos! Entonces, el ducado estará en mis manos. mis, oíste, prostituta barata ?
Después , soltando una carcajada histérica, ella sacó uno de los remos de su soporte y lo levantó con las dos manos.
Rápidamente, Ashleigh se sumergió, evitando por poco el golpe del remo . "Mi Dios, me va a matar", pensó, aterrorizada, mientras Margaret, desde el bote, continuaba gritando insultos.
De repente, en el fondo de su desesperación, oyó un ladrido familiar. Poco después , una cabeza peluda cortaba las aguas, a pocos metros de distancia de ella. Un chillido de Margaret la alertó del hecho que ella había visto al perro, quien se aproximaba rápidamente . El remo bajó por la segunda vez, y su acción fue seguida por un gruñido de dolor.
"Finn fue alcanzado!" Con dificultad, Ashleigh dio algunas brazadas en dirección al animal y vio sangre manando de su cabeza.
- Oh, no! - ella gritó, con un gemido de desesperación.
Pero Finn todavía resistía. Gruñendo como un animal salvaje, él alcanzó el bote y cerró sus enormes mandíbulas en torno al remo, dándole un fuerte tirón. Con el impacto, Margaret dio pasos hacia adelante y hacia atrás . Tropezó y cayó súbitamente al agua con la cabeza hacia adelante .

Sus gritos agudos resonaron prolongadamente en el lago. Ashleigh oyó su último pedido desesperado y quiso ayudarla, pero las sus faldas mojadas la empujaban hacia abajo. Se sentía arrebatada por un torbellino... Era como si estuviese siendo absorbida por un torbellino , cayendo en un agujero sin fondo... Oyó el espasmo convulsivo de su propio pecho y después sintió que perdía la respiración.
La última imagen que tuvo y a la cual se aferró era la de una figura gris que la impulsaba hacia arriba. Después , se sumergió en la oscuridad.

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