CAPITULO 12
La gran pregunta... que todavía no he podido responder... es, "Qué es ..lo que una mujer quiere?''
Sigmund Freud
Dos cuadras mas allá de donde paseaba Mimi , en una amplia suite que consistía de un vestíbulo, sala de estar, dos cuartos, tres baños y una chimenea, un pareja que recientemente se había casado se preparaba para hacer sus propias inversiones en la ciudad. Selden Rose se puso un par de gemelos de oro por en su camisa blanca impecablemente almidonada, mientras su esposa Janey se aplicaba una fina línea de delineador líquido marrón en el párpado.
Selden estaba en el segundo cuarto, canturreando solo. Hasta allí, todo había salido maravillosamente bien , y él se felicitaba por haber sido precavido y haber alquilado una suite de dos cuartos en esos meses antes de haberse mudado a New York . Eso significaba que Janey y él ahora podían permanecer cómodamente en el hotel mientras buscaban un apartamento. Las camareras habían colocado sus ropas en los armarios del segundo cuarto, y la secretaria de él había hecho que las cosas de Janey fuesen colocadas en el primer cuarto, mientras ellos todavía estaban en la Toscana.
Había sido un viaje maravillosa, reflexionó Selden ; habían visto por lo menos diez iglesias, y muchos pequeños museos, y la habían pasado maravillosamente bien , salvo el antepenúltimo día, en que Janey había tenido ese ataque de nervios en la plaza de la aldea de Puntadellesia. Estaban bebiendo café negro en un pequeño local , después de haberse sacado fotos delante de una gran arcada de piedra, debajo de la cual se extendía un valle como de terciopelo verde con pequeñas granjas . “Delante de un paisaje así , la gente entiende de donde los católicos sacaron la idea de cielo”, dijo él, y cuando Janey concordó lacónicamente, él creyó que la falta de entusiasmo de esposa provenía simplemente del calor pesado.
- Qué tal una limonada? O un helado italiano? - preguntó él. Y cuando ella no respondió , y sólo lo miró con esos enormes ojos azules, Selden tomó el mapa de Toscana y lo abrió en la mesa de metal verde.
- Creo que podríamos cenar en la mansión esta noche otra vez - dijo él. - después de todo , no tiene sentido salir a cenar afuera cuando tenemos un cocinero a disposición. Por la mañana, podemos ir a Montrachet. Parece que hay unas bellas pinturas del siglo XVI en el museo de allá - el Museo Metropolitano está intentando comprarlas pero los italianos no dejan que sus pinturas salgan del país...
Selden pensaba que, como siempre, Janey se iba se iba a entusiasmar con la idea de ver arte , pero en vez de eso él notó que había una expresión peculiar en los ojos de ella. De repente ella arrojó la taza a la calle de piedra con toda su fuerzas.
- Será que no entiendes ? - gritó Janey. - No estoy interesada en esas porquerías de pinturas del siglo XVI!
Por un instante ellos simplemente se quedaron mirándose uno al otro, perplejos y sorprendidos por la fuerza del disgusto de ella.
- Pero yo pensé ...
- Vos no piensas, Selden. Sólo haces... lo que quieres... y esperas que a mí me guste. - Y ahí Janey comenzó a llorar.
La plaza estaba llena de ancianos - mujeres vestidas de negro con pañuelos en sus cabezas y hombres jugando al ajedrez - y todos miraron a Selden y a Janey, curiosos por la naturaleza de esa conmoción. Él entendió unas frases en italiano, y esas palabras combinadas con sus miradas enojadas, le dijeron que ellos querían saber por qué “el hombre” estaba “maltratando” a la “linda americana”.
Selden dejó 5.000 liras sobre la mesa, y agarró del brazo a Janey.
- Vamos - dijo.
- No voy con vos. Tengo mucho calor y estoy cansada... Por qué no podemos ir a Portofino o a Capri, donde por lo menos podríamos conocer gente? Estoy harta de estos italianos patéticos, harta de ir a museos y de conocer iglesias sucias! No te das cuenta que todo está sucio en este lugar?
