domingo, 8 de marzo de 2009

LA TREPADORA - CAPITULO 20

CAPITULO 20

“Estando sobrio , haz lo que dijiste que harías cuando estabas borracho. Así aprenderás a mantener la boca cerrada.”
Ernest Hemingway



LA ESTRELLA DE NAVIDAD de seis metros de altura pendía precariamente sobre la intersección de la Quinta Avenida con la calle 57, los postes de iluminación se hallaban adornados con guirnaldas, y las vidrieras de las tiendas exhibían manequins con ropas elegantes de acuerdo a la época del año. En diciembre del año 2000 hizo un frío de morir - una promedio de apenas tres grados bajo cero. Pero los restaurantes y las tiendas se encontraban repletos de clientes determinados a gastar tanto como fuese posible, pues las revistas de moda anunciaban que las pieles y los accesorios recargados estaban de moda nuevamente - desde relojes de plástico adornados con brillantes auténticos hasta botas de piel de cocodrilo rojas de cinco mil dólares. Se afirmaba que “la barriguita” era la nueva zona erógena, exhibida incluso en el rigor del frío invierno, y se anunciaba por una cierta cantidad de dólares un cirujano plástico de California retocaba la vagina de una mujer para que pareciese más joven (rejuvenecimiento vaginal, lo llamaban).
- Como si lo que Dios nos dio no fuese suficiente! - declaró Pippi Males indignada, mientras salía del restaurante Cipriani por la puerta giratoria. Pippi estaba medio atontada; según Janey notó , ella estaba siempre ligeramente borracha, aunque en esa tarde en particular Janey también estuviese medio embriagada.
- Te parece ? - respondió Janey, pensando que la vagina da Pippi probablemente era la única parte del cuerpo que ella todavía conservaba intacta.
- Mimi no entiende - dijo Pippi. - dicen que suceden cambios allí abajo cuando las mujeres envejecen.
- Cómo es eso ? - quiso saber Mimi.
- Ya sabes. Los labios vaginales ... se ponen flácidos, se arrugan, entiendes ? - explicó Pippi, riendo, al sujetarse del brazo de Janey. - Lo que significa que los míos deben estar tan separados como los del Gran Cañón, si considero todos los hombres con quienes me acosté...
- Ay, Pippi, no seas exagerada. Ese es el mayor absurdo mas grande que jamas oí - dijo Mimi poniéndose los guantes. -Ahora me dejas absolutamente aterrorizada. Y si... alguien ... me mira las partes íntimas y descubre que estoy vieja?
- Te estás refiriendo a Zizi? - preguntó Pippi, cubriéndose la boca, como si de repente se hubiese dado cuenta que acababa de revelar un secreto. - Pero es obvio claro que él te encuentra vieja - dijo ella. Su tacto era tan torpe como su andar . Su pasos inestables, combinado con su voz alta estaban comenzando a atraer la atención de las personas en la calle.
- Baja la voz , Pippi - dijo Janey, intentando poner paños fríos. - No querrás acabar en las columnas de chismes otra vez ?
- Yo vivo en las columnas de chisme - dijo Pippi. - Y puedo declarar con conocimiento de causa que ellos viven mintiendo.
- Entonces, vamos a pie o en auto ? - preguntó Mimi.
- En auto - respondió Janey con firmeza, evaluando las condiciones de Pippi. Ella "amaba" la pasión de Pippi, "la adoraba", y hasta concordaba con Mimi quien consideraba a Pippi "muy graciosa". Pero secretamente aborrecía el hecho de que pasar tiempo con Pippi la obligase a comportarse como niñera. Pippi cedía a todos sus impulsos: bebía demás, olía a cocaína y tenía la mania de “desaparecer” - desaparecía en cualquier baño con un hombre que acababa de conocer en una fiesta- o se desmayaba debajo de alguna mesa. Después todos tenían que empezar a buscarla, y , luego de encontrarla, todos tenían que ayudarla a recobrarse de sus ataques de histeria. Podía estar sollozando porque creía haber sido menospreciada o porque se imaginaba que alguien la estaba persiguiendo , o porque estaba planeando alguna terrible venganza contra alguien que le hubiese causado un sinsabor. Janey adoraría no tener que verla, pero ella pasaba tanto tiempo en compañía de Mimi últimamente, que era inevitable convivir con Pippi.

