CAPITULO 46
"No soy loca, soy una actriz"
La noche de la entrega de los Premios de la Academia, una inmensa luna color naranja pendía sobre a ciudad de Los Angeles como un medallón de oro, y como siempre, la prensa comentó que su luz no podía compararse a la luz de las estrellas de cine que desfilaban por la alfombra roja . Para el público, la noche de la entrega del Oscar es un torbellino de glamour , pero también es una noche de centenas de pequeñas intrigas e superficialidades, connivencias mezquinas y manipulaciones novelescas. A las nueve de la noche, horario de la Costa Oeste, la última estatuilla de oro ya había sido entregada, pero la noche apenas estaba comenzando.
Tanner Cole, el actor de cine, miró por la ventana de vidrio oscuro de su limosina y frunció el ceño . Delante de su automóvil, había por lo menos más 12 limosinas, todas deteniéndose para depositar sus famosos pasajeros delante del estrecha tienda armado en el estacionamiento del restaurante Morton's, local donde se realiza la fiesta anual de Vanity Fair.
Detestaba esperar. Extrajo una pastilla de tabaco de un pastillero de plata. El problema, él pensó , era la maldita ronda de prensa. Todos los artistas debían ser fotografiados .Todo eso era una tontería , él pensó enojado, y una señal de que esas "estrellas" no eran actores para nada. A los verdaderos actores no les importaban los artículos en la prensa. Sabían que no formaban parte "de su vocación" - y, para ellos, "la vocación actoral" era la única cosa que importaba.
El apretó el botón para abrir la ventanilla, y escupió había una grande masa de tabaco verde . Tanner Cole, quien había frecuentado la Escuela de Arte Dramático de Yale veinte años atrás, se consideraba un intelectual y, aunque sólo admitiese eso a sus amigos más llegados, estaba muy por encima de las maquinaciones mezquinas y vulgares de Hollywood. Sin embargo, no era por eso que dejaría de decirle a los reporteros que entre sus amigos se encontraban personas valiosas, como Craig Edgers, quien, en ese exacto momento, se encontraba hospedado en su mansión en lo alto de las Colinas de Hollywood. Cuatro horas antes, él había dejado a Craig en una bañera de agua caliente, saboreando un vaso de té helado.
Todos los años, Tanner Cole ofrecía lo que ya se había convertido en la famosa fiesta de Vanity Fair, y ese año Tanner había conseguido traer a Craig Edgers. No sabía bien toda la historia, pero Craig estaba teniendo dificultades con el guión de Los obstáculos, y Tanner había prometido ayudarlo, presentándole algunas personas. Naturalmente, Tanner había adorado el libro, Por lo tanto , quién podría culparlo por querer desempeñar el papel principal...?
La limosina se detuvo y él se asomó por la ventana otra vez. Todavía había por lo menos seis automóviles más delante suyo ... Se van joder, él pensó . No necesitaba esperar. Podía bajarse e ir caminando. El no era una de esas celebridades delicadas que eran tan frágiles que hasta necesitaban que alguien les limpiase el culo ... Y tocando el botón del intercomunicador que lo conectaba con el conductor, pidió :
- Kemosabe!* Detén el automóvil. Me voy caminando.
El conductor frunció el ceño en el espejo retrovisor.
- Está seguro , Señor Cole? - el chofer preguntó. - Puedes ser peligroso.
- El año pasado estuve haciendo una película en el norte de China - retrucó Tanner. - Creo que puedo llegar intacto a la entrada de un restaurante de mierda en Los Angeles.
El automóvil se estacionó y Tanner salió , golpeando la puerta atrás de si. A menos cuatro automóviles mas adelante la actriz Jenny Cadine estaba sentada envuelta en una nube de humo pútrido y denso que venía del cigarro de Comstock Dibble.
- Comstock, por favor - imploraba ella, tosiendo exageradamente y abanicando el humo delante de su rostro - Si hubiese sabido que ibas a fumar, jamás habría concordado en venir con vos...
Comstock Dibble soltó una carcajada diabólica. Su smoking estaba bien estirado sobre su pecho ancho, y los pantalones parecían estar colgando debajo de su panza. Él había gastado la bagatela de cinco mil dólares en un smoking hecho a medida, pero no parecía haber un sastre en el mundo capaz de medirlo correctamente, por más dinero que él gastase. Se desabotonó el frente del saco y, para satisfacer a Jenny Cadine, abrió la ventanilla unos centímetros .