- Vamos - replicó él, con mal humor. - Nos vamos de acá.
Ello lo dejó guiarla hasta el automóvil, y cuando estuvieron adentro y ya habían comenzado a descender lentamente el camino sinuoso que salía de la villa, las lágrimas de ella cesaron.
- Cuál es el problema? - preguntó él. - Estás en esos días?
- No, no estoy en esos día - replicó Janey. - Estoy cansada de andar en automóvil. Estoy harta de comer pasta. Y ya no aguanto más ver pinturas.
- Pero hablamos sobre eso - insistió él. - Dijiste que adoraba Caravaggio...
- No vimos ningún Caravaggio .
- Entonces vamos a ver uno . Vamos a Roma...
Janey comenzó a llorar otra vez, Las lágrimas rodando por su cara .
Selden se detuvo en la banquina. Janey era su joya más preciosa; no podía soportar verla tan amargada . La abrazó y empujó su cabeza, recostándola sobre su hombro.
- Qué pasa , mi amor? - preguntó, cariñosamente. -No llores, vamos. Qué quieres hacer?
- Quiero ir a Capri - dijo ella. - O a Milán, por lo menos . Quiero hacer compras. Aquí todo es tan barato...
- No nos da el tiempo para ir a Capri, pero mañana vamos a Milán, te lo prometo - dijo él, pensando, con una puntada de arrepentimiento , pues era un desperdicio dejar la mansión tres días antes , cuando le había costado 20.000 dólares por una semana. Pero era lo suficientemente sensato como para entender que no era momento de pensar en el dinero. - Vamos a Milán - Selden le aseguró - y nos quedaremos en una suite del Four Seasons...
Y ahí, cuando ya estaban cómodamente hospedados en una suite nupcial de 1.500 dólares por noche, y ella desempacaba las bolsas de ropas que él había comprado (con descuento, pues gracias a Dios todos los comerciantes la reconocieron), Selden le dijo que si ella estaba insatisfecha con algo, sólo necesitaba decirle cómo se estaba sintiendo y que él entendería...
Ahora, de vuelta en New York y a punto de ir a su trabajo en el primer día después de la luna de miel , reflexionaba que esas pequeñas adaptaciones eran de esperar al principio de un matrimonio, y probablemente aún más en ese casamiento específicamente. Considerando el hecho de que él y Janey sólo se conocían hacia apenas unos poco meses, estaban llevándose bastante bien, pensaba él, acomodándose la corbata delante del espejo del cuarto de vestir. Además , estaba ese orgasmo maravilloso que ella le había proporcionado esa mañana, y al acordarse de eso, de repente
extrañó da esposa, aunque ella estuviese en el cuarto al lado.
Cerrando el reloj de oro Bulgari en su puño , pasó por la sala de estar y entró en la suite nupcial.
Janey estaba en el baño , aplicándose maquillaje en la cara con sumo cuidado delante de un espejo de aumento redondo. Los ojos de ella le sonrieron en el reflejo, y Selden se aproximó por detrás de ella, levantándole los cabellos y besándole tiernamente la nuca.
- Hola, amor - dijo ella.
- Hola, Señora Rose - dijo él. - ahora, dime , qué planeas hacer todo el día?
- Ir a desfiles de moda. Con Mimi. Vamos escoger nuestras ropas para la próxima temporada.
- Pensé que iba a estar sobre la pasarela.
- Hummmm... - dijo ella, cerrando un párpado para aplicar sombra verde malva. - Demasiado sacrificado... muy aburrido... y todas las muchachas que desfilan ahora son jóvenes y unas tablas... y paga una miseria ... Te dolió haberte perdido la entrega de los Emmys? - preguntó ella de repente. - Leí en el periódico que la película de Johnny Block fue vencedora...
- La entrega de los Emmys se hace todos los años. Nuestra luna de miel es sólo una.
- Ah, si - dijo ella. - Tienes razón... De cualquier forma, todavía podemos ir a la entrega do Globo de Oro, la del Oscar...