- Además, Mimi - continuó Pippi (cuando estaba embriagada o drogada, se ponía agresiva, e insistía sin parar en un asunto que a nadie más le interesaba) -, tienes veinte años más que él. Has estado con un hombre que veinte años más grande que vos sin encontrarlo repelente ?
- Si - dijo Janey.
- Pero te gustan los hombres más viejos - dijo Pippi, como si Janey no contase; y Janey se puso a la defensiva:
- Selden no es viejo.
- Es 15 años mayor que vos ; si vos no estás mintiendo respecto a tu edad...
- Pippi! - alertó Mimi, señalando su automóvil.
-Pero ... - dijo Pippi, encogiendo los hombros . - Yo miento sobre mi edad. No se crean que les voy a decir la verdad a ustedes ...
- Yo sé cual es la verdad - dijo Mimi. - recuerda, querida: te conozco desde que teníamos diez años...
El Mercedes negro llegó cerca de la curva, y Muhammad salió , abriendo la puerta trasera.
- Gracias , Muhammad - agradeció Mimi, educadamente. Las tres entraron, y el automóvil se sumó lentamente al tránsito embotellado de fin de año en la Quinta Avenida. El trayecto de diez cuadras probablemente llevaría 15 minutos pero , pensaba Janey, era tan elegante estar en un Mercedes con chofer, ser rica y vestirse con estolas de pieles, reírse y estar ligeramente embriagada después de un almuerzo regado con champagne en uno de los más exclusivos restaurantes de la ciudad, ser bella , tener amigas famosas y estar a camino a un exhibición de joyas en Christie's. Ella tocó la ventana con su dedo enguantado, sonriendo ante la perfección de todo. Había hecho la tapa del catálogo de Navidad de Victoria Secret usando un conjunto de bragas y corpiño incrustados con brillantes, que había sido llevado al estudio fotográfico con seguridad armada. Cuando ella posaba con la ropa , el guardia de seguridad se mantenía a menos de un metro de distancia de ella. También había hecho la tapa de Maxim, donde aparecía con un traje de cuero negro, que sólo consistía de unas tiras estratégicamente colocadas, adornadas con tachitas de plata. La combinación de las dos tapas - la bella angelical e inocente versus la voluptuosa y provocativa - había generado una gran cantidad violenta de publicidad ; casi todos los programas de televisión debatían el tema .
A su lado, en el automóvil, Pippi comenzó a moverse, , buscando un cigarrillo en la cartera .

“Pelear es esencialmente una idea masculina; el arma de una mujer es su lengua”. Hermione Gingold


-Hablando de eso, Cómo está Selden? - ella preguntó.
- Estamos pasándola maravillosamente bien - respondió Janey, con firmeza. No era completamente verdad, pero ella no iba a discutir el tema Selden con Pippi. Y desde que había aparecido en las dos tapas de revistas ella y su marido parecían haber llegado a una especie de tregua en la relación , y Selden ni siquiera mencionaba Greenwich. Janey sospechaba que la excitación de ver a su esposa en la tapa de dos revistas al mismo tiempo , sabiendo que millones de hombres la deseaban, probablemente se encontraba detrás del cambio de comportamiento de él. Ultimamente, Selden marchaba tan obediente como un perrito, tan dispuesto a agradarla como se había mostrado en la época en que se habían casado, y cuando ocasionalmente mencionaba un cambio de residencia, ella suspiraba, fingiendo desánimo y respondía: " Claro que me gustaría, pero estoy tan ocupada, qué puedo hacer?"
