domingo, 22 de marzo de 2009

LA TREPADORA - CAPITULO 41


CAPITULO 41

AMOR: una insania temporal curable con el matrimonio.

- Hoy salí - le dijo Janey a Selden.
Estaba desnuda en el baño, bajo un montón de burbujas de jabón. Había una hilera de velitas perfumadas a lo largo del borde de la bañera.
- Si, lo sé - dijo Selden débilmente. Estaba intentando evitar que la rabia dominase su voz, pero se preguntaba cuánto tiempo más iba a conseguir contenerse. Ya había pasado muchos días malos, pero este podía ser considerado el peor de todos: primero, el almuerzo con Victor Matrick, y ahora esto. Jerry Grabaw lo había llamado a las tres de la tarde y acababa de recibir una llamada de uno de los columnistas da Página Seis, que ya había oído hablar del incidente de Dingo’s . Y ahora ellos iban a publicar la historia en la primera página del Post del día siguiente.
- Ya lo sabes? - preguntó Janey. Ella ni siquiera intentaba demostrar sorpresa, observó Selden.
- Jerry me llamó - explicó él.
- Ah, bien.
El salió del baño y entró en el cuarto, para cambiarse la ropa. Todas las noches eran iguales ahora, y de cierta forma, era una ironía, finalmente había conseguido lo que siempre quería: que ellos se quedasen en casa, pedían servicio de cuarto y miraban TV .
- Qué quieres para cenar esta noche? - gritó él .
- Cualquier cosa - respondió ella desde el baño . - Comida china?
- Comimos comida china ayer.
- Comida hindú ?
- Creo queme gustaría comer carne - dijo él. - Vamos a pedir servicio de cuarto. - La verdad era que él ni siquiera tenía hambre. Pero necesitaba comer para conservar las fuerzas.
Se sacó el traje, y se puso un sweater y jeans. Ni siquiera tenía sentido, Selden pensó , comentar ese último incidente. No se podía hacer nada; ya era demasiado tarde .
Entró en la sala de estar y se sentó en el sofá. En un minuto, Janey vino a sentarse a su lado. Él encendió la televisión. El noticiero ya estaba en el aire. Una central eléctrica se había roto en el Bronx; un incendio había ocurrido en el sótano de un restaurante en Chinatown. Vino un comercial de Prozac, seguido del aviso del programa Entertainment Tonight. “Quién se llevará la estatuilla de oro?” dijo la locutora animadamente, como si no hubiese nada más importante que pensar en el mundo. - Esta noche, una previa de los premios Oscar...
Janey se dio vuelta hacia él.
- Vas a ir a la entrega del Oscar este año? - ella preguntó.
Selden Sacudió la cabeza, sin sacar los ojos de la televisión.
- Victor Matrick cree que no es una buena idea.
- Ah - dijo ella, bajito.
La conversación le trajo a la memoria el almuerzo con Victor Matrick. No era que se hubiese olvidado algún detalle de ese vejamen ; sólo que las piezas habían cambiando de lugar , una idea se sumergía momentáneamente mientras otra tomaba su lugar.
Selden se puso de pie , entró en la minúscula cocina y comenzó a preparar un vodka.
- Quieres algo? - preguntó él, con educación.
- Vas a tomar vodka? - ella quiso saber.
- Si - dijo él.
- Entonces también quiero uno. Así eran sus vidas ahora, pensó él, sacando otro vaso del armario y llenándolo con hielo. Iban a ser como dos viejos que trataban uno al otro con toda ceremonia y que bebían para olvidar el dolor.
Sólo que, pensó él, al servir el vodka en el vaso de ella, ahora iba a tener que tomar una decisión.
La tarea que Victor le había exigido era absolutamente injusta, pensó , enojado. Era una tarea de proporciones bíblicas, como cuando Dios pidió a Abraham que sacrificase a su propio hijo, Selden pensó , y su irritación profunda iba aumentando. Iba a su oficina todos los días a las nueve en punto , asistía a las reuniones, iba a los almuerzos de trabajo y supervisaba la programación del canal . Pero a pesar de su esfuerzo, ahora todo era diferente, y todos sabían eso. Se oían murmullos en los pasillos y , durante la mitad del tiempo su mente divagaba y él se ponía a analizar cada elemento de ese desastre, pensando que, si al menos Janey le hubiese contado, si al menos no hubiese sido tan egoísta , si al menos no se hubiese dejado engañar con tanta facilidad.. . Y entonces su cabeza volvía a esa pregunta sin respuesta: Por qué?
Y entonces él levantaba la vista, y todos lo estaban mirándolo .
Y ahí entraba en pánico, preguntándose qué se habría perdido.
Volvió para a sala de estar y le entregó la bebida a Janey. Ella la aceptó con un “gracias” por educación, sin siquiera sacar sus ojos de la televisión.
El la miró . Vestia el mismo jeans y camisa que usaba prácticamente todos los día desde que había llegado de Francia. Se bañaba todos los días, él sabía eso, pero el jean y la camisa estaban arrugados y parecían sucios, y él recordó esa famosa frase de Bernard Shaw: “La belleza es muy buena a primera vista; pero quién logra verla cuando ella forma parte de la casa por mas de tres días?” Y en esa su furia cada vez más intensa, él pensó amargamente que no podía soportar la idea de acostarse con ella. Cada vez que sentía ganas , veía el rostro odioso de Comstock Dibble riéndose de él.
