CAPITULO 33
La memoria de un hombre es su propia literatura privada. Aldous Huxley
JANEY MIRÓ HACIA ARRIBA , asustada se dio cuenta que estaba tan absorta en sus pensamientos, que había atravesado el Sena y ahora había vuelto à Rive Droite, estando peligrosamente cerca de la Place Vendome. Se detuvo por un momento, y después , como una mariposa atraída por una llama, dio unos pasos más hacia adelante , encontrándose de repente en la plaza propiamente dicha.
Suponía que, después de 15 años lejos de París, sería inevitable que fuese a parar allí, mirando la fachada elegantemente imponente del Hotel Ritz. No había sido allí, en ese exacto lugar, que todo realmente había comenzado? No era ese el lugar donde ella había decidido tomar ese primero atajo equivocado y lamentable? No era ahí donde había estado hacia 15 años, mirando y admirando ese mismo hotel, a punto de tomar una decisión irrevocable que iba a influenciar el rumbo de toda a su vida?
Tal vez estuviese siendo excesivamente dramática. Ella era demasiado joven en esa época, una voz interior le recordó, cómo podía saber? Pero las otras personas sabían, si, le dijo otra voz interior, aún siendo jóvenes . Finalmente, no fue sólo una ocasión? Una ocasión que provocó otras ocasiones? Pero eso finalmente había terminado y después de alguna forma, ella había conseguido "superarlos"? O no? Si , aunque llevaba mucho tiempo "superar" ciertas cosas. Y si uno vive superando su propio pasado todo el tiempo , cómo es posible llegar al futuro? Janey miró a su alrededor y se dio cuenta que la plaza estaba extrañamente desierta para una tarde de jueves; viendo un banco vacío, se sentó. Puso la cabeza en sus manos, recordando ese día, hacia tanto tiempo atrás . El día en que Estella, después de salir a comprar el pan finalmente volvió ... tres días después . Janey se había sentido tan sola y tan aliviada cuando Estella atravesó la puerta , que ni siquiera notó que las pupilas de la muchacha estaban muy dilatadas y sus manos temblaban, que ella fumaba un cigarrillo detrás del otro y no parecía capaz de dar ninguna respuesta sensata a las preguntas de Janey. Finalmente, Estella entró en la cocina, y declaró dramáticamente que necesitaba un trago d alcohol . En la desesperación por abrir una botella de vino, ella partió el corcho , y Janey tuvo que sacarle la botella de las manos y empujar el corcho hacia adentro con el cabo de un cuchillo.
- Estaba muy preocupada con vos - dijo Janey, como quien se disculpa. - Creí que te habías muerto o sufrido algún accidente, o que algo hubiese sucedido , como lo de Donna...
- Donna se fue para siempre, y nunca más la van a dejar ella pisar Francia otra vez - reveló Estella, tomando un trago de vino directamente del pico de la botella. - Y es lo mejor . Era un plomazo , esa aburrida...
- Pero, dónde estuviste ?
-Me encontré con Sayed, y tuvimos una fiesta.
- Una fiesta? Durante tres días?
- Una vez festejamos durante una semana . Bien, el hecho es que la celebración no acabó todavía, y yo volví para buscarte . El tío de Sayed está en la ciudad, y quien quieres una fiesta ahora es él. Y entonces, vienes conmigo ?
- Ellos hablan inglés ? - preguntó Janey. Estaba sintiéndose tan mal, que habría ido a cualquier lugar donde hubiese gente con quien ella pudiese conversar en su lengua. Estella simplemente se rió y respondió :
-Pero claro, tontita. Todos estudiaron en Cambridge o en lugares así.
Y entonces Janey fue a cambiarse de ropa. Cuando salió de su cuarto, Estella sacudió la cabeza y murmuró :
- No. no va. A Rasheed le gustan las mujeres vestidas como damas - ella explicó. Llevó Janey a su cuarto, escogió un vestido estampado, y se lo dio .
- Rasheed?- preguntó Janey.
- Rasheed Al... - respondió Estella, revelando el nombre completo de él, Janey retrocedió . Inmediatamente reconoció el nombre, y se quedó sin saber qué debía sentir, entusiasmo o miedo.