Mimi, sin embargo , era otra historia.
- Janey, ya llamaste a Brenda Lish? Juro que si ustedes dos se divorcian, será porque vos y Selden enloquecieron de tanto vivir en ese hotel.
La risa de Janey sonó en el auto .
- Selden nunca está en el hotel . Además, ni siquiera se da cuenta de donde está viviendo.
Pippi aspiró el cigarrillo con fuerza, y Janey, medio incomoda , apretó el botón para abrir la ventana un poco. El aire helado penetró cuando Pippi decía:
- Vamos , él ciertamente parecía estar notando a Wendy Piccolo en Dingo´s una de estas noches, pero no entendí nada. Ella es tan menuda que es imposible alguien la note.
Los labios de Janey todavía estaban arqueados en una sonrisa, pero sus ojos brillaron de rencor.
- Qué estás insinuando, Pippi? - preguntó ella. - Que Selden está teniendo un affair ?
- Claro que no - respondió Mimi, firmemente. - él sólo está casado hace tres meses. Pero si ustedes no encuentran una casa para vivir ...
- Conozco millares de hombres que se acostaron con otra la noche anterior a su casamiento - insistió Pippi. - incluso conozco a un hombre que hospedó a su amante en el mismo hotel en que pasó la luna de miel , en el cuarto al lado...
- Eso es porque sólo conoces a artistas de cine - comentó Janey.
- Alto ! Yo también soy una artista de cine - le recordó Pippi, saltando en defensa de su profesión . Janey se rió, hallando graciosa esa arrogancia. Por más tiempo que pasasen juntas en compañía de Mimi, jamás iban a ser verdaderas amigas. Había demasiada competencia de parte de Mimi, que Janey simplemente consideraba ridícula, principalmente porque ella no se consideraba de la misma calaña que Pippi. "La nariz de ella es tan ... puntuda", le había comentado Janey a Mimi, cierta tarde. Y Mimi había respondido : “ Lo sé, pero los hombres se calientan con ella ." Sin nada decir, Janey sonrió como quien sabe de esas cosas: el único motivo por el cual los hombres se calentaban con Pippi era el hecho que ella siempre estaba ofreciéndose.
- Selden no es del tipo de hombre que tiene asuntos extra matrimoniales - dijo Mimi, con firmeza. - Créeme, Janey va a un affair antes de él.
Por un momento, la realidad de la relación de la propia Mimi con Zizi quedó suspendida en el aire , y entonces Janey dijo, con frivolidad :
-No puedo imaginarme traicionando a Selden. Pero creo que tengo suerte. Me Casé con un hombre del cual estoy realmente enamorada.
Eso no era la pira verdad pura, ella sabía, pues había demasiados momentos en los cuales él la irritaba y no podía engañarse sobre sus sentimientos por su marido. Pero había dicho esa frase tantas veces - en los reportajes, en las fiestas, etc - que a esa altura ya se le había hecho automática.
-Espera que pase el tiempo ! - dijo Mimi, como intentando convencerse que eso no tenía importancia.
- Qué pasa , mi querida, vos amas a tu marido - afirmó Janey.
- Lo amo, pero no estoy enamorada - dijo Mimi. Y Agregó , vivamente: - Basta de hablar de George aquí, de acuerdo ?
- De acuerdo - dijo Pippi. - Vamos a hablar de Zizi. Qué le vas a regalar para Navidad ?
- Un reloj - respondió Mimi. - él vive diciendo que necesita de un buen reloj . Uno de marca.