Jenny Cadine suspiró .
- Gracias - ella dijo, con una sonrisa nerviosa. No estaba con el mejor de los humores, ya que había acabado de perder el Oscar contra Julia Roberts . Se Movió en el asiento , sintiendo la falda del vestido de tafetán arrugarse debajo de ella. Por qué diablos había permitido que su peinador la convenciese de usar un vestido de un diseñador nuevo? se preguntaba furiosamente . Además de perder el Oscar, el vestido le caía mal, y mañana los periódicos dirían que ella parecía un enorme caramelo color rosa...
Miró el cigarro de Comstock y expelió el aire muy enojada.
- Sobre ese papel... - comenzó.
Comstock sonrió y sacudió el cigarro, dejando que ceniza cayese en la alfombra del automóvil.
- Es un buen papel - le aseguró él. Él podía sentirse descolocado en Park Avenue en New York , pero en Hollywood se sentía completamente en su elemento . - Ese papel puede darte un Oscar...
- Mas te vale que sea así - retrucó Jenny contrariada.
Comstock volvió a reír.
Jenny hizo una mueca . Odiaba esa parte de su trabajo, pero no podía huir de el . Incluso una actriz ganadora del Oscar necesitaba luchar para obtener los mejores papeles - ella ya había visto muchas carreras de actores y actrices diluirse por haber escogido los papeles equivocados. Y entonces , cuando su agente la había llamado esa tarde para informarle que toda la ciudad estaba muy entusiasmada por el nuevo proyecto de Comstock Dibble, habían aceptado que debía intentar hablar con Comstock a solas . Por lo tanto , después de la ceremonia del Oscar, ella simplemente fingido que no conseguía encontrar su automóvil.
-Vamos , Comstock - dijo ella , cambiando el tono de voz. - Sabes que más tarde o más temprano vas a que hablar conmigo sobre eso.
- Voy a tener ? - preguntó Comstock, exhalando una enorme bocanada de humo . Por primera vez en semanas, se estaba divirtiendo . No había nada de que le gustase más que torturar a la actrices - principalmente a una tan arrogante como Jenny Cadine .
Muy temprano , esa mañana, bebiendo café y vistiendo una bata de seda roja, Comstock se había sentado en su suite del Hotel Four Seasons y había leído el guión de Janey. Cuando lo terminó, pensó que ella había sido una cretina por no haberle mostrado inmediatamente ese guión. Pero después llegó a la conclusión de que sabía exactamente lo que hacer con él - ese era el tipo de historia que él podía producir como nadie . Esa historia sería un clásico moderno - una fábula contra los excesos, contando la historia de una mujer joven y bonita que pierde su inocencia por la obsesión de la fama y el dinero. Naturalmente, la protagonista tendría que caer, pero después sería redimida ... y no era esa la gran historia de los seres humanos? Pecado y salvación , alternándose incesantemente, él pensó . Incluso era su propia historia...
Y ahora, en la limosina con Jenny Cadine, él se felicitaba por haberse salvado otra vez. El truco simplemente consistía en arrojar una bola dorada más al aire, para desviar la atención de todo mundo. Y luego , asombrado ante su propia genialidad, se aplaudió por haber encomendado ese guión a Janey Wilcox. No había sabido que ella era algo "especial" todo el tiempo ? Eso le contaría a todos, sin excepción , para que todos entendiesen la profundidad de su brillantez al apostar escritora desconocida...
Miró bien a Jenny Cadine y le preguntó con la mayor naturalidad :
- Qué sabes sobre este proyecto?
Jenny Cadine no era particularmente inteligente pero se dio cuenta que debía embaucar a Comstock.
- Apenas que es considerado un proyecto genial - ella reveló.
- Es la historia de Janey Wilcox - dijo Comstock, imaginando cuál sería la reacción de la actriz después de ese episodio bochornoso en Dingo's. Tal como lo esperaba, Jenny vivía en un mundito tan pequeño y aislado, que ni siquiera reparó en el nombre de la persona. Ella frunció el ceño y se mordió el labio.
- Ella no fue una especie de feminista muy famosa?