- Eso se hace del otro lado del país - respondió él, burlonamente , sin querer admitir que el CEO de Movie Time siempre debía formar pareja con una de las actrices contratadas por las empresa en esas noches especiales. - Estuve pensando - dijo él, cambiando de tema al sentarse en el borde de la bañera de hidromasaje. - Por qué no nos quedamos aquí esta noche? Es nuestra primera noche después que volvimos, y podríamos pedir servicio de cuarto... caviar y bife de lomo a la pimienta...
Por un segundo, él pensó haber captado en ella esa misma mirada peculiar que había visto por primera vez en Toscana, pero después ella respondió :
- Oh, Selden... Sabes que no podemos. Hoy es la primera noche de la Semana da Moda. Y tenemos el desfile de Calvin Klein, la cena en seguida después y la fiesta de Visionnaire... No necesitas ir, pero , si yo no fuera todos notarían mi ausencia.
- Ah eso - dijo él, levantándose - es una cosa que jamás voy a entender.
- Ah, pero lo harás, mi amor - dijo ella, sonriendo, o rostro erguido vuelto para él. - El jueves vamos a la fiesta da Armani y a la inauguración de la nueva boutique de Prada ; el viernes la premiación , definitivamente puedo escabullirme de ese compromiso, porque el presidente de Victoria Secret quiere que nos sentemos en su mesa . ..
Selden sintió ganas de cancelar todo aquello, pero los ojos de su esposa brillaban con tanta expectativa que no tuvo coraje para decepcionarla.
- Dónde quieres que te encuentre esta noche?
- En las tiendas do Bryant Park. A las siete - si te atrasas unos 15 minutos, no hay problema, el desfile sólo comienza media hora después de la hora estipulada. Es sólo entrar - ellos prometieron que te darían un lugar en la primera fila a mi lado...
Janey de repente se giró y extendió sus brazos hacia él.
- Sé buenito, querido - pidió . - Voy a extrañarte tanto hoy. Creo que no va a soportar hasta las siete.
- En ese caso, no me voy a atrasar - dijo él, separándose de ella con dificultad.
Algunos minutos después , estaba en la calle y sentándose en el asiento trasero del Lincoln Town Car, un automóvil de paseo negro estilo diplomático, que lo llevaba al trabajo y que lo traía de vuelta todos los días. Se recostó en el asiento de cuero y tomó el teléfono, llamando a su oficina .
La secretaria atendió.
- Soy yo - Selden dijo. - Alguien telefoneó ?
- Gordon White acaba de llamar - dijo ella. - Debo llamarlo ?
En unos segundos, Gordon White, su colega de Movie Time, estaba en la línea.
- Selden - saludó él, su voz cargada de insinuaciones maliciosas. - Cómo te fue en la luna de miel ?
- Fantástico - respondió Selden.
- Viste la entrega de los Emmys? - preguntó Gordon.
- Johnny Block ganó. Eso es excelente para nosotros .
- Pero él no le agradeció a la Movie Time.
Selden frunció el ceño y de repente se convirtió en otra persona.
- Manda al sector responsable a examinar el contrato de él - dijo, mirando por la ventana mientras el automóvil pasaba lentamente por el Hotel Sherry-Netherland en la Quinta Avenida. - Debe haber alguna brecha. Fíjate si se puede sacar el nombre de él de los créditos de la película.
El ya se fue ! pensó Janey. Y de repente sintió alivio.
Podía respirar ahora.
Dejó de lado la brocha de maquillaje y se arrojó en la cama. No era que no amase a Selden Rose - había momentos, hasta días enteros, en que se sentía perdidamente enamorada de él. Pero también había otros momentos, horas y días en que sentía que no lo amaba ni un poquito. Miraba a Selden y sentía miedo de haber cometido el mayor error de su vida. Y era imposible saber que sentimiento era genuino, porque todos decían que era normal tener miedo, era una parte normal del proceso de adaptación a la vida de casada.