El lado cruel de Janey la instigó a soltar una risita de desprecio, pero se contuvo, girando su rostro hacia la ventana y apoyando dos dedos sobre sus labios. EN los tres meses desde que Zizi había ido a vivir a New York , él había cambiado para peor. Janey ya había visto suceder aquello un millón de veces: en los Hamptons, Zizi había aparentado ser un hombre simple : siempre cortés que no se llevaba a todas a la cama. Pero no había muchas tentaciones en Hamptons como los había en la gran ciudad. Y de un momento al otro , él se había hecho notoriamente conocido en los circuito de clubes y discos , asistiendo a fiestas hasta las cuatro de la madrugada, y había adquirido una reputación de predador . Su apariencia era irresistible para las mujeres - se decía que varias intentaban su suerte con él todas las noches - incluso Patty le había contado que cualquier muchacha que lograse llevárselo a la cama se convertía en una socia de un cierto "Club Secreto de Zizi".
Si al menos Mimi la escuchase!, Janey pensó frustrada. Ella había intentado alertar a Mimi varias veces de que Zizi no era lo que parecía ser, pero Mimi parecía interpretar sus consejos como una prueba de que Janey sentía celos . Cada vez que Janey se enteraba que él se había acostado con alguien , o lo veía con alguna muchacha, se sentía aliviada por haberlo “rechazado”. Esa era su versión de lo que había sucedido entre ellos. Mimi todavía le pagaba el alquiler , y Janey creía que , dado el atrevimiento de Zizi, él iba a acabar conociendo a una joven rica y soltera cuyo patrimonio lo induciría a casarse , y abandonaría a Mimi . Janey podía casi imaginar a la muy educada Mimi Kilroy lanzando espuma por la boca...
Cuando pasaron por la joyería Tiffany, donde una fila de turistas ávidos esperaba para entrar, Janey se mordió la del guante. Siempre se había enorgullecido de su capacidad de analizar las verdaderas intenciones de un hombre y del hecho de nunca se había mentido a sí misma en cuanto a lo que un hombre realmente quería, por eso había una parte de ella que no tenía paciencia con mujeres como Mimi, que se engañaban voluntariamente respecto a las verdaderas intenciones de su amante. Entonces, ahora, su amistad con Mimi exigía que ella también escondiese la verdad sobre Zizi, y ella se preguntaba qué sucedería cuando ya no pudiese mentir más ...
- Y al gordito George? - preguntó Pippi. Janey e estremeció ; detestaba esa familiaridad inadecuada que Pippi demostraba en relación a las personas, pero Mimi no la notaba.
- Creo que voy a comprarle un par de gemelos - dijo Mimi. - Algo antiguo y raro , tal vez un par de gemelos de platino de Asprey's; de cualquier forma, a él va a gustar, siempre y cuando sean exclusivos y nadie más tenga un par igual.
- Ah, yo creo que George tiene un gusto excelente - dijo Janey. Mimi soltó una carcajada grosera , y extendió el brazo sobre Pippi para tocar la mano de Janey. - No me digas que estás enamorada de mi marido, Janey - aunque no podría concebir una solución más perfecta. Si quieres quedarte con él, que seas feliz, aunque no consigo imaginar qué podría hacer con dos maridos... Vos definitivamente vas a tener que aprender a decorar una casa, mi amor!
Mimi continuó riéndose y Pippi también comenzó a reírse, y cuando el automóvil arrimó a la calzada , las tres salieron, y Janey sintió su rostro enrojecerse. Desde esa tarde en el apartamento, George continuaba en su cabeza - y cuando ellos se encontraban en fiestas, ella estaba segura que "había un algo " entre ellos, aunque , naturalmente, siempre había otras personas a su alrededor y nada jamás hubiese sucedido.
- La verdad es que creo que George es un amor de persona - dijo Janey, en tono afectado.
Mimi volvió a reírse.
- él es lo mejor que hay , querida, realmente no existe la menor duda de eso. Y yo realmente lo adoro...
Pero cuando entraron a la subasta de joyas , Janey se preguntó cómo se sentiría George cuando viese esos simples gemelos comparados con el apartamento que planeaba regalarle a Mimi.