- Podría decirse que si - dijo Comstock, riéndose , y dándole una palmaditas amistosas en la pierna. Jenny Cadine sería una perfecta Janey Wilcox, pensó él, si por menos fuese diez años más joven. Era una pena que las personas tuviesen que envejecer...
- Francamente, Comstock - dijo Jenny, jadeante como si fuese morir a causa del humo . - No puedes apagar ese cigarro? Me estás matando ...
Comstock sonrió y deliberadamente soltó una bocanada de humo en dirección a ella.
- Por el contrario, mi querida - dijo él con una carcajada. - El humo es un preservativo...
En una limosina dos automóviles adelante, Janey Wilcox miraba hacia su mano izquierda, soltando un grito de pavor.
Todavía estaba usando la alianza de matrimonio y el anillo de compromiso .
Sacándoselos rápidamente, ya estaba por guardarlas en la pequeña cartera Prada de plata , pero vaciló sujetando los anillos en la palma de su mano derecha. De repente, sintió un remordimiento feroz . Si al menos Selden estuviese allí para verla, ella pensó , para ser testigo de su momento triunfal...
Mirar sus alianzas inevitablemente hizo que ella se acordase de un momento, apenas siete meses atrás , en el que ella se encontraba de pie debajo del sol blanco de Toscana, mirando a los ojos del hombre que estaba por convertirse en su marido. Se había convencido de que era amor lo que sentía por él, pero, una vez más, el amor la había decepcionado y ahora estaba sola...
La vida no debería ser así, Janey pensó con tristeza. Cuando algo bueno finalmente le sucedía, debería tener el derecho a compartir esa alegría con alguien. Y ella no tenía a nadie allí, ni siquiera un amigo... Sentada sola en ese interior de la inmenso limosina, Janey casi sintió ganas de... llorar.
Pero no debía hacer eso, ella se censuró . No cuando la maquilladora había pasado dos horas trabajando en su rostro ( gasto que Janey también tuvo que pagar de su propio bolsillo - 500 dólares, porque era la noche del Oscar) y estaba por asistir a la fiesta más importante de su vida. Mirando todavía las alianzas en la palma de su mano, se sintió arrepentida y al mismo tiempo excitada. El volver a comenzar siempre era algo sufrido , y ella estaba segura que esa noche cambiaría su vida...
Y qué eran esas alianzas, en el fondo , solamente un símbolo de esclavitud. Debería lanzarlas por la ventana, Janey pensó dramáticamente, pero la idea de que podía necesitar ese dinero en el futuro la detuvo. La alianza había costado 40 mil dólares; y lo que debería hacer era venderla...
Fríamente la depositó en su cartera , sacó el estuche del polvo compacto y estudió su rostro.
Era una de esas noches en las que Janey contaba con su mejor apariencia. Siempre estaba bonita, pero en esa noche en particular era como si su belleza hubiese cobrado vida propia. Sabiendo que sería convocada para ejercer su magia, ella había hecho un esfuerzo extra y, en esa noche, brillaba como si estuviese iluminada por dentro. Sus cabellos estaban relucientes, y sus dientes blancos contrastaban contra un nuevo lápiz labial rojo que había adoptado.
Miró su reflejo con satisfacción , y después , cerrando el estuche, se acordó de que su belleza no era su único triunfo real .
Hacia las once de esa mañana, Comstock la había telefoneado para informarle que quería transformar su guión en un película. Dos años atrás , cuando ella había comenzado a escribir esa historia, una llamada como esa habría hecho que ella soltase un grito de alegría, pues en aquella época, cuando estaba en bancarrota y sin empleo, vender un guión casi era más de lo que jamas podría haber soñado. Pero mucha agua había pasado debajo del puente, y ella ciertamente había aprendido a no contentarse con poco. Incluso un año antes, habría quedado encantada de ver que su guión se transformaba en una película, y habría dejando que Comstock modificase el guión a voluntad . Pero ahora era un poco más experta y no estaba dispuesta a ceder el control de su guión con tanta facilidad. Planeaba mantener las riendas sobre ese proyecto lo máximo que pudiese, convirtiéndose - por lo menos- en la productora...