- Ya lo conoces, verdad? - dijo Estella con una sonrisa. - él es uno de los hombres más ricos del mundo...
Janey esperaba que la fiesta fuese en una casa o en un apartamento, pero en vez de eso, ella y Estella tomaron un taxi hasta la Place Vendôme. Cuando el automóvil se detuvo delante de la portería del Hotel Ritz, Janey miró la fachada asombrada. Era tan inmensa, pensó , y tan elegante; sin embargo , una alarma sonó en su cabeza.
- Un hotel? - preguntó.
- Es aquí donde él vive, tontita - dijo Estella, pagándole al taxista. - él podría comprar cualquier casa en París, mas vive en un hotel porque es más conveniente. Todos los ricos hacen eso.
Y entonces , cuando estaban de pie en la calle delante del hotel, Estella de repente agarró el brazo de Janey, y la miró directamente a los ojos, diciendo:
- Ahora escúchame bien.
- Qué pasa ? - preguntó Janey.
- Somos amigas - dijo Estella - Por lo tanto quiero que sepas cómo funciona la cosa. Si Rasheed te toma y te arrastra a la cama ... No es obligación hacer nada, entiendes ? Pero si deseas hacerlo , cóbrale dos mil dólares o una joya.
Por un momento, Janey se quedó mirando perpleja el hotel. . Entonces , es así como funciona esto ? Por supuesto que era así, Janey se dio cuenta ; ese no era lugar para gente como ella o Estella, y lo que ella debería hacer era decir “muchas gracias” a Estella y volver a la casa.
Pero su casa quedaba demasiado lejos. Y ella estaba con tacos altos. Y nada ni nadie la esperaba en la casa, a no ser tal vez una nueva noche solitaria. Con toda la miopía propia de la juventud , Janey sólo podía ver delante de si una noche larga, vacía, sin sentido, extendiéndose hasta una otra noche larga, vacía y sin sentido; semanas y hasta meses pasando monótonamente , un tiempo durante el cual no haría más progreso en la vida de lo que había hecho hasta ese exacto momento. Janey se volvió hacia Estella y , con mucho más coraje de lo que realmente sentía, respondió :
- Okey.
Estella tomó el brazo de ella, riendo, y la llevó a la recepción del hotel, sonriéndole a los porteros como si fuese la dueña del lugar. Ellas atravesaron el hall , los tacos producían golpecitos en el piso de mármol, y después entraron al ascensor. Allí adentro, Estella verificó en el espejo como estaba su apariencia, y después se dio vuelta hacia Janey diciendo con toda calma:
- Recuerda , son dos mil dólares o una joya. Pero creo que es mejor aceptar el dinero. Podemos pedirle a algún novio que nos compre joyas y ropas , y de ese modo no necesitaremos pedirles dinero a ellos, si no ellos van a pensar que somos...
- Ya entendí - dijo Janey. - Miró su rostro de reojo en el espejo, recordándose que, hasta allí, todavía estaba bien : todavía no había aceptado entregarse a Rasheed. Iba a resolver eso cuando lo viese, ella pensó , y si no gustase el hombre, se marcharía ...
La puerta del ascensor se abrió , y ellas salieron a un corredor color de crema con alfombra rojo, deteniéndose en el medio de él, delante de un conjunto de puertas. Estella tocó la campanilla. En menos de un segundo, la puerta se abrió , como si ya estuviesen esperándolas, y apareció un hombre de baja estatura, absolutamente poco interesante, vistiendo una túnica marroquí. Él se curvó ligeramente cuando ellas entraron; no parecía sorprendido de verlas.
- Rasheed está aquí ? - preguntó Estella, con osadía.
- Está terminando una reunión de negocios. Aguarden aquí, si ? Ellas entraron al salón principal de la suite. Se trataba de la sala más grandiosa que Janey jamas hubiese visto, llena de poltronas y canapés antiguos - y aún así había algo deprimente en esa grandiosidad. Sólo las dos estaban en la sala, y con un súbito acceso de miedo. Janey gritó :
- Yo pensaba que estaban dando una fiesta...