“El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia”
Woody Allen


Dos horas después , en Christie's, Janey estaba en la caja, pagando un collar de perlas negras de 50 mil dólares con la tarjeta American Express de Selden. Todavía se sentía medio atontada de excitación por haber participado en la subasta de las perlas y haber ganado. Ella firmó "Janey Wilcox Rose" con énfasis , en la línea del recibo de la tarjeta de crédito, evitando deliberadamente mirar el total. Con todos los impuestos, debían ser unos 54.000 dólares.

- Ahí es donde te equivocas - dijo Mimi, en tono de quien da un reto . - A los hombres no les preocupa gastar dinero, siempre y cuando ellos obtengan alguna ventaja con eso, pero odian gastar dinero sin necesidad.
- Ah, tienes que hacerle algo sensual y especial a él - aconsejó Pippi. - Apuesto a que él se olvida todo esto. - Le hizo señas a un taxi y salió tambaleando en dirección al automóvil, su saco de zorro abriéndose y revelando sus pechos apretados por el fino tejido de un sweater de cachemira verde.
Tomando el brazo de Janey, mientras daban vuelta la esquina, con paso despreocupado, Mimi dijo :
- No escuches a Pippi. Ella es una bromista, pero también es envidiosa. Principalmente ahora que te está yendo tan bien y la carrera de ella se está yendo a pique . Casi enloqueció al ver la tapa de la revista Maxim.
- Qué dijo ella exactamente? - indagó Janey.
- Lo de siempre. Que no entendía por qué te habían escogido a vos para la tapa de Maxim, y no a ella.
- Pero ella no hace un película exitosa hace tres años - protestó Janey. - Y la última fue un fracaso absoluto .
- No interesa. Aún así ella pensa que es tan famosa como era hace diez años. Y como somos amigas de ella, le permitimos que ella piense así.
- Creo que ella puede acabar convirtiéndose en un peligro - afirmó Janey, pero Mimi soltó una carcajada .
- Pippi? Es demasiada tonta para ser un peligro, y no debiste dejarla sola en la misma sala donde estaban esas perlas que acabas de comprar. Pippi tiene la tendencia de confundir lo que le pertenece con lo que pertenece a los otros.
Janey se rió e instintivamente tocó la gargantilla de perlas negras que, con la emoción de poseerlas, había decidido usarlas ese mismo día, y se preguntó una vez más por qué Mimi escogería tener una amiga como Pippi. Como si leyese la pregunta en sus ojos, Mimi dijo rápidamente :
- Yo sé que Pippi es un plomo , y falta poco para que esté loca como un plumero , pero crecimos juntas, y ella es como una hermana para mí. La madrina de ella era la mejor amiga de mi mamá , y como a Pippi y su hermana nunca tuvieron una familia de verdad, cuando era pequeña ella prácticamente pasaba todas las vacaciones con nosotros . Además d , todos tenemos defectos - yo sé que los tengo, y , a mi edad, prefiero ser perdonada por ellos. Cuando la gente llega a los cuarenta años, sucede una cosa graciosa: pasas a ver la ventaja de ser buena con las personas.
Janey soltó una risita nerviosa que solía usar para disimular su vergüenza por ser atrapada in fraganti , y dijo :
- No tenía intención de...
- Ah, no, claro que no - dijo Mimi. - Podemos entender a Pippi, porque entendemos lo que viene pasando. Está cansada, desesperada y aterrorizada, y encima de todo eso , sin hombre que se haga cargo de ella, no es sólo que siente envidia ....
- Tienes razón, claro - concordó Janey.
Mimi sonrió y apretó o brazo de Janey.
- Necesito apurarme. Le prometí llevar a los hijos de George al aeropuerto. Pero nos vemos después , verdad ?
