CAPITULO 16
“Nada viaja mas rápido que la luz , con la posible excepción de las malas noticias, que siguen sus propias reglas”. Douglas Adams
- Pobrecita - comentó Mimi, cuando el automóvil se apartó.
- Ella es la última persona a quien esperaba que esto le sucediese - dijo Janey. Siempre creí que ellos estaban realmente enamorados uno del otro. - Sacudió la cabeza. - Esto sólo viene a probar que no se puede confiar en nadie ...
- Es terrible, no? - dijo Mimi. - Muhammad - ella le dijo a su conductor. - No crees que las tentaciones del mundo son más fuertes que el verdadero amor?
- Creo que si, madame - dijo el conductor, asintiendo. - Y eso es muy, muy mucho triste.
Mimi extendió el brazo y tocó la mano de Janey.
- De cualquier forma, estoy tan feliz de verte, querida. Siempre nos divertimos tanto juntas , no?
- Mucho - respondió Janey.
-Habremos sido muy severas con Patty ? - preguntó Mimi. Y luego golpeando la palma de su mano en su boca, dijo : - Casi me olvido de contarte. Mauve anda diciendo que Comstock va a comprar un apartamento en el número 795 de Park Avenue . Por diez millones de dólares!
- Estás bromeando - dijo Janey, mostrando el espanto necesario.
- Querida ..... - dijo Mimi, maliciosamente, cambiando de tema . - Vos todavía tienes tu apartamento?
- El de la calle 67 este? - preguntó Janey.
- Crees que Zizi podría vivir allá?
El nombre “Zizi” hizo que Janey se estremeciese ligeramente, como el nervio de un dente que de repente duele. Mimi rara vez mencionaba el nombre de Zizi, y durante algún tiempo Janey rezó para que ese romance se hubiese enfriado. Pero si Mimi estaba queriendo encontrar un lugar para él vivir, era obvio que eso no había sucedido , y eso dejó loca a Janey . Todavía no conseguía entender cómo Zizi podría haber preferido a Mimi sobre ella. Realmente no le gustaba la idea de tener a Zizi como inquilino de su apartamento - simplemente porque no quería facilitar los encuentros entre él y Mimi. Pero rehusarse de plano perjudicaría la amistad entre ellas.
- Muy bien - respondió Janey vagamente. - sólo que estaba pensando en alquilarlo.
- Ah, pero Zizi puedes pagar un alquiler - respondió Mimi.
Después de eso, Janey se quedó sin alternativa.
- Arreglado, entonces - concordó ella.
- Vas a salir esta noche? - preguntó Mimi. Ahora que ya habían tratado el asunto del apartamento, ella no quería hablar mas de su amante . Todavía sospechaba que Janey quería a Zizi , y eso la amargaba un poco.
Janey hizo una mueca .
- Tenemos que ir a Greenwich. Connecticut. Para un cena de Splatch Verner.
- Pero qué... horror - dijo Mimi.
- Voy a tener que conocer a todas las otras esposas de los funcionarios da Splatch Verner.
- Vas a arrasar, mi querida. Todas van a morirse de envidia.
El automóvil se detuvo en la calle 63 con Madison, y Janey salió .
- Chau, mi linda - se despidió .
- Chau - dijo Mimi. -Llamame mañana y me cuentas todo.
-Okey - dijo Janey.
El automóvil se apartó y Janey miró a su alrededor . Estaba tan civilizado allí . Realmente era un alivio.
Cuando entró en la calle que llevaba al Hotel Lowell, pasó por un bistró francés . Debajo del toldo se encontraban algunos hombres europeos muy atractivos, vestidos con ropa informal europea muy cara. El propietario Christian, hombre de constitución mediana con un rostro semejante al de un artista de cine, estaba parado afuera , fumando. Cuando vio a Janey se mostró radiante y levantó los brazos.
- Ah, mi querida ! - exclamó. - Desapareciste después que te casaste!
El le tomó la mano izquierda y , con una pantomima cómica, dijo :
- Déjame ver la alianza! Ah, muy , pero muy bonita - la elogió, mirándola con respeto.
- Mi marido es maravilloso - dijo ella.
- Ah, pero es él quien tiene suerte - dijo Christian, gesticulando con el cigarro en la mano. - Nunca debes olvidar eso!