Pero, naturalmente, no le había dicho nada de eso Comstock . La primera pregunta de él había sido por qué ella no le había mostrado el guión antes, y aunque ella no lograse responder eso , algo le dijo que si ella le hubiese entregado ese guión antes, no estaría en la posición en que estaba ahora.
El automóvil avanzó hasta la entrada y el conductor abrió su ventanilla, entregándole la invitación de Janey a un empleado de seguridad muy musculoso. El seguridad iluminó el interior de la limosina con una linterna y después el conductor salió y abrió la puerta para ella.
Janey inspiró profundamente y comenzó a descender del automóvil.
Y de repente, mientras pasaba por la alfombra rojo, bajo un toldo floreado que llevaba al restaurante, fue bombardeada por una masa ruidosa de seres humanos, que le gritaban que mirase hacia un lado y hacia el otro. Tuvo que pararse, darse vuelta , mirar por sobre su hombro; en busca de un ángulo mejor, los fotógrafos derrumbaron las barricadas mientras varios seguridades corrían para contenerlos. Janey Wilcox podía no ser una actriz de cine, pero era tan famosa y notoria como cualquier estrella de cine , y durante toda la tarde habían circulado rumores de que ella había escrito un guión explosivo, que sería producido por Comstock Dibble, y que todo lo que se había divulgado sobre el cobro de dinero por sexo era mentira.
Tanner Cole llegó a la entrada del restaurante justamente cuando a conmoción alcanzaba su clímax. Frunció el ceño consternado, preguntándose quién podría estar causando un caos como ese . Era demasiado temprano para que fuese Julia Roberts , y ni siquiera la llegada de Pamela Anderson con Elizabeth Hurley el año anterior había generado semejante frenesí. Habría en Hollywood alguna nueva actriz que él no conocía? Mientras se quedaba allí ponderando la situación , un seguridad pasó a su lado arrastrando a la fotógrafa de la revista People.
- Te amamos!!! , Janey - gritó una mujer.
- Quién es esa? - le preguntó Tanner a la fotógrafa.
- Tanner! Déjame sacarte una foto - gritó la fotógrafa.
El seguridad levantó la mano para impedírselo .
- Ya te dije que basta por hoy.
Tanner se encogió de hombros como si aquello no tuviese sentido.
Los seguridades le abrieron camino entre la multitud y Tanner entró.
- Quién era esa gata? - le preguntó a Rupert Jackson, varios minutos después . La muchacha misteriosa se encontraba ahora en el medio de un grupo de pesos pesados de Hollywood, que incluía al editor en jefe de Vanity Fair y el presidente de la Paramount Pictures. Ella era, observó Tanner, absolutamente deslumbrante, con eses cabellos largos y lacios, y pechos perfectamente redondeados (obviamente siliconas, pero qué importa?) . Tanner Cole la consideró la mujer más bella del salón. Pero eran los ojos de ella lo que era increíbles, pensó él. En momento en que los ojos de ambos se encontraron, los de ella habían brillado como zafiros bajo sus largas pestañas oscuras, pero fue la expresión de esa mirada lo que él consideró más cautivante. Siendo actor, le gustaba pensar que era capaz de leer lo que se pasaba en las almas de los seres humanos , y estaba convencido de que había detectado en los ojos de ella una genuina tristeza...
- Realmente parece que no lees los diarios... - comentó Rupert Jackson, soltando una risita . - Esa es Janey Wilcox, la famosa Meretriz Modelo.
- Quién? - preguntó Tanner, perplejo. Por un segundo, sintió ganas de golpear a Rupert. - Una prostituta... de verdad ?
- Sos muy bruto .. - lo censuró Rupert. - En mi opinión , ella no es más prostituta que vos o que yo .
- Habla por vos mismo - le retrucó Tanner. - Cómo es que nadie me habló de ella antes?
- A vos no te interesan estas superficialidades - dijo Rupert.
- Tráela a mi fiesta, si? - le pidió Tanner. Quería conocer a la deslumbrante Janey Wilcox, pero no tenía la menor intención de hacer eso allí, en medio de toda esa gente . Prefería la privacidad.
Rupert corrió para hacerle ese favor a Tanner. Siempre hacía todo lo que Tanner le pedía. Era un fanático de Tanner - y, como recompensa, Tanner de vez en cuando dejaba que Rupert le practicase sexo oral.
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