Janey concordó con un asentimiento y se quedó mirando a Mimi correr hasta su automóvil. Tenía tantos pequeños gestos elegantes, como la forma en que golpeaba una vez el vidrio de la ventana del automóvil, el modo de inclinar la cabeza mientras esperaba que él abriese la puerta. Cuando estaba a punto de sentarse , Mimi hizo una pausa para recoger la cola de su saco de piel .
- Si Selden te reta por el collar - Mimi gritó -dile que yo te obligué a comprarlo!
-Gracias - respondió Janey. Por un momento, se quedó viendo el automóvil desaparecer en el tránsito, y después dobló la esquina, caminando por la avenida Madison. Con las manos en los bolsillos de su saco blanco de marta. Le gustó sentir el aire gélido de diciembre y contempló el cielo sereno y gris , con esa expectativa silenciosa en el aire, que antecede la llegada de la nieve. Una alegría evidente se mostraba en los rostros de las personas que pasaban por la calle , como si, ante la posibilidad de que cayese nieve, la Navidad hubiese llegado.
Janey siempre había considerado la primera vez que había visto caer nieve como un día especial, y volvió a tocar las perlas en su cuello. Era una señal de buena suerte, pensó ella, haber comprado las perlas el mismo día de la llegada de la nieve, pero en el instante siguiente, ese buen humor desapareció ante la inevitable reacción que ciertamente Selden tendría. Selden tenía mucho dinero - a través de preguntas sutiles - ella había descubierto que él debía tener un patrimonio de por lo menos treinta millones - pero cuando era necesario gastarlo, el comportamiento de él era decididamente burgués. Su frase predilecta era “Realmente estás segura que necesitas comprar eso ? ", y la empleaba cada vez que descubría una de las nuevas compras de ella. Finalmente, frustrada, Janey había reaccionado: " Realmente estás seguro que necesitas tener un automóvil de colección de quinientos mil dólares?" A lo que él respondió , con frialdad : "Si te estás refiriendo al Jaguar, se trata de una obra de arte. Jamás voy a venderlo."
Eso era eso exactamente lo que le diría a él sobre las perlas, decidió Janey : eran una obra de arte ! Pero aún así, todo era de una injusticia atroz, pensó Janey, abriéndose camino a través de la multitud que llenaba las calles haciendo compras de Navidad. Principalmente considerando el hecho que Mimi había gastado mucho más dinero que ella: además de un reloj de oro de 20 mil dólares para Zizi, había comprado un collar de brillantes de 150 mil dólares
Janey deseaba haberse casado con George, en vez de estar con Selden, cuando se encontraba al lado de Mimi, torturándose por el collar de perlas. Habría sido maravilloso ser capaz de comprar todo lo que uno quería, jamás sentirse como si tuviese la obligación de renunciar a lo deseos...
- Ya no se encuentran perlas así - dijo Mimi, haciéndole una seña al empleado para sacase el collar del exhibidor. Las perlas eran de un color gris , y con 11 milímetros de diámetro - del tamaño adecuado para impresionar sin parecer falsas.
- Bellas - continuó Mimi, sujetando el collar delante del cuello. - son completamente naturales , deben haber llevado muchos años para se formen ,. Perfectas , todas del mismo tamaño. Siempre consideré que las perlas negras son muy elegantes. Combinan con todo... mi abuela tenía un collar que usó cuando fue a la corte para ser presentada a la reina Elizabeth..."
Por un momento, Janey tuvo miedo de que Mimi fuese a comprar el collar de perlas y el de brillantes, pero de repente Janey resolvió que el de perlas tenía que ser de ella de cualquier manera y a cualquier costo .
- Ese collar es lindo - dijo Janey, extendiendo la mano para sacárselo a Mimi. Lo Colocó alrededor de su propio cuello, admirando como las perlas grises se destacaban contra su piel clara, y pensó que iban a lucir mucho mejor en su cuello joven que en el de Mimi...
No era un collar tan bonito como el de brillantes de Mimi, , pero serviría, y Janey declaró en voz alta: - Me quedo con él.