Janey se apartó sonriente. Era el final de septiembre, pero todavía hacía calor, 21 grados, una temperatura perfecta. De alguna forma, ella había conseguido salir mejor para da que todos, ella pensó muy convencida. Su situación ciertamente era mejor que la de Patty, quien tenía un marido infiel , y la de Mimi, cuyo marido era tan asqueroso que ella necesitaba acostarse con otro hombre... Además , su marido estaba profundamente enamorado de ella, y ella no le molestaba para nada acostarse con él. Entonces, al entrar en el palacete del Hotel Lowell, con pasos confiados, sintió que finalmente estaba pisando terreno firme...
Sólo que su ilusión de seguridad fue borrada casi de inmediato.
- Señora Rose - cuchicheó el recepcionista. - Hay un hombre aquí esperando para hablar con usted . - Por la cara del recepcionista, ella podría jurar que esa persona no era bienvenida en el Hotel Lowell. Dándose vuelta , Janey vio a un hombre con rostro deformado y con marcas de acné sentado en una de las de las poltronas de una salita; cuando ella dio un paso en dirección a él, él se levantó .
- Janey Wilcox? - preguntó él.
Súbitamente ella sintió miedo.
- Si ? - preguntó, fingiendo impaciencia.
- Tengo una carta para la señora. Necesita firmar aquí.
Ella desconfió .
- De quién es? - quiso saber.
- Da Paramaount Pictures.
Sus ojos se semi cerraron como si estuviese intentando buscar un modo de rechazar la carta.
- Y si no la firmo? - Janey preguntó.
- Puede hacer lo que quiera - dijo el hombre. - Pero si no la firma , voy a volver mañana. Y pasado mañana también...
Janey miró hacia atrás. El recepcionista y el mensajero observaban la conversación de los dos de reojo ; si ella hiciese un escándalo, eso iba a ser motivo de chisme y alguien acabaría mencionándole el asunto a Selden .Tomando la lapicera de la mano del hombre, ella firmó rápidamente y tomó la carta, guardándola en su cartera.
- Está todo bien, Señora Rose? - indagó el recepcionista.
- todo bien - respondió ella, sonriendo.
Pero nada estaba nada bien, pensó Janey , subiendo en el ascensor y después caminando por el corredor rumbo a la suite. Giró la llave en la cerradura y entró en el cuarto como un vendaval, arrojando la cartera en una silla . Después rasgó el sobre y leyó rápidamente la carta. Era exactamente igual a las otras, exigiendo que ella pagase 30.000 dólares a la Paramaount Pictures... Cómo era que Comstock tenía el coraje de exigirle dinero a ella? Principalmente cuando se iba a despilfarrar 10 millones en un apartamento...
En rigor de la verdad , ella podía pagar, porque tenía dinero ahorrado . Pero era todo lo que ella poseía en el mundo, y había abierto esa cuenta 15 años atrás, al volver de ese primer verano que había “desfilando” en Europa. Desde entonces, había ahorrado todo lo que podía , poniendo cierto dinero de lado cada vez que recibía un cheque - pues sabía que su futuro era incierto, que algún día podía necesitar cada centavo de ese dinero para sobrevivir. No era justo que Comstock Dibble, quien era rico, le sacase ni siquiera un dólar de ella, y además , ella se había ganado ese dinero con el sudor de su traste , o no ? En verdad había intentado escribir ese puto guión, y Comstock se había acostado con ella a voluntad ...
Empezó a caminar impacientemente en la sala. Necesitaba pensar! Necesitaba hacer algo... necesita poner fin a aquello de una vez y para siempre . Aunque diese los 30.000 a Comstock, no había garantía de que él parase de extorsionarla - era perfectamente capaz de imaginar alguna otra transgresión sólo para continuar sacándole dinero a ella. Si al menos ella fuese hombre, Janey pensó . Los hombres como Comstock Dibble tenían su propio club privado; y había un acuerdo tácito por el cual ellos jamás se metía con nadie que tuviese abogados igualmente poderosos. Janey se sentó en una silla delante del escritorio, tamborileando sus dedos en el tapizado de cuero. Había momentos en la vida de una mujer en que ella no podía resolver las cosas sola - enfrentar a Comstock Dibble sola sería una tontería. Antiguamente ella solía usar a los hombres para ocuparse de sus problemas ; además tenía mucha experiencia en el arte de la manipulación ; sólo era una cuestión de encontrar al hombre correcto para esa tarea.
El teléfono comenzó a sonar, pero ella lo ignoró . Necesitaba de la ayuda de un hombre rico y poderoso como Comstock. Selden estaba fuera de cuestión por el momento, y Harold Vane ya le había prestado dinero demasiadas veces en el pasado (dinero que ella, en rigor, todavía le “debía” ). Iba a necesitar un hombre que no supiese nada de su pasado, que creyese que Comstock estaba queriendo abusarse de ella. Pero eso no iba a ser difícil, porque era lo que él estaba haciendo!