- No te preocupes - dijo Estella, con toda a tranquilidad. - Tal vez haya alguna fiesta más tarde. -Ella se arrojó en un sofá , mirando al criado con atención, y cuando él hizo una reverencia y salió da sala, Estella tomó la mano de Janey y dijo, en un susurro audible :
- Vamos!
- Pero no podemos simplemente ir...
- Yo hago lo que quiero aquí. Rasheed ya sabe eso - ella explicó con orgullo, empujando a Janey afuera de la sala de estar y entrando una salita amueblada como una biblioteca, donde había un bar a lo largo de la pared . Ella se movió hacia el bar y se dio vuelta , triunfante, con una pequeña bandeja de plata en la mano.
- Ven - susurró. - Rápido !
- Pero yo no...
- A Rasheed no le importa si las personas toman cocaína, siempre y cuando no la tomen delante de él. - poniendo la bandeja sobre la barra del bar, y usando una hoja de afeitar separó cuatro líneas del polvo blanco . Después tomó un canuto de plata y aspiró dos, dándose vuelta para pasarle el canuto a Janey. Janey se quedó momentáneamente perpleja - había oído hablar de la cocaína, pero jamás había probado; hasta ese momento, ignoraba completamente el motivo detrás de las frecuentes idas al baño de las otras muchachas durante las sesiones fotográficas, o por qué sus narices goteaban constantemente .
- No me digas que nunca probaste la blanca - dijo Estella, haciendo una mueca . - Caramba. Será que tengo que enseñarte todo?
- Yo no... - repitió Janey, sin gracia.
- Bien, lo mejor es intentarlo - dijo Estella. - Es muy fácil.
Janey sacó el canuto de la mano de Estella y , cautelosamente, inhaló una de las líneas como si estuviese inhalando veneno.
- Por el amor de Dios, mujer, aspira todo - exigió Estella. - Sabes cuánto cuesta ? - Cuando Janey terminó, Estella le sacó la bandeja y aspiró directamente del montoncito de polvo blanco.
Desde algún punto de la vasta suite vino el sonido de dos voces masculinas, Estella volvió a colocar la bandeja en la parte de atrás del bar, después extrajo una botella de champagne rose de una heladera.
Dos hombres pasaron por la puerta.
- Rasheed! - gritó Estella. Los dos hombres entraron al salón. Uno era joven, de unos treinta y pocos años. El otro, más viejo, de tal vez cuarenta o cincuenta años. Curiosa, Janey se quedó mirando al más viejo atentamente, jamás había visto un árabe antes, y casi estaba esperando un hombre con turbante y túnica como un personaje salido de las Mil y una Noches. Pero ese hombre era de estatura mediana y estaba vestido con un traje extremamente bien cortado y tenía un bigote negro. Era más atractivo que repelente, pensó Janey, pero su rostro no demostró ninguna emoción, como si él estuviese acostumbrado a esconder sus pensamientos y sus sentimientos .
El se detuvo en el medio de la sala, y los bordes de su boca se curvaron en una sonrisa fría.
- Ah, si - dijo en voz con ligero acento británico. - Veo que ya descubrieron las bebidas.
- Esta es Janey Wilcox - la presentó Estella, con demasiado entusiasmo. Janey sentía un catarro desagradable molestando en la parte de atrás de su garganta; de repente, sus manos comenzaron a ponerse húmedas y tuvo la clara sensación de que iba a vomitar. Abrió los ojos mirando a Rasheed, calculando si sería demasiado obvio que la estaba pasando mal, pero Rasheed sólo la saludó con un movimiento de cabeza, sus ojos la examinaron rápidamente de los pies a la cabeza . El hombre que lo acompañaba, el más joven, miró a las muchachas; parecía no entender bien lo que pasaba, ni que tipo de protocolo se esperaba de él. Después de un silencio incómodo, él finalmente se adelantó y extendió la mano.
- Justin Marinelli - dijo, con acento americano.