- Excelente - dijo Mimi. - Si logras comprarlo por menos de cincuenta mil, va a ser una verdadera pichincha...
Y así, sentadas en la tercera hilera de la sala de subasta , Janey había levantado la placa con el precio de ofertas varias veces, compitiendo con un gay vestido con mucha elegancia. Excitada por el temerario placer hacer ofertas el precio fue acercándose a los 50 mil, Janey sólo conseguía pensar en como quedaría de refinada con ese colar de perlas negras en el cuello, y en como haría el amor con Selden usando apenas el collar, si fuese necesario...
- Vendido! A la linda señora rubia de allí - dijo el empleado , finalmente - y Janey casi desmayó ante la emoción de la victoria. Una vocecita eufórica dentro de su cabeza le dijo que ella había estado viviendo una mala vida durante tanto tiempo , que se merecía ese triunfo , y que no había motivo para sentirse culpable - después de todo, había mujeres, como Mimi, que hacían eso todo el tiempo ...
Y ahora, caminando despreocupadamente por la calle 50, el triunfo de conseguir ese collar era como un gusto sabroso y metálico en su boca, el sabor del dinero... y la pobre Pippi, quien no había podido comprar nada. Admirando los adornos de Navidad que adornaban el shopping de Park Avenue, sintió de repente vergüenza de su tentativa de hablar mal de Pippi Males. Ella necesitaba urgentemente ser más parecida a Mimi, Janey pensó : si pudiese ser más parecida a ella tal vez fuese capaz de relacionarse mejor con las personas. Sin embargo , en un segundo, su admiración por Mimi sufrió la influencia venenosa do antiguo celos; por otro lado, se ella hubiese sido creada por todas los privilegios de Mimi, con una vida donde nada de malo jamás le sucedía, sería fácil ser más bondadosa. Pronto se libró de ese pensamiento. No tenía motivo para sentir envidia de Mimi ahora, y además, Mimi era la única amiga que jamás había tenido y era alguien a quien realmente admiraba.
Llegó a la esquina de la calle 57. Mirando las vidrieras vio el logo Burberry en un toldo y resolvió entrar en la tienda . Iba a comprarle alguna cosita a Selden - tal vez una billetera o un llavero. Se volviese con un regalo debajo do brazo, podía ser que él se olvidase de la compra del collar de perlas.
Eso la hizo acordarse de Zizi, y el hecho que Mimi le había comprado algo a él, y caminando, pensó , convencida: Pobre Mimi! Janey no conseguía imaginarse "manteniendo" a un hombre de ningún modo - incluso la ideas de tener que pagar la cena a un hombre le causaba repulsión . Algunos años antes, cuando tenía veinte y tantos años, casi treinta, había caído en la locura de salir con un aspirante a actor extremamente guapo, cuya mejor experiencia en su currículum era un papel de extra en la último película de Woody Allen. Era una noche de sábado, y él había llevado a Janey a uno de esos restaurantes horrorosos de la Tercera Avenida, en los se sirven hamburguesas, y donde habían necesitado esperar 45 minutos en la fila para sentarse a una mesa. Después , cuando había llegado la cuenta, él abrió su billetera y declaró avergonzado, que no tenía dinero - que si ella pagase, le prometía devolverle el dinero al día siguiente. Janey también estaba escasa de dinero - tenía cuarenta dólares en la cartera, que planeaba estirar por dos días más -y , cuando pagó, sintió que nunca había caído tan bajo. No sólo era una fracasada, sino que también estaba saliendo con un fracasado.
Pero las cosas habían empeorado todavía más : en la tentativa de ser “un caballero” (tal vez para "compensar" la falta de dinero ), él había insistido en acompañarla hasta su casa y, después , subió las escaleras con ella, y entró al apartamento. Una vez allí adentro, la personalidad del hombre cambió por completo. Intentó besarla y , cuando ella lo empujó, le gritó , llamándola "puta rica", que se que era mejor que los otros. Y entonces, en una especie de cliché ridículo, el muy bastardo había intentado violarla, pero el pene de él era minúsculo, y no logró que se le pusiese duro ; para rematar la situación , en un acceso de rabia, él le había dado bofetada en la cara con tanta fuerza que ella cayó al piso .
