lunes, 20 de julio de 2009

EL BARBARO - CAPITULO 18

CAPITULO 18


Sentada en su oficina, Fleur espiaba con desaliento por la ventana mientras, desde allá abajo, le llegaba el ruido de un martillo golpeando metal y el murmullo de las voces de los trabajadores. Aunque estuviesen produciendo el primer modelo de una serie nueva de carruajes en Eddings ese día, Fleurette simplemente no lograba encontrarse con su acostumbrado entusiasmo.
Cerrando los ojos, ella los frotaba con cierta indolencia cuando, detrás de los párpados cerradas, vio formarse el rostro de Killian de Hiltsglen. No, él no era un hombre guapo. Ni atractivo. por el contrario, no tenía nada de los hombres refinados que circulaban por las círculos de la alta sociedad. Killian era lo que era y punto.
Integro , honesto y...
Por Dios, en qué diablos estaba pensando? No sabía si Hiltsglen era honesto. Ni tenía modo de saberlo. Y ni siquiera se imaginaba por qué él vivía apareciéndose en su vida en los momentos más imprevisibles. Sería posible que él se sintiese atraído por ella? Que la considerase una mujer inolvidable y no lograse sacarla de su cabeza al punto de...
Maldición! Por qué demonios tenía que preocuparse de eso? No tenía problemas de sobra? Alguien había invadido la privacidad de su hogar y había rasgado su ropa. Y por más que ella hubiese investigado entre sus criados, no había podido encontrar un sólo indicio de quien podría haber hecho esa maldad. De modo que sólo le había quedado advertir a sus criados para que se mantuviesen alertas y continuar especulando respecto a quien había entrado a escondidas a sus aposentos y podría hacerlo nuevamente. O hasta intentar algo mucho peor.
Además, su establo casi había sido destruida por el fuego. sus caballos, que ella adoraba, por poco habían muerto. Y, hasta donde sabía, el responsable de todo aquello bien que podría ser ese misterioso escocés.
No enciendas el pabilo si no tienes intención de venir a apagar la llama.
Por Dios!, qué había querido decir con eso? Fleurette intentó reírse de ese comentario tan tonto, pero la risa le salió como un gemido atragantado. Y, al apoyar la cabeza en el escritorio, ella tuvo la sensación de oír campanas sonando en la profundidad de su cerebro.
Mierda, mierda, y mas mierda. Era claro que sabía muy bien lo que él había querido decir con ese comentario , a pesar de la antigua metáfora que había usado. Después de todo , no era una virgen que se ruborizaba con cualquier insinuación de doble sentido. Era una viuda. Un mujer con experiencia, madura, práctica y moderna.
Entonces por qué demonios había continuado sentada sobre su regazo? El regazo de él, por el amor de Dios! De tan ruborizada que estaba, sentía las orejas arder. Oh, si, claro que sería demasiado fácil creer que él la había obligado a permanecer allí, que se había impuesto por medio de la fuerza física, después de todo robustez era lo que no faltaba a ese hombre...
Todo lo que había sucedido más se parecía un sueño, o a escenas de algún libro de cuentos, de esos muy antiguos y románticos. La doncella asediada, luchando contra todo y contra todos, y el caballero cortés, surgiendo sobre su corcel negro para salvarla. Todo tan trillado y tan ...antiguo ...
Oh, que un rayo lo partiese en mil pedazos!
Obligándose a levantarse, Fleur se puso a caminar de un lado al otro. Oh, se olvidaba: el lobo. De qué infierno había salido esa criatura casi sobrenatural? El animal le había parecido tan grande como un venado adulto e increíblemente feroz... casi sin notar, Fleurette bufó ante su insensatez.
Ningún lobo podía ser así de grande. Seguramente sus fantasías de niña comenzaban a provocarle alucinaciones.
Aún así ... Deteniéndose junto a la ventana, dejó que su mirada vagase por la calle más abajo. Insoportable o no insoportable, Hiltsglen había salvado sus caballos. Y, pensando bien, probablemente también le había salvado la vida a ella... Por un breve momento, se permitió revivir los instantes de pánico, se permitió recordar el terror estampado en los ojos de sus animales siempre tan bien tratados y tan queridos. Si, era muy posible que Killian los hubiese salvado a todos.
Por otro lado, cómo podía estar segura que no había sido él el responsable del incendio? Cómo Hiltsglen se había enterado que el establo estaba incendiándose si no hubiese él mismo iniciado el fuego ? O , por qué él se hallaba tan cerca de Briarburn para entrar en acción? La había estado espiando? Estaría escondiéndose en los bosques alrededor de la propiedad? Había sido él quien había entrado a sus aposentos?
Había tenido la extraña impresión de ser observada después que Hiltsglen había llegado al lugar.
Pero por otro lado, por más que lo intentase, no lograba imaginarse al escocés rondando furtivamente su casa. Si por algún motivo él quisiese entrar en Briarburn, seguramente no vacilaría en voltear las puertas y cualquier otro obstáculo que impidiesen su acceso a...
- Mi lady.
Por poco Fleurette no pegó un grito al darse vuelta hacia la puerta de su oficina. Quien se hallaba en el umbral era el señor Benson, con una de sus manos en la perilla y la otra apretando el sombrero junto a su pecho.