Se sentó no sofá.
- Por qué hiciste eso ? - Selden preguntó.
- Hice qué ? - preguntó ella, sin siquiera molestarse en mirarlo .
El tomó un trago de vodka.
- Salir hoy.
- Ah - dijo ella, secamente. - Wendy Piccolo me lo sugirió .
- Qué ? - dijo él, sin poder creerle.
Janey se dio vuelta hacia él. En un tono de voz que implicaba que ya era momento de contarle todo , dijo :
- Estaba conversando con Wendy Piccolo. Ella me dijo que, más tarde o más temprano tendría que salir, entonces acepté.
- No entendí. Cuándo fue que te encontraste con Wendy Piccolo?
- No me encontré con ella personalmente - dijo Janey, con gran paciencia, como si estuviese hablando con una criatura. - Hablé con ella al teléfono.
- Ella te llamó- dijo Selden incrédulo.
- Si - dijo Janey. - Llamó. Me llama todos los días para conversar.
- Entonces te hiciste amiga de Wendy.
- Exacto - confirmó Janey, bebiendo el vodka. Y después se dio vuelta hacia él, con un tono de voz acusador. - No pongas esa cara de sorpresa, Selden. Qué estás pensando? Que soy tan despreciable que ni siquiera puedo tener amigas?
- Me quedé sorprendido, sólo eso - se justificó Selden.
- Bien , entonces no pongas esa cara - le avisó ella. Se puso de pie , como si estuviese por buscar algo en la cocina - De cualquier forma, no pensé que te importaría. Principalmente porque ella es tan amiga tuya , verdad ?...
El la miró la expresión indiferente y ligeramente truculenta de Janey y, sintiéndose mal, se preguntó: Algún día ella comenzaría a entender lo que había hecho ? Y entonces su rabia rompió el dique, salió aullando desde adentro de él como un animal salvaje. Hasta ese momento, había sido capaz de controlarse; no había perdido la cabeza ninguna vez delante de su esposa , no le había gritado ni la había sacudido, ni le había puesto un dedo encima (aunque todo eso se le hubiese pasado por la cabeza, una o dos veces), y tampoco había llorado delante de ella , aunque también desease hacer eso. Pero ahora ya no podía contenerse.
- Déjame en paz! - Selden gritó .
Janey retrocedió un paso - más por sorpresa que por miedo, y súbitamente todo subió como un hervor a la superficie.
- No te das cuenta de lo que la gente piensa de vos ahora? - Selden gritó. - Sos como un virus... un virus peligroso y mortal que afecta a todos con quienes entras en contacto! Prácticamente arruinaste mi carrera... me transformaste en el hazmerreír de toda la industria... Y mira lo que le hiciste al idiota de Craig Edgers. Tu estúpido plan le impidió vender los derechos de su libro a Comstock Dibble, y ahora Dibble está afuera del negocio. Creaste un perjuicio que probablemente puede costar millones de dólares! - Su rostro estaba rojo y su voz estaba casi ronca cuando prosiguió : - Craig se merece eso ? Ese pobre idiota trabajó toda su vida para llegar a donde está hoy, y con un sólo golpe de tu varita maléfica destruiste todas sus oportunidades! Por lo tanto , si piensas que voy a dejarte aproximarte a Wendy...
Durante todo ese tiempo , Janey sólo se quedó parada, escuchando. Selden no podía creerlo. Ella no procuraba rebatir sus acusaciones, no se defendía - sólo lo dejaba descargarse , casi como si le gustase ver ese espectáculo de descontrol de su marido...
Y entonces él giró sobre sus talones y salió de la sala.
Sabía exactamente lo que sucedería a continuación. Janey entraría al baño y abriría todas las canillas, y después , sabiendo que él iba a tener miedo fingiría que no lo estaba escuchando, y cuando saliese, actuaría como si nada hubiese sucedido...
El iba a esperar, decidió . Sólo iba a esperar...
Después de más o menos diez minutos, oyó el agua detenerse, se acercó silenciosamente al baño , y apoyó e; oído a la puerta , la oyó entrando dentro del agua .
- Janey! - Selden dijo con firmeza. - No podrás lavar todo sto sólo con un baño! Entiendes? No podrás limpiar toda esta mugre con tus burbujas perfumadas ...
Ninguna respuesta.
Con un suspiro, él volvió a la sala.
Como siempre, su rabia se desvaneció y de repente se sintió exhausto. Simplemente no conseguía guardar rencor. Aunque fuese un hombre duro, Victor Matrick en esto tenía razón; no podía controlar a una mujer como Janey Wilcox, pensó Selden , hundiéndose en el sofá. A pesar de todo lo que había sucedido, todavía estaba enamorado de ella . Y se apegaba a la idea de que todavía la amaba. Sería imposible para él no apegarse a esa idea, pues si descubriese que no la amaba, tendría que evaluar fríamente todos los aspectos de su vida, y entonces tal vez descubriría que todo era un gran embuste...