Acostada en la cama, Janey recordó los acontecimientos que habían llevado al casamiento de ellos. El momento fatídico en que Mimi le había dicho que estaba teniendo un affair con Zizi la había hecho darse cuenta de la dura realidad del amor y del romance, del hecho de que la elección de una pareja para una mujer siempre está limitada a los hombres que están interesados en ella , y no al revés. Y mientras manejaba desde la casa de Mimi aquella tarde, decidió que no ya iba a ser humillada de esa manera. Así como millones de mujeres ya habían sido humilladas a lo largo de los siglos, ella se dejó enamorar por el hombre que estaba interesado en ella.
No fue fácil, al principio , y durante los primeros fines de semana, cuando ella había permitido que él la acompañase a Hamptons y hasta había tomado la mano de él en público , cada fibra de su ser se había resistido; apenas conseguía soportar darle un beso . Sus besos eran rígidos, como los de un viejo; la mera idea de ir a la cama con Selden ya la hacía sentir repulsión. Pero Selden había persistido , y ella se quedó aguardando, esperando el momento en que él consiguiera romper sus defensas ...
El entusiasmo de Mimi la ayudó a seguir adelante. Día tras día Mimi argumentaba en favor de Selden; él era el tipo de soltero que no aparecía con mucha frecuencia; las mujeres hacían fila para estar con él. Tal vez no fuese el hombre con quien Janey siempre había soñado que se iba a casar; pero el hombre con quien uno se casa nunca es un príncipe encantado. Janey ya se había acostado con muchos hombres de New York , y no había hallado el correcto . Y Selden estaba loco por ella - todos los que los veían juntos comentaban eso - y siempre era mejor tener un marido muy enamorado de una.
Y después , finalmente, había llegado el momento en que ella se había enamorado de él.
Ellos ya habían estado juntos hacia tres semanas cuando Selden sugirió hacer un viaje a Block Island, en el barco de él. Al principio ella no quería ir, de ningún modo (Ir a Block Island?), pero Mimi había argumentado que tal vez fuese bueno ver a Selden en un ambiente diferente. Y había resultado verdad : lejos del tumulto y de la competencia de Hamptons, Selden literalmente creció ante los ojos de Janey...
Su barco era una cosa maravillosa - un Chris-Craft de treinta pies, con asientos rojos de madera, una verdadera antiguedad. Cuando entraron en el barco, la personalidad de Selden cambió : de repente él se había convertido en el capitán, pilotando la embarcación con una pericia admirable . Por primera vez , su atención no estaba concentrada en ella, pero no lo que él hacía, y la creación de ese espacio posibilitó la intensificación de los sentimientos de ella. De pie al lado de Selden quien sujetaba el timón, ella bebía cerveza con él, y los dos se reían de las personas que ambos conocían y que consideraban ridículas, como por ejemplo Mauve Binchely. Y cuando ella se sacó la ropa y sólo se quedó con un minúsculo bikini rosa, y él pasó un brazo alrededor de su cintura . Janey entendió que esa era una de las pocas veces en su vida en que se sentía cómoda con un hombre. Al contrario de la mayoría de los hombres con quien ella había estado , él no era egocéntrico...
Llegaron a Block Island salpicados de agua salada y alborozados por el viento, y pasaron a tarde andando en bicicleta por la isla, haciendo un picnic en una playa rocosa llena de ramas de árboles caídos y huesos de gaviotas. Se contaron mutuamente sus historias y, en esa noche, en el gran y viejo hotel que daba a la bahía, fue fácil ir a la cama con él y recibir sus besos, que dejaron de ser rígidos. Después , ella contempló su rostro . Selden tenía una mandíbula vigorosa y rasgos agradables, y aunque en un todo eso no resultase en una belleza ella vio que era el tipo de rostro que podía hacerse bello si era contemplado con los ojos del afecto.
Y entonces resolvió apostar a él.
Con todo, a pesar de su resolución , todavía había habido momentos antes del casamiento en que había sentido un pánico tan grande que la dejaba insensible, no conseguía hablar, y sentía que se iba a ahogar. Y después había soñado que se estaba casando, y cuando llegaba al altar, el hombre equivocado la esperaba . Y en esos días, cuando sentía pánico, sólo conseguía ver los defectos de Selden.