- Discúlpeme. - él curvó su cabeza calva. - No era mi intención asustarla.
- No, no. No fue nada. Estaba entretenida con mis pensamientos. - Cuando logró exhalar el aire que contenía en sus pulmones, ella se encaminó hacia su silla y se sentó . - En qué puedo ayudarlo?
Los ojos del supervisor fueron hacia la ventana, después volvieron a posarse sobre ella. Fleurette se puso rígida . A pesar de ser un buen profesional y un excelente consejero, Stanley Benson nunca había dado señales de sentirse completamente cómodo con el hecho de trabajar para una mujer. Y para empeorarlas cosas, siempre se ponía medio evasivo y con la mirada huidiza, cuando tenía que hablar de temas poco agradables.
- Qué pasa, señor Benson?
Aproximándose, él aclaró su garganta antes de anunciar:
- Se trata de la pedrera de lord Gardner, mi lady.
- La pedrera? - De cierto modo, Fleur se sintió aliviada. Después de lo que había sucedido en los últimos días, tal vez no era una exageración imaginarse problemas mucho mayores. De hecho, si nada se había incendiado y si nadie estaba amenazándola, todo parecía estar en perfecto orden.
-Usted me pidió que comprase la pedrera y las tierras adyacentes - recordó él, como si temiese que Fleurette pudiese haberlo olvidado.
- Oh, si. Es verdad. - ella sonrió para alentarlo. - Lord Gardner se está haciendo el terco, es eso?
- Lamento informarle que... - Benson volvió a carraspear. - Bien, desgraciadamente parece que él le ofreció las tierras a otra persona.
- A... - Fleur se levantó, después, sentándose nuevamente sobre en la silla, respiró profundamente . - A quién?
Ee pestañeó antes comenzar con un tic nervioso en su cara.
- Parece que es un caballero llamado sir Hiltsglen.
Fleurette volvió a levantarse, u lo hizo con tanto ímpetu que la silla se cayó al piso a espaldas de ella.
- Qué?!!!
Como si tuviese miedo a que ella fuese saltar sobre su cuello, el supervisor dio un paso atrás . Se decía que Benson era un hombre de reflejos rápidos.
- Lo lamento mucho, mi lady. - A juzgar por la expresión de su rostro, él no mentía. - Pero me temo que ...
- Esto es... inaceptable. - ella comenzó a caminar impacientemente. - Usted tiene que ir a buscar a lord Gardner nuevamente y convencerlo de aceptar nuestra oferta.
- Pero...
- Poco me importa cuanto nos va a costar.
- Me temo que ...
- Señor Benson. - Deteniéndose en el lugar, Fleurette enderezó la espalda y lo miró directamente a los ojos . Lo que no era fácil, ya que el supervisor continuaba evitando mirarla. - Esas tierras antes pertenecían a la propiedad de mi finado marido.
- Lo sé , mi lady, pero sucede...
- Y tienen que volver a pertenecer. Ahora, vuelva inmediatamente a la casa de lord Gardner y ofrézcale lo que sea necesario para asegurar la compra de esas tierras.
- No es tan fácil ...
- Intente no hacer una propuesta absurda . Procure apenas ofrecer lo estrictamente necesario para... no. Gaste lo que sea necesario .
- No sería mejor...
- Señor Benson, quiero ver la propiedad de mi finado marido devuelta a la gloria que conoció en el pasado. El costo de eso no...
- Hiltsglen ya está en posesión de la escritura.
Volviendo a inspirar profundamente, Fleurette contuvo el aire en sus pulmones por un instante mientras se obligaba a mantener la calma.
- Qué dijo ?
- Sir Hiltsglen... - Benson se puso a apretar o sombrero entre sus manos.- Me parece que él ya ... tiene la escritura de las tierras en sus manos, pues...
- Imposible. - Pero entonces Fleur se dio cuenta que nada era imposible. Hiltsglen era el tipo de persona capaz de robarle las tierras de las manos y al mismo tiempo fingir venir en su socorro. Mordiéndose el labio para no gritar, Fleur miró el escritorio, después cerró cuidadosamente los libros de contabilidad y, un poco más contenida, pidió: - Señor Benson, pídale a Horace que traiga mi carruaje.
- Si, mi lady. - casi sin disimular su alivio , él se dio vuelta hacia la puerta.
- Y, señor Benson...
Ele volvió a darse vuelta, ahora con gran esfuerzo para no hacer una mueca.
- Por casualidad conoce a algún investigador?
- Investigador, mi lady? - Los ojos do supervisor estaban muy abiertos.
- Si.
- No, mi lady. Desgraciadamente , no conozco. Pero... Creo que puedo encontrar a alguien que se dedique a investigaciones, si así lo desea.
- Haga eso. - Fleurette inclinó la cabeza levemente hacia él. - Haga eso.

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