Capítulo 11
Nunca te cases por dinero, pedir dinero prestado es más barato.
Viejo proverbio escocés
Georgina estaba sentada en un rincón de su dormitorio, arrancándose espinas de rosas de sus dedos.
¡"Ay !" Ella alzó la espina afilada y la miró atentamente. No sabía que las espinas de rosas podían ser tan gruesas.
Inmediatamente gimió y se sintió ruborizar . Se avergonzó todavía mas , principalmente porque entendía exactamente lo que él había querido decir. Cuando una se cría con un hermano mayor, se aprende sobre las cosas entre hombres y mujeres, y acerca del acto sexual . Si una no lo hiciese, nunca entendería de que habla su hermano y sus amigos , cuando se ríen como tontos .
Siguió estudiando las palmas enrojecidas de sus manos y trató de visualizar la imagen de John Cabot
en vez de la del rubio alto y guapo .
Cuando no lo logró , Georgina trató pensar en la fortuna Cabot: un montón de dinero , barras de oro sólidas, , un pila muy alta de acciones, hipotecas, cheques y bonos, joyas con el monograma Cabot y diamantes.
Ella sonrió. ¡Ah, la avaricia podía crear imágenes espléndidas!
Pero cuando abrió sus ojos, todo lo que vio fue el empapelado floreado de su dormitorio y la forma en que comenzaba a ponerse amarillo.
Trató de imaginarse el cuarto completamente remodelado con cortinados de seda, marcos dorados de dieciocho quilates para las pinturas, y antigüedades francesas como decoración. Justo esa noche había escuchado a Phoebe hablando de unos muebles para dormitorio que había visto en Versailles.
Georgina se los compraría antes que Phoebe. Sí, una de las primeras cosas que haría era redecorar los veintiocho cuartos de la casa. Como la esposa de John Cabot, tendría suficiente dinero e influencia para sobornar al importador, suficiente riqueza como para comprar cualquier cosa que desease y sin siquiera afectar la fortuna de los Cabot .
Cerró los ojos y se concentró en las imágenes de los cuartos remodelados, la cara Phoebe , y las inmensas cantidades de dinero Cabot. Pero lo que ella vio en lugar de eso cabellos de oro bañados por la luz de luna y una maliciosa sonrisa masculina que la hacía ruborizar. Tomó un paño húmedo y se lo pasó por su cara caliente, agradeciendo al cielo que el camino del jardín hubiese estado tan oscuro en ese punto , de otra manera él la habría visto caerse sobre las rosas y entonces su humillación habría sido completa.
Si tuviese un gramo de sentido común , habría ignorado esa cara tan atractiva , el poderosa porte masculino , sus bromas graciosas y esa voz increíble . Debería haberlo hecho echara patadas . La razón por la cual ella no lo había hecho no era algo que Georgina quisiese analizar en ese momento.
¡"Ay !" Ella se chupó el dedo y arrancó la último y más afilada espina. Se sopló el dedo, se levantó rápidamente, y lanzó el paño hacia su tocador.
Inclinándose , se miró atentamente en el espejo ovalado. No había necesidad de pellizcarse las mejillas. Tenía un exceso de color. Se acomodó el cabello oscuro y el escote , luego salió del cuarto.
En una cuestión de minutos estaba en los jardines , pero
del otro lado, después de haber tomado un camino diferente - un camino que llevaba a su meta.
John Cabot la estaba esperando.
¡Vamos Georgina!
Por alguna razón que ella no podría explicar, desaceleró los pasos, luego se detuvo completamente. Pudo ver la cúpula del mirador y la oxidada veleta situada en lo alto. Tenía un reloj Bayard en el medio, pero la cara del reloj era ilegible en la oscuridad.
Rara vez , la veleta apuntaba por dirección equivocada.
El viento todavía venía del oeste, lo cual quería decir que la veleta debería estar orientada hacia el este.
Pareció ese día su vida estaba llena de inconvenientes y errores; los relojes que no marcaban bien la hora , una muchacha tonta que había usado la gala Bayard para romper su compromisos , los sirvientes no hacían lo debido, un repartidor de provisiones con una voz que ponía la piel de gallina y que hacía preguntas escandalosamente personales y ahora la veleta que apuntaba contra el viento.
Georgina comenzó a caminar otra vez, un poco más rápido , casi como si quisiese escaparse, pero la imagen de ese repartidor forzudo iba junto con ella.
¿Por qué la sangre azul y todo el dinero de los Cabot no podía tener un poquito de músculos y fuerza ?
Supuso que esperar un hombre rico de buena estatura y una cara atractiva era mucho pedir .
John Cabot era unos centímetros más bajo que ella, y ya había perdido bastante cabello. Pero tenía dinero, todo ese dinero valioso que Georgina necesitaba.
Se dio vuelta y volvió su mirada atrás al contorno de su casa contra el cielo oscuro.
Georgina se quedó parada allí por unos segundos, luego ella se volvió , determinada a acabar con su misión . Hacia mucho tiempo que había decidido que los millones de los Cabot valían ese matrimonio, aunque no fuese un matrimonio como en los cuentos de hadas, pero ella creía en esas estupideces.
Y Georgina Bayard no era estúpida
Sabía lo que tenía que hacer. Conocía algunos halagos dulces, sabía dar miradas invitantes , sabía dar un beso, y usando esas armas los bolsillos gordos y dorados de John serían de ella.
Asía como también su cabeza calva.
Se mordió el labio inferior. Todo estaba bien. Iba a funcionar . Ya se había resignado a pasar toda una vida evitando mirar a su marido, ignorando su cabello fino y graso y su calva brillante.
¿Qué importaba que fuese petiso, calvo y un poco aburrido ? Por el bien de su casa, de su apellido , y de su orgullo, podría vivir con él por el resto de su vida.
Y esa noche miraría directamente a los ojos de John Cabot y le diría adiós para siempre a sus último y pocos vestigios de inocencia y deseos románticos que todavía habitaban su corazón.
Sí, lo haría. Todo estaba planeado en su mente. Esa noche, simplemente cerraría los ojos y pensaría en la nueva decoración.
En segundos , los pies de Georgina se movían, un paso,
tras otro, una sobreviviente encaminándose hacia su meta.
Mientras se acercaba podría distinguir la silueta de John esbozado contra el resplandor de la lampara colgada en el mirador. Dio un paso más, luego observó su vestido.
Era color azul medianoche y lo había escogido porque hacía juego con el azul de sus ojos . Por si acaso,
Se pellizcó las mejillas, luego miró hacia abajo y acomodó el escote de su vestido ,para exponer sus pechos.
No había que dejar nada librado al azar. Ella haría su propia suerte. Entonces , con una sonrisa radiante en su cara, levantó el mentón , y cerró las manos en
puños, luego tomaron una último respiración profunda .
Un segundo más tarde alguien la agarraba desde atrás.
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