“Mantén tus ojos bien abiertos antes del casamiento y semi cerrados durante tu matrimonio”
En el segundo día del viaje en Toscana, Selden se había puesto medias oscuras con sandalias. Cuando ella lo vio vestido así, se dio cuenta que no podría convivir con ese tipo de cosa, y toda esa tarde , mientras “paseaban por el interior de Italia ” , los bellos paisajes pasaron desapercibidos para ella - sólo conseguía ver esas medias oscuras (con un pequeño agujero en el dedo de la media izquierda) dentro de esas sandalias de cuero . Las sandalias eran de Prada, pero ni unas sandalias de diseñador podían salvar a un hombre del mal gusto, y toda la tarde ella se había sentido mal por ese detalle. Debería anular el matrimonio? Pero anular un matrimonio porque el novio no sabe vestirse es de una liviandad tal que ni ella misma podía admitir. Debería decirle que se sacase las medias? Pero tenía miedo que su voz revelase tanto enojo que pudiese originar una verdadera pelea con él. Por lo tanto , nada hizo y nada dijo, soportando una desesperación casi letal, como la de un prisionero camino a la guillotina.
Finalmente, cuando habían terminado de pasear y avistaron un punto de referencia - una solitaria torre de granito en lo alto de un morro -, que apuntaba el camino hacia el camino de tierra que llevaba a la mansión alquilada por ellos, Selden había notado la aflicción de ella.
- Estás tan callada - dijo él.
Janey sólo logró sacudir la cabeza , aterrorizada.
- Tienes miedo?
- Y vos, no tienes miedo ? - preguntó ella tímidamente.
- Claro que tengo un poco de miedo - respondió él. Sacó sus ojos del camino de tierra y la miró , extendiendo su mano para apretar la de ella. Bajo ese sol brillante de la Toscana, los ojos castaños de Selden se llenaron de pintintas doradas. - Sólo que, por encima de todo, sé que el amor nos va a ayudar para estar juntos. Vamos ser felices. Vamos a tener todo que siempre quisimos... Y apenas puedo esperar para darte todo eso , mi querida. Yo te amo tanto...
Era el mismo argumento que él había usado cuando le había pedido matrimonio , una semana después de ese paseo en Block Island. Ellos iban casarse en de cinco días, y si él mostrase aunque fuese un poquito de vacilación , miedo o rabia, ella tal vez encontrase un modo de salir de ese compromiso.
Pero Selden no lo mostró. No era por que sí que él había logrado convertirse en CEO de Splatch Verner.
En el día de su casamiento, acostada en la cama de la suite del Hotel Lowell y estudiando el anillo de casamiento , ella no había sentido miedo. Se sentía llena de entusiasmo y excitación , y él también - hicieron el cuando se despertaron y después comenzaron a beber champagne, botella tras botella de champagne Cristal, que Selden había mandado a traer por avión especialmente desde París. Habían nadado en la gran piscina, disfrutando el agua tibia, incapaces de conformarse con el hecho que, dentro unas dos horas mas , estarían casados. Después se habían vestido juntos. Ella había usado un Valentino estilo griego y él un Ralph Lauren blanco hielo con camisa rosa. Cuando ella lo miró , se preguntó por qué había vacilado tanto antes, porque, de repente, Selden era el hombre más guapo del mundo para ella, y Janey había pensado que todas las otras personas iban a notar eso también.
Entonces los cuatro invitados de la pareja habían llegado. Todavía se rían orgullosos de eso - de que sólo habían tenido cuatro invitados, y que habían sido ellos solamente porque también estaban de vacaciones en la Toscana para esa fecha. Los invitados eran Harold Vane y su más reciente pareja - Mariah, que tenía la edad de Janey, editora de una revista sobre compras y Ross Jared y su esposa, Constance, a quienes Selden conocía de Splatch Verner. Ross era CEO de la división de Internet, y su esposa era bailarina. Constance era muy menuda , pensó Janey, morena , medía 1,55m y probablemente pesaba menos de cincuenta kilos. Casi no abría la boca para hablar, pero pareció beber bastante, porque más tarde atravesó el jardín corriendo y saltando como un hada.