El problema era que los hombres solían prestar ese tipo de favor a cambio de sexo, o de la promesa de sexo. Pero eso ella no podría ofrecer ahora, justo ahora que estaba casada. Janey cerró los ojos y puso las manos en la frente . Tenía las manos atadas ?
Si Selden la descubriese - aunque sólo fuese el tema del dinero -, él ciertamente haría preguntas y entonces podría descubrir que ella y Comstock habían tenido un affair durante todo el verano. Podría haberle contado la verdad a Selden cuando tuvo la oportunidad, pero él hizo todo muy difícil y ahora era demasiado tarde . Si al menos pudiese encontrar a alguien que odiase a Comstock tanto como ella... sacó las manos de su frente y miró a su alrededor en busca de inspiración.
Sus ojos encontraron una hilera de invitaciones sobre el estante de la chimenea, y, furiosa, Janey se levantó No podía volver al pasado: ir de fiesta en fiesta con la esperanza de conocer a “alguien” y tener sexo con hombres que fingirían que no conocerla cuando la viesen nuevamente. Y por encima de todo , estaba esa constante preocupación por el dinero y el miedo de lo que sucedería con ella en el futuro - cuando su belleza disminuyese y ella no tuviese más nada que ofrecer...
Com un grito de desesperación , Janey tiró las invitaciones del estante de la chimenea con un golpe de su mano. Una tarjeta blanca y pesada con letras en relevo cayó a sus pies; era la invitación para el Espectáculo de Invierno del Ballet de la ciudad de New York . Mimi presidía el comité y ya le había pedido a Janey que se sentase con ella y George...
George! pensó Janey . Y mirando las invitaciones sobre la alfombra, inmediatamente sintió vergüenza, como una niña que acaba de estropear su juguete predilecto en un acceso de furia.
Tomando las invitaciones una por una , ella las volvió a colocar con cuidado sobre el estante de la chimenea, y cuando todo ya estaba de vuelta en su lugar, ella tomó el teléfono y llamó a George.
Me encantaría vivir como un hombre pobre con mucho, mucho dinero - Pablo Picasso
Media hora después , un SUV Mercedes negro paraba delante de una entrada discreta de un edificio en Park Avenue, en la calle 69. El SUV tenía vidrios negros a prueba de balas, una televisión y conexión a Internet; el año anterior, había reemplazado a la limosina como vehículo predilecto de los magnates. El argumento que más pesaba en el momento de la venta era que en una emergencia podía ser usado como oficina móvil, permitiendo que el magnate hiciese negocios mientras se apartaba de las masas que tomarían las calles y saquearían supermercados y tiendas - una de las previsiones más populares referentes al Fin del Milenio. Pero como a mayoría de las profecías apocalípticas, la del fin del milenio no se cumplió . Pero el modelo SUV de lujo continuó de moda.
Ese automóvil en particular era de George Paxton; el conductor, el Señor Pike, era un pakistaní que usaba turbante. Como el otro conductor de George, Muhammad, el Señor Pike tenía entrenamiento en artes marciales ,pero a George le gustaba exagerar y decir que él guardaba una espada en el turbante, una cosa imposible físicamente pero que la mayoría de las personas creía . Vestido con tradicional vestimenta hindú , una túnica de seda bordada, faja de satín a la cintura y pantalones combinando con las otras prendas, el Señor Pike salió del automóvil y abrió la puerta de atrás. El único problema del SUV es que es imposible entrar o salir de él de manera elegante , y entonces, después de un instante arrastrando los pies para decidir cual pierna que saldría primero, George Paxton saltó del vehículo.
Usando un traje de corte impecable, él estaba reluciente. Como él esperaba, Janey Wilcox lo aguardaba al lado de la portería, con la cartera apretada contra su pecho y el comportamiento aprensivo y desconfiado de una persona que escondía plutonio; cuando ella lo vio, inmediatamente bajó el brazo y arrojó los cabellos sobre uno de los hombros intentando fingir naturalidad.
Igualmente estaba lindísima, pensó George.
Extendiéndole un brazo , en el cual llevaba un enorme reloj Bulgari de oro 18 quilates, él dijo :
- Bienvenida. Entra, déjame mostrarle el lugar.
Tocó una pequeña campanilla de oro al lado de una pesada puerta de madera. Un alto y cadavérico hombre vestido con casaca y pantalones grises abrió a puerta.
- Buenas noches, Señor Paxton - dijo o hombre, curvándose al saludarlo.