El americano usaba anteojos con armazón de metal dorado y corbata amarilla, y por algún motivo Janey notó que él usaba una alianza. Cuando apretó la mano de ella, Janey de repente tuvo la loca idea de arrojarse a los brazos de él y suplicar ayuda, de implorar que la sacase de allí , que cuidase de ella y la llevase a su casa, pero entonces Rasheed ya había comenzado a decir: “Voy a acompañar al Señor Marinelli hasta la puerta y vuelvo para mostrarles el apartamento”, y el momento y la oportunidad pasaron.
- Creo que me voy a descomponer - susurró Janey, vagamente, apoyándose en una silla.
- No seas ridícula - dijo Estella, sacando la bandeja y separando más líneas rápidamente. - Eso me sucedió la primera vez que aspiré - cuando aspires una línea más vas a sentirte mejor. - Janey tomó la bandeja e inhaló dos líneas mas , y al hacer eso, Estella dijo : - Por lo que vi, él te gustó .
- Ni siquiera me dio la mano - comentó Janey.
- él es el hombre más rico del mundo - respondió Estella, incrédula. - No puedes esperar que se incomode en hacer esas cosas. Él está muy ocupado.
- Demasiado Ocupado como para darle la mano a alguien?
- Escúchame - dijo Estella. - No dejes que te intimide. Vas a tener que tratar con estos ricachones como si fuesen hombres comunes y corrientes. Ese es el truco, entiendes? Ellos en el fondo adoran eso, porque...
En ese momento, Rasheed retornó. Sus ojos oscuros miraron de reojo la botella de champagne todavía cerrada, y él se dio vuelta , batió las palmas y llamó: “Mohammed!” En un segundo, el hombre que había abierto la puerta entró corriendo en la sala, pero Estella fue más rápida y con un grande floreo, tomó la botella y dijo :
- Ah, qué pasa, Rasheed? Deja que yo haga esto. Mi madre trabajó en un bar, sabías? Un lugar donde las personas van a beber.
- Sé lo que es un bar - dijo Rasheed, mirándola con ojos semi cerrados.
- Pero nunca vas a uno - replicó Estella, en un tono burlón que se usaría con un niño . Se dio vuelta hacia Janey, mientras hacía fuerza para arrancar el corcho de la botella. - él no bebe, sabes? - El corcho salió con un chorro de espuma blanca, y Estella retrocedió , riendo y sujetando la botella bien en alto, la imagen de una acompañante profesional consumada. - Deberíamos usar copas, Rasheed? O bebes directamente de la botella?
- Copas, por favor - pidió Rasheed con un tono de voz monótono.
Janey miró a Estella, y vio, con una puntada de arrepentimiento , que ella probablemente era la muchacha más idiota que ella jamás hubiese conocido. Ni siquiera sabía si le gustaba, pero se daba cuenta que no era momento de hacer un análisis del carácter de Estella. Sentía una necesidad casi insaciable de tomar alcohol. Tomó una copa de champagne de la mano de Estella, bebió la mitad un sólo trago y después volvió a llenar la copa hasta el borde. Rasheed se dio vuelta y las llevó a la sala.
La “visita” al apartamento probablemente no pasaba de un pretexto para realizar el acto sexual que tal vez viniese a continuación , y, aún así , Rasheed demoró mucho tiempo para llegar al punto, narrando la historia del hotel, de la decoración, y las pinturas, dejando Janey impresionada con la extensión de su conocimiento - si ella viviese cien años, jamás sabría tanto como ese hombre. Su conocimiento apenas servía pra reforzar la percepción de que ella apenas tenía una educación básica y jamás sería tan culta , y se preguntaba se parecía ser tan tonta e ignorante como se sentía. Estella no paraba de hacer comentarios idiotas, y una competencia tácita surgió entre ellas - por cada comentario ridículo de Estella, Janey intentaba destacarse con una pregunta inteligente. Si Rasheed pensase que ella era más sagaz, si al menos viese que ella era diferente a Estella...
Finalmente habían llegado a una sala grande, toda azulejada, donde había una piscina. Esa era la única piscina privada dentro de una suite de hotel en toda Francia, él les dijo.