Algunos hombres son notoriamente básicos en asuntos románticos, y Selden Rose, desgraciadamente, era uno de ellos. Se había enamorado de Janey Wilcox en el momento en que ella se había sentado a su lado en la fiesta de Mimi, y en esa su manera simplista y típicamente masculina de pensar, él la amaba por el mero que ella existía y porque jamás podría dominarla completamente . No quería mucho de ella, en realidad , sólo que ella lo amase un poco, que cediese a su voluntad de vez en cuando y que se quedase a su lado. Y con la ceguera irracional de un hombre que se engaña ante lo que está convencido que es el amor, todavía esperaba que ella lo amase . Si , pues creía honestamente que, si ella lo amase, a pesar de las contras de la relación , ellos conseguirían superar todo juntos. Cuando un hombre se enamora así, una mujer logra maltratarlo terriblemente, y aunque él pueda acabar odiándola o llamándola loca, es casi imposible convencerlo de que no es verdadero su amor.


"Un egoísta es una persona de mal gusto, más interesado en sí mismo que en mí"

Pero las mujeres son más complicadas cuando se trata de los afectos: rara vez aman simplemente porque si . Es por eso que una mujer soporta una buena dosis de malo tratos en el amor - porque cree que hay algo más para ganar. Pero cuando una mujer ve que un hombre ya no puede ayudarla más , cuando los actos de él se hacen perjudiciales a su estilo de vida, ella puede desenamorarse tan súbita y decisivamente como una manzana cae de una manzano. No hay modo e como volver a colocar la manzana de vuelta en la rama, así como no hay como volver atrás en el amor. El corazón de ella se cierra a un hombre tan determinadamente como si él jamás hubiese existido. Entonces, mientras Janey Wilcox se encontraba en la bañera, reflexionando fríamente sobre su relación con Selden Rose , se dio cuenta que todo estaba acabado.
Selden ya no era de utilidad para ella. Esas palabras que él había le dicho era todo lo que ella necesitaba escuchar. Era un débil, un cobarde - si hubiese tenido un gramo de coraje, hubiera ido con ella a Dingo’s hacia mucho tiempo , pues nadie se habría atrevido a decirle al CEO de la Movie Time que él no era bienvenido. Pero Selden no podía hacer eso ni siquiera por ella; no podía esforzarse para defenderla, y no esforzaría en el futuro; ni siquiera creía en su inocencia. Ese afecto que ella había sentido por él abandonó su cuerpo como el agua que se escurre por una rejilla.
Ni siquiera sentía tristeza. Nunca más iba a llorar por hombre ningún - ni por los Selden Roses de su vida, ni por los Zizis. Ahora, Janey pensaba, sólo era una cuestión de esperar. A pesar de todo lo que había ocurrido, todavía tenía su belleza. Y sabía que, siempre y cuando tuviese su belleza, algo interesante todavía podía suceder... y que, al menos, siempre habría algún hombre que la quisiese...
Sólo que, la próxima vez, ella tendría más cuidado. Y quitando las burbujas de su cuerpo, una vez más se acordó de George Paxton. George había arruinado su reputación, pero ella todavía no había terminado... Él necesitaba ver que era su deudor ... y que de alguna forma ella iba a hacerlo pagar...
En la sala de estar, Selden permanecía silenciosamente sentado en el sofá, pensando en lo que iba a hacer de su relación con Janey. Al darse cuenta que una vez más estaba perdido, sus ojos recayeron en la pila de periódicos que Janey había formado en un rincón. Y mientras Janey hacía planes en el baño , y Selden pensaba en el sofá, ambos habían llegado a la misma amarga conclusión; la única persona que había salido ganando con todo aquello había sido George Paxton.

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