- Buenas noches, Buswell - respondió George, animado. - Señor Buswell, esta es Janey Wilcox, amiga de mi esposa. Le voy a mostrar el apartamento en secreto, por lo tanto no le cuente a nadie .
- Perfectamente, Señor Paxton.
Ella lo siguió de buena voluntad a través del minúsculo vestíbulo, pintado de celeste con molduras blancas , pero habló al llegar al ascensor.
- George, yo ... - Janey comenzó a decir . Él extendió una de sus manos, abriendo la puerta con la otra. - Vas a tener mucho tiempo para eso - dijo él, haciéndole un gesto para que entrase. El ascensor no tenía más que tres metros cuadrados. George dijo : - El único problema con estos lugares son los ascensores. Ellos los construyeron cuando estas máquinas eran una invención reciente, y nadie confiaba mucho en ellos . Un ascensor solía ser más un lujo que una necesidad.
El ascensor subió lentamente, crujiendo, y ella le sonrió , pero George se dio cuenta del pánico en sus ojos. Ella probablemente pensaba que él le exigiría favores sexuales, pero él creía que , después de su encuentro, iba a suceder justamente lo contrario.
- George, a dónde me estás llevando ? - indagó ella, con humor suficiente en su voz como para evitar que la pregunta pareciese ofensiva. Y con una mirada suave para indicarle que no necesitaba temerle , George se aproximó a ella y dijo :
- es una sorpresa. sé que te gustan las cosas bonitas, y creí que gustaría ver eso.
- Pero, que es ? - gritó ella, cuando el ascensor se detuvo y la puerta se abrió . George salió a un vestíbulo con piso de mármol con paredes brillantes revestidas en nogal.
- Es un apartamento - dijo él.
- Un apartamento? - ella preguntó, mirando a su alrededor con un mezcla de asombro e irritación.
El inmueble estaba completamente vacío, ya que los antiguos habitantes se habían mudado el año anterior, pero aún sin muebles era impresionante. El techo en formato de cúpula estaba pintado con nubes y querubines y con molduras doradas. Cuando Janey levantó la cabeza, George observó cuan lisa y joven era la piel del cuello de ella era, y admiró su bello perfil desde el esternón hasta el pecho.
- Ah, pero no es cualquier apartamento - dijo él, llevándola al mayor de los tres salones. - Es el mas grande y más grandioso apartamento de New York , y el más caro también. Dos mil metros cuadrados, treinta salas, 12 cuartos - todo por el módico precio de 30 millones de dólares.
- George! - exclamó ella, espantada.
El la miró evaluándola . Ante semejante riqueza, ella parecía haberse olvidado temporalmente del misterioso problema que la había impulsado a llamarlo , suplicándole que se encontrase con ella inmediatamente. - Pero vos ya tienes un apartamento - Janey dijo, acusadoramente, como si no estuviese permitido que una persona tuviese más de uno.
- Es cierto - afirmó él. -Pero es mucha suerte que un apartamento de estos aparezca en el mercado y que alguien tenga dinero para comprarlo. Yo lo tengo. Sabes quién vivía aquí antes?
- No - dijo Janey, sacudiendo a cabeza.
- Maury Finchberg. Te acuerdas de él ? A mediados de la década de 1980, era el hombre más rico de New York .
- Todos decían que él era muy feo - exclamó Janey.
- Realmente parecía un jabalí - dijo George, sentándose en uno de los pilares. Se estaba divirtiendo , adorando el asombro de ella mientras giraba lentamente delante de él , pero también cuando uno es inmensamente rico, como lo era él , uno se pasa casi todo el tiempo divirtiéndose.
- Qué vas a hacer con este apartamento ? - indagó Janey.
- Voy a dárselo a Mimi como regalo sorpresa de Navidad. - él se recostó, para gozar la mirada de perplejidad de ella - y , como sospechaba, vio envidia. Pero , qué mujer no sentiría envidia?
- - Janey - dijo él, cruzando una pierna. - Ya te preguntaste por qué un hombre se hacer rico ?
- Eso es fácil - dijo ella, con la expresión burlona de una niña que piensa que le han hecho una pregunta idiota. - Para obtener sexo.
- Todas las mujeres piensan eso - respondió George, sonriendo. - pero no nos da , a nosotros, los ricos, crédito suficiente. La verdad es que algunos de nosotros nos enriquecemos para hacer el bien.
- Ay, George, no te burles de mí - dijo ella, girando hacia él y fingiendo agresividad. - Cuál fue el bien que hiciste en la vida?