Los azulejos habían sido importados da Italia, hacia doscientos años, y formaban en el fondo de la piscina la figura de Poseidón. Janey no tenía la menor idea de quien era ese tal Poseidón, pero entrecerró los ojos, de la forma más inteligente posible, estudió la figura que sujetaba un tridente, mientras Rasheed pedía permiso y le hacía señas a Estella para que fuera con él al otro extremo de la piscina.
Hubo una rápida conversación entre ellos, y Estella asintió con la cabeza. Ella volvió cerca de Janey mientras Rasheed permanecía cerca de la puerta.
- Le gustaste . Quiere mostrarte el cuarto de él - susurró Estella.
Janey temía ese momento, pero sorprendentemente, cuando llegó , no sintió miedo, sino una extraña osadía, como si las fronteras normales entre ella y la vida hubiesen sido removidas, y luego Janey se dio vuelta hacia Estella y sonrió . Había pensado en rehusarse, pero ahora sentía una extraña inquietud por lo que vendría a continuación. Fue hasta donde estaba Rasheed con pasos decididos y, cuando ella se aproximó, él le hizo una seña con la cabeza. Cuando dejaron la sala azulejada y entraron en el corredor, él tuvo la gentileza de darle el brazo.
Entraron a un cuarto amplio con una enorme cama con dosel. Cuando él le hizo señas para que ella se quitase la ropa , Janey se acordó que era prácticamente virgen. Se Había acostado exactamente tres veces, con un estudiante americano de la Universidad Rutgers que había conocido en Milán. La experiencia había sido dolorosa y, en gran parte, incómoda, y ella se había sorprendido por la distancia emocional en relación al acto sexual . Cada vez que iban a la cama , ella se sentía totalmente fuera de su cuerpo, como si flotase encima de sí misma, observando los movimientos con desinterés aburrido - un hecho que el estudiante americano no pudo dejar de observar. Él se había sentido ofendido e irritado con la ausencia de reacciones de ella, y finalmente la acusó de ser frígida. Eso había ocurrido en un café al aire libre, mientras tomaban café, y Janey casi había gritado de vergüenza, ya que, sin tener ningún conocimiento de causa tuvo la certeza de que él tenía razón . Demuda de pavor, simplemente se había levantado y se había retirado , y cuando vio que él no iba a seguirla, lloró amargamente . Y luego , después de reflexionar un poco sobre el asunto, vio que en verdad no se sentía ni un poco atraída por él. Él tenía una manía por la higiene que llegaba a ser patológica - vivía lavándose las manos - y cuando estaban en los cafés, él insistía en limpiar las tazas y utensilios con unas toallitas húmedas siempre llevaba en la mochila.
Y ahora, sentada en la cama, sin las bragas y con los tobillos cruzados, Janey observaba a Rasheed abrir el cierre de sus pantalones , y sentía ese mismo distanciamiento emocional .Se imaginó lo que él haría, se preguntó si él iba a amarrarla y violarla. Eso no le pareció algo desagradable, simplemente una cosa que probablemente no iba a suceder. Rasheed se aproximó a Janey, y ella vio que él ya estaba erecto , su pene era mayor que el del estudiante americano. Él levantó las manos por un segundo, y Janey pensó que él iba a besarla - pero sólo abrió los primeros tres botones del vestido de ella. Metiendo las manos dentro del vestido, empujó los pechos hacia afuera. Los Miró pensativamente , pero sin tocarlos . Después levantó la falda de ella y le abrió las piernas suavemente. Janey se dejó caer de espaldas sobre el colchón.
Janey se quedó mirando el dosel. Era lleno de pliegues minuciosas , y Janey se quedó pensando cómo conseguían hacer pliegues en una tela tan pesado como esa. Sintió los dedos de él explorar sus partes íntimas y entrando en su vagina, y lo oyó decir: “Bonita y apretadita - muy bueno ”, pero aquello no parecía tener nada que ver con ella. Después él se levantó apoyados en sus brazos y la penetró . Fue desagradable y ligeramente doloroso, y una vez más Janey imaginó por qué las personas consideraban tan bueno el sexo . Janey se Concentró en los pliegues de la cortina del dosel encima de ella, pensando en cuantas personas debían haber trabajado en aquello , y preguntándose si ellas sabían donde el trabajo acabaría - sobre la cama del hombre más rico del mundo, que le pagaba a las muchachas para dejarlo penetrarlas - y, en un minuto o dos, todo había terminado.