Durante las dos horas siguientes, Janey se quedó en la cama con una bolsa de hielo en la mejilla - podría haberse enloquecido de rabia por la marca en su rostro, pero no conseguía una sesión fotográfica hacia muchos días y la próxima estaba programada dentro de dos semanas. Pero lo que la enfureció fue haber gastado los cuarenta dólares con ese crápula.



Janey llegó a Burberry, donde un guardia de uniforme y sonriente sujetó la puerta de vidrio para ella, con un "Buenas tardes, señorita". Cuando entró en la tienda , se acordó de como adoraba hacer compras en las tiendas de diseñador , donde todos siempre se mostraban tan alegres y atentos... El interior de la tienda estaba cálido . Mirando a su alrededor para ver si encontraba el sector de accesorios, vio un par de botas de taco alto y largas hasta la rodilla en los tonos del logo de Burberry. De repente sintió una excitación agradable, casi sexual, y dando largos pasos hasta llegar cerca de las botas, tomó una, y declaró en voz alta:
-No puedo dejar de llevarme esto !
Un vendedor joven y guapo inmediatamente apareció a su lado; con una voz encantadora, preguntó:
- Puedo ayudarla, Señora Wilcox?
- puedes - dijo ella, aún más excitada al notar que había sido reconocida. - Quiero estas botas en mi talla : 39. Si no tienen, no sé lo que sería capaz de hacer...
El vendedor desapareció, y Janey se sentó en un sofá de cuero beige, olvidándose completamente de Selden. En unos minutos se quedó aliviada al ver que el vendedor volvía con una caja, pero después casi se sintió destrozada cuando él le avisó :
- Es el último par, y desgraciadamente son 38...
- No te preocupes, voy a encontrar un modo de caber en ellas - afirmó Janey.
- Puedo consultar con las otras sucursales - dijo el vendedor. - Tal vez la tienda de Los Angeles tenga un par 39...
-Pero yo quiero llevar las botas ahora, en ese momento - explicó Janey, en tono incisivo. - Si tengo que esperar para comprarlas, no va a tener gracia.
- Concuerdo plenamente, señorita - respondió el vendedor, con un asentimiento de cabeza.
Janey abrió el cierre de la bota y forzó el pie a entrar en ella . Presintió que probablemente se arrepentiría después de usarlas una hora , pero el cuero podía ceder, y ella estaba decidida a comprarlas. Forzando el otro pie a entrar en la otra bota, se puso de pie , caminando con afectación por la alfombra hasta el espejo, consciente de que todos los otros clientes de la tienda la admiraban y tal vez hasta codiciaban las botas...
Delante de un espejo, ella hizo un giro - como siempre. Se imaginó usando las botas en algún lugar exótico (tal vez con palmeras y edificios de un blanco inmaculado), atravesando a calle con una expresión decidida y temeraria en el rostro...
Y de repente, su oído izquierdo captó una voz masculina ronroneando:
- No hay nada más sensual que una mujer con botas demasiado pequeñas para sus pies .
Y, girando sobre sus talones , Janey se enojó al descubrir que quien estaba hablando era Zizi. Estaba tan guapo como ella lo recordaba del verano anterior. Pero, qué diablos estaría haciendo él allí en Burberry, pensó ella. Ah, por supuesto , comprando cosas con la tarjeta de crédito de Mimi.

1 comentario:

Anónimo dijo...

trepadoras si las hayyyy!!
Me hace acordar a mi hermana queriendo conseguir que un flaco que trabajaba en una relojería le regale unos relojes Gucci, jaja que show