La ceremonia fue en un inmenso patio; Selden, una vez más , por milagro había encontrado a alguien para decorarlo con guirnaldas de flores. Un sacerdote católico ofició la ceremonia en italiano (Selden tenía una abuela italiana en algún lugar de su árbol genealógico , y dijo que sentía afinidad por esa religión). Janey no había entendido ni una palabra, excepto las partes en que se decía su nombre y el momento de decir “Si, acepto”.
Mas tarde, tocaron Grateful Dead y Allman Brothers y todos bailaron hasta el atardecer .
- Tengo que admitir - decía Harold Vane, todo el tiempo . - es el casamiento más lindo al que jamas haya asistido en mi vida.
Entonces Janey pensó que el miedo nunca más iba a volver .
Pero volvió . Desde el casamiento, había habido ocasiones en que ella se veía despreciando a su marido con un odio tal que jamás había sentido por hombre alguno. Estaba presa de él de los defectos de él, como esa manía de tardar una eternidad antes de salir de la casa, porque siempre necesitaba ver donde estaban las llaves y su billetera al mínimo tres veces. Sin hablar de esa manía de pararse en medio de la calle para hablar por el celular, dejandola plantada a veces por cinco minutos o más, y cuando ella abría la boca para protestar, él levantaba una mano, el colmo de la grosería. O esa panza que tenía, un rollo caía y achataba su pene - tamaño era perfectamente normal, pero por qué no podría ser sólo un poquito mas grande? El problema era que él le había sacado el derecho a elegir. Cuando esos pensamientos tenebrosos se le cruzaban por la cabeza, Janey se preguntaba por qué no había escogido a alguien mejor.
Su insatisfacción imaginaba venía del hecho que sin su empleo , Selden Rose no sería mas que una cara agradable de Chicago. No tenía encanto, no tenía talento creativo que lo destacase de los otros. no venía de una familia particularmente distinguida (aunque su padre, fuese abogado y la madre periodista ) - Selden no era “poderoso” como Comstock Dibble o George Paxton. Era un americano sin nada especial, que provenía de una familia de clase media alta. Y aunque no hubiese nada de malo en eso, también estaba el pasado de ella - el mismo pasado del cual ella había estado intentando librarse desde que era una adolescente.
Siempre había alimentado sueños de que, si un día se casase, sería con algún tipo de noble europeo , o con un actor de cine, un pintor o cantante de éxito. Se imaginaba al lado de alguien excepcional, alguien que, a cada minuto de su vida, se destacase de la manada de la humanidad. Y casándose con Selden Rose, se había negado a si misma esa oportunidad para siempre.
Bine, tal vez no para siempre. Selden le había dicho , varias veces, que no había modo de prever si un matrimonio iba a funcionar bien o no, no había modo de prever lo que sucedería en el futuro. Sin importar hace cuanto tiempo un pareja se conoce de antes de unirse - cinco años o cinco minutos -, lo importante era arriesgarse, comprometerse. Y después vivir cada día a la vez.
El teléfono sonó - dos timbres cortos, indicando una llamada de la administración del hotel - y Janey atendió, sabiendo que debía ser la recepcionista, anunciando la llegada de Mimi. Qué tonta , pensó ella, saltando de la cama. La suite estaba toda desordenada, repleta de ropas compradas en Milán - vestidos, zapatos y bolsas, tirados en el piso - y Selden había sido tan generoso al pagar por todo aquello. Naturalmente, como la mayoría de los hombres, se había quejado un poco de los precios, sacudiendo la cabeza delante de una blusa de frente transparente y sin mangas, con cuello tortuga, que se doblaba hasta transformarse en un cuadradito de 15 por 15cm, con menos de medio centímetro de espesor (quinientos dólares por un pedacito de tela que no serviría para cubrir la cola de un bebé?), pero ella veía por el brillo en sus ojos que a él le gustaba vestir a su linda y joven esposa. Y a ella realmente le gustaba darle placer...