Ela lo sintió sacar el pene, y se sentó . Él le dio una palmadita afectuosa en la pierna y sonrió - su sonrisa pareció genuina, aunque fría - y dijo : “ Muy bien . Terminamos.” Por un momento, Janey se quedó indignada - será que ese interludio no tenía para él más importancia que una pausa para tomar café ? - y sintió ganas de gritar: “Fue sólo eso ? ” Algo en él la hizo contener la lengua, a pesar de lo que Estella le había dicho.
Janey saltó de la cama y se puso las bragas . Él volvió a vestirse, y, mientras metía la camisa dentro del pantalón, fue hasta un escritorio sobre el cual se encontraba un maletín de cuero . Él lo abrió , y Janey quedó asombrada al ver que estaba lleno de dinero.
Era exactamente el tipo de cosa que se veía en las películas, pero que nunca se espera ver en la vida real. Janey no logró descubrir cual era el valor de los billetes, pero eran dólares americanos, todos en fajos, muy bien apilados. La experiencia de ver un maletín lleno de dinero, por si sola, ya era casi una remuneración, pensó Janey , y sintió ganas de reírse de alegría. Por un segundo, tuvo una visión de sí misma dándole un golpe a Rasheed, agarrando el maletín, e huyendo de allí. Debía haber por lo menos 40 o 50 mil dólares allí adentro, y ciertamente el hombre más rico del mundo no sentiría falta de algunos miles de dólares. Iba a significar tan poco para él, y tanto para ella...
Los dedos de él manosearon ligeramente un fajo de billetes, después él se dio vuelta y fue directamente a ella, con la mano extendida. Janey recibió el dinero. No quería parecer codiciosa, pero no pudo dejar de espiar disimuladamente cuanto era - tres billetes de mil dólares.
Nunca había recibido tanto dinero , y por un momento, pensó que iba a desmayarse. Rasheed la tomó por los hombros y la empujó , besándole las dos mejillas . Y entonces dijo la cosa más extraña do mundo:
- Espero que te haya dado placer.
Janey lo miró firmemente , y sus ojos se abrieron enormemente . Sintió ganas de reírse a carcajadas , pero sabía que ya era malo estar mirándolo tan fijamente. Cómo podía ser que un hombre tan rico y tan inteligente , fuese tan idiota al punto de creer que podría haberle dado placer?... Entonces todo tuvo sentido para Janey , de forma tan nítida y aguda cuanto la punta de un lápiz: ese era el negocio, y todo era increíblemente fácil. De repente, sintió una sensación de poder avasallante, volvió a mirar de reojo el dinero, mintió con la facilidad de una niña amoral, con palabras que usaría muchas y muchas veces después ...
- Ah, si , Rasheed - Janey concordó. - Fuiste absolutamente maravilloso.
Su rostro se iluminó con orgullo, cuando le dio un abrazo. Inclinándose conspiradoramente hacia ella, Rasheed dijo :
- La próxima vez, tal vez podrías moverte un poquito mas . Sólo para agradarme , si ?
Entonces iba a haber una próxima vez. Y por qué no? Apretando ligeramente el brazo de él, ella respondió :
- Claro, Rasheed.
- Ahora voy a llevarte de vuelta con tu amiga.
Cuando volvieron al salón, él dijo :
- Espero que te haya gustado la visita, Señorita Wilcox. - Dándose vuelta con un asentimiento educado de cabeza, agregó . - Por favor, si me dan permiso. necesito ocuparme de mis negocios, Pero pueden quedarse , y sírvanse lo que quieran .
- Gracias - agradeció Janey. Miró hacia arriba y vio a Estella mirándola fijamente desde el otro lado de la sala, sus ojos llenos de curiosidad. Pero , gracias a Dios , ella no dijo nada , pues dos muchachos estaban allí, bebiendo champagne y aspirando cocaína.
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