- Ahí está! - respondió él. - Como la mayoría de las personas vos desdeñas a los ricos. Aunque estés casada- por pura coincidencia - con uno de ellos.
- Selden no te llega ni a los talones, George - replicó ella. _ Pero no crees que después de un cierto punto, eso deja de tener importancia? - preguntó él.
- Hay diferencia entre ustedes - dijo ella. - Selden no tendría cómo comprar un apartamento así.
- Yo estaba pensando en donar este apartamento a la ciudad para que fuese transformado en una escuela - dijo él. - Pero desgraciadamente ese tipo de donación de grande porte acaba saliendo como un tiro por la culata . La gente no se satisface con pensar que somos malos , con donación así la gente y mis socios pasarán a pensar que perdí el juicio. Poco antes de quedar pobre, Maury Finchberg donó una enorme parte de su fortuna para reformar el sistema de metrovías ... El resultado fue que la reforma cayó sobre su empresa y fue desmantelada y después que el gobierno se la quitó .
- Entiendo - dijo Janey, pensativamente. Frunciendo ligeramente la frente , se dio vuelta y caminó lentamente hasta a ventana, dándole el privilegio de admirar su perfil y sus formas en un mejor ángulo. En la ventana, ella giró y sus ojos brillaron hacia él.
- - No eres como había pensado , George - Janey dijo bajito.
El no sorprendió ; según sabía, no era bueno para fiestas ni grandes reuniones públicas, pero si un hombre que revelaba su modo de ser en situaciones más íntimas . Pero el comentario de ella le mostró que - en contra de su voluntad - Janey se estaba dejando fascinar por él - En cualquier momento podría comenzar a entregarse a él.
Ella es, George pensó , un espécimen demasiada bello para que él la dejase pasar sin acostarse con ella, y ya había decidido que, tuviese la oportunidad, iba a aprovecharla - aunque, por respeto a Selden, no iba a dar el primer paso.
La realidad era que él probablemente jamás necesitaría hacer eso: no se había convertido en varias veces billionario sin conocer la naturaleza humana, conocía hasta demasiado bien el comportamiento de las mujeres que se veían súbitamente delante de un hombre que tenía parvas de dinero; y a veces hasta creía que sus reacciones eran biológicas. Las únicas que conseguían resistirse a un hombre podrido en dinero eran las jóvenes e idealistas, que todavía no sabían lo que tendrían que enfrentar en la vida; o las verdaderamente talentosas y creativas, que poseían algo mas poderoso que el dinero; o una ricachona que no necesitaba de él. Pero las demás se desesperaban por el dinero
Es así, pensó George , frotándose el rostro mientras contemplaba Janey, y era eso exactamente lo que él disfrutaba en mujeres como Mimi . Ella jamás había fingido que él le gustaba como persona. Desde el principio , había dejado claro que lo consideraba grosero y burdo irrecuperable, y que lo toleraría sólo mientras él continuase siendo rico.
Pero Janey Wilcox, era del otro tipo. Mientras que Selden Rose la veía como una inocente , George presentía que era una manipuladora. No culpaba a Selden por haberse casado con ella - Selden todavía estaba en la escalada , intentando trepar escalones de la empresa hasta el cargo más alto, y, como a mayoría de los hombres astutos, comprendía el valor de estar con la mujer correcta . George deseaba que Janey no le causase ningún gran sufrimiento . Después de todo, Selden ya había sufrido o bastante con su primer esposa. Entonces, sonriendo de forma cautivante ante el comentario de ella, él dijo :
- Vos tampoco sos como yo me imaginaba que eras.
El se recostó sobre la ventana, disfrutando el obvio placer de ella, y pensando que sólo mentía en parte. La verdad era que ella era exactamente lo que él creía que sería. La única excepción era que - bajo ese exterior sofisticado, frío y ligeramente estudiado - Janey poseía un costado infantil. Ese costado - sospechaba él - podía ser o cálido y cariñoso, o cruel y exigente, dependiendo de su nivel de comodidad ; si ella fuese presionada él imaginaba que su Janey buscaría satisfacción a cualquier costo, aunque eso significase su autodestrucción.
Extendiendo a mano, él dijo :
- Muéstrame la carta que te dejó tan preocupada.
Una oleada de una emoción - Rabia? Frustración? - surgió en la cara de ella, y , metiendo la mano en su cartera, Janey sacó la carta y se la entregó a él. Estaba enojada. - Se Trata de un asunto tan delicado - ella dijo, pero él levantó la mano, haciendo un gesto para que ella se callase, y, mientras ella lo observaba, George comenzó a leer en silencio.
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