Si al menos Selden la dejase en paz de vez en cuando! Janey pensó , revolviendo una maleta abierta, en busca de esa blusa. Selden vivía encima de ella, observándola , como si sintiese fascinación por ver lo que haría a continuación. Justamente esa mañana, después que ella le hubiese hecho sexo oral (por lo menos era fácil darle placer de ese modo), cuando estaban sentados en la mesa tomando el desayuno y leyendo el periódico , él de repente dejó la taza de lado, y ella se dio cuenta , mientras daba vuelta una página, que él miraba fijamente sus dedos. Janey atrajo los ojos de él, fulminándolo, y él soltó una risita ahogada, su boca formando esa sonrisa patética que siempre le causaba un frío en la boca del estomago de tanto desesperación. Si al menos pudiese enseñarle a no sonreír así! “Es que tus manos son tan lindas cuando das vuelta la página”, se justificó él, extendiendo los brazos para capturar la mano de ella entre las suyas . Curvó la cabeza y la miró , abriendo una de su manos para revelar la de ella, como si fuese un pajarito , después se agachó y la besó .
Qué podía hacer ella? No quería ser maleducada, pero sintió lágrimas de frustración formándose en sus ojos. “Ay, Selden, por el amor de Dios”, ella contestó. “Mis uñas están horribles...”
La campanilla sonó y Janey corrió hacia la puerta , abriéndola rápidamente .
- Hola, señora recién casada - la saludó Mimi. - Estoy feliz de verte!
- No es maravilloso ? - dijo Janey, mientras intercambiaban besos. Sus aprensiones respecto a Selden desaparecieron inmediatamente, cuando ella pensó súbitamente: Ahora soy igual a Mimi.
En voz alta, Janey dijo :
- Entra. Todo está desordenado , por supuesto, porque volvimos anoche y las camareras todavía no arreglaron el cuarto...
- No apures por mi causa - dijo Mimi, entrando en la sala. - Ellos no van a tener el atrevimiento de comenzar el desfile sin mí, considerando todo lo que le compro a Oscar... Es tan gracioso, vos y Selden viviendo aquí, recién casados. El hotel Lowell es el lugar donde todos los hombres se hospedan cuando se están divorciando de sus esposas.
- Ah, lo sé - dijo Janey. Había estado diversas veces en el Hotel Lowell a lo largo de los años.
Las dos intercambiaron una mirada risueña de comprensión mutua. Entre ellas no había un verdadero vínculo de amistad, pero había algo casi tan fuerte como eso : la afinidad natural que dos bellas mujeres sienten una por la otra cuando tuvieron experiencias semejantes en la vida.
Y unos minutos más tarde, ya conversaban animadamente dentro del cuatriciclo que las llevaba por la Quinta Avenida hasta la calle 42, donde los desfiles se llevaban a cabo bajo enormes carpas de circo blancas. Las cabezas se daban vuelta , y cuando se dieron cuenta que eran blanco de comentarios, Janey y Mimi pasaron a conversar con más animación todavía. Cuando pararon en la entrada de la tienda, la multitud de fotógrafos miró hacia arriba y levantaron sus cámaras.
- Allí vienen- comentó uno.
- Quiénes son ellas?
- Janey Wilcox, la modelo de Victoria Secret. Mimi Kilroy, madame de la alta sociedad - cuchicheó alguien.
- Las Poderosas!
- Pero ellas hace mucho tiempo que aparecen en las revistas.
- Poderosas de la vieja Guardia, entonces.
- Janey! Mimi! Vengan acá - gritaron.
- Janey, cómo va la vida de casada? - preguntó alguien.
- Queremos ver la alianza! - dijo alguien.
- La alianza, muestra la alianza!
Janey levantó la mano izquierda.
Mimi pasó el brazo en torno a la cintura de ella y la empujó más cerca de ella.
-Y cómo está Selden? - otro preguntó. - Están locamente enamorados?
- En el avión, cuando estabamos volviendo para acá, él dijo la cosa más linda del mundo - reveló Janey. - Tomó mi mano y, con a cara más seria que jamas haya visto , declaró : “Janey, vamos mandar y a reinar en New York ”.
Mimi y Janey le sonrieron a las cámaras.
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